• Capítulo 18 •

...

Era momento de hablar del tema con Madara. Haru tenía que hablar con él para pedirle que se casarán por el bien del clan sin embargo no tenía certeza de cuál sería su reacción. Era un tema delicado, tenían que hablarlo sin que nadie interrumpiera y sin nadie escuchará. La casa de la Senju no era buena opción, Tobirama o Hashirama podían entrar en cualquier momento. La casa de Madara era mejor elección, allí nadie lo molestaban, ni siquiera Hashirama se atrevía a entrar. Un lugar solo y silencioso, perfecto para tener una plática formal como pareja.

—Madara, hay algo de lo que tenemos que hablar. —Haru tenía que ser cuidadosa pero directa con sus palabras.

Con ambos sentados de rodillas sobre un tatami cada quién, se miraban el uno con el otro sin saber cuál sería su próximo destino después de esta conversación.

—Te escucho. —Madara se mostraba neutral y serio como de costumbre con los brazos cruzados ansioso por escuchar lo que diría.

Ella tragó un poco de saliva, llevó sus manos a sus muslos y las apretó formando puños. Se había puesto nerviosa, no estaba segura de como decirlo, en su mente parecía mucho más fácil, parecía un tema sencillo de tratar pero no era así. Miró los ojos de su pareja, parecía no importarle lo que dijera pero no era cierto. Madara era una persona fría y distante pero demostraba tener corazón con sus seres queridos. De una bocanada de aire tomó valentía, apretó más los puños y habló.

—Seré directa, Madara... Quiero casarme contigo.

Los ojos del Uchiha se abrieron de par en par y un pequeño quejido de sorpresa salió de sus labios. ¿Acaso había escuchado bien? ¿O se estaba quedando sordo? —¿Casarnos? —Procuraba no mostrar alguna emoción antes de tiempo, primero era su orgullo.

Está asintió con la cabeza mirando por debajo a Madara, estaba sonrojada y avergonzada como para mirarlo directamente. Ya lo había dicho, ahora solo faltaba que aceptará, quería salir de esa pesadilla que la estaba matando, no iba a aguantar otro segundo su estado emocional.

Algo no anda bien... —Pero Madara fue rápido en reaccionar a la propuesta de Haru, algo no cuadraba, esa no era la forma en que se imaginaba pedirle matrimonio a la mujer que amaba. Su expresión de sorpresa cambió radicalmente a una de recelo.— ¿Por qué de repente me pides que nos casemos, Haru?

—Por que si no lo hacemos, perderás tu puesto como líder del clan.

Eso enojó a Madara —¡¿Estas diciendo que estás dispuesta a casarte conmigo solo para salvar un estúpido puesto de mi clan?!

—Si. —respondió audaz frunciendo el entrecejo ahora mirándolo a los ojos—. No dejaré que pierdas tu puesto como líder del clan Uchiha.

—¿Eso quiere decir que no nos casaremos por qué nos amamos? —Madara estaba herido emocionalmente, creía que toda su relación era por amor, pero parece que todo fue una mentira.

Haru sujetó el brazo del Uchiha con ambas manos —Claro que también lo hago por eso, pero...

—Pero importa más mi puesto como líder. ¿Eso es lo que dirás, no? Creí que teníamos una relación por qué teníamos sentimientos mutuos por ambos pero ahora me doy cuenta que no es así.

—No confundas las cosas Madara. No hay que mezclar nuestros asuntos con el sentimentalismo... Sabes que eres importante para Konohagakure si sigues siendo líder del clan, no dejaré que esos viejos te quiten lo que te pertenece.

—Soy muy importante para Konohagakure, pero aquí la pregunta es ¿que tan importante soy para ti, Haru?

Su pregunta dejó en estado shock a Haru por completo, había razonado sus propias que había dicho hace unos minutos, ella había olvidado la razón por la que estaba con Madara, no era por trabajo o relaciones entre clanes, era por amor.

—Yo... —Ya no tenía nada que decir, se sentía tonta por olvidar algo tan esencial.

—Me tengo que ir, tengo una reunión con mi clan en el templo Nakano. Puedes irte de mi casa cuando gustes. —No quería saber más del tema, por el día de hoy lo pasaría por alto. Tenía cosas más “importantes” que atender. Cerró la puerta corrediza de la entrada principal con un poco de fuerza dejando sola a Haru.

—Idiota... —se dijo ella misma cayendo lentamente al suelo de frente. Había lastimado los sentimientos de Madara por accidente, ahora tenía que pedir disculpas e iniciar de nuevo.— Eres una idiota, Haru. Idiota, idiota.

Se maldecía por cometer un acto tan cruel. Madara podía ser un hombre sanguinario y frío pero no dejaba de ser un humano con sentimientos.

—A la mierda la boda, su puesto de líder, el clan, todo, no perderé a la única persona que amo y seguiré amando aún después de mi muerte.

Con el ceño fruncido y briosa se levantó del suelo, haría algo especial para cuándo llegará Madara. Una cena para dos sería más que suficiente, las probabilidades de que la perdonará eran bajas pero esa no era su intención, quería demostrarle que la relación que tenían era por amor y no por asuntos políticos.

La noche llegó justo a tiempo, Haru había terminado la cena especial para Madara lo único que quedaba era esperarlo. Apagó las velas de todas la habitaciones para que pensará que se había ido desde que él se fue a su reunión aunque el olor de la comida delataria su sorpresa. Tomó lugar en un tatami frente al kotatsu esperando con tranquilidad a Madara.

La puerta corrediza de la entrada fue abierta, Madara había regresado. Lo primero que hizo fue dejar sus sandalias en la entrada principal, se percató de que las sandalias de Haru seguían en el mismo lugar, dedujo que aún no se había ido y seguía por aquí. Continuaba enojado con ella pero no iba a correrla de su casa.

