• Capítulo 60 • ~Especial~
Capítulo especial: Konoha del pasado.
Parte uno.
Sarutobi Amaterasu.
Sujetaba el pergamino con fuerza para evitar que escapará de mis manos debido a la velocidad en la que caía al vacío. Pero el miedo de que ese vacío acabará y tuviera un fin, se hizo presente.
Empecé a mover mis manos a los costados para tratar de volar como un ave, pero era imposible y estúpido pensar que podía volar —¡Demonios, debí haber nacido como un pájaro!— a pesar de que sabía que no podía volar seguía intentándolo.
Por debajo noté cómo una tenue luz se estaba acercando más y más. Cerré los ojos con fuerza lista para sentir el más grande dolor de todos.
...
—La misión fue un éxito chicos—. dijo un joven castaño a su dos amigos que caminaban a su lado.
Ambos asintieron con la cabeza, el azabache estiró sus brazos al aire y dió un gran bostezo —Por fin tendremos un descanso ¿verdad Mito-sama?—
Aquella peliroja asintió con la cabeza dedicándole una tierna sonrisa —Han hecho un buen trabajo chicos, se lo merecen—.
—Eso espero—. bufó el pelinegro con una cicatriz en forma de X en su mandíbula.
Regresaban a Konoha después de una misión de varios días, todos a excepción de la femenina se sentían agotados.
Ninguno bajaba la guardia, a pesar de que la misión estaba casi concluida, pero estaban en las afueras de la aldea donde el peligro está en todos lados.
El castaño se paró en seco al oír que algo se acercaba —Chicos alguien se acerca—. anunció tomando un kunai y alertando a sus compañeros.
—Mito-sama quédese atrás por favor—. ordenó el pelinegro con cicatriz. Los tres rodearon a la peliroja para protegerla de cualquier enemigo.
Esa era su misión, protegerla. La mujer tenía asuntos que resolver con el país de la tierra, pero debido a que era la líder de su clan el peligro estaba sobre ella.
Aunque Mito sabía defenderse sola, el hokage la obligó ir acompañada con un grupo de ninjas.
El azabache activó su sharingan de tres aspas y miró en todos lados donde podrían estar los posibles enemigos, —No hay nadie cerca Hiruzen-san—. confundido, no sabía de donde provenía tal ruido inusual.
El castaño analizó con el oído buscando de dónde provenía ese ruido, hasta que gimió alertado y miró el cielo. Algo estaba cayendo hacía ellos a gran velocidad —Arriba chicos—. anunció señalando. Los dos miraron arriba y en efecto algo estaba cayendo.
—¡Mito-sama cuidado!— el azabache exclamó tirándose sobre ella para protegerla. Los otros dos dieron un ágil salto atrás para esquivarlo.
Una cortina de polvo cubrió la cosa que cayó contra el suelo. El azabache rápidamente se quitó de encima de Mito —Disculpe no era mi intención—. hizo varias reverencias disculpándose por su acción.
—Descuida, has hecho lo correcto—. tocó la cabeza del azabache dándole entender que no pasaba nada. Si no fuera por él, la cosa misteriosa habría caído sobre ella.
Los tres ninjas se acercaron al lugar para tener mejor visión de lo que había caído. Se sorprendieron al ver que era una chica inconsciente en el suelo.
El azabache extendió su mano para sentir si estaba lloviendo —Que raro, ¿ya es temporada de lluvia de chicas?— bromeó mirando unos momentos el cielo.
Pero los rayos daban a entender que no habría lluvia hoy. Ni una nube estaba cerca el cielo estaba totalmente despejado.
—No digas estupideces Kagami—. espetó el pelinegro mirando a su amigo, sus chistes y sentido del humor no le causaban gracia.
Hiruzen tocó con su dedo la cabeza de la chica para asegurarse de que no estaba muerta —¿Que haremos con ella? Aún sigue viva—.
—Matarla, es obvio que es un enemigo—. el chico con cicatriz saco su kunai, pero una mano lo sujetó por el hombro. Era la mujer quién lo miraba desaprobado su decisión.
