• Capítulo 17 •
...
La luz del día era una molestia para los ojos somnolientos de Haru, no quería levantarse aún, creía que era temprano todavía para levantarse e iniciar con su trabajo en la oficina de su hermano. Pero al momento que sus ojos miraron una pered rocosa color marrón, su mente fue recordando lo que había pasado que de un salto inesperado se levantó de la cama azul con diseños blancos en la que estaba acostada.
—¿Dónde estoy? —se preguntó en voz alta analizando la habitación donde había dormido. Pero el repentino dolor de cabeza se lo impidió. Tocó su cabeza con fuerza en un intento desesperado de aliviar el dolor pero este solo aumentó.
La puerta de la habitación se abrió dejando ver al chico que había conocido el otro día. Sujetaba una bandeja de aluminio con un vaso de agua y una tableta pequeña de color blanco —Ha despertado. Me alegro que este bien.
Ōnoki se sintió tranquilo de ver a Haru en buen estado y posiblemente sin ninguna herida. Lo único que tenía era un dolor de cabeza que era notable por la forma en que sujetaba su cabeza y esa expresión de dolor. Le extendió la bandeja y ella entendió para que era. Tomó el vaso con agua, metió la pastilla en su boca y con la ayuda del agua la tomó.
—Gracias, Ōnoki. —le agradeció con una sincera sonrisa. Aún cuando la pastilla no había hecho su efecto se sentía mejor.
—Es lo menos que puedo hacer por usted luego de haberme salvado. — Al momento que Ōnoki se percató de que Haru había caído desmayada después de capturar a las bestias con cola intentó llevarla a Iwagakure para que fuera atendida por un médico. Sin embargo el peso de su cuerpo era mucho para él, no tuvo otro remedio que pedir ayuda a unas personas que pasaban por allí.
La puerta de la habitación se abrió sin previo aviso dejando pasar a una persona de estatura baja y de edad avanzada. Ōnoki lo recibió con una sonrisa y Haru quedó impactada. Era nada más y nada menos que el Tsuchikage, pero esa no fue la sorpresa, si no que fueron las palabras con las que se refirió Ōnoki al hombre.
—Abuelo.
—¡¿Abuelo?! ¡¿Espera, este niño es el nieto del Tsuchikage?! —pensó. Haru comparó al niño y luego al viejo, la naríz regordeta y grande, sus ojos e incluso el cabello eran idénticos. Eran como una copia.— Me disculpó por el atrevimiento de entrar a su aldea, Tsuchikage-dono, en unos minutos me iré de aquí y fingiré no haber visto nada.
—No es necesario, aún tenemos temas con que tratar. —La tranquila voz de viejo era buena señal, no parecía tener remordimientos o algún sentimiento o emoción negativo hacia Haru.
—Es cierto. —Tenía de misión de entregar a Son Goku y Kokuō al kage de la aldea de la roca personalmente.— Entonces haremos esto rápido, tengo otra misión que realizar y no puedo retrasarme.
—No hay problema, entiendo que la embajadora de Konohagakure esté ocupada.
El viejo parecía una persona compresiva y amable, todo lo contrario a como se presentó en aquella reunión kages. Tal vez lo hacía para no dar mala imagen y no hacer creer que Iwagakure era una aldea mediocre y débil. Haru no podía dejarse llevar por las falsas caras, tenía que ser cuidadosa con sus palabras. Lamentablemente no pudo despedirse de Ōnoki cómo se debía.
Senju Haru.
La reunión con el viejo Tsuchikage terminó más rápido de lo esperado y si era honesta era lo que quería. No toleraba estar sola con el viejo pues la pequeña “confianza” que nos teníamos no era estable, aún, pues éramos de dos diferentes naciones que aún no había credulidad en ambos, aún si teníamos el estúpido trato de entregar a un bijū para que hubiera igualdad de poder en las naciones.
Mi siguiente misión era ir al país del remolino, lugar donde vive el famoso clan Uzumaki. Tenía que entregar un pergamino enviado por Uzumaki Mito a su padre. El pergamino contenía noticias sobre la aldea, los planes a futuro que abría en la aldea, entre cosas cosas.
