• Capítulo 9 •
...
Haru pasó por alto lo sucedido, no creía en nada de que lo que dijo aquella cosa negra. Dió un suspiro fatigada por el extraño y pesado día de hoy. Dió la vuelta dando sus primeros pasos de regreso a la aldea. Miraba con atención los numerosos locales de comida, ropa entre otras cosas. Paseaba sin temor a ser regañada por su hermano si se lo topará por allí, no había probabilidades, él estaba en casa seguramente apostando aún. Era mejor estar afuera que tener que verlos apostar.
—¿Que estás haciendo aquí, Haru? —repentinamente la voz ronca de Madara apareció a su frente.
—¡¿Madara?! ¡¿Que estás haciendo aquí?! —exclamó sin esperar su presencia, la tomó por sorpresa.
—La apuesta terminó al igual que la fiesta. —contestó neutro—. Todos regresaron a sus casas, yo también iba de regreso y Tobirama está histérico de que no estás en la casa. ¿Y tú qué haces aquí?
—Fuí a comprar unas cosas. —respondió en seguida con una falsa sonrisa para que no se notará que estaba mintiendo.
—Mientes. —No era sencillo mentirle a Madara y Haru lo sabía.
—¿Y como salió la apuesta? —intentó cambiar de tema con otra pregunta pero solo empeoró las cosas.
—Gané la apuesta. Ahora saldrás conmigo.
Literalmente todo se rompió en Haru, como si un cristal fuera golpeando hasta romperse en miles de pequeños pedazos. Su cuerpo de tensó y los nervios se hicieron presentes, no podía negar que sentía felicidad pues le gustaba Madara pero no era capaz de mostrarlo ante un hombre que rara vez muestra emociones o alguna expresión, tenía que ocultarlo. En un intento desesperado por escapar del lugar dió un gran salto por los tejados de las casas.
—¡Maldición! ¡Tengo que escapar e irme lo más lejos, no seré capaz de resistir la vergüenza! —Su cara ardía en calor, con solo imaginar lo hermoso que sería salir con Madara le daba pena y felicidad.
—Te tengo. —demandó Madara apareciendo repentinamente a su frente, la tomó de la cintura, llevándola en contra de su voluntad hasta su casa en el interior del distrito Uchiha.
Sentada sobre el tatami de la gran residencia del Uchiha, Haría no se movía de su lugar. De reojo miraba con atención las cosas que tenía, no era muy llamativo pero tampoco era apagado, muebles rústicos como de cualquier otra casa japonesa. Algunos cuadros antiguos, armas, entre otras cosas. Mientras su curiosidad veía atentamente casa rincón de la sala, Madara la miraba fijamente sentado igual sobre un tatami admirando de pies a cabeza su presencia.
—No me gusta este silencio. Que te parece si hablamos de mis necesidades. —opinó el Uchiha para intentar entablar una conversación.
—Algo me dice que esto terminará mal. —pensó con leves sospechas entrecerrando los parpados—. Te escucho...
—Quiero un hijo. —dijo neutro pero con una sonrisa pícara mirándola fijamente con su postura recta.
—¡Que directo! —gritó desde su interior. No esperaba esa sinceridad de él, lo conocía por ser frío y hostil pero no ese lado que era nuevo para ella. ¿Que podía decir? No iba a aceptar de un día para otro, si intentaba escapar seguramente la volvería a capturar, pero no tenía opción.— Adiós. —velozmete se levantó del tatami e ir a la puerta corrediza.
Madara sonrió por su acción, rápidamente reaccionó levantándose de su lugar, abalanzandóse sobre el cuerpo femenino de Haru. Cayeron sobre el suelo, sujetó las muñecas de sus brazos a la altura de su cabeza con una sonrisa divertida.
—¿Tonto, que haces? —Hacia todo para escapar, la vergüenza que estaba sintiendo en esos momentos era grande, podía sentir su cara arder.
—Hay algo que quiero preguntarte.
—Si se trata de tener hijos, olvidado. —espetó.
—No es eso. —Ya le sonreía ahora la miraba pensativo—. Quiero preguntarte algo sobre tus ojos.
—¿Que quieres preguntar?
