Capitulo cinco

¿Qué probabilidad había de morir así? En aquel frío y lúgubre lugar... encerrada y encadenada como un animal salvaje, era horrible y doloroso ¿Este era su fin? ¿Jamás volvería a ver la luz del sol? Solo eran equivocación tras equivocación lo que le llevó hasta esto.

Crónicas de un pueblo en llamas.Tomo uno.

Frotó sus manos en el rostro frustrado, pasaban ya las tres de la tarde y aún no tenían nada sobre los asesinatos, si el tiempo caduca tendrían que soltar a la joven de la custodia lo cual era uno de los errores más grande de la tierra sabiendo que era la única conexión con los asesinatos.

Se levantó de la silla de su oficina para salir de allí, Marlin masticaba alguna fruta sobre la mesa del nuevo mientras él le platicaba de algo, ojala no fuera a conquistarla o terminaría con los tacones de ella encajados en el trasero.

Camino por entre las oficinas hasta llegar a la sala de interrogatorios, esa mañana creían haber tenido a la culpable pero ahora, luego de la investigación de la forense demostrará que el asesino no tenía la contextura física de escritora todo se había ido a la mierda.

La fuerza y el trayecto de los golpes que había dado no coincidían con el cuerpo de la joven, está era mucho más alta, si lo hubiese intentando matar le hubiera golpeado mucha menos veces, lo hubiera sometido sin traumas defensivos.

Su jefe aún estaba en la sala mirándola, cuando él pasó la puerta el hombre soltó un gruñido antes de mirarlo de nuevo.

—¿Qué piensas? —el jefe frunció su ceño, era obvio que no quería decir—. Voy a hablar con ella.

—Intenta que diga algo. —asintió, tomó la carpeta antes de comenzar a caminar.

Entre los agentes que se desempeñan en este tipos de casos él era el mejor en hacer que los sospechosos confesaron o en dado caso dieran las pistas necesarias para culminar cualquier duda.

Él podía leer el lenguaje corporal de cualquier individuo, sin problema, Precav era la óptima para las pistas puesto que su intuición era precisa, pocas veces fallaba.

Su equipo necesitaba alguien que creará empatía con las víctimas o los sospechosos y quería esperar que el nuevo fuese la pieza faltante.

Se ajustó el chaleco que cargaba para abrir la puerta, cientos de personas le hubiesen pedido cosas como comida o algo similar, pero esa joven no había ingerido más que un vaso de café lo suficientemente cargado como para alimentar a la mitad de la estación, la mujer que le llevo la ropa había traído consigo un block de notas.

Abrió la puerta con cuidado, la joven levantó la cabeza un poco para mirarlo sobre sus lentes, frunció el ceño no reconociéndole, él no era persona de sonreir, no buscaba ganarse su simpatía, solo necesitaba información.

—Soy... —comenzó a decir pero fue cortado cuando la escritora volvió la vista sobre su block.

—El detective Darleig. —garabateaba algo, frunció su ceño, según la llamada que le había hecho a su amiga no sabía quién era—. ¿Vienes a que confiese algo?

—Quiero información, necesito saber cómo es que tú sabes sobre el asesinato. —la joven levantó la vista del block, parecía confundida por algo.

—¿Cuál asesinato? —preguntó ella, tal vez fingía inocencia.

Estiró su mano para tomar la carpeta que descansaba sobre sus rodillas, la estiró sobre la mesa para abrirla.

Saco las fotos dejándolas con cuidado sobre la mesa, una a una, incluso una sobre la plancha de la morgue, no despegó la vista de la joven esperando alguna respuesta por parte de ella, sin embargo la joven no demostró nada, su rostro era tan frívolo que no por un segundo creyó que tenía los ojos cerrados.

No sé movió, ni siquiera hizo un gesto de asco, Marlin casi dio arcadas cuando vio las fotos del cuerpo sin contar cómo palideció en la morgue, él novato vómito en plena escena del crimen, la forense casi se desmayó en el proceso de remoción.

Y él mismo se había preguntado si esa noche era necesario atender el teléfono.

La joven observó con detalle cada imagen, sin demostrar nada que no fuese el empujar de la montura por el puente de su nariz.

—¿Ya saben que yo no fui? —aseguró cuando levantó la vista, enarco una de sus cejas con contrariedad.

—¿Por qué crees que sabemos eso? —El gesto que hizo parecía que la estaba tomando por estúpida.

—Es desorganizado, su altura no supera el metro sesenta, es zurdo y definitivamente tiene contextura delgada —aseguro volviendo la vista sobre las imágenes, intentó no verse sorprendido ante eso.

