• Capítulo 10 • ~ Especial ~

Capítulo especial: La historia del clan Roselvand.

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Está historia es muy poco conocida por el mundo ninja. Hace mucho tiempo existía una mujer de nombre Hikaru, su cabello era largo de ojos oscuros como la noche y sus facciones eran delicadas como un diamante raro de alto valor. Sus acciones que cometió le dió mucho significado a su nombre.

Cuando el clan Uchiha fue creado y liderado por Otsutsuki Indra en aquel entonces el clan le tenía mucho odio hacia cualquier persona que no fuera parte de el. Indra pensaba que no necesitaba a nadie a su lado, su única meta era matar a su hermano menor, Ashura, hasta que conoció a Hikaru.

La femenina azabache caminaba sin rumbo por el denso bosque, con heridas en gran parte de su cuerpo a causa de haber caído de una colina en su intento desesperado de escapar de casa, de los maltratos y torturas de su padre. Para él, era algo escencial hacerla sufrir, creía que poseía un poder inigualable capaz destruir el mundo. Decía que era descendiente no directa Otsutsuki Kaguya y la razón por la que la torturaba era porque podía representar un peligro para el mundo. Se preguntarán, ¿porqué no la mataba? Fácil, le gusta verla sufrir de sus pecados.

No podía dar otro paso más cayó de rodillas, estaba a punto de colapsar del cansancio hasta que escuchó un par de pisadas a dónde estaba, pensó que se trataría de su salvación, hasta que el filo de la espada apunto directamente a su cuello.

—¿Quién eres y qué haces aquí? —preguntó hostil el hombre misterioso. Por los rayos del sol no se le miraba su rostro y que tipo de expresión traía.

—Mi nombre es Hikaru. Y no se que hago aquí. —Como traía la vista al suelo alzó la mirada para ver la silueta de esa persona. Sus ojos negros no mostraban un brillo como suelen tener la mayoría de las mujeres.

—¿Como que no sabes? Entonces eres un enemigo. —Se pudo notar que su enojo aumentó, inclusive hizo más presión en su espada para hacerle un pequeño corte pero está no hizo reacción alguna.

—Si lo fuera entonces te hubiera atacado y... —El fuerte dolor de la herida mayor que traía en su pierna derecha evitó que siguiera hablando.— Duele...

—En tu estado dudo que puedas atacarme. —guardó su espada fuera de sospechas de la mujer. Con la ayuda de sus brazos levantó a Hikaru para llevarla a un lugar menos peligroso que el bosque.

—¿A dónde me llevas? —preguntó sin sentimiento o importancia de lo que le fueran a hacer. De que le servía resistirse si iba a morir de todos modos, eso pensaba.

—¿Quieres morir aquí? Con gusto te dejaré en ese mismo lugar para que mueras.

—No me molestaría morir ahora. Pero antes de morir me gustaría saber tu nombre.

Lo pensó un par de segundos pero accedió —Otsutsuki Indra.

Al llegar al lugar habitado por muchas personas que estás tenían un rasgo característico que los hacían casi iguales, sus cabelleras y ojos eran oscuros como la noche como ella. Curiosos por saber quién era la misteriosa chica que traía cargando su líder los rumores no tardaron en hacer presencia.

Indra llevó a Hikaru hasta su residencia que era la más grande de todas. Ya adentro optó por empezar a curarla sacando primeramente unas vendas de una caja de madera y un poco de agua en un pequeño trasto para desinfectar sus heridas. Mientras Indra vendaba una de las manos de Hikaru está miraba como estaba concentrado en poner perfectamente cada venda y sin darse cuenta cayó dormida pues estaba exhausta.

La noche cayó y Hikaru había despertado. Habrío con lentitud los ojos, tomando asiento en el futón con la ayuda de sus minos y mirando al alrededor analizando el lugar. Tocó levemente su pierna derecha sintiendo la venda que le había colocado Indra. Sin querer una pequeña sonrisa se formó en sus labios, fue algo lindo que la ayudará y tenía que agradecerlo de alguna forma.

Sin pensarlo dos veces se levantó del futón, inspeccionó por todo el lugar buscando la presencia de su salvador pero no había nadie. Era una perfecta oportunidad para ella ya que cocinaría algo, era poco comparado con lo que él hizo pero de todos modos lo haría.

En la cocina, se lavó ambas manos en un pequeño bol con agua que había y ágilmente empezó a cocinar la cena que sería Sashimi. No sabia si le gustaría a Indra pero haría el intento. Luego de unas cuantas horas la cena ya estaba puesta en el kotatsu de la cocina, esperaba ansiosa su llegada que no tardó en aparecer.

Indra dejó sobre la entrada sus armas que uso durante su entrenamiento, notó que un pequeño destello de la luz de la vela salía de la cocina supo que se trataría de esa chica misteriosa. Entró y se encontró a Hikaru sentada con una sincera sonrisa de bienvenida.

