Capitulo cuatro
—Valió la pena esperar —susurro en mi oído y le sonreí sin entenderle muy bien.
—¿Esperar que? —pregunte, él trazó mi labio inferior con su pulgar, sin saber por que mi cuerpo se estremeció de pies a cabeza.
—Esperarte a ti —susurro y acortó la distancia entre ambos.
Mil maneras de amar a quien ya no está.
La morgue debía ser un lugar frío y lúgubre donde el olor a antiséptico apenas les pudiera dejar respirar.
Sin embargo seguía sorprendiendo cada vez que llegaba a ese lugar.
Una boa de plumas multicolor estaba enredada en el techo cerca de la oficina, tazas multicolores, lapiceras con tanto brillo que podría llamarlas Elton Jhon, figuritas de colección de caricaturas.
Tomó un bolígrafo que estaba recubierto de purpurina con la cabeza de un gato como tapa, miró a Félix quien se encogió de hombros.
—El capitán debe estar desesperado. —ambos giraron la cabeza para ver a Greta ajustarse los guantes de látex—. Mis bellas rubias jamás habían llegado tan rápido.
Rodó los ojos ante el comentario, la mujer se acomodó las manos en las anchas caderas observándose con su rostro muy serio, todos se mantuvieron así unos solos pocos segundos que fue lo que duró la aclamada seriedad de la forense, la mujer estalló en risa quitando las manos de su cadera y les hizo una seña con su mano.
Intercambio una breve mirada con Félix quien se encogió de hombros, caminó primero siguiendo el estrecho pasillo que daba con el laboratorio, el olor a antiséptico llegó a sus fosas nasales en el momento justo en que las puertas dobles se abrieron en dos para dejarlos pasar. Tomó de la caja unos guantes de látex, camino hacia las planchas oyendo el suave pisar de su compañero.
—¿Cómo estás Precav? ¿Qué hay de nuevo? —entre los dos, Félix tenía mejor interacción con la forense que ella, sin embargo la mujer siempre era muy amable.
—Nada nuevo, papeleo y más papeleo. —se encogió de hombros deteniéndose justo al frente de la plancha, ni muy cerca ni muy lejos, aún le daba miedo.
Greta tiró los guantes hacia abajo dándole un sonoro golpe cuando el látex golpeó con brusquedad sus muñecas, arrugó un poco su nariz entrelazando su manos al frente para no verse en la necesidad de irse.
—Bien, pues dado que son ustedes quienes vienen supongo que van deprisa. —le sonrió y Felix respondió un suave «Si» que apoyó otra vez sacudiendo su cabeza—. La víctima es Russell Meing, vendedor de Bienes raíces del lado sur, casado, una esposa y un bebe de meses.
Arrugó su nariz y soltó un suspiro, la mujer quitó la sábana que cubría el cuerpo.
Giró su rostro con náuseas hacia uno de sus costados, cubrió su boca con una de sus manos intentando mantener su poco desayuno en el estómago. Félix le atrapó el antebrazo, no entendió el por qué hasta que notó que se estaba tambaleando sobre sus talones, arrugó su nariz de nuevo.
—Como verán la descomposición del cuerpo es más que evidente. —Felix le dio un apretón para que se girara de nuevo—. Gracias a un estudio dental fue que pude dar con la identidad.
Se giró de nuevo hacia la plancha donde estaba el cuerpo completamente cubierto por una manta blanca y muy bien iluminado por una enorme lámpara de luz blanca, tomó aire con fuerza preparándose mentalmente para ver aquello, por eso era que no le gustaba bajar a la morgue de la estación, odiaba no tener los sentidos de acero que posee Félix, debía obligarlo a que le dijera cual era su famosa táctica.
Greta estiró la tela hacia atrás dejando ver el rostro de Russell, cerró sus ojos un segundo, ese pobre hombre no podría tener un funeral con el cajón abierto, tenia el rostro completamente dañado, la mitad izquierda era la que más estaba afectaba de su rostro pues lo único que tenía era el hueso del cráneo muy maltratado y en pleno estado de descomposición de la carne que aún estaba pegada a este.
