El silencio de los callados
Era de noche y esperaba sentado un tren sin importar su destino, ya que daba igual a donde fuese nunca escaparía de esta pesadilla. Miré mi reloj y apenas habían pasado unos minutos. No conforme con estar sin hacer nada, me dispuse a observar mi alrededor. La estación rebosaba de un mudo silencio por lo acontecido en las noticias, todos tenían pánico, aunque estaban calmados ciegamente por pensar que el país los protegería. En eso, escuché el silbido del tren que parecía llegar, mire por el oscuro túnel pero lo único que veía, era frío y polvo volando junto a mi ilusión de vivir.
Observé ambos lados del túnel por donde debería de pasar el tren, pero lo único que veía era más oscuridad en mi futuro. En la televisión decían que, el subterráneo en estos momentos era el más seguro en caso de un posible daño a la estructura del país. Todos en el subterráneo esperaban el tren que parecía nunca llegar, los policías de la estación estaban actuando algo sospechosos con respecto a todo lo que sucedía, era como si estuvieran preparados para todo tipo de contingencia. Yo la verdad es que no tenía nada que me causará alguna preocupación en absoluto, hacía ya un año que estudiaba en la ciudad y no podía visitar a mis parientes, sumado el hecho del peligro constante, me hacia no tener tiempo de verlos, ojalá pudiera volver con mi madre.
Yo ya estaba arto de esperar al maldito tren, sentía que mis piernas se me adormecían de tanto mirar por si venía. Todos en el metro a mi parecer, estaban cansados, extenuados, agotados y simplemente, enfermos por culpa de la incesante asfixia del encarcelado sistema de trenes al que estaban sometidos. Yo me vi obligado a hacer un llamamiento a todas la personas del metro, utilicé mi carisma, para hacer que el dominio popular me siguiera. Pero, antes de cualquier divulgación, el extraño sonido que estaba emitiendo la luz de emergencia de la estación no dejaba lugar a dudas. Debía de cubrirme la cabeza por precaución del caos en el exterior, lo único que quería era marcharme rápido de allí.
Todo el mundo en la estación estaba con miedo de lo que pudiera estar sucediendo afuera, explosiones y temblores era lo único que se podía percibir en el metro. Yo no sabía que era peor, estar afuera y saber que pasa, o estar aquí preso sin saber que pasaba afuera. Me fui arrastrando durante el temblor hasta esconderme en los baños de la estación. El aire levantaba el polvo de las explotaciones por donde pasaban. Montón de polvo, apilado uno encima de otro, se hallaban a ambos lados de lo que parecía ser un nido de insectos, y parecían ser muy peligrosos para ser tocadas.
De la nada los temblores pararon, salí asustado de los baños y ví a todo el mundo, mirar el techo preguntándose si seguirían las explotaciones en el exterior. Todos mantuvimos la calma, al esperar unos minutos y ver que ya no volverían a caer. Hacía ya bastante tiempo, desde que la televisión se había cortado. Por suerte, uno de los policías tenía una radio y con ella, deseábamos saber sobre el exterior; cada frecuencia solo transmitía interferencia, ya parecía ser el final hasta que una voz, hablando sobre propaganda basura, dijo que los daños en la superficie, habían sido menores y de poco alcance estratégico.
Era obvio que el enemigo estaba intentando una estrategia de desmoralizar al país con ataques tontos y de poco daño, hasta llegar a lo más importante, como bases militares o lugares de mayor importancia como la capital. En el refugio abundaba el hambre, y todos esperaban comer algo que no fueran barras negras de extraña procedencia parecido al chocolate, los policías habían sacado montones de cajas con esas barras de un almacén pequeño que tenían para este tipo de ocasiones. Nos quejamos, pero no importaba mucho ya que, era mejor tener el estómago lleno, que tenerlo vacío y secó.
Había olvidado como era el cielo, las nubes y el sol, todo lo que alguna vez pude haber visto ya no lo veía. Es impresionante como las cosas que comúnmente veíamos, ya no las recordábamos por ciertas razones que no estaban en nuestras manos. Mi mente se alejaba del metro, mientras proyectaba recuerdos a las futuras generaciones. Los días pasaban junto con las semanas y los meses de las explosiones, hasta que nos dimos cuenta, de que nuestro hogar se hacía cada vez más pequeño conforme nacían más bebés.
Los policías del refugio decidieron que cuando un habitante cumpliera la longevidad, tendría que salir del refugio hacia el exterior. Muchos estaban a favor, y otros en contra de esta política de supervivencia, hasta que con el tiempo; los policías olvidaron su misión principal de cuidar a los habitantes, y empezaron a odiar a los que no eran policías ya que decían, que solo los de su calaña podía tener mejores cosas que los demás habitantes del subterráneo. Los policías tenían todo los bienes, mientras que a nosotros los habitantes, nos tocaban las sobras de sus comidas y bebidas abiertas.
El poder había traído dictadura y tristeza, el ser humano nunca dejaría de olvidar sus malos hábitos ni siquiera, en una situacion de riesgo para la especie. Todo el mundo sabía que estaba mal lo que estaba pasando, pero no podíamos hacer nada; ellos tenían armas y nosotros solo teníamos locura. Ya había pasado el tiempo desde la última vez que había llegado a esperar el tren que nunca llegó, todo había visto y vivido en el metro con dolor, tortura, frío y soledad a pesar, de estar acompañado de muchas personas.
El exterior era desconocido para todos, se crearon leyendas hacerca de ese lugar de afuera, cuentos sobre un paraíso donde vivía una poderosa luz que a veces se encendía y apagaba durante mucho tiempo. La guerra ya era un recuerdo que pocos recordaban; en el refugio hubieron muchos problemas durante años de dictadura y golpes de estado fallidos que no duraban mucho. Después de que las comestibles barras negras se terminaron, los policías pusieron a todos los jóvenes en fila para fusilarlos, recuerdo que una vez, alguien había llegado a oponerse contra las órdenes de los oficiales, recuerdo también que después de una gran paliza lo terminaron hechando del mundo.
Todo parecía ser así hasta que durante una rebelión, nos dimos cuenta de que los policías se habían quedado sin balas desde ya hacia mucho tiempo. El golpe fue exitoso y todos en el metro, decidimos salir del refugio hacia el exterior; el sueño de una tierra maravilloso, era cierto después de todo. El mundo había quedado con piezas enterradas del antiguo mundo como recuerdo; el sol era incandescente y marchaba con un poco de calor para nosotros. Parecía mejorar para la raza humana, hasta que nos dimos cuenta de que la guerra, seguía vigente después de la destrucción masiva. La guerra había dejado raíces sembradas para que florecieran, después de todo el caos, destrucción y muerte del planeta tierra.
Fin
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