• Capítulo 80 • ~Especial~
Capítulo especial: Pergamino.
...
En ese momento el hombre de ojos rubí y cabellos plata no tenía idea de que decir ante la confesión de Amaterasu, sabía que existían muchas personas que cumplían el mismo día igual a él, pero que alguien como ella con el mismo chakra de su hermana lo hacía distinto.
No era normal que dos personas tuvieran el mismo chakra, era imposible y raro. Gracias a las palabras de Amaterasu que para él fue como un regaño de la boca de Haru, entendió las cosas, aún no estaba solo, tenía personas que estaban a su lado.
Contemplando el cielo inundado de estrellas, sus labios formaron una sonrisa ladina pesando en sus errores que corregiría —Gracias—. le agradeció por hacerlo ver la realidad de todo, tenía que continuar su vida, seguir de pie dejando atrás su horrible pasado.
Amaterasu lo miró, parpadeó un par de veces tratando de comprender su agradecimiento, estaba convencida de que no haber hecho nada para recibir ese gracias.
Un día más en Konoha del pasado para la viajera del futuro, otro día aburrido sin nada interesante que hacer. Desde aquella noche han pasado dos dias completos. En su habitación sentada en el suelo y cruzada de brazos miraba su espada derretida por el Katon que uso para liberarse del jutsu del peliplata.
La hoja filosa del arma estaba en esa condición debido a que no soporto el calor de las llamas. Suspiró cerrando unos segundos los ojos y los volvió a abrir —Espero que no le pase lo mismo a mis kamas—, tomó el arma y lo elevó al aire para tener una mejor visión de el —es el único recuerdo y regalo de mi padre—.
No le importó que su espada haya quedado destruida, no imaginó que se derretíria de esa manera y eso que estaba hecha del mejor material que había, bueno eso le dijo el hombre que se la vendió.
Ahora rogaba que no le pasará lo mismo a las kamas que le había regalado Hiruzen. Era necesario que su jutsu dependiera de un arma para ejecutarlo o no funcionaría.
La única arma que resistió al calor del fuego fueron los kunais pero debido a que son para ataques de corta distancia no se pueden usar. Solo le quedaría ir con un armero para pedirle una espada con el mismo material de un kunais.
Observó la hora, casi las siete de la mañana, en eso la puerta fue golpeada con suavidad, parándose de su lugar fue a abrirla sus ojos hicieron contacto con otros ojos rubí. Era Tobirama cruzado de brazos estaba allí para decirle algo importante.
Pero sus ojos se desviaron a la arma que tenía en su mano izquierda —¿Que le pasó a esa espada?— cambió de tema. La última vez la había visto entera y en perfectas condiciones, ahora parecía una manzana aplastada.
La femenina la sostuvo con sus dos manos mirándola —Se derritió cuando use el Katon en ella para liberarme de esas cuerdas de agua—. lanzó el arma al suelo restándole atención y saber a qué se debía su presencia —¿Que hace aquí hokage-sama?Ya casi me iba, Kagami debe estar esperándome afuera—. ladeó la cabeza y llevó las manos a la cintura.
Tardó un poco en reaccionar debido a que su concentración estaba en la espada viendo su condición, se sentía algo responsable por ello. Agitó la cabeza para adentrarse al tema —Vine a decirte que vayas a la casa de Mito, tenemos que darte algo importante—.
—¿Que es eso importante?— arqueó la ceja.
—No preguntes, solo has caso a mis ordenes—. ordenó, dando media vuelta empezó a caminar por el pasillo para bajar las escaleras hacia un lugar misterioso que no era su oficina.
Suspiró cansada de oír siempre ser mandada —Bien—. cerró la puerta y tomó el arma para meterla en su funda —Ese hombre es muy mandón—. mirándose en el espejo acomodó un poco su cabello alborotado para después salir de su cuarto hasta la salida principal de la torre.
