5
Contigo
-Carla Morrison
Odio los lunes, pero odio aún más las clases donde tenemos que explicar, palabra a palabra, nuestros propios dibujos y lo que nos llevó a crearlos.
Casi todos los primeros días de la semana tenemos que hacer eso, por lo que aquí estoy, explicando todos los dibujos que hice la semana pasada. No tengo idea de cómo se creó esta clase, pero según el horario, estamos en apreciación del arte. Que estupidez. Pero todo sea por tener buena calificación.
La semana anterior no hicimos tantos dibujos por estar haciéndolos a mayor detalle, por lo que solamente presentamos dos de cuatro que hicimos en total. El primero que presento es una mariposa y el segundo sobre unas flores. Al final, se supone que debemos de mezclar los dos bocetos.
Explico que hice una mariposa por todo el tema del cambio constante, de cómo crecemos de una manera distinta en cada etapa de la vida. La flor que dibujé fue un girasol, por lo que solamente digo que es símbolo del amor y la admiración.
Cuando termino de hablar, regreso a mi asiento y pienso en lo que acabo de decir. Pensándolo bien, ambas partes combinan muy bien, aun si no lo había pensado al inicio. Durante nuestras etapas de la vida conocemos distinta gente, gente de la cual nace un amor y una admiración; y además de eso, nos genera felicidad y energía para hacer ciertas cosas.
Bueno, parece que al final de todo, esta clase sí que sirvió de algo.
A la hora de salir, me encuentro con Dora. Saul salió horas antes, por lo que ya no está en la escuela hasta esta hora. Que suertudo.
—Hola, Dora —la saludo. Ella no me ha visto por estar sentada y con la cabeza sumergida en el celular. Cuando escucha su nombre, se gira para buscar quien le habla. Entonces me ve.
—Ah, hola Ness —me responde levantándose y con una sonrisa de oreja a oreja.
—No lo dije ayer, pero lo pasé muy bien.
—Me alegro que sea así. Deberíamos de hacer más salidas antes de que se vengan los proyectos finales y el tiempo se nos vaya.
—Sí, tienes razón. —Proyectos finales, que horror.
Caminamos hacia las afueras de la escuela y nos detenemos en la entrada. Ambas vamos a direcciones contrarias, por lo que nunca nos dirigimos al mismo lugar.
—Te veo mañana, Ness —se despide mi amiga.
—Claro, hasta mañana, Dora. —Le doy un abrazo antes de que se aleje. Me acostumbré a hacer eso al leer una noticia que decía que una chica se arrepentía de no haber abrazado a su hermana la última vez que la vio. Desde entonces, procuro hacerlo. Me dolería saber que no me despedí adecuadamente de una amistad.
Me comienzo a alejar de la escuela y voy por mi recorrido de diario, directo a la cafetería. Hoy no hay tanta tarea como los días pasados, por lo que puedo tomar la tarde con calma y sin prisas.
Llego al umbral de la puerta y desde la ventana, veo que Jaz está donde diario. Una sonrisa rápidamente se cruza en mi rostro.
Entro y antes de acercarme a él, voy al mostrador a pedir mi café de siempre. La persona que atiende es Alicia; con ella no he hablado tanto como al resto de sus compañeros, por lo que no sabe con exactitud qué es lo que pido y la broma que hay entre nosotros.
—Hola, Alicia, un café mocha blanco y con chocolate arriba, por favor.
—Hola, Ness. Enseguida sale. —Asiento y le doy el dinero. Entonces espero a que esté listo. Me quedo parada.
En esta cafetería hay dos formas de recoger tu bebida. Una: esperas parado y pagas ahí mismo. Dos: buscas un lugar mientras tanto y hasta que gritan por la bebida, vas por ella y la pagas en ese momento. Todo depende de las prisas que tengas.
Siento su mirada sobre mí, pero escogí esperar para no interrumpir nuestra conversación al tener que levantarme para ir por la bebida.
