• Capítulo 6 •

Senju Haru.

Golpeé levemente la puerta de roble con mis nudillos esperando un “adelante” del otro lado. Hashirama me mandó a llamar para hablar de algo importante que solo yo podía hacer. Me dieron el permiso de entrar e hice caso enseguida. Miré a detalle la oficina de mi hermano.

En las paredes habían varios pergaminos pegados con palabras o frases que podía representar la aldea, a un costado del lado izquierdo había una ventana cuadrada grande, y el centro un escritorio con dos sillas, una tenía el emblema Senju y la otra el Uchiha.

—Pensé que no vendrías Haru. —me dijo sonriente sentado en su silla.

—¿Que te hizo pensar que no vendría? —dí unos pasos hasta su frente, lo único que nos separaba era el escritorio de madera.

—Estabas con Madara en tu casa. Los dos solos. —dijo pícaro moviendo sus dos cejas arriba y abajo varias veces. Insinuando algo que seguramente no era puro.

—Vamos hermano. Sabes que no haría eso con él, ni siquiera somos amigos. —alcé mis brazos al aire mostrando inocencia.

Río a carcajadas y no por lo que dije, de seguro por que no me creía —¿No crees que ya es tiempo de que me des un sobrino?

Azote mis manos en el escritorio con fuerza y sonreí nerviosa —Te lo daría con mucho gusto hermano, pero hay dos cosas importantes. Uno: No tengo a un padre para mis futuros hijos. Dos: sabes el caos que hará Tobirama si llegase a pasar.

—Tienes razón. —movió su cabeza arriba y abajo dándome la razon—. Mi hermana no tendrá hijos aún, hasta que yo lo diga.

—¿Ahora eres Tobirama? —dije divertida.

—No. —contestó entre risas—. cambiando de tema, irás a una misión. —tomó varios papeles de su escritorio para acomodarlos.

—¿De qué trata?

—Cerca de la frontera que divide a Sunagakure con nuestra aldea hay un bijū ahí. ¿Lo conoces?

—Si, se trata de Ichibi. La bestia de una cola. —Conocía perfectamente a los bijūs y en dónde vivían. Me hice una idea de que podría tratar esa misión.

—Quiero que vallas a capturarlo y lo traigas a mí. —cruzó sus dos brazos y tomó una postura relajante en su asiento.

—Quisiera saber la razón por la que quieres que lo traiga aquí. Mi deber como la única sobreviviente de mi clan es cuidarlos y protegerlos
—le recordé.

Hace mucho descubrí que uno de los propósitos de mi clan es cuidar de los bijuus ¿Por qué? Los fundadores de mi clan hicieron un trato con ellos, desconozco las razones pero no tenía opción más que tomar el cargo de mi clan.

—Lo sé perfectamente hermana. —asintió, sabía el grado de mis debere—. Pero lo quiero para poder tener poder igualitario en las demás naciones.

—¡De ninguna manera Hashirama! —exclamé golpeando nuevamente el escritorio—. No traeré a Shukaku para que hagas tratos con las demás aldeas, no tengo confianza en ellos y tú lo sabes.

—Entiendo tu preocupación, pero es necesario hacerlo para que haya confianza y paz entre las aldeas. Madara, tu, Tobirama y yo queremos que la paz siga preservando. Por eso quiero que traigas a Ichibi, no —corrigió—, a todas las bestias con cola.

Chasqueé la legua rendida. Sus razones eran buenas para que los trajera a aldea —o eso creo— con un suspiro asentí —Bien traeré a Shukaku, pero cuando esté sea entregado a la aldea correspondiente, tendrás que darme un permiso especial para que vaya a verlo cada cierto tiempo. Quiero asegurarme de que no le hagan daño.

—Deja eso en mis manos. —Debajo del escritorio sacó un pergamino azul y me lo extendió—. Esté es el mapa para llegar a Sunagakure, también están marcados algunos lugares donde podría estar Ichibi.

—Bien. —tomé el pergamino aún con mis dudas—. ¿Cuando empiezo?

