• Capítulo 1 •

...

La lluvia seguía cayendo sin cesar en el frondoso bosque. En el territorio del clan Senju se apreciaba una pequeña cabaña de roble, los destellos de la luz de las velas desprendían por la ventana, en su interior estaban reunidos seis hombres y en el centro la bebé que había sido abandonada a su suerte.

—¿Se puede saber de quién es esta mocosa? —reclamó furioso el líder del clan Senju, conocido como Senju Butsuma.

—La encontré en la orilla del río, estaba sola llorando entre la lluvia. —respondió uno de los Senju quién había encontrado a la bebé mientras hacia vigilancia—. Además la niña no estaba sola.

—¿A que te refieres con que no estaba sola? —demandó Butsuma cruzando sus brazos mientras tenía la mirada fija en la bebé que dormía plácidamente.

—Cuando encontré a la niña busqué si había alguien más, ya que en su manta tenía rastros de sangre. —pauso unos segundos—. Sobre las rocas de las cascada estaba el cuerpo de una mujer. Me acerqué a ver quién era, pero no la identifiqué. Me fijé en sus facciones que eran parecidas al de un Uchiha.

Todos los Senju en escena empezaron a murmurar de como se atrevía a traer un miembro del clan enemigo. La expresión de Butsuma cambió repentinamente, desenvaino su katana con actitud amenazante apuntándola en la frente de la bebé, pero antes de hacerle daño, el Senju que la había encontrado lo detuvo tomándolo del brazo.

—Espere señor, antes de que la maté, escuche hasta el final por favor. —con todo el respeto detuvo a su lider. Aún no había terminado de explicar.

—Habla ahora. —insistió irritado ya con la situación. Las cosas se estaban complicando en la guerra entre clanes, ya no quería más problemas que lidiar.

—La mujer tenía rasgos faciales de un Uchiha, pero en su ropa no tenía ningún emblema que identificara que fuese parte de ese clan. —tragó saliva aclarando su voz—. Investigué un poco la ruta tomó, tal parece a caminado sin rumbo herida hasta llegar al río.

Butsuma guardo su arma aún teniendo su semblante serio y se puso a pensar unos segundos.

—He tomado una decisión. Si está niña llegase a ser una Uchiha nos podría ser de utilidad su sharingan. Uno de nosotros se hará cargo de ella hasta que despierte su sharingan.

—Y si está niña no fuese un Uchiha, ¿que hará con ella? —cuestionó el mismo Senju.

—Si está niña no fuese una Uchiha solo sería una simple mujer sin valor alguno. ¿Entienden? —anunció en voz alta y todos asintieron con la cabeza—. ¿Quién se hará cargo de ella? —el castaño miró a su subordinado—. Tú, has estado preocupándote por la mocosa, será mejor que te hicieras cargo.

—Admito que la niña me preocupa. —aceptó llevando su mano al aire a la altura de su pecho—. Pero tengo tres hijos y con ellos tengo más que suficiente.

Los demás se negaban en cuidar a una niña y más si podía ser del clan enemigo. El líder de los Senju cerró los ojos y dió un gran suspiro volviendo a abrirlos, está vez dirigiendo su mirada a la bebé.

—Ya que no hay más opción, yo me haré cargo de la niña. —tomó con delicadeza a la bebé en sus brazos—. Con esto terminamos la reunión de esta noche.

Todos asintieron para luego levantarse, acción seguida salieron de la cabaña dejando al líder solo con la bebé.

El Senju cubrió a la bebé con sus brazos para evitar que se empapará con la lluvia que seguía presente dirigiéndose a su casa, donde su esposa y su hijo de un año de edad lo esperaban.

Durante un tiempo Butsuma consideró a la bebé más que una herramienta para el beneficio de su clan, la veía como su propia hija biológica que podía cuidar y criar para ser una ninja como sus otros hijos varones.

Al principio no le tomaba cariño pero conforme veía sus hermosos ojos y su notable inocencia, le tomó cariño mutuo. La llamó Senju Haru.

Han pasado diez años desde que Butsuma adoptó a Haru. Era un día soleado, los rayos del sol iluminan cada parte oscura del hermoso y frondoso bosque, los pájaros cantaban alegres mientras volaban libres y felices. 

La niña de diez años corría entre los árboles en busca de su hermano mayor, Hashirama. Su padre necesitaba de la presencia del mayor para tratar asuntos relacionados con la interminable guerra.

Por suerte logró encontrarlo, estaba en la orilla del río jugando a lanzar piedras junto con un chico desconocido para ella. Prefirió esconderse dentro de una montaña de hojas apiladas para mirar a detalle al sospechoso antes de ir con él.

Veía como su hermano mayor se llevaba bien con aquel chico, jugaban a lanzar piedras en el agua compitiendo que piedra llegaba al otro lado. A ella le pareció muy gracioso, ya que su hermano ganaba mientras que el otro chico no ganaba y le gritaba poniéndole excusas, lo que deprimía a Hashirama —algo típico de él—. Pensaba seguir mirándolos un rato más pero fue descubierta por su hermano.