Pasan unos tres minutos hasta que sale mi café. Le agradezco a Alicia y me dirijo hacia donde Jaz está sentado. Tiene un libro en sus manos y lo anda leyendo.
—Otro día más, otro libro nuevo.
—Hola a ti también, Oz.
Me siento en la silla de al frente y me acomodo. Jaz pone un separador entre las páginas y pone el libro sobre la mesa. Me gusta el detalle de que siempre que llego con él, deja lo que está haciendo y pasa su atención hacía mí. Una bonita sensación. Me hace sentir que realmente merezco atención cuando hablo.
—¿Cómo estás?
—Bien, bien. ¿Qué hay de ti? —Noto que tiene una taza de café, por lo que supongo que lleva un rato en la cafetería.
—Hum, igual que diario, supongo. Hay cosas que me gustaría evitar que pasen, pero no puedo hacer nada por lo mismo de no tener control sobre el destino.
No entiendo a qué es lo que se refiere, pero no es parte de mi responsabilidad preguntar. Si él quiere hablar del tema, estaré más que dispuesta a escucharlo, y si no quiere hacerlo, toca respetar su decisión. Por lo mismo, decido comentarle otra cosa:
—Hace una semana nos conocimos.
Me observa unos momentos antes de sonreír.
—Siento que pasó mucho más tiempo de lo que en verdad es.
—Normal, hemos platicado de bastantes cosas para dar esa sensación.
—Y eso que hay mucho más de lo que conversar.
—Como de todos los libros que has leído.
—Hablando dé, ¿cómo vas con el que te presté?
Tomo un poco de mi café y segundos después, busco el libro en mi mochila y lo dejo sobre la mesa. Me aclaro la garganta. Él luce sorprendido.
—Ya lo terminé.
—Estás jodiendo.
—Podré hacer millones de cosas en la vida, pero mentir no forma parte de las cosas que me encantan hacer.
Jaz agarra el libro y le echa un rápido vistazo. Parece que busca algún separador que indique la página en la que debería de estar leyendo.
—Siendo el caso de que lo acabaste, ¿qué te pareció?
—Bueno, tenías razón respecto a lo que te deja pensando. Me pregunto qué harán las otras versiones de mí. Tantas cosas que dejé que quizás tenga millones de vida, ¿te imaginas?
—Todo puede suceder por el simple hecho de haber tomado incluso la más sencilla decisión.
—El libro me dio una idea sobre algo para dibujar —le comento mientras observo la portada. Hasta yo me sorprendí cuando lo acabé la noche pasada. Por lo mismo, tengo muy fresca la mente para ponerla a trabajar sobre la trama de la historia.
—Ah, ¿sí? ¿Te molestaría decirme? —me pregunta.
En lugar de responderle con palabras, lo hago con acciones. Saco mi libreta y un lápiz para dibujar. Le sonrío unos momentos antes de perderme en mi mundo, por lo que no sé si me responde la sonrisa, solamente siento su mirada sobre mí.
Paso unos minutos dibujando hasta que se me cansa el cuello por la posición en la que lo tengo. Levanto la cabeza y me encuentro con los ojos de Jaz puestos en mí, así como una sonrisa curiosa en su rostro.
—¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara? —le pregunto al tiempo que trueno mi cuello.
—No es nada. —Aparta la mirada bebiendo su café. Levanto una ceja—. Es solo que verte hacer todo eso —señala a mi dibujo a medio terminar— es una locura, es como verte hacer magia. Tal como dijiste ayer. No lo sé, es lo que siento.
A pesar de que Isa y Emi suelen halagarme por todo lo que siempre dibujo, esto es diferente. Escucharlo desde la boca de Jaz es diferente.
—Gracias.
Es todo lo que puedo decir. La manera en la que él sonríe...
—¿Sabes? Ayer, después de la salida que tuvimos, estaba pensando que vayamos al cine a ver una película que acaba de salir.
—¿Cuál?