—Hoy en la tarde. ¿Te parece? —Antes de contestar, la persona que menos quería entró a la oficina con un aura negra y expresión de querer asesinar a Hashirama.

—¡De ninguna manera Haru irá a esa misión! —exclamó Tobirama.

Di un gran suspiro —Bienvenido Tobirama. —le saludé lo más amable que pude, aunque ya me estaba sacando de mis casillas.

Dio un gran paso al frente, quedando cara a cara con Hashirama y pasando de mí —No dejaré que Haru valla a capturar a ese bijū.

Hashirama estaba asustado por la cara de asesinó que traía, rápidamente rodeó el escritorio para esconderse en mi espalda —No te pongas así conmigo, sabes que es necesario que lo traiga.

—Ustedes... —mi mirada se oscureció, otra palabra más y aquí llovería sangre.

—Silencio Haru, esto es una discusión entre hombres. —cubrió mi rostro con su mano. Una vena se marcó en mi frente.

—Ya le asigné la misión. No hay marcha atrás. Confío es que Haru podrá. —junto su mejilla con la mía y las empezó a frotar. Otra segunda vena se marcó en mi mejilla.

—No me importa, no dejaré que ella valla a algo tan peligroso ¡Y no hagas eso! —me tomó del brazo llevando mi rostro a su pecho. Como si fuese alguien delicada—. Pareces un maldito acosador.

—Eso crees... —en un rincón Hashirama se sentó de cunclilllas con un aura depresivo que rodeaba su cuerpo—. Eso es lo que siempre piensas de mí...

Algo que realmente me enoja es que me digan que soy débil. Bruscamente me separé de mi hermano menor, con mi mirada aún oscurecida un aura negro invadió todo mi cuerpo

—Ustedes... —musité—. ¡No dejaré que me traten como una mujer indefensa! —golpeé a Tobirama en la cabeza haciendo que les saliera un tolondro—. No puede ser hermano, siempre me tratas como una mujer indefensa. —reproche cruzando mis brazos—. Iré a mi misión ahora mismo, nos vemos en unos días. —Era mejor si iba a la misión ahora. Salí de la oficina ignorando los regaños de Tobirama, aún tenía varias venas marcadas en mi rostro.

Empecé mi viaje a Sunagakure para encontrar a Shukaku. Uno de los nueve bijūs que existen en el mundo ninja. Saltaba de árbol en árbol para facilitar mejor mi camino, me preguntarán: ¿Cómo le hago para hacer movimientos así con una yukata larga?

La verdad ni yo misma lo sé, es algo que aprendí cuando era niña, siempre usaba kimonos o yukatas, aunque actualmente uso más las yukatas. Este viaje sería largo, saqué el pergamino azul de la manga de mi yukata, quité el cordón que lo sujetaba y lo abrí mientras seguía saltando. Tenía el dibujo de un mapa del desierto, las equis marcaban los lugares donde se veían más a menudo a Shukaku y un círculo marcaba la ubicación de Sunagakure.

Han pasado tres días desde que salí de la aldea para ir a buscar a Shukaku. A lo lejos pude notar arena había llegado a la frontera que da paso a Sunagakure. Bajé de los árboles aterrizando sobre la fina y amarilla arena que fue entrando en mis sandalias. Volví a abrir el pergamino y me dirigí al primer punto que marcaba el mapa. Había una especie de cueva hecha de arena, sin miedo me adentré a su interior.

—Haru. ¿Eres tú? —entre risas una voz chillona y burlona me habló.

—Shukaku se que eres tú. Necesito verte, así que sal de ahí —le hablé impostada para que saliera de esa cueva. Shukaku salió, era un especie de mapache muy grande, demasiado diría yo. Bajo su cabeza y di un salto h tomé asiento sobre ella.

—Es raro que vengas a verme personalmente. —dijo entre risas. Siempre reía cuando estaba feliz o algo le divertía, en cambio su voz cambiaba a una más grave cuando se enojaba o ponía serio.