Apretó sus labios con fuerza mientras Félix se estiraba hacia adelante para mirar más de cerca el área que Greta le señalaba, tomó aire antes de imitarlo, entonces notó que el hueso estaba partido, frunció su ceño y se acercó lo más posible para intentar averiguar qué carajos era lo que pasaba.
—Como pueden ver, el arma que usó fue un objeto lo suficiente fuerte y pesado como para que rompiera el hueso. —Greta bajo más la manta dejándole ver el torso de la víctima—. Mis cálculos indican que el primer golpe fue a la cabeza, de esta manera pudo sacarlo de sus sentidos por unos momentos.
»Sus siguientes golpes fueron, aquí. —señaló una de las costillas que estaba de un feo tono negruzco—. Aquí. —le señaló el paralelo a la misma costilla de la vez anterior—. Y aquí. —señaló por último el abdomen de Russell—. Con estos golpes hirió a la víctima lo suficiente como para que no pudiera defenderse. Antes de que descargara toda su ira contra el rostro del sujeto, eso ocasionó dos cosas, el maltrato de la piel al grado de que se le cayera, y que el hueso se fracturara.
»Hay signos de defensa, lo que me dice que el atacante puede ser un poco más bajo. —Greta la miró de arriba a abajo—, tal vez de tu altura sin tacones, Precav. Encontré bajo las uñas de Russell trozos de lo que identifique como cuero sintético. —levanto la cabeza cuando le pasó a ambos un par de tablas con los informes—. No pude contar las cantidades de golpes exactos que le dio, pero aún así fueron demasiadas.
Miró a Félix quien tenía una mueca de concentración mientras revisaba el expediente que Greta le había pasado, ella no lo miro por una simple razón, había algo que no le estaba gustando con respecto a la victimología, miro a Greta quien tenía las manos apoyadas en la camilla mientras les observaba a ambos, apretó sus labios y se acercó de nuevo al rostro.
—Esta clase de sadismo no es normal, ¿No hay más heridas? —Greta asintió e hizo una mueca como si se acordara de algo.
—Agh, ya me acordé. —esta chasqueó los dedos y miró a Félix quien estaba mirando aún el informe.
—Le cortó la lengua y los genitales. —miró a Félix con las cejas levantadas—. Y ninguno de los dos fueron encontrados en la escena.
—¿Ira? —tanteo Greta, le estiró la mandíbula hacia abajo lo suficiente como para ver la cavidad bucal vacía.
—No, no es ira —concluyó ella mientras ojeaba ella misma el informe que tenía en sus manos—. Es personal, es algo motivado por la ira pero no encuadra con el relato de Odette.
—Ella no lo sabía. —Félix le miró y asintió casi al mismo tiempo, soltó un suspiro de resignación.
No tenían nada.
Andar tras los pasos de Félix era algo muy difícil, sobre todo teniendo en cuenta que era como correr un maldito maratón en tacones, él era por lo menos treinta centímetros más alto que ella, agregando quince centímetros por sus tacones.
Mal día para colocarse sus tacones de aguja.
Tuvo que estirar su mano hacia adelante para sostenerse de él y que redujera su paso, soltó una exhalación suave cuando él por fin noto que la estaba dejando atrás.
—¿Qué crees? —él la miró con una de sus cejas enarcadas, le soltó el brazo para caminar a su altura—. Eres un experto en esto. Así que pregunto de nuevo, ¿Qué crees?
Él esbozó una media sonrisa antes de mirar de nuevo al frente, sacó un fólder beige de esos que usaban para los casos, con el sello de la unidad de criminología, «¿De donde la saco?»
—Greta no identificó el arma que usó el atacante debido a la descomposición, pero sí concluyó que era un arma grande debido a los golpes sin sentido. —asintió mientras él buscaba en la carpeta algo, luego sacó una fotografía, arrugó su nariz cuando notó que era de la escena del crimen—. Por estas líneas de sangre en la pared podemos asegurar eso, pero no nos dice nada por qué puede ser...