—Bienvenido, Indra. —dijo agradable haciendo una pequeña reverencia.

—¿Que sucede? ¿Pasó algo? —No entendía a qué se debía tanta hospitalidad de la mujer.

—No pasa nada. Solo quería agradecerte con una humilde cena por haber curado mis heridas.

—¿Cómo se que no está envenenado? —dijo tomando asiento en el kotatsu quedando a su frente.

—Entonces es tu problema si lo comes o no. Yo hice lo que creía correcto, si quieres puedes tirarla. —enunció impostada parándose del lugar para ir al cuarto pero la voz del castaño la detuvo.

—Espera, ¿no vas a cenar también?

—Pensaba que no te lo comerías por estar “envenenado”. —recalcó grave la palabra envenenado.

—Solo quería ver tu reacción. Ven, comamos juntos. —la invitó neutro.

Hikaru no dijo nada, solo regresó a su lugar y ambos empezaron a comer. Ella le ponía más atención a su comida que a Indra, mientras que él la miraba de reojo apreciando su rostro. Podía sentir como su corazón se aceleraba con solo verla pero pensaba que no debía sentir nada por ella, los sentimientos son inútiles en su camino.

Al paso de los meses Indra se enamoró perdidamente de Hikaru. No pudo evitarlo era demasiado hermosa y perfecta para él, sus sentimientos llamado amor coincidían. Para Indra el significado del nombre de Hikaru era luz, pues fue un gran rayo de esperanza y amor que le faltaba después de que tuvo problemas con su hermano menor, Ashura y su padre. Sin embargo no todo iba a ser felicidad pues alguien o algo los vigilaba con cautelo esperando una oportunidad de romper esa felicidad.

Hikaru e Indra contrajeron matrimonio y como era de esperarse estaban esperando a jn nuevo miembro de la familia. Por alguna extraña razón su embarazo la debilitaba a tal punto que no poder pararse de su futón y tomaba grandes siestas que algunas veces no despertaba en días.

Cuando el tan esperado día llegó para Indra e Hikaru, en una hermosa noche la luna creciente con sus hermosas y brillantes estrellas anunciaron el nacimiento de dos mellizos, sus nombres eran Honoka y Takeshi. El parto no fue sencillo, tuvo que luchar para no morir, sentía como sus hijos absorbían su chakra para que pudieran nacer con fuerzas y vida.

Dos años más tarde Hikaru murió de forma sospechosa, nadie sabe con exactitud que pasó con ella pero los rumores señalaban a Indra como el culpable de su muerte, otros decían que murió de una extraña enfermedad. Indra cambió por completo, todo lo que consideraba felicidad y perfección fue sustituido por odio y resentimiento.

¿Que pasó con sus dos hijos? Eran entrenados sin descanso y torturados por su padre con la excusa de que solo así ellos serían fuertes. Desesperados de ver como su padre solo pensaba en el odio y venganza tomaron la decisión de dejar su hogar a la edad de doce años e independizarse.

Ambos crecieron con las habilidades de su padre y madre pero no nacieron con el Sharingan. Si no con un dojutsu misterioso en forma de rosa que lo bautizaron más tarde como el Rosegan.

Con el tiempo exploraron y modificaron sus habilidades, su principal técnica eran los tallos de las rosas. Vagaban de lugar en lugar hasta llegar a un misterioso lugar donde hicieron un contrato con los bijūs. El trato consistía en que ellos los cuidarían de los peligrosos humanos a cambió de tener control sobre ellos.

Takeshi y Honoka fundaron el clan Roselvand después de que tuvieron sus propios descendientes y lastimosamente eso fue durante la guerra entre clanes que tenía el clan Senju y Uchiha por lo que evitaron hacer contacto humano en un pequeño bosque para proteger a su gente.

Todos los Roselvand tenían un parecido muy grande a los Uchiha a causa de que sus fundadores son hijos directos de Indra, por eso se dice que son parientes lejanos. El clan crecía viviendo en prosperidad hasta que una noche el clan Kaguya se enteró de la existencia del clan y sus habilidades. El líder de dicho clan pensaba que representaban una amenaza para ellos y sus planes y tomó como decisión el exterminio completo del clan Roselvand.

Aunque los consideraban un clan peligroso ninguno de ellos sabía controlar a la perfección sus habilidades pues ninguno había tenido un combate con otra persona, eran débiles en batalla y ninguno tenis experiencia ni siquiera el líder de ese tiempo. Para tener un perfecto control de las técnicas heredadas de sus fundadores conllevaba a varios años de entrenamiento sin descanso. Los únicos que fueron capaces de hacerlo fueron Takeshi y Honoka. Si se intentaba sacar todas sus habilidades de golpe se estaba arriesgando a morir al instante.

Jisub Yoshimura
Daiki Yoshimura

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