—Se llama "Cerdita", ¿te suena?
Niego con la cabeza por estar bebiendo del vaso.
—Bueno, pues esa. ¿Estás libre alguno de estos días?
—Hum, todos los días, después de las tres, estoy libre. Aunque sábados y domingos trabajo, así que, a no ser que sea hasta la noche, puedo salir esos dos días.
—¿Qué te parece el miércoles por la tarde?
Pienso sobre si tengo alguna ocupación ese día. A no ser que me dejen bastante tarea, no tengo nada más que hacer. Se lo hago saber.
—Perfecto. Revisaré algunos cines y veo que horario y cercanía queda mejor con nuestros caminos. Ya si quieres te mando la información al rato.
—Tu propusiste la idea, así que todo queda bajo tu responsabilidad. Yo diré sí o no y pagaré mi boleto más los aperitivos y es todo lo que haré.
Jaz se ríe. Yo vuelvo a concentrarme en lo que deje a medias. Mientras tanto, mi amigo lee su libro.
Media hora más tarde, creo, acabo con mi dibujo. Lo observo antes de darle el último trazo. Es una biblioteca, por obvias razones, pero en lugar de tener libros en los estantes, son puertas que llevan a esa otra vida que pudo tener Nora. Sin embargo, en el centro del todo hay un libro que brilla, es el único libro que ahí. Eso representa la vida original de la protagonista.
Pongo mi firma en la esquina (siempre lo hago en caso de que pierda el dibujo o por el mismo hecho de los derechos de autor) y asiento satisfecha. Jaz levanta su vista del libro y me analiza. Le hago señas para que vea el dibujo.
Su opinión me es importante y quiero saber si lo aprueba o no.
Lo mira unos momentos más y después me lo devuelve.
—Es fantástico, Oz. De verdad —dice con honestidad—. Ya te lo dije, pero realmente eres buena dibujando. Lo que veo es lo mismo que imaginé cuando leí el libro.
—Parece que pensamos igual.
—No sé si alguien lo ha declarado antes, pero me proclamo como tu fanático número uno.
—Creo que tienes competencia. Mis dos mejores amigos ya se han autoproclamado como tales, aunque siempre pelean por lo mismo.
—Tengo que conocerlos y declararles la guerra.
—Dios te salve.
—¿No has pensando en hacer una cuenta en Instagram y publicar todo lo que haces?
—Algunas veces, sí. Solo que soy muy floja para ser productiva con algo, ya has visto mi perfil. —Tengo solamente tres fotos. Una es mía donde estoy dibujando sobre el pasto, la otra es de Isa y Emi, una de mis fotos favoritas de ambos, y la última es una foto de todo mi material para dibujar. Sin embargo, todas son de hace meses.
—Qué pena, te iría bien.
—Podría intentarlo algún día, pero créeme que fallaré la primera semana.
—¿Por qué?
—Ni siquiera tengo donde tomar fotos.
Jaz me mira con cara de pocos amigos.
—Oz, tienes esta mesa donde poner tu libreta. Mira, pásamela.
Hago lo que me dice y le paso mi dibujo de la biblioteca.
—Haz tu magia, maestro Jaz.
—Idiota —responde con una sonrisa de lado.
Lo hace todo muy rápido y sencillo. Pone los cafés no tan lejos de la libreta, de esa manera entran en el ángulo de la cámara. Enfoca al dibujo y listo, foto tomada. Se ve bien, si tengo que admitirlo. Pero no lo haré en voz alta, eso aumentaría el ego que tiene justo ahora.
—¿Ves? Fácil y lo puedes hacer cada que terminas uno en la cafetería.
—Bueno, intentaré publicarla en esta semana. No prometo nada.
—Avísame cuando tengas la cuenta hecha.
—Claro.
Veo la hora. Faltan unos minutos para que sean las cinco. Tengo que irme ya. Aún no es tarde, pero de aquí a que llego a mi casa se harán (casi) las seis, por lo que necesito llegar con luz.
