34

Lover
-Taylor Swift

Primero, dejamos a los mellizos en su casa. Nos fijamos de que hayan entrado correctamente antes de regresar a la avenida e ir de camino a mi casa.

Al llegar allí, Jaz me acompaña adentro y se queda en la sala charlando con mi papá mientras yo guardo algunas cosas para pasar la noche en su hogar. Logramos conversarlos, en su mayoría Jaz, diciéndole que tenía un último regalo y que solamente podía dármelo durante la noche. Entre todo, guardo lo más esencial aparte de la ropa, que es mi cuaderno de dibujo, mi cargador y cepillo de dientes.

Regreso a la planta baja y encuentro a Jaz y a Enzo sonriendo y estrechándose la mano. Me ven y asienten en un acuerdo silencioso del cual no entiendo nada.

—La única condición con la que te dejo ir es que no hagas nada de lo que te arrepientas después —me avisa mi papá cuando llego a su lado y me pone una mano en el hombro.

—De acuerdo. No debes de preocuparte por nada.

—Bien, cuídense los dos y disfruten de la noche. Nos vemos mañana, Ness. —Mi papá me abraza y me da un beso en la frente antes de soltarme.

—Hasta mañana.

Salimos de la casa y regresamos al coche de Jaz. Ahí, me concede mi insistencia de poner música en las bocinas. Suelta un suspiro demasiado forzado.

La primera canción que suena es una de Elvis Presley y es exactamente la de: "Can't help falling in love". Jaz comienza a cantar con emoción y me uno a él.

—Si llegamos a un futuro donde nos casemos, esa canción deberá de sonar en el vals —declara Jaz cuando termina la música y pasamos a otra.

—Trato hecho.

Parece sorprendido por que no haya replicado al hecho de que ve un futuro conmigo. Yo también tendría que estar asombrada por mis palabras, pero no lo estoy. Me gusta eso. Pensar que puede existir un: 'en unos años' o 'en un futuro cercano'.

Jaz sonríe y aprovecha que está en rojo el semáforo para besar mi mano más cercana a la suya.

—¿Qué haremos al rato?

—Ya lo verás —me promete con guiño y arranca el coche cuando la luz regresa a verde.

Estaciona el coche cuando llegamos a su casa y me invita a pasar antes que él. No puedo evitar sentirme nerviosa por el hecho de que es la primera noche que paso junto a él.

Rambo nos recibe al instante con ladridos y con brincos. Me agacho para acariciarle la cabeza mientras Jaz cierra la puerta detrás de él y termina de asegurar que todo esté puesto antes de voltearse con nosotros y recibir a su mascota.

En esa fracción de segundos, Sam baja corriendo en pijama y se queda quieta en su lugar al ver que estoy en su sala.

—Hola, Sam —la saludo con una sonrisa y ruego para que no vea lo nerviosa que me estoy poniendo.

—Ness, no esperaba verte aquí con mi hermano.

—Ni yo. Es algo de improvisto. Parece que me tiene una sorpresa por mi cumpleaños.

—Ah, que es cierto. Feliz cumple, Ness. —Se acerca a mí y me rodea con sus brazos. Estamos casi a la misma altura. Me toma por sorpresa durante unos momentos, pero le devuelvo el gesto y sonrío.

Me gusta ese sentimiento de ser querida por la familia de Jaz.

—Sam, devuélveme a mi chica.

—Muy tarde, ya es mía. Buenas noches, Jaz. Vete a dormir mientras Ness y yo platicamos y nos ponemos mascarillas. —Pese a que dice eso, hace todo lo contrario. Es ella la que se separa de mí, va a las escaleras y antes de desaparecer en la planta superior, nos dice—. Solo no hagan nada ruidoso, ¿sí? Intento ponerme al día con One Piece y no quiero que se arruine por lo que sea que hagan.

Y se va. Rambo la sigue, quedándonos solo Jaz y yo en la sala. Lo miro por encima del hombro y él se encoge de hombros mientras intenta contener la risa.