—Haru, sal de ahí, sé que estás escondida. —el moreno sabía que era su hermana ya que conocía como la palma de su mano su chakra gracias a sus sensores.

—¿Haru? —el azabache arqueó un ceja y miró confundido a Hashirama y después miró el lugar al que se refería.

—Me has descubierto, hermano. —dijo saliendo de su escondite con una pequeña sonrisa. Algunas hojas quedaron atoradas en su pelo, pero no se dio cuenta. Con las manos en su cintura se les acercó—. Aunque a todo esto, ¿qué haces aquí? Sabes que tú padre se enoja cuando estás fuera de la aldea. Y más si estás con un desconocido —miró al chico azabache unos segundos.

—No le digas a mi padre por favor. —Junto sus dos manos en señal de súplica para que no lo delatara.

—¡Eh! —exclamó divertida. Sería un buen momento para aprovecharse de la situación—. Está bien, pero a cambio me lo recompensarás comprándome mi postre favorito.

Dió un enorme suspiro derrotado —De acuerdo, si no hay más remedio.

—¡Urra! —celebró alzando sus manos al aire. La Senju notó como el chico la observaba fijamente—. ¿Tengo algo el cara, chico? —preguntó hostil.

—No, pero en el pelo sí. —sonrío de forma burlona con su ceño levemente fruncido señalando su pelo.

—¡¿Ah?! —exclamó confundida mientras trataba de mirar su cabellera.

—Es cierto, tienes hojas en tu cabello. —el mayor rió un poco señalando las hojas.

Con brusquedad se acercó a su hermano tomándolo por el cuello de su ropa —¡Quítamelas por favor! —Haru odiaba tener cosas que arruinaran la apariencia de su cabello.

Asintió quitándole las hojas en unos segundos mientras se reía de lo exagerada que era su hermana.

—Listo, ya no tienes ninguna hoja. —acarició levemente la cabeza de su hermana.

—Vaya niña. —espetó—; no sabes hacer nada por tí misma. —enunció el azabache burlándose.

—Pues perdona por no ser útil, estúpido niño —reprochó molesta ante el comentario del chico.

—Se nota que eres la consentida de tu familia. —encogió los hombros cerrando ambos ojos.

—¿Acaso estas buscando pelea conmigo? —reto amenazante, odiaba que se burlaran de ella. Hashirama intentaba calmar a ambos.

—Hpmh. —bufó girando su cabeza en otra dirección ignorando a Haru.

Un vena se marcó en la frente de la chica, empezaba a creer que era un chico que le gustaba burlarse de otros. Dió un profundo suspiro olvidando la situación recordando a qué vino.

—Cierto. —chasqueó los dedos y tomó de la mano del castaño para empezar a correr de regreso a su hogar—. Papá te está buscando desde hace mucho tiempo, quiere hablar contigo de asuntos privados.

—¡¿Y apenas me dices?! —gritó, cambiando los papeles, ahora él se encontraba jalando a su hermana mientras corrían—. Nos vemos otro día Madara.

—Madara... —dijo Haru en tono bajo mientras que una sonrisa burlona se formaba en su rostro—. Que nombre más raro.

Madara miró como los dos se alejaban del río dejándolo solo. Sonrió de lado mirando el cielo y con una piedra en su mano.

—Así que tu nombre es Haru...

Senju Haru.

Hashirama corría como rayo hacia la aldea mientras me sujetaba el brazo. Después de unos minutos llegamos, él estaba cansando mientras que yo estaba tranquila, porque literalmente mis pies se desprendían del suelo a causa de la rapidez en la que iba.

Estando frente la puerta de nuestra casa me solté de su agarre. No quería meterme en sus asuntos de guerra.

—Tú ve, Hashirama. Sólo quiere verte a ti. Mientras iré a buscar a Tobirama —anuncié mientras alejándome de él mirándolo por encima del hombro.

—De acuerdo. —se despidió un tanto nervioso adentrándose a la casa debido a que seguramente sería regañado.

Mientras caminaba por los alrededores de la aldea, observaba como varias mujeres hacian las compras. Hoy regresarían sus esposos después de una intensa batalla con el clan enemigo.

Había encontrado encontrado a Tobirama, mi hermano menor que estaba sentado en un tronco mirando el cielo pensativo. Quise ir a saludarlo, pero me pareció mejor idea tomarlo por sorpresa, así que me oculte atrás de un árbol caminando sigilosamente hacia otro hasta llegarle por detrás.

Me lancé hacia a su espalda para que me cargará pero antes de lograrlo se paró del tronco rápidamente haciendo que estrellara mi cara contra el suelo.

—¡Que malo eres Tobirama! —gemí de dolor acariciando  rostro.

—Sabes que eso no funciona contra mi, hermana tonta —decretó recargándose en un árbol, cruzando sus brazos.

—Que frío eres conmigo, deberías ser más considerado con tu hermana mayor
—subí un pie en el tronco donde anteriormente estaba sentando, señalando a Tobirama en modo de superioridad.

