• Capítulo 25 •
Uchiha Haru.
Por fin, después de dos largos meses había regresado a mi época ya con la mitad de mi plan en proceso.
Hace poco después de caer del hoyo por tercera vez desperté acostada en una cueva oscura, al principio pensé que se trataba de un sueño pero cuando sentí la presencia del pergamino blanco que tenía en mis manos descubrí que no lo era.
Ya no podía aguantar estar un segundo más estar lejos de las personas que quiero y amo, así que al instante salí de cueva con rapidez, mi ropa estaba llena de polvo debido a la suciedad del suelo.
Empecé a correr a toda velocidad de regreso a la aldea, inclusive pude reconocer el bosque y sus árboles que tenían algunas características diferentes a los demás, haciendo que mis pómulos se elevarán de alegría.
Después de unos breves minutos de haber corrido pude divisar a lo lejos los tejados de las casas y algunos edificios —Estoy de regreso. —Mis ojos empezaron a cristalizarse, estaba por llorar de tristeza y felicidad al mismo tiempo, en serio extrañaba estar en casa, pero no era momento de llorar, tenía que ser fuerte.
Discutía en mi mente si debería ir con Madara o ir con mis hermanos primero. Pero si primero voy con Madara estoy segura que no podré librarme de sus sermones o sus preguntas. La mejor opción era ir a ver a mis dos hermanos. Estoy segura que lo primero que pasará será ver a mi hermano Hashirama llorando, y a Tobirama más enojado que nunca.
Pero aquí el verdadero problema es, ¿cómo les explico mi desaparición? Ellos me enviaron a la misión de buscar al miembro del clan Nara que lamentablemente murió por ese infeliz de la cosa negra, me pregunto si encontraron su cuerpo...
Debería contarles la verdad, pero no sería buena idea, después de todo posiblemente afectaría el futuro. Además, aún sigo pensando cuál es el verdadero propósito de esa cosa negra. Tenía una teoría que podría ser verdad, él probablemente quiera mis ojos.
¿Para que? Aun no tengo una respuesta precisa pero si mis sospechas, el dijo que con esto tendría control sobre mi vida, sin embargo no me explico el por que me envió al futuro, después de todo conseguí algo que me va a ser de perfecta utilidad para salvar a todos y ese es el pergamino del tiempo.
—Debo esconder este pergamino, no quiero que nadie sepa de su existencia. —guardé el pergamino blanco al costado de la cintura de mi obi, eso evitaba que se cayera mientras seguía corriendo con la espalda ligeramente inclinada.
Cuando por fin me encontraba en la entrada mi respiración comenzó a aumentar de ritmo, mis pies no respondían a los movimientos que quería hacer, trataba de caminar pero no podía, tomé una gran bocanada de aire para después liberarlo y mi cuerpo se relajara y me digne a entrar a la aldea. Era un alivio que estuviera tal como me fui, el único rostro que se encontraba tallado en las rocas era el de Hashirama.
Muchas personas me miraron sorprendidas, empezaron a murmurar entre ellas creando cualquier tipo de teorías locas que se les vinieran a la mente. Era de esperarse, había desaparecido por dos meses. Suspire pesada —Supongo que mi hermano tonto estará en la torre del Hokage con Hashirama.
Nuevamente me puse nerviosa, ya estaba en la puerta de la oficina de Hashirama, podía escuchar las voces de ambos hablando sobre la alianza que aún no se había completado.
Solo tenía que mover el pomo de la puerta, abrirla y ver los rostros de mis hermanos. Era estúpido si no lo hacía ahora, yo quiero verlos y abrazarlos una vez más para sentirme realmente en casa, que esto no era un sueño.
Cerré mis ojos con fuerzas y girando el pomo de la puerta de madera la abrí, los rayos de sol me dejaron cegada unos momentos, poco a poco la escena se aclaró y quedé totalmente helada.
