• Capítulo 58 •
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Entre los árboles del bosque del país del fuego, los tres hombres se dirigían a un lugar adecuado para iniciar su plan. Creían que nadie los había descubierto, sin embargo Amaterasu y Sakura los vigilaban desde lejos, observando cada movimiento que hacían.
En sus oídos llevaban un aparato para comunicarse en caso de que se alejaran. Detrás de una enorme roca Sakura miraba atenta con su entre cejo arrugado —Tenemos que encontrar una forma de quitarles el pergamino antes de que hagan algo—.
La mencionada asintió igual con su entre cejo arrugado —Lo sé, tendremos que ser cautelosas a la hora de quitárselos—. contestó ronca.
Hace poco habían sido asignadas a una misión de recuperar el pergamino que había considerado perdido hace años. Gracias a las unidades especiales Ambu la noticia de aquél pergamino peligroso que aún existía llegó a la voz de Tsunade.
Unas horas antes de haber salido de Konoha, ambas platicaban a gusto mientras daban un pequeño paseo entre las calles de la aldea.
Eran las únicas en la aldea que no se encontraban en una misión, hoy era el día de descanso de ambas después de dos meses enteros de puras misiones sin descanso.
Entre risas, la pelirosa recordó el cumpleaños de su amiga —Es cierto—; paró en seco quedando frente a la azabache —tu cumpleaños es en tres meses—.
Está sonrió con los ojos cerrados como asentimiento —Pronto tendré dieciocho años—. la edad en qué se consideraba a una persona mayor de edad.
—¿Quieres algún regalo en especial?— cuestionó continuando con la caminata posándose a su lado.
Amaterasu llevó su dedo índice y miró el cielo pensando en algún regalo. No se le ocurría nada, en realidad no quería nada —No quiero regalos—. le contestó mirándola a los ojos.
—Que lástima...— decepcionada pensaba en darle algo que ella quisiera. Aunque no quisiera ningún regalo le daría uno sorpresa.
Repentinamente un Ambu apareció frente a las femeninas —Tsunade-sama quiere verlas, es urgente—. informó antes de desaparecer de un gran salto.
Haciendo caso al Ambu, se miraron unos segundos asintiendo con la cabeza.
Saltaron por los tejados y edificios para llegar rápido a la torre del hokage. Estando frente a la puerta de la oficina de la rubia, Sakura golpeó con sus nudillos levemente la puerta de roble.
En el otro lado de la puerta, Tsunade tenía varias carpetas en su oficina. Estaba tan concentrada leyendo a detalle cada palabra de ellas relacionadas con una persona; Amaterasu.
Después de aquella advertencia que le dió Jiraiya antes de marcharse, optó por buscar en cualquiera de sus archivos personales acerca de la Sarutobi. No sabía que estaba buscando, pero su instinto y la advertencia de su amigo le decían que había hecho algo malo.
Shizune miraba preocupada como su superior no descansaba ni un segundo después de que le dijeron que tuviera cuidado con Amaterasu, tal vez solo fue un error de Jiraiya o tal vez había escuchado mal.
La puerta no tardó en ser escuchada, Tsunade dió un leve quejido de sorpresa adivinando que era su estudiante y la pelinegra. De un solo brazo tiró todos los documentos relacionados con Amaterasu al suelo.
Se acomodó en su asiento, recargando los codos en el escritorio y la cabeza en sus manos cruzadas —Adelante—. dando permiso a las chicas.
Ambas entraron a la oficina parándose frente de la hokage unos cuántos centímetros lejos —¿Nos ha llamado Tsunade-sama?— reiteró Amaterasu con las manos en sus costados y su expresión seria.
La mencionada asintió —Hace poco las unidades especiales Ambu han descubierto algo acerca del pergamino peligroso que causó alboroto en la aldea—.
—¿Volvieron a aparecer los rumores?— interrogó susurrante la de cabellos rosas dando unos pasos al frente. Notó como debajo de su escritorio había varios papeles tirados.
La hokage negó con la cabeza cerrando los ojos unos momentos para luego abrirlos. Hace unos minutos antes de que llegaran, los Ambu habían descubierto a tres tipos sospechosos que merodeaban en el bosque cerca de la aldea.