—¿Qué quieres cenar? Hay cereal, un poco de pizza que podemos calentar, sándwich...

—¿Es mucha la pizza que queda?

—Son cinco rebanadas. ¿Te apetece?

—¿Quién negaría pizza gratis?

Jaz sonríe y comienza a preparar todo para ir calentando la comida. Por mi parte, me enfoco en conectar mi celular a una bocina que hay en la sala. Cuando lo logro, entro a la música y pongo una playlist aleatoria. Teniendo eso listo, me pongo en la isla de la cocina y desde ahí observo a mi novio. De vez en cuando, lo grabo cuando está distraído o muy sumergido en el mundo de la música.

Saca dos platos de los estantes y los pone frente a mí. Coloca las rebanadas en cada uno y procede a conseguir vasos, agua del refrigerador, así como kétchup.

—Todo un cocinero profesional —me burlo. Él se sienta frente a mí y toma un poco de agua.

—Que tonta —replica con una sonrisa.

El resto de la comida la pasamos hablando de todo lo que hicimos hoy, incluyendo bromas sobre los mellizos. De igual manera, hablamos un poco sobre lo que haremos las próximas semanas siendo el caso de que se aproximan vacaciones de verano y hay más chances de salir a más lugares.

Jaz dice que en dos semanas quiere hacer algo especial porque se cumplen seis meses desde que empezamos a salir formalmente. El tiempo se ha pasado volando de un momento a otro.

Para cuando terminamos de comer, son casi las nueve de la noche.

El chico se levanta y comienza a fregar los platos y yo limpio lo que se tiró en la mesa. Al finalizar primero que Jaz y siendo el caso de que él aun no acaba, me pongo a revisar mi celular. Tengo varios mensajes de Isa en el grupo con los mellizos.

Isa: Ness, nos acabamos de enterar q en junio nos iremos dos semanas a Gringolandia a ver a nuestro papá, puedes creerlo?

Isa: Así q parece q no estaremos contigo durante ese tiempo, me pregunto como sobrevivirás sin nosotros tanto tiempo

Sonrío a la pantalla y le respondo:

Oz: Seguramente estaré llorando cada día por ustedes y lamentando el hecho de q no me fui con ustedes

Oz: Fuera de broma, me alegro mucho por ustedes:). Le mandan saludos a su papá de mi parte, eh y me compran algo

Fue solo una oportunidad en la que logré ver al papá de los mellizos. Y todo porque justamente estaba en una pijamada con ellos y el señor entró a una videollamada. Dado que no me quería dejar afuera y apartada del asunto, me unieron casi a la fuerza y fue así como lo conocí.

Lamentablemente, ya no ha vuelto a ocurrir algo como aquella vez, aunque eso sí, el señor suele mandarles un saludo a los mellizos de su parte para mí, cosa que se me hace bonito. Significa que se acuerda de mí. Y eso ya dice mucho.

Jaz pone un trapo sobre el lavado, indicando que ha terminado, y guardo el celular en uno de mis bolsillos.

—¿Qué haremos ahora? —le pregunto enarcando una ceja.

—Ahora sigue la mejor parte de la noche. Pero primero, debemos de cambiarnos a algo más cómodo —responde y comienza a caminar hacia las escaleras. Agarro mi maleta improvisada y lo sigo.

El cuarto de Jaz es un mundo al que me encanta entrar siempre que tengo la oportunidad. Tantos libros, tantas vidas para leer y descubrir. Es fascinante.

—Puedes cambiarte aquí mientras yo lo hago en el baño —me dice él y asiento.

Jaz agarra su pijama de un cajón y sonríe antes de salir y dejarme en su habitación. Me visto demasiado rápido (una camisa de manga corta color gris y un pantalón del mismo color), lo que me deja tiempo libre para pasear por toda la estancia.

A pesar de que he venido muchísimas veces, es la primera vez que caigo en cuenta de una imagen que está decorando la estantería de la entrada.

Es el dibujo que hice cuando lo conocí. El de las manos y el café de por medio.