Ahí estaban, mis dos hermanos, Hashirama sentado en ese escritorio sujetando una pila de papeles mientras me veía totalmente sorprendido, la expresión de Tobirama era la misma pero automáticamente la deshizo cruzando sus brazos y mirando a otro lado.
—Estoy de regreso, hermanos. —dije con una sonrisa entre dientes mientras tenía un leve sonrojo y mis ojos se cristalizaron poco a poco.
—¿H-haru? ¿E-en verdad eres tu...? —Hashirama estaba tartamudeando y sus ojos comenzaron a liberar sus primeras lágrimas.
—Si... —me adentré más a la oficina, extendí mis brazos a los costados. Él como respuesta se subió al escritorio de madera y se lanzó hacía mi para abrazarme.
No sorporte su peso así que ambos caímos al suelo pero sin dejar de romper el abrazo.
—Creí que te había perdido... —me susurró a los oídos, podía sentir el dolor que había pasado en su voz así que lo abracé más fuerte poniendo mi mano sobre su cabeza para que su cara pegará más a mi pecho.
—Lo siento mucho, pasaron muchas cosas y muchos obstáculos, pero nuevamente estamos los tres juntos.
Yo tampoco dejaba de llorar. Por la posición en la que estaba teniendo a Hashirama encima de mí no podía ver a Tobirama, pero estoy segura que estaba igual de feliz con mi regreso, no necesitaba que me abrazará para demostrarmelo. O eso creía.
De repente dejé de sentir el peso de Hashirama y una mano me jaló hacía arriba para levantarme. Tobirama había quitado a Hashirama bruscamente y me levantó para después abrazarme rodeando sus brazos sobre mi cintura. Fue una sorpresa que me abrazará pero aún así yo no dude en hacer lo mismo poniendo mis brazos sobre su cuello.
—¡Tonta! —exclamó— ¡¿Se puede saber dónde demonios habías estado?! Hemos estado muy preocupados. —No dejaba de gritarme y regañarme pero tampoco dejaba de llorar. Creo que no le importaba en estos momentos que Hashirama lo viera en esa condición.
—Lo siento hermano, pero no se que pasó. Solo recuerdo que fuí a una cueva para buscar al miembro del clan Nara pero de repente me desmayé y aparecí en un lugar muy lejos fuera de las fronteras del país del fuego. —mintió, no le diría que viajó al futuro, era mejor que no lo supiera—. El camino fue difícil y largo, había muchos ninjas renegados en el camino, demasiados obstáculos, fue realmente difícil, incluso vengo sucia de toda mi ropa.
—Esto es raro. —habló Hashirama— ¿Cómo es posible que entrarás a una cueva y cayeras desmayada y después aparecieras en otro lugar? —posó su mano en su barbilla tratando de buscar una respuesta.
—No tiene mucho sentido... —dijo Tobirama.
—También es raro para mí, pero siento que tal vez alguien me trató de secuestrar.
—Lo dudo... —Tobirama negó y rompió el abrazo—. Tú misma lo has dicho Haru, no eres una mujer débil. Dudo que alguien sea tan idiota como para tratar de secuestrar a alguien como tú.
—Maldita sea Tobirama, por qué me tienes que dar la razón cuando no la necesito... —musitó para si misma enojada
...
Las sospechas ante la extraña declaración de Haru seguían en las mentes de Hashirama y Tobirama pero ahora que estaban los tres juntos de nuevo ya no importaba.
El cielo ya anunciaba la tarde, era hora que Haru regresará a su hogar donde su esposo lo está esperando, aunque posiblemente ya debió haberse enterado, los rumores corren como el agua. Al llegar al distrito Uchiha todas las personas la miraban muy sorprendidos, no podían creer que en verdad había regresado.
Haru dió un gran suspiro, estaba realmente cansanda. Al llegar a su casa intentó entrar pero la puerta estaba cerrada con candado y para su mala suerte había olvidado las llaves. Madara no estaba en casa, todas las luces estaban apagadas, así que se dispuso a esperarlo sentada en la entrada.