—Esa vez en la que ambos nos encontrábamos en la guerra e ibas a dar tu vida por tu hermano solo para que hubiese confianza entre ambos clanes, dijiste que le dabas tus ojos a Hashirama y Tobirama. ¿Por que le ibas a dar tal cosa?
Se le quedó viéndolo unos segundos. Para Haru era extraño que le preguntará tal cosa que siempre mostraba tener poco interés. Pensaba en las palabras adecuadas para su respuesta.
—Mis ojos tienen un poder especial. Con ellos puedes controlar los cinco elementos sin ningún problema y también puedes controlar a los bijuus. Digamos que mis ojos son como una reliquia para otras aldeas. No sé necesita ser un genio para saber que harían con tal poder. A los únicos que les puedo confiar mis ojos cuando muera son a mis dos hermanos y a ti. —sonrió en señal de confianza.
Notó como Madara se sorprendió un poco con sus palabras, su boca formó una pequeña sonrisa —Hay otra cosa que quiero preguntarte.
—¿Y que es? —su voz se volvió dulce y hechizante para el azabache.
—Desde que te volví a ver me enamoré de ti. Quería dar el primer paso convirtiéndome en tu amigo pero me rechazaste al instante. Sin embargo ahora que estamos solos y más tranquilos quiero preguntarte esto. ¿Haru quieres tener una relación conmigo? No soy bueno mostrando mis sentimientos y...
Está lo calló poniendo su dedo índice en sus labios —No digas nada. Acepto que fui grosera en ese entonces pero solo era para no ser obvia con mis sentimientos que tengo hacia ti. —se soltó del agarre de Madara entrelazando sus dedos con los suyos.— Yo tampoco soy buena mostrando mis sentimientos, a decir verdad —rió un poco—, nunca he tenido una relación con alguien. Siempre estuve concentrada en ayudar a mis hermanos, pero ahora quiero enfocarme en otra cosa ahora que la guerra ya no existe.
—¿Y que es...? —dejó caer levemente sus párpados escuchando cada palabra de la mujer que amaba. Su larga cabellera caía libremente sobre sus hombros cubriendo los rostros de ambos.
—Hacerte feliz. —sonrió cariñosa con un leve rubor de sus mejillas. Madara nunca pudo llegar a ser feliz, desde que nació su destino se vió a atado para caer en la oscuridad pero Haru no quería eso, tenía que llevarlo hacia la luz de su nueva vida que iba afrontar con ella.— Madara, aceptó tener una relación contigo. —sujetó su nuca debajo de su cabello bajando lentamente su rostro, poco a poco sus respiraciones se iban conectado al igual que sus labios. Un beso lento y lleno de amor fue el inicio del destino que estaban por pasar.
La noticia de la relación amorosa que tenían Madara y Haru no tardó en llegar a los odios de toda Konoha. Algunos estaban de acuerdo, otras los envidiaban, pues tanto Haru y Madara tenían pretendientes. El clan Uchiha fue el que más se oponía a la relación de ambos, Madara tenía que seguir con el linaje puro para el nuevo sucesor como futuro líder del clan.
Los viejos Uchiha's, mano derecha del líder, y mayor autoridad en la toma de desiciones eran los principales en la oposición de la relación. Conformado por dos hombres y una mujer, todos de la tercera edad caminaban hacia la residencia del líder. Una vez más para sermonear a Madara.
—Estoy harto de escuchar sus sermones, viejos. —comentó Madara tocando su frente con los dedos. No podía oponerse a las decisiones de los viejos pero tampoco podía aceptarlas.
—Y nosotros estamos hartos de repetir siempre lo mismo. —replicó la mujer.— No aceptamos tu relación con esa mujer, aunque sea un familiar lejano de los Uchiha's y no tenga la sangre de un Senju no es apta para ti. No queremos que nuestro futuro líder tenga sangre impura.
—Mi vida privada es asunto mío, vieja. No importa lo que digan o piensen no voy a dejarla y muchos menos si ustedes lo dice.
—Nosotros somos la mayor autoridad. Tenemos mayor poder político que tú, incluso nosotros podemos exiliarte de tu puesto como líder cuando nosotros queramos. —contestó el viejo sonriendo superior ante Madara.