—Ya me voy —le anuncio. Termino mi café de un trago y me levanto. Jaz ya se había acabado el suyo minutos atrás, por lo que solamente queda la taza vacía.
—Te acompaño donde mismo —dice refiriéndose a la avenida de ayer.
—Si insistes...
El chico guarda los dos libros en la mochila y su celular en una bolsa de su abrigo. Yo ya guardé mis cosas, por lo que lo espero antes de salir. Cuando termina de preparar todo, nos dirigimos hacía la puerta y empezamos a caminar.
—¿Has pensado alguna vez sobre la suposición de que hay más vida fuera del planeta? —pregunta de repente.
—Por supuesto, la pregunta es, ¿quién no?
—¿Y qué piensas sobre eso?
No tengo ni idea de porque hablamos sobre este tema, pero me parece interesante; incluso divertido.
—Pienso que, quien sea que haya creado esa idea, tiene razón. ¿Cómo seremos los únicos seres vivos en todo este universo? Me es irrazonable que haya gente que diga que somos los únicos en este extenso lugar. ¿Tú que piensas sobre esa suposición?
—Igual que tú. Me gusta creer que hay extraterrestres o extrañas criaturas en todo ese universo. Digo, ¿cómo vamos a ser los únicos en todo este extenso lugar?
Lo miro. Sigo sin entender el porqué de esta conversación, pero me gusta poder hablar de cualquier cosa con Jaz.
Durante el resto del camino seguimos conversando de muchas otras cosas de las cuales se pueden teorizar. Parece que él le gusta bastante hablar de todo esto, pues cada que es su turno de explicar más a fondo sobre el tema, se expande más de lo que esperaba.
Cuando llegamos al mismo lugar donde nos separamos la vez pasada, nos detenemos.
—Bueno, hasta aquí llego otra vez.
Jaz asiente.
—De acuerdo. Ve con cuidado, Oz.
—Nos vemos luego, Jaz.
Se despide con una mano, pero aún no se mueve de su lugar. En cambio, yo empiezo a alejarme y no es hasta que doy vuelta que él empieza a cruzar la calle.
Llego a la puerta de mi casa y busco las llaves en mi mochila. Las pongo sobre la cerradura y paso. La luz del comedor está prendida, por lo que supongo que Enzo está en la cocina.
—¡Ya estoy aquí! —grito sin esperar respuesta alguna.
Escucho el chiflido procedente del comedor, por lo que afirma mi sospecha. Voy directo a mi habitación.
Estando acostada en mi cama, observando el dibujo de la biblioteca y pienso acerca de lo que me recomendó Jaz. A pesar de que no soy de las personas que publican cosas todos los días en redes sociales, no me molestaría comenzar a hacerlo sobre algo que me gusta. Tengo varios dibujos que simplemente son una maravilla y sería bueno ver a más gente que le guste lo que dibujo.
Entro a Instagram y voy a la parte de crear una cuenta nueva.
El proceso es un tanto largo, pero al final lo logro.
Por lo mismo, y dado que Jaz tuvo la idea, le informo a través de un mensaje sobre lo que acabo de hacer.
Él responde al instante. Aunque lo único que pone es un sticker de un niño corriendo. Es...
Su humor es raro.
Regreso a mi nueva cuenta y me llega la notificación de que un tal 'JazerPad' me siguió. Inevitablemente sonrío.
Lo sigo devuelta en esa cuenta y reviso su perfil. La noche pasada se me fue hacerlo, por lo que lo hago ahora. Todo lo que publica son fotos de libros, algunas de su ropa, pero sin que se vea su rostro y entre todo eso, varias de una laptop con distintos escritos. Es Jaz a su totalidad.
Busco alguna imagen entre toda mi galería que me guste para ponerla de foto de perfil. Termino poniendo una donde aparezco encorvada y dibujando sobre una libreta. No se me ve el rostro, por eso me gusta mucho. No es que sea insegura de cómo me veo, pero hay días que simplemente no puedo ver fotos donde salgo sin esconder la cara.