—Eres mayor que yo pero tengo más control sobre tí y lo sabes. —replicó con razón—. Cambiando de tema. ¿Dónde está Hashirama?

—Está con papá hablando con respecto al tema de la guerra, es normal. Será el próximo líder de los Senju.

Frunció su ceño, al parecer se molestó —Sabes me preocupa..

—¿Qué cosa? —cuestioné mirándolo confundida.

—Al tener ese cargo será un punto fijo para los Uchiha's y lo terminaran asesinando. —Me miró esperando que estuviera de acuerdo a su comentario.

—No digas eso. —negué con la cabeza—. Hashirama es fuerte, él no dejaría que eso pasase. ¿No confías en él, Tobirama?

Siempre era así, se preocupaba mucho por nosotros, era de esperarse, después de que uno de nuestros hermanos murió se volvió más sobreprotector.

—¿Acaso se te olvidó lo que pasó con Kawarama? —elevó el tono de su voz.

—No necesario tocar ese tema Tobirama... —con voz queda bajé mi mirada inclinando mis cejas. No me gustaba recordar su muerte.

—Realmente lo es, Haru. Es para que veas que la guerra no es juego.

—Pero porque te tienes que meter con la muerte de Kawarama —le reclamé mirándolo enojada—. Piensas que no se lo duro que es la guerra. Yo, siendo mujer no puedo ir a la guerra, las mujeres no van a la guerra y eso es lo que más me duele... —apreté ambos puños—. No poder ayudar, no poder haber ayudado a mi hermano cuando estaba en peligro. Pero si piensas que con eso lloraré estás muy equivocado. No dejaré caer mi orgullo tan fácilmente. —Golpeé el tronco esperando a que se rompiera, pero solo logré lastimarme la mano.

—Haru...

—Tobirama. Yo solo quería hablar contigo un rato. Después de todo, casi no nos vemos debido a que siempre estás en el campo de batalla. —caminé de regreso a casa sin voltear a verlo.

En el trayecto sentí algo húmedo en mis ojos —Genial —bufé sarcástica—; ahora voy a llorar, lo que menos quería en estos momentos.

Limpie las “lágrimas” con mi brazo, abrí mis ojos desmesuradamente al ver que no eran lágrimas, si no sangre.

—¿Eh? Estoy llorando sangre, esto no es normal. —conservé la calma como si no fuera algo de ir asustarse.

Mi vista se empezó a nublar aún así seguí mi camino a casa con la poca visibilidad que tenía, podía sentir las miradas de las personas —tal vez por qué no es normal que alguien llore sangre—.

Al llegar me sentía ahora cansada, con la ayuda de las voces de mi padre y Hashirama fui hasta ellos.

—Padre... —dije con voz entre cortada.

—¿Que pasa Haru? —respondió tranquilo, tal vez no me estaba viendo.

—¡H-haru! ¿Que le pasa a tus ojos? —preguntó Hashirama sorprendido y asustado.

—Padre mis ojos me duelen... —caí al suelo, ya no podía seguir parada. Sentí que unos brazos me tomaron cargando mi cuerpo exhausto.

—¡¿Haru que te hiciste en los ojos?! —preguntó angustiado Hashirama.

—No lo sé... —musité, estaba a punto de perder la conciencia. No sabía la causa.

—Hashirama llama al doctor rápido, yo llevaré a tu hermana a su cuarto.

—S-si. —asintió en busca del doctor.

—M-me duele... —no soportaba el intenso dolor.

—Resiste un poco Haru ya llegará el doctor, mientras mantén los ojos cerrados. —Sentí la cómoda tela del futón en mi espalda. Era como si estuviera en una gran nube. No me dí cuenta que había perdido la conciencia.

...

—Dctor que es lo que tiene Haru. ¿Acaso es señal del sharingan? —preguntó preocupado por su hija pero mostraba postura ante el médico.

—Nada de eso. Desconozco la razón por la cual le sangro los ojos así de la nada. —Esas palabras aliviaron a Butsuma—. Pero revise su vista y al parecer no podrá ver.

—¿Perdió la vista permanentemente?

—No señor. Al parecer es solo vista cansada. Le puse unas vendas en los ojos para que evite forcejear su visión. Deberán cambiarle las vendas cada cuatro horas ya que aún sigue saliendo un poco de sangre. Dentro de una semana regresaré a verla para ver cómo sigue—. el hombre castaño tomó su maletín saliendo del cuarto.

—De acuerdo.

Senju Haru.

—Es hermosa. musité neutra mirando la rosa que tenía en mis manos. Estaba en una especie colina verdosa, que parecía no tener fin. Solo estaba yo.

Un ojo... —Había un ojo flotando en el cielo, este tenía un diseño particular en el. No sabía que tipo de poder ocular era, pero era realmente hermoso—. ¿Que es eso, acaso es un doujutsu? —elevé mi mano al aire para intentar tocarlo.

Jisub Yoshimura
Daiki Yoshimura

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