Encontrándose con ese azabache de pelo alborotado que ahora quería y amaba, sus ojos se conectaron en uno solo, Kagami se sonrojo igual que Amaterasu pero ella miró a otro lado evitando que la mirará —B-buenos días...— musitó tartamudeando.
Con un tenue quejido asintió —Buenos días...— mascullo, llevó la mirada al suelo y se cruzó de brazos disimulando no estar nerviosa.
—¿Q-qué haremos hoy?— se esforzaba en hablarle de manera natural pero le era imposible, no podía evitar ponerse en esa condición estando cerca de ella. Era la primera vez que se enamoraba de alguien por lo que no sabía cómo tratar con las chicas.
—Iremos a casa de Mito-sama, me han informado que quieren darme algo importante—. anunció recobrando el color de piel natural y mirándolo normal.
Kagami sintió una pequeña presión en su corazón al escucharla, algo en su interior le decía que era malo tal vez solo eran malas intuiciones por lo que tomó aire para relajarse —¿Ahora?—
—No mañana—, bromeó y rodeó los ojos — por supuesto que ahora, vamos—. lo tomó de su brazo y empezaron a caminar hacia la casa de la Uzumaki que se ubicaba un poco lejos de la torre.
El Uchiha recorrió su brazo hasta toparse con la palma de ella y unirla con la suya —Idiota, alguien nos puede ver—. musitó Amaterasu nerviosa mirando en todas direcciones para ver si alguien los veía pero todos estaban en sus asuntos.
—Nadie nos verá, solo sigamos nuestro camino—. dijo confiado con una gran sonrisa. Amaba tomar su mano, se sentía feliz tenerla a su lado y cada vez más deseaba que se quedará en el pasado para tenerla siempre con él. Pero estaba consiente que algún día se separarían pero su amor seguiría intacto.
Los azabaches se soltaron de las manos llegando a su destino, ella golpeó la puerta de la gran casa japonesa tradicional de la Uzumaki. Mientras esperaban a que fueran atendidos contemplaron toda la gran recidencia.
Después de unos minutos una mujer peliroja los recibió sonriente y con su tono dulce los invitó a pasar. Kagami se negaba en entrar ya que solo cuidaba a Amaterasu y no tenía nada que ver con sus asuntos pero ella insistió por lo que terminó aceptando.
Sentados en el kotatsu de color rojo, minutos pasaban y no había presencia de Mito por ningún lugar, la azabache golpeaba la tabla del objeto mencionado con sus dedos inquieta, pensando en que podría ser esa cosa importante, Kagami no dejaba de sentir una mala sensación en su corazón.
La puerta corrediza de la sala fue abierta dejando ver a un Tobirama con camisa y pantalones negros entrando a la sala con una bandeja de metal.
En ella traía dos pequeños platos con algo en ellos. El Uchiha se sorprendió al ver a su maestro de esa forma, siempre acostumbraba a verlo con su camiseta negra, su bufanda blanca y armadura azul.
Sin decir una palabra el albino poso un plato frente Amaterasu y otro a Kagami quienes miraron a detalle lo que era —¿Anmitsu?— la Sarutobi fue la primera en reconocer el postre que había en el plato. Estaba algo sorprendida y confundida por esto.
El albino se cruzó de brazos sin mostrar reacciones —Comanló—. dijo ocultando interés, por dentro estaba ansioso por saber que pensaban del postre más por Amaterasu que anhelaba ver su reacción.
—¿Esto era lo tan importante que querían entregarme? ¿Un postre?— dijo la azabache con algo de chasco. Esperaba algo más importante que un simple postre.
—Solo quiero que lo coman—.
Kagami no dudo ni un segundo y con una cuchara tomó un poco de la gelatina traslúcida con unos trozos de fruta y lo llevó a su boca. No tardó en reaccionar, sentía que sus papilas gustativas estaban danzando por lo rico que estaba —Esta rico...— musitó. Nunca había probado algo tan delicioso en su vida.