—Tenemos que llevarla a la aldea—. ordenó. Llevó su brazo por debajo de los pies de la chica y su otro brazo libre lo llevó a su nuca. Antes de que continuarán con el camino el mismo chico la detuvo.
—Mito-sama, nuestra misión es protegerla de cualquier peligro. No sabemos quién es esta chica y cuáles sean sus intenciones—. tenía un poco de razón. No podía llevarla a la aldea nada más porqué sí.
—La misión es protegerme y hacer caso a mis órdenes—. repuso haciéndole recordar la misión —Y mi orden es que llevemos a esta chica a un hospital rápido Danzo—. dejo en claro que debían obedecerla y continuó con sus pasos.
—Pero...— iba a reprochar, pero no podía hacerlo. Tenía razón la mujer. Rechisto con la lengua y la siguió por detrás.
Los otros dos imitaron su acción, aún tenían sus dudas si era buena idea traer a una desconocida a la aldea.
Ellos no tenían ningún problema con traerla a la aldea, el problema era el hokage, que era conocido por ser frío, calculador y no confiaba en cualquiera.
Mientras Mito seguía caminando notó como la chica inconsciente traía un pergamino blanco en su mano y parecía que no lo iba a soltar por nada del mundo, era como si su vida dependiera de el.
En la oficina del hokage, un peliplata de ojos rubí revisaba unos documentos detenidamente.
Senju Tobirama, ese era su nombre. Aquel hombre conocido como el segundo hokage de Konoha.
Por fuera parecía estar concentrado en su trabajo, pero por dentro tenía ganas de mandar todo a la mierda y salir a entrenar o salir a misiones con su equipo.
No era un hombre de oficina que se acostumbraba a hacer cosas de oficina, eso no era lo suyo. Él prefería ir a entrenar o revisar que el orden de la aldea estuviera bien. Quería tener un poco de acción.
Pero tenía que arreglar unos asuntos y eso significaba leer papeles aburridos. Mantenía el codo izquierdo recargado sobre el escritorio y su mejilla izquierda recargado sobre el puño de la misma mano y en la mano derecha sostenía la hoja que leía.
Sus pupilas rojas seguía la aburrida lectura de varios asuntos que arreglar, uno de ellos era para crear Ambu gracias al permiso que le otorgó el señor feudal del país del fuego.
En eso recordó que su equipo no tardaría en llegar con Mito. Habían salido de la aldea para tratar asuntos con el país de la tierra por lo que le ordenó a su equipo escoltarla para protegerla y obedecer sus órdenes.
Cómo era un ninja sensorial sintió en seguida los chakras de sus alumnos y la esposa de su hermano mayor entrar a Konoha, pero toda su atención fue llevada a otro chakra que no había sentido hace años y del que aún se sentía culpable por su muerte.
El chakra de Uchiha Haru, su hermanastra. Tocó su cabeza recordando el momento en que murió, a veces tenía pesadillas donde se culpaba por su muerte.
—Hermano tonto—. la voz de su hermana llamándolo sonó en su mente. Siempre se decían entre ellos tontos, era una forma extraña de llamarse con cariño desde que eran niños.
Era imposible que siguiera con vida, ella debería estar muerta mientras su cadáver está sellado. No lograba entender cómo es que su chakra este aquí, no conseguiría respuestas sentado en su silla.
Parándose de su lugar y dejando la hoja, tomó el pomo de la puerta y salió para seguir aquel chakra casi similar al de su hermana.
Sarutobi Amaterasu.
No sabía cuánto tiempo había pasado desde que caí al vacío, tampoco sabía en donde me encontraba debido a que estaba oscuro.
Por el aroma de los medicamentos supuse que estaba en un hospital. Tal vez alguien me había encontrado y me rescató después de haberme encontrado desmayada.
No podía quedarme más tiempo en el hospital, tenía que regresar a Konoha para buscar al tío Danzo y contarle todo lo que sucedido. Abrí mis ojos lentamente, pero los intensos rayos del sol hicieron que los volviera a cerrar.