—Solo quiero llevarte conmigo a la aldea en la que estoy viviendo actualmente, pero claro que necesito que tú aceptes.

—¿Y para que quieres llevarme allí? —preguntó burlón—. Soy feliz en este lugar, ningún humano me molesta.

—Quiero que vengas conmigo para que mi hermano pueda darte  como “regalo” a Sunagakure. —dije entre comillas la palabra regalo para que no se sintiera ofendido.

—¡¿Ah?! —exclamó cambiando su voz—. No aceptaré. Los humanos abusaran de mi poder, no confío en ellos. —negó con la cabeza, tuve que sujetarme fuerte para no caer.

—Yo menos, pero le pedí que me diera un permiso especial para visitarte cada cierto tiempo. Solo así me aseguraré que no te hagan nada.

—¡Aún así no aceptaré! No dejaré que me utilicen como regalo para hacer sus cosas de humanos.

—No eres ningún objeto para que digas que eres un regalo, por eso te cuidaré hasta el día de mi muerte. Ese es mi deber que acepté desde aquel día.

—Y si me encierran en un humano, ¿que harás?—preguntó. Era una pregunta importante, escuché que últimamente están buscando varias formas para encerrar cosas en los cuerpos humanos. Algo de debo evitar.

—Pues te sacaré de ahí y te dejaré libre, no dejaré que te encierren en un humano, te lo prometo. —De un salto bajé de su cabeza, alce mi mano para que la tocará con una de sus garras.

Esté suspiró rendido, una señal de que confiaba en mí —Solo por que eres tú, aceptaré. —Con una de sus patas tocó mi mano, como si fuese una señal de promesa.

—Bien. —Mi ojo cambió de color y forma, seguidamente forme sellos y del suelo salió el capullo de una rosa del tamaño de tres casas. Abrió uno de sus pétalos, para darle paso a Shukaku. Sin decir nada entró y  seguidamente hice otra posición de manos haciendo que el capullo cerrará su pétalo. Se redujo al tamaño de la palma de mi mano desapareciendo debajo de la tierra.

—Te cuidaré, lo prometo, no dejaré que te usen como un arma. —Seguía cuestionando si era buena idea.

Di media vuelta en dirección de donde llegué y con toda la tranquilidad del mundo empecé mi caminar. Pero el gruñido de mi estómago me detuvo. Tal vez desviarme un poco del camino no hará daño. ¿Que podría pasar?

...

En estos días que no ha estado Haru pasaron muchas cosas, primero Hashirama le dijo a Madara que decidiéran el nombre de la aldea a lo que el lo llamó Konoha. Después Madara se emocionó cuando Hashirama le dijo que otros clanes se querían unir a ellos, también que tendría que haber algún líder de la aldea, tendría el nombre de Hokage.

Hashirama quería que Madara fuera el primer hokage pero la aldea no estaba de acuerdo con su decisión. Aunque a Madara no le interesaba mucho

Solo quería que esa mujer de cabellera larga y negra, la amará, pero es como él, casi no demuestra sus sentimientos a los demás. Quería que fuera suya en todos los sentidos posibles.

—Haru... —dijo en voz alta mientras estaba parado en la roca donde Hashirama le habló de anteriormente de sy sueño cuando éran unos niños. El viento sopló con tanta fuerza que hizo volar varias hojas de árboles.

—Así que mi hermana te importa, después de lo que le dijiste. —dijo una voz ronca y conocida a sus espaldas.

—Así es Tobirama, me importa tu hermana. —dije directo y con honestidad— Ella aún no me perdona por lo sucedido pero pasado ya es historia, lo que importa es el presente. —volteó a verlo.

—No dejaré que alguien como tú salga con ella. —me señaló amenazante con un dedo, su expresión seria no cambiaba para nada.

—Hpmh. Haru es lo más importante de mi vida, no dejaré que alguien como tú, me impida tenerla. —sonrió descaradamente—. La obtendré y ella será la futura dueña de mi próximo sueño.

Kanae Yoshimura
Daiki Yoshimura

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