Ay, mierda.

En cinco meses se cumplirá un año desde que lo conocí y... Guau. Mi vida dio un giro de ciento ochenta grados después de aquel día. Y en ese tiempo, he madurado y aprendido mucho. Aprendí a salir un poco de la rutina; a disfrutar los pequeños momentos con la gente que quiero; a saber que nunca se sabrá cuando puede ser la última vez que vea a alguien y por lo tanto, debo de aprovechar el mayor tiempo con esa persona. Pero sobre todo, aprendí que nunca debo dejar de ser yo.

Creo que eso es lo esencial en esta vida: ser más tú que cambiar por alguien más. Al final del día, gustarle a la gente por tu auténtica versión vale más que por una imagen falsa.

Le tomo una foto al dibujo, haciendo el esfuerzo de que aparezcan los libros en el fondo, y me quedo admirándola un rato. Pensar que por ese pequeño error ahora todo esto está sucediendo...

Alguien toca la puerta y pego un brinco. Guardo el celular y me asomo. Sam está afuera y tiene una hoja blanca entre sus manos.

—Ness, quería pedirte algo.

—Claro, ¿qué es? —pregunto un poco confundida por la situación. Me pregunto entonces donde está Jaz. Ya tardó más de lo necesario.

—Pues, verás, en mi escuela me pidieron un dibujo de una persona y aún no se me da tan bien esto de dibujar, ¿crees que podrías enseñarme algunos conceptos básicos?

—Ehh —dudo un momento antes de responder—. Está bien.

La chica sonríe y me hace señas para que la siga a su habitación.

De todas maneras, le envío a Jaz un mensaje diciéndole a donde me fui, pero no lo ve. Y es raro, ya que él responde al instante.

Solo espero que no se haya desmayado o pegado con algo en el baño.

Sorpresivamente, el rato que pasé con Sam fue mejor de lo que esperaba. Mientras dibujaba lo que me había pedido, ella me contaba sobre su vida en la escuela y fuera de ella, así como algunos de sus gustos y aprovechó para hacerme saber historias humillantes de Jaz.

Y hablando de él, toca la puerta cuando pasaron treinta minutos desde que me dejó en su habitación. Me despido de Sam, dejándole el dibujo ya terminado y salgo afuera con Jaz. Lleva puesto un pijama a cuadros de color azul marino. Tengo que apartar la vista por unos momentos; la piel se me erizó por completo y eso no es una buena señal.

—¿Qué te hizo tardar tanto? —pregunto con curiosidad, aunque el tono de mi voz lo hace parecer otra cosa. Tengo suerte de que Jaz entienda con perfección como me expreso.

—Ahora lo verás. Cierra los ojos, por favor.

Frunzo el ceño y lo observo. Estamos al pie de la escalera y con una mirada de ojos, le hago comprender mi desconcierto.

—Confía en mí. Nunca te dejaría caer.

Me agarra la mano. Tomo aire y hago lo que me pidió. Jaz se coloca a mi lado derecho, para así dejarme apoyarme del barandal y de él. Comenzamos a bajar con lentitud.

Y entonces comienzo a escuchar música clásica, de la que le gusta bastante. Así como un olor a algo dulce.

Después de mi gran esfuerzo por llegar en una pieza al piso de abajo, hago el ademan de abrir los ojos, más Jaz me detiene.

—Aún no.

Me jala hacia adelante y hago memoria del acomodo de la planta baja. Lo que está al frente de la escalera es el patio.

—¿Por qué el patio? —pregunto. Él abre la puerta corrediza y me indica que avance cuatro pasos y después me detenga.

No me responde.

Escucho que hace unos cuantos movimientos más, diciéndome en todo momento que no abra los ojos, hasta que dice lo siguiente:

—Me gusta salir al patio y observar las estrellas y la luna de vez en cuando. Y debo decirte que esto es algo que muy poca gente sabe. De hecho, solo mi papá y Sam lo saben por que viven conmigo. Así que oficialmente te vuelve la tercera persona en conocer esto, pero la primera en acompañarme. Abre los ojos, Oz.