Por tal actitud sospechosa empezaron a seguirlos y espiarlos, parecían simples personas dando un paseo, si no fuera porque el castaño sacó un pergamino blanco con cordón rojo.
Uno de los Ambu reconoció aquel pergamino enseguida gracias a un libro de mitos y leyendas que leyó una vez. Instantáneamente fueron a Konoha para avisar a Tsunade.
—No—, negó las palabras de su alumna —se descubrió que tres personas tienen dicho pergamino en sus manos. Aún desconozco que hace el pergamino que lo hace tan peligroso, pero no puedo permitir que alguien lo tenga—.
Levantándose de su asiento miró desde la ventana ubicada en la parte trasera de la silla, el bosque y con los brazos en su espalda —Su misión: quitarles a esos hombres el pergamino para poder asegurarlo en la aldea—.
—De acuerdo—. dijeron al unísono dando una reverencia.
—Cuando se distraigan actuaremos para el ataque sorpresa—. ideó Amaterasu susurrando solo audible para Sakura.
Asintiendo con un leve quejido bajó más su cabeza de la roca, observando lo que hacían los tres. Pero sorpresivamente uno de ellos desapareció del lugar.
—¿D-donde...?— entre leves tartamudeos miró en todas direcciones donde podría estar.
Amaterasu entre cerró los ojos había sospechado que era una trampa —Sakura, tranquila debe ser una trampa—.
—Y lo es...— dijo una voz masculina detrás de ambas femeninas.
Quiénes giraron su cuerpo para ver al responsable de la voz, un hombre castaño las miraba malévolos —¡Sakura olvida el plan, manda a volar a este infeliz, yo iré por el pergamino!— gritó llendo en dirección a los otros dos que tenían el pergamino.
La Haruno rápidamente acumuló chakra en su puño —¡Toma esto!— exclamó rompiendo el suelo de un golpe, provocando que los escombros salieran volando en dirección al castaño.
—Que fuerza más monstruosa—, comentó divertido —tendré que cuidarme de ti o de un golpe me matarás—.
Sakura lo miró enojada mantenimiento su puño en el suelo, haría lo posible para que no se acercará su amiga de los otros dos.
—¡No escaparan!— gritó a todo pulmón la pelinegra, estaba siguiendo a Hisato y Soba. Notó como en la mano de pelinegro traía un pergamino blanco, supo que era ese pergamino peligroso.
Doblando sus rodillas saltó de rama en rama de los árboles aumentando su velocidad. A unos cuántos metros estando cerca de Hisato quién traía el pergamino en sus manos, dió un gran salto para caer encima de él.
Ambos pelinegros rodaron en círculos sobre el suelo, por instinto sacaron un kunai de sus porta armas. Amaterasu apuntaba dicha arma en el cuello del masculino mientras estaba sobre su abdomen.
Y Hisato apuntaba su arma al ojo izquierdo de la femenina quedando debajo de ella y en su otra mano tenía sujetado el pergamino.
Se miraban fijamente con el ceño fruncido, mostraban sus dientes llegando a contener la rivalidad de ambos.
Estaban en las mismas condiciones, si no fuera por Soba que se acercó rápidamente para ayudar a su compañero. En su mano traía dos papeles bomba.
Amaterasu vió como el peliblanco de ojos azules se acercaba con dos papeles bomba, tenía que pensar en un plan rápido o ambos escaparía con el pergamino.
No había salida, si hacía un movimiento el kunais sería enterrado en su ojo, pero si ella le cortaba el cuello primero tal ve ganaría algo de ventaja, pero las posibilidades eran de cincuenta porciento.
A solo unos cuantos centímetros de que Soba se acercará a ambos un golpe monstruoso lo mando volando, Sakura fue la responsable de proporcionarle el golpe —Ni se te ocurra lastimarla—. dijo enojada.
Sakura pudo acabar con Satoru dejándolo atrapado en un hoyo que hizo con la fuerza de sus puños y para que pudiera caer en el hoyo le dió un golpe en su estómago.