Con mi brazo cubrí mis ojos e intenté de nuevo, está vez con éxito. Analicé el lugar, como supuse estaba en un hospital, lo noté algo familiar, tenía un cierto parecido al hospital de Konoha.
Rápidamente me senté sobre la camilla en la que estaba acostada y observé a través de la ventana, mis ojos se abrieron como platos al mirar el lugar, tenía un cierto parecido a la aldea.
La puerta se escuchó ser abierta por alguien, bajé mi cabeza y de reojo miré a aquella persona.
—Ya despertaste. Me alegro—. una mujer peliroja con un kimono blanco entró a la habitación con una bandeja de comida en manos —Vamos come, tienes que recuperar las fuerzas—.
Analicé su rostro unos segundos buscando si no era una trampa o algo, pero lo único que encontré fue amabilidad y confianza —Gracias—. tomé los palillos y opté por comer. Si soy sincera nunca había probado algo tan rico en vida, a pesar de que solo era sopa y arroz sabía delicioso.
No sabía si era porque no había comido o porque la comida que me dió aquella mujer era rica.
—¿Cómo te llamas?— su pregunta me hizo dudar nuevamente. ¿Por qué quería saber mi nombre?
Bajé la cabeza en respuesta que no le diría nada y seguí comiendo. Pero una voz masculina hizo exaltarme de mi camilla —Te está haciendo una pregunta, ¿cómo te llamas?—. me preguntó con su voz de malhumorado.
Elevé mi cabeza para mirarlo de mala manera, no me gustaba como se estaba dirigiendo con ese tono. Los palillos que sujetaba cayeron al suelo, mi boca se abrió ligeramente al igual que mis ojos.
No podía creer lo que veía, primero creí que era una especie de sueño así que me dí una pequeña cachetada para poder despertar. Pero fue todo lo contrario.
En verdad estaba frente a mis ojos aquel hombre que debía seguir con su legado, aquel hombre que admiraba ya que supo cómo controlar a los Uchiha.
El segundo hokage, Senju Tobirama.
¿Cómo es posible? El segundo hokage debería estar muerto hace mucho tiempo. Algo no estaba bien y tenía que descubrirlo. Posiblemente sea alguna trampa del enemigo.
—Tobirama te dije que esperaras afuera—. la mujer que no sabía su nombre le reclamó, pero esté solo bufó cruzando sus brazos y se recargó en la pared sin quitar su mirada amenazante en mí.
Fruncí mi ceño, no me agradaba su manera de verme. Hice un quejido y crucé mis brazos mirando hacia la ventana con los ojos cerrados.
Escuché un suspiro pesado por parte de la mujer —Quiero saber tu nombre. Te hemos encontrado tirada en medio del bosque. Te traje aquí haciéndome cargo de cualquier cosa que hagas y por haberte ayudado quisiera saber tu nombre—.
Su voz amable y dulce, y la razón para darle mi nombre me convencieron. Giré mi cabeza para verla, debía admitir que era hermosa y más ese color de su pelo la hacía verse mucho más —Sarutobi Amaterasu—. dije neutra.
—¿Sarutobi? ¿Eres del clan Sarutobi?— su pregunta sonó como si no me creyera. Asentí con la cabeza.
—¿Se puede saber porqué una Sarutobi estaba afuera de la aldea?— me preguntó con ese tono molesto el segundo hokage.
—No lo sé—. le contesté gélida —Estaba luchando con unos enemigos para conseguir un pergamino pero...—
Cuando mencioné la palabra pergamino recordé el pergamino que tenía en mis manos. Desesperada empecé a buscar por toda la habitación —¿Dónde? ¿Dónde está?— me bajé de la camilla para buscar debajo.
—¿Que buscas?— cuestionó Mito mirándome confundida.
—Un pergamino. Yo tenía un pergamino blanco y...— paré de hablar debido a que gemí de sorpresa, mis ojos se abrieron desmesuradamente al ver los rostros hokage por debajo de la camilla.
Solo había dos caras talladas sobre la rocas.
¿Que está pasando aquí? ¿Dónde la cara de papá, la del cuarto y la de Tsunade-sama?
Jisub Yoshimura
Daiki Yoshimura
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