Le doy una última revisada al perfil y... Me gusta lo que veo. No publicaré hasta hacerles saber a mis amigos que hice esa cuenta.
☀
Es martes y estoy sola en la cafetería. Pero no sola como tal, pues estoy en una videollamada con Isa y Emi. Ambos se fueron hace una semana de vacaciones junto con su mamá, por lo que no regresarán hasta dentro de otra semana más. No quisieron llevarme con ellos, los malagradecidos. A pesar de que intento parecer ofendida porque no estoy con ellos, no puedo hacerlo. Cada cosa que dice Isa me provoca una carcajada. Ya les comenté lo de mi cuenta, por lo que todas mis amistades ya saben de ella. Bueno, menos Misa y Laura. Pero no es mi culpa que no estén en esta hora.
—Hay una tienda por aquí cerca, ¿quieres que te compre algo? —pregunta Emi. Su hermana salió por un vaso de agua, por lo que somos los únicos en la pantalla.
—¿Qué venden?
—Hum, muchas cosas artesanales de la zona, collares de corales, sombres y trajes de baño, y mucho pero mucho tequila.
—Algo artesanal está bien, con eso los perdono.
—A la próxima vendrás, Ness, pero te compraré algo bonito a cambio. —Emi sonríe. Los tres se fueron a la playa, por lo que ya están algo asoleados—. ¿Cómo se te ocurrió la idea de hacer esa cuenta de dibujo en Instagram?
Recuerdo entonces que no les he comentado acerca de Jaz a los mellizos, por lo que no lo conocen.
—Un amigo me sugirió la idea. Se llama Jazer —le digo—. Me ha dicho que le gusta como dibujo, por lo que me comentó que me vendría bien publicar mi arte con más personas. ¿Qué piensas tú?
—Pienso que tu amigo tuvo una gran idea —declara el chico con un asentimiento de cabeza—. A ese no lo conocemos, ¿verdad? Aunque me suena el nombre...
—No, de hecho, yo lo conocí hace una semana, justo unos días antes de que se fueran, por lo que no tuvieron tiempo de conocerlo. Y que te suene el nombre es porque lo viste en mis historias el domingo pasado.
—Con que era ese. Bueno, espero que conozcamos pronto a Jazer.
Emi e Isa saben quiénes son mis amistades, por lo que no es raro que conozcan a casi todos.
—¿A quién no conocemos? —pregunta Isa llegando a la habitación donde está Emi.
—Al nuevo amigo de nuestra Ness.
La chica levanta una ceja y oh, no.
—Bueno, creo que es hora de que me concentre a hacer mi tarea. Es agradable platicar con ustedes, pero algunos de nosotros no nos fuimos de vacaciones. —Levanto el celular de donde lo tenía apoyado.
—Explícate, Ness. ¿Qué es eso de un nuevo amigo? —comienza a interrogar Isa. Escucho como Emi se ríe de la situación y solo ruedo los ojos.
-—Los quiero, hasta la próxima.
—Espera un momento...
Corto la videollamada.
Querré mucho a mis dos amigos, pero siempre, siempre, buscan algo que no existe entre mis amistades. Ha sido así desde que entramos a la preparatoria. Dado que Isa sigue con su novio de aquel entonces, no tiene los problemas que tenemos su mellizo y yo respecto al tema del amor. Pero a los dos nos da igual, siendo honesta. Y aunque Emi no le sigue tanto el rollo a Isa, suele unirse su investigación.
Bebo de mi café mientras observo como me llegan las notificaciones al grupo que comparto con los hermanos. Los decido ignorar y centrarme en mi dibujo. Antes de sumergirme en el mundo de mi imaginación, pongo música y comienza a sonar desde mis audífonos.
A veces todo lo que necesito para ser feliz es la música y un lápiz.
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