Pasó a la cocina corroborando si estaba ahí, y en efecto, ella estaba en ese lugar recostada sobre el kotatsu profundamente dormida, se le veía relajada mientras dormía con una pequeña sonrisa en sus labios. Madara había llegado tarde a su casa, para ser exactos, tres horas después de que Haru terminará de preparar la cena. Madara vió gélido los dos platos de miso con arroz en otro plato distinto. Por un momento pensó que lo había hecho para enmendar su error de hace rato pero ella se disculparia de esa forma.

Con una sonrisa burlona se rió de la situación, suspiró e impostado dijo —Eres una mujer muy extraña, Haru.

Ella se acomodó mejor en el kotatsu, empezaba a molestarle su postura en la que dormía pero Madara tenía algo mejor que dormir en ese pedazo de madera. Con sumo cuidado llevó un brazo por debajo de sus piernas y la otra la llevó a la nuca, la llevaría cargando hasta su cuarto y no molestarla.

Con cada paso que daba para subir las escaleras los movimientos se hacían un poco bruscos, los ojos de Haru se abrieron lentamente, empezó a ver un poco borroso, miró sus pies que estaban flotando, por un momento pensó que estaba volando pero cuando poco a poco se iba aclarando la escena lo primero que vió fue el rostro serio de Madara. Sus pómulos se volvieron rojos, no se iba a negar a una acción tan hermosa, posó su mano izquierda en su pecho para sentir el latido de su corazón, tenía un ritmo hermoso. Sonrió, volteó su rostro hacia el pecho de este sintiendo una cálido calor.

Madara solo se quedó impostado por las acciones de Haru, no iba a ponerse nervioso ni nada por el estilo tenía un orgullo que cuidar. Finalmente llegaron al cuarto, cuidadosamente la recostó sobre su futón negro, ella estaba confundida por lo que iba a hacer.

—Madara yo... —Haru quería disculparse por sus estúpidas acciones pero el dedo índice de Madara se colocó en sus labios. No quería escuchar nada, no quería saber más del tema al respecto, solo sería una molestia recordarlo.

—No digas nada, solo quiero dormir un poco. —susurró dulcemente.

Analizó sus palabras por un segundo y con una sonrisa correspondió —De acuerdo.

Con las dos manos Haru tomó la cabeza de su amado y la llevó hasta su pecho, Madara podía escuchar los latidos de su corazón, cerró los ojos prestando más atención al ritmo cardíaco que escuchaba. La mano derecha de la Senju se posó sobre su larga cabellera azabache y con movientos lentos lo fue acariciando.

Madara no se quedaba atrás, rodeó la cintura de Haru con las dos manos convirtiéndolo en un abrazo. El cuarto estaba completamente oscuro, la única luz que había era el de la luna.

—Te amo, Madara. —musitó melosa abrazando la cabeza del Uchiha haciendo más presión de su rostro contra su pecho.

Él solo se mantuvo callado unos minutos causando un incómodo silencio. Haru creía que estaba dormido y su “Te amo” fue para el aire pero un pequeño beso depositado en sus labios la hizo cambiar de parecer. Con ese pequeño gesto fue suficiente para darle a entender que él también sentía lo mismo.

Madara tomó la sábana del futón y se cubrieron sus cuerpos generando más calor para ambos y quedando profundamente dormidos en un abrazo.

—Hablemos seriamente sobre este tema, Haru. —Sentados sobre el tatami con el kotatsu que los dividía, Madara se le veía más serio de lo normal, su ceño fruncido y brazos cruzados daban esa impresión. Ella asintió moviendo su cabeza arriba y abajo, frunciendo de igual modo el entrecejo. —¿Realmente estás dispuesta a casarte conmigo por qué nuestra relación es verdadera y seria?

—Por supuesto que sí. Yo te amo desde que nuestros clanes hicieron el tratado de paz. Puede sonar loco... —Sus mejillas se pusieron rojas de la vergüenza que miró a otro lado para esconderlo— pero no deje de pensar en ti desde ese momento. Desde que te ví... yo... me he sentido extraña, era como si me hubieras encadenado a ti para nunca soltarme. Si me hubieras pedido que me casará contigo yo hubiese aceptado al instante, no hubiera dudado ni un poco, por qué yo... —cerró con fuerza sus ojos y luego los abrió mirándolo fijamente— te amo. Pero lo que hice ayer no tiene perdón, ni siquiera se por que estoy aquí hablando contigo después lo cruel que fui...

El dedo índice del Uchiha toco los labios de la Senju, ya no quería escuchar más. Madara sonrió por un breve momento, tomó sus manos con delicadeza entrelazando sus dedos.

—Ya escuché suficiente, era todo lo que quería saber. Tengo otra pregunta mucho más importante... —pausó para tomar un poco de aire y preguntó— ¿Haru, quieres ser mi esposa?

Los ojos azabache de la Senju se abrieron desmesuradamente y su boca se abrió un poco. ¿Que había dicho? Su corazón se aceleró al igual que su respiración, parecía que el oxígeno se estaba acabando.

—Pero yo... —quería poner otra escusa pero Madara la interrumpió.

—Solo quiero escuchar un si o no. No quiero explicaciones o excusas. Cualquier desición que tomes yo la respetaré.

—Eres un idiota por decirme eso. Sabes que mi respuesta es sí... —Se abalanzó a sus brazos mientras las lágrimas de felicidad escurrían de sus ojos.

El amor puede ser hermoso por un breve tiempo pero puede traer grandes consecuencias y desgracias.

Jisub Yoshimura
Daiki Yoshimura

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