El camino era corto, llegaría en unas dos horas si me apresuraba y no me distraía con algo. Y por suerte así fue, logré llegar a tiempo al país de remolino, tuve que dar un montón de explicaciones y datos personales a los guardias para que me permitieran el paso, pues los Uzumaki's son personas muy precavidas y cuidadosas, no dejaban pasar a cualquiera a su aldea.
Pensé que todo saldría bien y en unos pocos minutos me iría pero no todo sucede como uno planea pues resulta que el líder del clan, Ashina Uzumaki, no se encontraba en la aldea, pues estaba en un lugar secreto dónde supuestamente ahí hacen las pruebas de sus sellos que crean día a día. No me brindaron información en qué tiempo llegaría, en estos casos tenía que ser paciente. Mi plan de llegar el día de hoy a la aldea se había estropeado.
Los segundos pasaban tan rápido que se convertían en minutos, los minutos em horas y no había señal del regreso de Ashina-sama. Respeto mucho al líder del clan que uso el honorífico sama con delicadeza y orgullo. Es un hombre de bien que piensa en lo mejor para su aldea, eso es digno de admiración.
Recorría cada esquina de la aldea, tranquila y cálida con la actitud amable y pasiva de los miembros pelirrojos de este clan. La tarde parecía llegar y era notorio por el rojo fulgor que daba fin a este día para dar paso a la noche.
Mientras tomaba tranquila una taza de té rojo admirando con tranquilidad el atardecer sobre un banco largo y rectangular de un local, un shinobi pelirrojo de la aldea del remolino apareció frente a mí.
—¿Eres Senju Haru? —preguntó con neutralidad mirando mis ojos negros como la noche. Moví mi cabeza arriba y abajo como respuesta positiva a su pregunta.— Ashina-sama está enterado de tu llegada pero me ha informado que no llegará hoy así que me pidió que pasaras la noche aquí.
Hice presión extra a la taza de porcelana que alcancé a escuchar un pequeño crujido, estaba intentando ocultar mi enojo. —Entiendo, gracias. —No tenía derecho de reclamar o decir algo al respecto, tenía que quedarme callada y fingir una sonrisa de que no había ningún problema de que Ashina-sama no llegará hoy, pasaría la noche en la aldea del remolino y que mi plan de llegar a Konoha el día de hoy se arruinó.
Tuve que buscar un lugar donde pasar la noche, difícilmente había ese tipo de lugares donde uno se puede hospedar por unas noches ya que como dije, los Uzumaki's no permiten la entrada a personas ajenas al clan o que no fueran parte de la familia del matrimonio de Mito. Tardé aproximadamente dos horas en encontrar un lugar donde me dejaran dormir, todos se negaban a pesar de ser la hermana del esposo de la única hija de Ashina-sama.
Hasta que un matrimonio de la tercera edad me permitió dormir en uno de los tantos cuartos vacíos de su enorme casa. No me pidieron nada a cambio ni siquiera dinero, tal vez mi presencia era suficiente para ellos.
Recostada sobre un viejo futón que me prestaron los ancianos miraba pensativava el techo de madera podrida por el tiempo. ¿Cuando fue la última vez que sentía esta sensación de paz? Posiblemente cuando aún era una niña. No había ningún ruido, ni siquiera el canto de los grillos se escuchaba, era como estar en una aldea fantasma.
Era extraño, pero la aldea tenía cierto ambiente que me daba una sensación de paz y armonía, como si en este lugar no hubiese guerras y conflictos. La postura en la que estaba acostada se volvió un poco incómoda, tuve que voltearme de lado en dirección a una vieja ventana cuadrada sucia y cubierta de polvo.
El cuarto era pequeño que mi mano podía tocar el frío vidrio de la ventana, deslicé dos dedos sobre ella para quitar un poco el polvo. El azul oscuro de la noche me hizo recordar los ojos de aquel Uchiha que probablemente se convertiría en mi esposo.