—Puede ser una vara, un mazo... hasta una roca. —Felix la miró, debía explicarse o no se entendería un carajo—, cualquiera de estos objetos bien usados podría infringir esta clase de heridas.
—Exacto —concuerdo Félix mientras sacó una hoja impresa, esta, para su suerte solo tenía letras—. Si vemos el relato de Odette, ella identifica, aunque vagamente, el arma como un martillo de cabeza.
Le quitó la hoja a Félix para darle un vistazo, para su suerte se habían detenido en la entrada de la estación resguardados por la recepción de la misma, apoyó su peso sobre su tacón izquierdo acercándose lo suficiente a él como para que sus brazos apenas chocarán entre sí soltó un suspiro mientras acercaba el rostro a la hoja, oyó a Félix reír por lo que le dio un empujón.
Busco la parte donde el resaltador estaba anunciando varias partes, arrugó su nariz sin encontrar el lugar exacto, la mano de Félix irrumpió en su campo visual y estuvo a punto de hacerlo a un lado con un empujón hasta que notó que le estaba señalando el lugar exacto donde debía leer.
—Gracias —masculló con disgusto sacudió su cabeza.
Leyó con cuidado y noto entonces que él tenía razón, torció sus labios, «... el mazo de aquel martillo se elevó con fuerza antes de descender con violencia hasta aquel rostro de nuevo», miró a Félix quien hizo una mueca extraña para señalar que tenía razón.
—¿Entonces...? —él sonrió de manera divertida a lo que ella siguió haciendo un gesto con su cabeza para que le respondiera—. Puedes ser un poco más directo por una sola vez en tu vida, Darleig, me estás estresando.
—¿Como Odette sabe que pudo haber sido un martillo? —le miró mientras él sacaba una fotografía—. Mira las líneas de la pared junto al cuerpo, si es un martillo y/o una barra con mazo, las líneas son consistentes con el subir y bajar del arma...
—Ahí hay más de veinte líneas Félix. —él hizo una mueca de consternación ante ese hecho—. Hay que saber cuántas líneas hay y por qué Odette tenía idea de esto y no de sus genitales.
—Allí yace el problema. —hizo una mueca de igual manera.
Asintió con una mueca extraña ante la sola idea de que está situación se estaba convirtiendo en algo cada vez más complicado, sacudió su cabeza antes de comenzar a caminar de vuelta hasta sus oficinas, el área de primera instancia estaba lleno de policías que iban y venían con folders en sus manos, sabiendo que eran la primera instancia entre el público con la policía en general.
Félix comenzó a caminar de nuevo unos pasos adelante de ella, rodó los ojos sabiendo que era inútil de que ella intentará detenerlo, se sacó la chaqueta pasando entre las personas a su alrededor intentando bajo todas las circunstancias no prestar la gran atención a las llamadas que estaban llegando.
Odiaba estar demasiado tiempo en ese lugar.
Pasó una mano por su rostro y le sonrió amplió cuando Félix le sostenía la puerta del departamento de homicidios, apresuró sus pasos para cruzar las puertas de vidrio, un sonido proveniente del ala de sus oficinas hizo que girara con rapidez.
El nuevo avanzaba hacia ella con rapidez.
—Detectives —saludo y notó entonces por el rabillo del ojo que Félix aún sostenía la puerta—. Alguien los busca.
Asintieron antes de seguirle el paso al nuevo, el chico no tendría más de veinticuatro años, había apenas culminado su temporada como uniformado para poder ascender a los pisos mayores de la policía, era un poco más alto que ella pero no tanto como Félix, su cabello estaba rapado a ras de su cabeza y vestía como un civil normal.
En este punto de sus carreras y en el piso en que se hallaban todos vestían de civiles, era una ventaja que solo traía la puerta de cristal que dividía a los uniformados del piso inferior.
—Ella es la señora Roberts. —cuando el chico se hizo a un lado observo a una mujer pelirroja más bajita que ella.