Mientras esperaba a su marido una pequeña niña azabache que traía una muñeca en sus brazos se acercó a Haru.
—Es bueno que esté de vuelta señora, Haru —Recibió a Haru con un leve sonrojo, ella como respuesta acarició su cabeza con delicadeza.
—Gracias pequeña. —le sonrió dulcemente. En ese momento Haru pensó que tener un hijo era lo que más quería ahora mismo. Tal vez mandar a la mierda esa decisión que había tomado era lo mejor.
La niña regresó más contenta con su madre y siguieron con su camino. Haru pensaba en muchas cosas mientras hacía círculos en la tierra con su dedo para distraerse, hasta que el sonido de una armadura se escuchó de cerca.
Era Madara.
Haru miró hacia arriba para verlo cara a cara. Su rostro no parecía estar en las mejores condiciones, tenía muchas ojeras y no parecía estar feliz. Su expresión era sería, hostil y miraba a Haru con ningún sentimiento. Ella no sabía que hacer en estos momentos, se veía más enojado de lo normal.
—He... —Haru intentó hablar pero Madara la evadió para abrir el seguro de la puerta y sin intercambiar palabras entraron al inmueble.
Con ambos adentro, Madara comenzó a quitarse su armadura y dejar sus armas ninjas en la entrada. Seguían sin dirigirse una sola palabra, a Haru empezaba a parecerle incómodo todo ese silencio.
—Yo... he regresado... —dijo en voz casi baja pero fue audible para Madara, que seguía quitándose la armadura hasta quedarse en su camisa de cuello largo y pantalones negros.
El Uchiha la siguió mirando hostil y a pasos lentos caminó hacía ella. Algo estaba mal, Haru comenzaba a ponerse nerviosa con cada paso que daba Madara hacía ella. ¿Iba a ser regañada?
—Madara, yo lo... —Haru se iba a disculpar por haberle causado algún daño a Madara, lamentaba todo este tiempo que estuvo separada de su lado. Sin embargo Madara le cerró la boca con un beso.
Empezó con un beso lento y tierno pero poco a poco fue aumentado de intensidad, Madara tenía el control y Haru intentaba seguirle el ritmo mientras cerraba sus ojos lentamente para sentir la profundidad de sus besos.
Madara dejó de besarla un momento y con sus labios en el odio de está le susurró las siguientes palabras. —No digas nada, quiero comprobar que eres real y no solo una ilusión.
Haru se puso tensa mientras una corriente eléctrica recorrió cada parte de su cuerpo, esta bienvenida era totalmente diferente a la que esperaba, pero no iba a negarse, le demostraría a Madara que no era una ilusión.
El Uchiha la cargo entre sus brazos subiendo las escaleras que conducian al cuarto. Cuidadosamente la recostó sobre el futón negro que siempre usaban y compartían para dormir, hoy sería una hermosa noche de luna llena.
Un hermoso beso fue el inicio del placer que estaban por tener, unirían sus cuerpos para hacerlos uno mismo. Las prendas comenzaban a ser un estorbo, la mano de Madara fue hasta el obi de Haru y de un movimiento deshizo el lazo que sujetaba toda la tela. Ninguno de los dos había notado que el pergamino del tiempo salió rodando del obi hasta chocar con un mueble.
Con sus dedos masculinos fue bajando la tela roja de los hombros de su mujer mientras hacía un camino de besos en el delgado y blanco cuello de Haru que jadeaba de placer mientras metía sus manos debajo de la camisa negra de su marido.
Madara fue bajando más la tela roja hasta que quedaron expuestos sus pechos hasta la cintura. Con las yemas de sus dedos hacía caricias sobre la suave piel de la cintura de su mujer y con su boca y lengua comenzó a lamer uno de sus senos. La mente de Haru empezaba a confundirse y nublarse. ¿Que era esa sensación que nunca había experimentado?