—Madara... —Su nombre salió de mis labios sin permiso, estaba pensando en ese hombre en este momento —era un mal momento para pensar en él—. Todo paso tan rápido, parecía que ayer éramos unos simples niños y ahora somos unos adultos. Estiré mi mano hacia la ventana, quería tocar el cielo estrellado pero por un breve segundo sentí la cabellera azabache de Madara instantáneamente quité mis manos.
Ya no quería seguir pensando en él, me cubrí por completo la cara con el futón, era extraño, sentía calor en toda mi cara, creí que me estaba enfermando pero en realidad estaba sonrojada. En verdad, él me tenía completamente hechizada.
...
Era otro día soleado, a Haru le informaron que dentro de poco tiempo llegaría Ashina a recibirla. Ella no estaba segura en cuanto tiempo llegaría pero posiblemente tenía un poco de tiempo para tomar algo de té en algún local. Con la taza en ambas manos tomaba tranquila su té caliente mientras miraba con cautela a todas las personas pelirrojas, no había ninguna persona que no fuera pelirrojo en esa aldea, todos eran Uzumaki's puros.
—Senju Haru. —Un ninja pelirrojo distinto al anterior la llamó.— Ashina-sama llegó, puede verlo en su oficina ahora mismo.
En un leve suspiro asintió dejando la taza sobre el banco y dando las gracias a la señora del local que la había atendido —Iré enseguida. Gracias.
Con una sonrisa y un leve quejido afirmó y se retiró del lugar con un salto. Haru conocía de memoria el camino hacia la pequeña oficina del líder de los Uzumaki's, no necesitaba de ningún guía para encontrarlo. A su ritmo caminó a su destino mientras admiraba con detalle todo el lugar.
Hasta que...
Algo llamó su atención. La ventana abierta de un inmueble de dos pisos dejaba a la vista tres personas reunidas al rededor de una mesa redonda, sobre ella estaba un pergamino verde al rededor de la mesa había doce minúsculos papeles blancos con diferentes kajis escritos sobre ellos. La curiosidad de Haru por saber que era aquel pergamino la llevó a esconderse por debajo de la ventana abierta y escuchar la conversación de esas personas.
—¿Es seguro lo que dices? —preguntó un hombre de cabello corto pelirrojo y ojos rasgados tocando pensativo su barbilla.
—Si, estoy completamente segura de lo que digo. Este pergamino será un arma perfecta para nuestros enemigos de altos mandos y estoy segura que Ashina-sama lo aprobará. —respondió una mujer tomando el pergamino verde.
—Hemos trabajado en este pergamino por casi cuatro años, mejorando el jutsu que conlleva y su forma de extracción e implantación. —habló otro hombre que parecía ser el compañero de aquella mujer.
—¿De que están hablando? —Haru quería saber más del tema, al parecer ese pergamino contenía algo poderoso.
—Parece imposible que unos simples papeles sean capaces de quitarles las habilidades de crear o hacer jutsus, o despertar algún poder ocultar a cualquier shinobi que los tenga implantados dentro de él. No parece real. —El primer hombre estaba en duda de lo que habían creado aquellas dos personas.
—¡¿Que dijo?! ¿Quitarles la habilidades a un ninja con eso? —Haru estaba impactada por lo mencionado. ¿Cómo era posible tal cosa?— No puedo creer que exista algo como eso.
La mujer respondió —Aunque no lo crea esto es real. Si un ninja tiene estos pequeños papeles en algunas de las redes de su chakra estos harán que las señales de chakra que envía el cerebro fallen causando que sea imposible crear jutsus. Lo mismo aplica para los que tienen poderes oculares, si son puestos en el cerebro y ojos estos crearán un fallo que impedirá el despertar de dicho doujutsu.
—¡¿Que?! —Haru gritó por sorpresa llamando la atención y sospecha de los tres Uzumaki's que hablaban. Uno de ellos se acercó a la ventana para ver quién podía ser pero no había nadie. Miró en todas direcciones, cerró las ventanas con seguro y continúo con su trabajo.
Jisub Yoshimura
Daiki Yoshimura
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