Tenía el cabello atado en una coleta alta mientras su rostro estaba lleno de pecas por todos lados, apretó sus labios intentando recordar dónde había escuchado ese nombre. La mujer llevaba una mochila al hombro sin contar la bolsa que se ligaba a ser una cartera, está extendió su mano hacia ella, la imitó para estrechar la mano.
Tendría su edad aproximadamente, tal vez un poco más o un poco menos dependiendo, la mujer no aparentaba tener más de treinta pero algunos rostros tenían facciones aniñadas sin importar la edad que tuviera y había otros que parecían demasiado mayores pero no llegaban a la edad que se les ligaba.
—Detective Precav. —se presentó y la mujer no sonrió pero hizo una mueca que pretendía ser un asentimiento.
—Susan Roberts. —miró a Félix quien ahora era quien le estrechaba la mano a la mujer.
—Detective Darleig. —eso pareció que le interesó a la mujer por un segundo pero luego volvió a su porte imperturbable.
—He venido a traerle unas cosas a la señorita Kirk —apretó sus labios, ahora recordaba dónde la había oído.
Félix le sonrió de manera profesional y le hizo una seña para que se acercará hasta el escritorio del nuevo donde descansaban varios juegos de formularios, el rubio se estiró para entregarle una a la mujer quien mordió su labio inferior antes de leer las planillas adecuadas.
Había algo extraño en esa mujer pero no sabía que era precisamente, tragó saliva y le entregó las planillas a ella pues Félix se había ido a quién sabe dónde, chequeó que todo estuviera en orden antes de recibir la bolsa ecológica donde estaban las prendas, miró al nuevo quien hizo una mueca para que él intentará recordar que se debía hacer ahora.
—Toda pertenencia que ingresa al área de interrogación se debe examinar primero. —el chico hizo una mueca y asintió deprisa pues ella era quien había hablado—. Ahora ve y busca a Darleig, necesitamos hablar con el capitán.
El chico asintió mientras ella sacaba las cosas de la bolsa, no era nada del otro mundo, cosas simples que cualquier chica necesita. Un sujetador beige, un par de zapatos mocasines, una blusa y una sudadera verde sin contar un pantalón de mezclilla azul.
—¿Puedo verla? —levanto la cabeza para mirar a la mujer cuando aún seguía doblando las prendas.
—Ella aún sigue en el área de interrogación. —la mujer frunció sus labios de una manera extraña.
—¿Va a necesitar un abogado? —Era comprensible que estuviera preocupada por su amiga.
—Por ahora solo es una sospechosa, mientras coopere de manera voluntaria no habrá necesidad. —le aseguró mientras guardaba la ropa en una nueva bolsa de la policía— Cuando ella pida uno se le será suministrado.
—¿Sería posible que me avisaras directamente? —frunció sus cejas mientras observaba a la mujer quien parecía imperturbable.
—¿Es usted su abogada? —preguntó con curiosidad a lo que la mujer negó.
—Yo se a quien debe llamar. —asintió cuando la mujer hizo una mueca.
Estiró su mano para darle un apretón de manos a modo de despedida, observó cómo la mujer se iba de la estación y no sabía explicar pero le daba una mala sensación esa mujer. Félix apareció a su lado, ya no llevaba el blazer que traía antes y el cabello lo llevaba más despeinado.
—¿Ya se fue? —asintió con una media sonrisa algo tensa.
—¿Soy yo o es extraño? —Felix hizo una mueca mientras asentía.
—Si Odette necesita un abogado sugirió que le llamáramos a ella primero. —Felix enarco una ceja igual de consternado que ella en un inicio.
—Eso es extraño.
Y no sería lo más raro que hallarían con aquel caso.
Si les a gustado no duden en dejar una estrellita o comentario, sube la moral y motiva :3
No duden en seguirme en mis redes:
❥ Twitter: @andre_graterol (Para que leáis mis ocurrencias diarias y un par de adelantos)
❥Instagram: @andregraterola
❥Tik Tok: @graterolandre (allí estaré subiendo material de mis historias)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top