La pelirosa se acercó a pasos lentos a ambos —¡No des un paso más, o le quitaré el ojo!— amenazó acercando más el kunai en su globo ocular.
La Sarutobi ni tenía escapatoria, su única salida era meter en un genjutsu al hombre con la ayuda de sharingan. Chasqueó lengua sin gustarle la idea de usar dicho doujutsu.
El sonido del sharingan al activarse se escuchó, dando señal que ahora los ojos de la femenina cambiaron a unos rojos con dos aspas. Hisato gimió sorprendido.
No esperaba algo así, pero eso no lo detendría, acercó rápidamente el kunai al ojo carmesí de la Sarutobi para clavarlo, pero antes de que hiciera contacto se detuvo.
Hisato había caído en el genjutsu se Amaterasu, dejó caer el arma al suelo, el brillo de sus ojos se apagó y su cuerpo dejó caerse.
Con éxito le quitaron el pergamino a los tres hombres, pero habían desaparecido del lugar misteriosamente.
—Tsunade-sama, aquí está el pergamino—. ya estando de regreso en la aldea, fueron directamente a la oficina de la hokage para hacerle entrega del pergamino.
Amaterasu extendió el pergamino hasta las manos de su superior.
La mencionada lo tomó observando a detalle si coincidían con la descripción y en efecto era ese pergamino.
No le harían ninguna investigación, podría ser peligroso si llegasen a activar algún jutsu peligroso por accidente.
—Buen trabajo chicas—, felicitó con una sonrisa la rubia —inmediatamente lo protegeremos en la bóveda donde se resguardan todos los archivos secretos—. le extendió el pergamino blanco a Shizune para que lo llevará al lugar mencionado —Pueden retirarse—. anunció dando por concluida la misión.
Cuando ambas se fueron del lugar Shizune lo recibió con cuidado, antes de haber salido de la oficina vió como la rubia siguió con la lectura de cualquier archivo relacionado con Amaterasu.
Empezaba a creer que solo fue un simple y pequeño error causado por Jiraiya, o Tsunade había escuchado mal sus palabras.
Tsunade dió un suspiro cansada llevando todo el peso en la parte trasera de la silla. Colocó la hoja en su rostro ocultando el cansancio que estaba sintiendo.
Con la hoja en su rostro observó la fecha del día en que nació, esa fecha le recordó a uno de sus familiares. Sonrió recordando los pocos pero lindos momentos que pasaba con él a pesar de que era un hombre frío.
La pelinegra llevó el pergamino al lugar mencionado pensando en solo estaba siendo una perdida de tiempo y que no había nada que pudiera hacer que Amaterasu fuera considerada un peligro.
Sarutobi Amaterasu.
—¿Amaterasu quieres comer en mi casa? Prepararé algo exquisito—. Sakura me estaba invitando a su casa a comer, pero tenía otra cosa que hacer.
Ondeé la mano rechazando su invitación —No, tengo algo importante que hacer Sakura, será otro día—. de la manera más amable rechacé su invitación.
Hoy iba a limpiar la tumba de Rose, nadie parecía visitarla a demás de mí así que era mi debes que se encontrará en buenas condiciones.
—Esta bien, me iré a casa ahora mismo, cuídate—. me dijo con una sonrisa, alejándose para ir a su hogar.
Con un quejido asentí. Regresé a mi departamento para tomar unas cosas de limpieza, para ser exactos, un balde con agua, jabón y una franela. Cerré la puerta con llave y me dirigí al cementerio lista para limpiar la tumba de Rose.
Pero cuando llegué, solté el balde haciendo que el agua cayera al suelo y mojara mis pies, hice lo mismo con la franela y el jabón, todo lo que traía en manos cayó al piso.
Mis ojos se abrieron desmesuradamente, no podía creer lo que estaba viendo. Sentía que mi mundo estaba por caerse —No Rose...— musité en mis labios, mi voz estaba empezando a cortarse, sentía que las lágrimas saldrían en cualquier momento.
El tío Danzo y un Ambu de Raiz estaban destruyendo la tumba de Rose hasta dejar hecha polvo la lápida.
Jisub Yoshimura
Daiki Yoshimura
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