Su rostro estaba totalmente rojo, no podía controlar su respiración, podía sentir cada movimiento de lengua de Madara, como daba círculos sobre su pezón y succionaba con fuerza, cada movimiento la volvía más loca que hasta enterró sus dedos sobre la hermosa cabellera larga de Madara.
Madara ya no podía aguantar más, cada parte de ella era espectacular, quería explorar aún más, hacerla suya era lo único que pensaba en estos momentos, no quería que llegará el mañana, lo único que quería era disfrutar esa noche de lujuria.
Dejó de chupar el seno de la Uchiha para comenzar a dar más besos sobre su estómago, de reojo miraba cada expresión de ella, era realmente hermosa cada expresión suya, como mordía sus labios para no liberar ningún gemido. Ya no podía contener más está sensación, quería liberar todo lo que tenía en ella.
Finalmente quitó toda la tela roja de la yukata del cuerpo de su mujer dejándola completamente desnuda, él quedó completamente hipnotizado por la imagen que tenía ante sus ojos, incluso también se quitó toda su molesta ropa, ambos estaban desnudos, nadie se decía una palabra, pero las acciones y expresiones de cada uno eran suficientes para decirse que se amaban y esto era lo que realmente deseaban.
Haru tocó el pectoral bien formado de Madara, era increíble que todo esto fuera de ella. El Uchiha puso sus manos de lado a lado de la cabeza de Haru dejando caer las puntas de su cabello largo y negro, Mientras la besaba intentaba introducir su miembro sobre la intimidad de ella.
La Uchiha podía sentir como el miembro de Madara quería entrar dentro ella, no veía posible que algo tan grande cupiera dentro de ella, empezaba a tener miedo pero el beso que se seguían dando la relajaba un poco.
Tan pronto como el miembro masculino de Madara entró por completo en Haru, ella encorvo la espalda mientras enterraba sus uñas en la espalda de este. El dolor que le había provocado era demasiado que hasta una lágrima salió de su ojo.
Madara comenzó a moverse lentamente mientras la abrazaba, se sentía tan bien su interior que sin querer había activado su sharingan, las piernas de Haru rodearon toda la cintura del Uchiha y sus brazos rodearon el cuello. Comenzó con un dolor insoportable e incómodo pero luego ese dolor desapareció y se fue convirtiendo el placer.
El cuarto estaba totalmente oscuro, ni una luz de la vela se podía ver, solo las oscuras siluetas de una pareja que tenía una noche de felicidad. El sharingan de Madara brillaba más que nunca que parecían bellos rubíes.
Los movimientos fueron aumentado de velocidad, cada vez era más rápido y profundo, los gemidos de Haru era como una hermosa melodía para Madara. Cansados de la misma posición intercambiaron papeles, ahora Madara estaba recostado sobre el futón mientras Haru estaba sentada sobre él aún con el miembro dentro de ella.
Esta vez ella haría el trabajo, con la ayuda de sus manos apoyadas sobre el abdomen de Madara comenzó dando saltos, era increíble como una posición distinta podía dar más placer. Madara no dejaba de admirar como todo el cuerpo de su amada se movía sensual y vulgarmente. Él realmente no quería dejarla ir, estaba dispuesto a hacerlo toda la noche con ella si era necesario. Madara la agarró de la cintura para hacer más rítmico los movimientos, lo único que se podía ir era el choque de sus cuerpos convinados con gemidos.
Con el último movimiento ambos llegaron al clímax, habían llegado al final de esta noche que sería especial para los dos. Finalmente se recostaron en el futón con las respiraciones totalmente aceleradas y con una sonrisa de satisfacción. A Madara le había quedado claro que Haru realmente había regresado y no se trataba de una ilusión.
Jisub Yoshimura
Daiki Yoshimura
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