—Hagan lo quieran. Esté puesto no me importa —frunció el ceño, empezaba a molestarse de la simple presencia de los viejos—, pueden correrme del clan su quieren pero nunca dejaré a Haru. Pero ustedes no serían capaces de quitarme este puesto, saben perfectamente que no hay nadie más de mi nivel en este clan.
—Eso puedes decirlo ahora, pero las nuevas generaciones se hacen más fuerte con el pasar de los días. Un día te superarán y quedarás abajo.
Madara bufó divertido cruzando sus brazos —Estoy ansioso por verlo y luchar con él. No saben lo divertido que sería bailar con esa persona. Pero por el momento, yo mandó este clan y si no hay nadie que me supere en poder no dejaré este puesto.
—Tu padre solía ser obediente con nosotros pero tú eres lo contrario de él. —dijó la señora.
—Mi padre y yo siempre fuimos polos opuestos. Nunca lo llegué a entender y no es algo que me deprima. Esta conversación terminó, será mejor que se vayan si lo quieren que los saqué a patadas de mi casa. —amenazó retador a sus tres superiores.
Una taza de té sobre el kotatsu, sentada de rodillas, sujetando varios papeles viejos que leía con atención cada oración de su contenido que parecía tener información acerca de su clan extinto. Si era sincera con ella misma, no se sentía atraída por saber sobre su clan pues nunca formó una parte importante de su vida. O eso creía antes de empezar a leerlos.
—¿Quién es Hikaru¹? —se preguntó ella misma al momento de leer el nombre gravado en la hoja. Tomó otro sorbo de té y entre las decenas de papeles busco algo que estuviera relacionado con ese extraño nombre.
—¿Qué estás haciendo, Haru? —preguntó Tobirama curioso adentrando al lugar de su hermana.
—Estoy leyendo estos documentos que me entregó Hashirama hace unos días. Me dijo que puede contener información de mi clan pero la verdad no estoy muy interesada en leerlos. —suspiró agotada dejando su taza de té en la mesita.
—Pues no parece que no estés interesada. Más bien parece que estás buscando más o fondo. —arqueó una ceja observando fijamente a su hermana.
Está volvió a suspirar, tenía razón —Es cierto, Tobirama. Estoy buscando más información de esta persona que se llama Hikaru. No sé quién es ella y tal parece que es el único nombre que mencionan en todos estos papeles.
—Te ayudaré. —declaró tomando un par de papeles y buscando algo relacionado con Hikaru.
—¿No tienes que estar ayudando a nuestro hermano? —interrogó sospechosa cruzando sus brazos y arqueando una de sus cejas.
Sin quitar su concentración de las hojas respondió —Si pero ya he terminado. Tengo tiempo de sobra hasta que la junta con los líderes de los clanes empiece.
—Ya veo.
Fue su única respuesta. Imitando a su hermano también buscó más información de Hikaru. El silencio era cómodo, cada uno leía con atención una hoja, sus pupilas se movían de forma horizontal siguiendo los patrones de las sílabas. Paso una hora y no parecía haber nada que diera información de esa persona con el nombre de Hikaru.
—No hay nada, Haru. Hemos leído todos los papeles y ninguno tiene información de esa persona. —comentó molesto Tobirama dejando los papeles sobre la mesa.
—Tal vez Hashirama tenga más de estos. Iré a preguntarle si tiene otros.
—Lo harás después de unas horas. La junta empieza en cinco minutos me tengo que ir y Hashirama asistirá. —juntó dos dedos a la altura de su boca formando un sello.
—Está bien, esperaré. —dijo con una pequeña gota de sudor en su frente, entendía que tipo de jutsu iba a usar en estos momentos.
—Nos vemos en la noche. Hiraishin. —Tobirama desapareció en un parpadeo dejando sola a Haru.
—Ese hermano mío y sus jutsus raros. —comentó en broma forzando su sonrisa. Le daba nervios ver a su hermano usar ese jutsu. —¿Hum? —Una hoja doblada llamó su atención, la tomó con delicadeza se veía deteriorada por el tiempo que parecía que se rompería con el más mínimo movimiento como una hoja seca de un árbol.— Esto es... —Había encontrado por casualidad la hoja que hacía mención de Hikaru.
Jisub Yoshimura
Daiki Yoshimura
Hikaru¹: Jikaru
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