Sarutobi Amaterasu.
Era imposible que un simple postre como esté supiera tan rico, era normal que Kagami tuviera ese tipo de reacciones por cualquier comida, a él le parecía todo rico.
Miré con desgane la gelatina con fruta, desde mi punto de vista parecía un simple postre sin nada que destacara. Suelo ser algo exigente cuando se trata de comida casi nunca acostumbró a comer en locales, hasta que llegué al pasado ya que no me dejaban usar la cocina.
Con la cuchara toqué la gelatina traslúcida que rebotaba a los toques, ésto era realmente extraño que Tobirama-sama me mintiera con darme algo importante solo para invitarme un postre.
Él no suele ser de esas personas amables que invitan comida, pero con solo mirar como no dejaba de verme esperando a que comiera me decía que debía comerlo. Para ser sincera no tenía ganas de comer un postre a tan altas horas de la mañana pero si tanto insistía lo haría.
Tomé un poco de gelatina y fruta cortada con la cuchara y la llevé a mi boca, mastique lentamente para poder sentir los sabores de la fruta. Me quedé sin palabras cuando los sabores hicieron presencia, mis ojos se abrieron como platos mirando mejor el Anmitsu y mis mejillas se pintaron de rojo.
Era algo tan delicioso para ser un postre tan simple, las frutas combinadas le daban un sabor tan delicioso y único, la gelatina hacía darle una textura suave y limpia —Es realmente delicioso. Mito-sama hace un rico Anmitsu—. declaré sorprendida para seguir degustando. Supuse que Mito-sama lo había preparado.
—Yo lo hice—. me corrigió cruzando sus brazos.
—¿Usted?— elevé un poco la voz debido a la impresión. Esté asintió con la cabeza. Nunca imaginé que el hokage supiera hacer postres tan buenos como el Anmitsu —Esta rico—. repetí y sonreí aumentando el tamaño de mis mejillas. Volví a tomar otra cucharada de gelatina con fruta y comerla.
...
Tobirama solo sonrió cruzando sus brazos orgulloso de su postre. Amaterasu no sabía que el albino había pasado varias horas comprando las mejores frutas, la mejor gelatina para solo prepararle el Anmitsu especialmente para ella por el día de su cumpleaños.
Cuando vió la alegría de la Sarutobi al probar el postre se entristeció un poco por dentro debido a que le hubiera gustado ver esa misma reacción en Haru cuando estaba viva pero en ese entonces ella había tenido náuseas sin saber que estaba embarazada.
Ese Anmitsu que pasó días en aprender a hacer, horas en conseguir los mejores ingredientes y horas de preparación se fueron a la basura.
Después de comer el Anmitsu y tomar un poco de té preparado por Mito los cuatro de hallaban sentados sobre un tatami —Ese postre consideralo un regalo, lo que realmente te quiero dar está aquí—.
Amaterasu se tensó un poco debido a los nervios de que podía ser —Bien—. frunció el ceño poniéndose seria.
El Senju miró a la peliroja asintiendole con la cabeza, ella hizo lo mismo y la parte trasera de su espalda saco una caja de madera y se la extendió a la pelinegra.
Ella lo aceptó, por unos segundos miró la caja. Tomó en cuenta el tamaño de la caja e ideó lo que podía tener en su interior, Kagami sintió un ligero hormigueo en todo su cuerpo, apretó sus puños buscando una forma cómoda de sentarse.
Abrió la caja quitando la tapa superior de madera, sus ojos se abrieron desmesuradamente y liberó un suspiro conmocionada —Esto es...— en su interior estaba un pergamino blanco; el pergamino del tiempo.
Kagami empezó a sentir como su interior se iba apagando poco a poco con solo ver el pergamino, sabía que era eso y que significaba.
Tobirama se cruzó de brazos —Por fin encontramos el pergamino, con esto podrás regresar a tu época—.
Jisub Yoshimura
Daiki Yoshimura
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