Había deducido todo aquello con solo ver las fotos, sabía que ella sabía algo más sobre esa situación.

—¿Cómo sabes eso? —la vio acomodar su cabello tras la oreja antes de inclinarse un poco sobre la mesa.

Escogió exactamente cuatro fotografías y las colocó en orden, la primer imagen mostraba a la víctima desde el punto de vista aéreo, ella señaló la rara manera de estar sentado, la segunda mostraba a la víctima desde uno de sus lados, entre la pared y la espalda baja había por lo menos siete centímetros.

La tercera fotografía era en la plancha, las heridas de la víctima, la mujer señaló que tenía muchas más heridas en su lado izquierdo que en el derecho, las heridas defensivas de la última fotografía demostraba que lucharon antes de matarlo.

—Hipotéticamente hablando yo soy la asesina y tú mi desafortunada víctima, si yo quisiera matarte, te seducirá —acato ella con cuidado, apoyó los codos sobre la mesa, vio cómo ella miraba las fotografías detallando cada escena mostrada, luego levanto la vista—, pero tienes argolla, lo que significa que tendría que conocerte para que me siguieras. Soy ambidiestra, pero predomina mi mano derecha, así que los traumas serían de lado contrario. —asintió sabiendo que aquello era real pues eran los traumas que tenía—. Suponiendo que te defiendas, cosa que es improbable puesto que tengo algunos quince centímetros que me ayudarían, me golpearias aquí. —ella señaló su abdomen—. Aquí. —señaló los laterales de su cuello—. Aquí. —señaló su mandíbula—. Así que me cabrearon lo suficiente como para matarte pero no soy una psicópata, así que acomodará la escena mucho mejor si soy satanista y dejaría un mensaje para tu compañera, algo como «Belcebú va por ti» No te mataría si no quisiera enviar un mensaje.

—¿Y por qué le cortaron la lengua y los genitales? —eso si le saco una reacción, ella elevó las cejas y miró de nuevo las fotos.

—¿Hicieron... qué? —asintió mientras apretaba sus labios de una manera extraña—. Eso es sadismo en su máxima expresión, no quería transmitir un mensaje... quien sea que le mató tenía un claro odio hacia la víctima.

La joven se dejó caer de nuevo sobre su silla, alejó las fotografías de su block antes de seguir escribiendo.

Comenzó a recoger las fotografías, esperó unos cuantos segundos antes de aclararse la garganta, sabía que no era ella pero aún así le había dado una perspectiva distinta, sacó de la carpeta una hoja impresa con el texto resaltado.

Se la acercó con cuidado, ella levantó la vista de su block chocando primero con su mirada y luego con la hoja, leyó lo resaltado, sin embargo ni siquiera se movió.

No se vio asustada o algo parecido, simplemente levantó la vista de nuevo a él.

—¿Por qué describiste exactamente cómo murió la víctima? —ella se quedó demasiado quieta, como si no supiera lo que le estaba preguntando—. ¿Estuviste en ese lugar? —ella negó—. ¿Alguien que conozcas estuvo allí? —negó de nuevo sin moverse mucho—. ¿Cómo supiste dónde y cómo lo mataron?

Se quedó unos cuantos segundos muy quieta, por un segundo creyó que le estaba dando un ataque de algo por los que se apoyó sobre la mesa acercándose un poco.

Ella captó la idea por lo que se movió, parpadeo continuamente como saliendo de su estupor.

Él se volvió sobre su silla para mirarla fijamente, la joven se acercó hasta la hoja de nuevo para leer el contenido.

—Sonara estupido... pero lo soñé. —él frunció su ceño tomando eso como un encubrimiento, seguro conocía al asesino—. Salí a beber hace cinco noches con mi mejor amiga, bebí de más y me desmayé, aún inconsciente soñé, desperté en mi cama a la mañana siguiente.

—¿Al estilo Freddy Krueger? —pregunto sarcástico, la joven no se vio inmutada ante su comentario, por el contrario parecía recordar.

—No, yo no era la víctima —aseguró por lo pronto—, yo observé, como la mayor parte del tiempo.

Se giró de nuevo para que su jefe le viera, quería preguntar a qué se refería con lo de «Mayor parte del tiempo» pero por lo pronto debía intentar que siguiera hablando, tal vez conseguiría algo más.

Se iba a arriesgar ya que ese no era su campo, pero sí podía hacer que la escritora recordará el «Sueño» le daría una pista, apoyó de nuevo la carpeta sobre la mesa atrayendo las inquietas joyas jade de la joven.

—¿Podría hacerme un favor? —le vio fruncir el ceño antes de asentir, si conseguía algo serviría para su caso—. Cuénteme sobre el sueño, dígame dónde estás parada.

La joven abrió los ojos algo escéptica por lo que estaba preguntándole, él hizo un gesto para que ella colaborará, aún desconfiada cerró sus ojos de nuevo.

Y comenzó a hablar.

Este sueño no era ni la mitad de retorcido que cientos de confesiones que había logrado sacarle a los sospechosos en aquella sala, sin embargo había algo extraño en la manera en la que lo narraba.

Un sueño no suele tener tantos detalles gráficos.

La joven pegó un salto sobre su silla ligeramente horrorizada en cuanto terminó de hablar, él la observó con los ojos entrecerrados y los codos apoyados sobre la mesa con una clara expresión de curiosidad, ella respiró con dificultad unos cuantos segundos antes de abrir los ojos.

Por primera vez la vio afectada ante algo.

Ella miró sus manos antes de levantar la vista hasta él.

—Y desperté —finalizó ella con un suave suspiro.

Dudaba que aquello fuese un sueño, se aclaró la garganta para que ella le mirara.

—Podrías regresar al sueño —pidió y ella quedó un poco confundida—, justo cuando ibas mirando tu teléfono.

Ella cerró sus ojos de nuevo, asintió un poco cuando se encontró en el lugar que le estaba pidiendo.

—Cuenta tus dedos. —vio que ella estaba a punto de abrir los ojos de nuevo—. Solo hazlo.

La vio balbucear algo como un niño pequeño que está contando por primera vez, como una pequeña arruga se formaba sobre sus cejas mostrando lo contrariada que se encontraba.

—Tengo diez dedos —enfatizó su punto levantando ambas manos, él asintió levantando la carpeta.

Se levantó de la mesa con cuidado de no mover el bolígrafo que descansaba sobre la mesa, caminó despacio hasta la puerta cuando se giró con cuidado, la joven le miraba con cierta curiosidad.

—Terminaremos el papeleo de su detención y podrá irse. —ella devolvió la vista hasta su block.

En cuanto cerró la puerta se rasco el puente de la nariz con cierta frustración, no quería darle la cara a nadie en la otra sala puesto que aún no terminaba de deducir el comportamiento de esa chica.

Ajustó de nuevo el chaleco sobre su camisa azul antes de comenzar a caminar, se colocó frente a la puerta abrazando con su mano el pomo para tomar una gran respiración, su jefe lo iba a despellejar si no tenía ni mínima idea de como interpretar aquello.

Mordió su mejilla interna, echó los hombros atrás y la abrió.

No esperaba que la sala estuviera llena.

Precav tenía una taza de café en sus manos y su cuerpo apoyado por completo en una de las sillas, el nuevo escribía algo muy rápido arqueado en la mesa por completo, los otros dos detectives estaban de igual forma apoyados en las sillas.

Su jefe por otra parte estaba justo al frente del cristal, aún miraba a la joven del otro lado con curiosidad, Kleyton tecleaba algo sobre el computador.

—¡Hay más víctimas! —Su amiga intentó camuflar la ira en torno a las bromas.

Se quedó estático unos cuantos segundos, era imposible que encontrarán más cuerpos en menos de veinticuatro horas, si era así, estaban frente a un asesino serial.

—¿Cómo es posible? ¿Dónde? —Tenía muchas más preguntas pero esas fueron las que logró formular.

—Deberíamos darle un apodo a Odette —señaló su amiga pasando un mechón rubio tras su oreja—. «Dama de rojo» «Señorita tragedia»

—¿Qué pasó? —corto la divagación de Precav, esperaba que alguien más le dijera.

Su jefe se giró para darle la cara, la vena que solía cortarse cuando se molestaba estaba allí palpitando en su sien, tragó saliva pues imaginaba que lo que estaba por soltar era malo.

—Alrededor de ella han habido por lo menos tres asesinatos que se han documentado en sus libros. —si, era mucho peor de lo que imaginaba.

Quería regresar allí y sacarle más información pero por un momento los engranajes de su cabeza comenzaron a trabajar.

Todos a su alrededor comenzaron a discutir la culpabilidad de la escritora mientras él solo podía pensar en las palabras que ella le había dicho. Pronto todo se quedó en silencio, salió de su mente para verlos a todos observarse.

Precav estaba apoyada en la mesa mirándole directamente, sabía que él ya había sacado una conjetura.

—Los asesinatos Odette no los sueña. —desvió la mirada hasta la escritora, está parecía absorta en otro mundo—. Odette tiene recuerdos suprimidos.

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