Me quedo sin aliento cuando presencio lo que hay delante de mí.

El patio de la casa de Jaz no es muy grande, pero tiene el espacio más que suficiente para tener la lavadora, un lavadero y césped por todo el piso. Fácilmente, caben dos coches en ese espacio.

Mi novio está sentado sobre una cobija y tiene el celular apuntando hacia mí. Encima de esta hay dos vasos y refresco al lado, así como un recipiente pequeño con algunos brownies puestos en él y para finalizar, un pastel con unas palabras escritas en la superficie.

¡¡Feliz cumpleaños a la chica más bonita de mi vida!!

Miro a Jaz con la mandíbula hasta el suelo y él sonríe ampliamente. Termina de grabar y dice:

—Quería hacer de este día algo verdaderamente memorable. Más de lo que ya había sido.

—Estás jodiéndome. Esto es una preciosidad.

—Te lo mereces, Oz. Y mucho más. —Hace señas para que me siente a su lado. Cuando estoy junto a él, pasa su brazo por mi cintura y me pega a milímetros de su cuerpo—. Te amo, Oz, y no me alcanzan las palabras para hacértelo entender al cien por ciento.

Es la primera vez que me dice esas dos palabras. Es un gran paso para nuestra relación.

Quizás estoy en un estado de estupefacción, pues no respondo en los segundos siguientes, todo lo que hago es intercalar la vista entre las cosas del suelo y los ojos de Jaz.

—¿Vamos a comernos todo eso esta noche? —digo finalmente y no es algo que él se esperaba, pues frunce el ceño y se echa a reír solo momentos después.

—Si lo hiciéramos, probablemente mañana no amanezcamos vivos. Lo guardaremos para después, por supuesto. Solo era para tener un poco de aperitivos cuando veamos la luna creciente de hoy.

—¿Ese era tu plan?

—Afirmativo. Espero que te haya gustado.

—Más de lo que te puedes imaginar. Es... No lo sé, me cuesta encontrar las palabras para expresarlo, pero es lo más especial que alguien haya hecho por mí en toda mi existencia. Creo que nunca antes había tenido a una persona que se fijara en los más mínimos detalles para hacerme feliz.

—Me alegra que hables en pasado, porque de ahora en adelante, no te faltara nada mientras esté contigo. Y, sobre todo, me tendrás a mí para fijarme en todo.

Jaz me da un beso en la mejilla y recarga su cabeza contra la mía.

Saco el celular y tomo una foto de todo lo que hay delante de mí y una de nosotros dos.

Las observo mientras Jaz comienza a preparar al ambiente.

Pienso en aquel día donde salí lastimada por un niño que no tenía la certeza de lo mucho que podía herir a alguien con sus actos. Pienso en todo lo que me está sucediendo ahora; en que hay una persona que sabe el poder que tienen las palabras y los actos y hace lo mejor para no lastimar a alguien con todo eso.

Pienso en lo triste e incómoda que estaba aquel día. Y pienso en como estoy hoy. Feliz y a gusto conmigo misma y con mi entorno.

Pienso en mi vida en general de aquella vez, que apenas aprendía sobre la realidad del mundo y que no todo era color rosa. Pienso en mi vida actual, que pese al dolor de unos meses atrás, logró recomponerse y comenzar a sanar lentamente.

Pero sobre, pienso que nada de esto hubiera ocurrido si seguía poniendo escudos a mi corazón para que evitara salir lastimado. Quien sabe que sería de mi vida si seguía manteniendo esas capas ahí. ¿Qué tipo de persona me habría vuelto?

Aparto la vista del celular y veo que Jaz está cantando una de sus canciones preferidas mientras separa los brownies.

Y entonces digo esas palabras que tanto me cuestan decir, pero que con Jaz, son más que necesarias porque es la persona que llegó para cambiar mi vida. Para hacerme entender que amar puede dar miedo, pero eso no quiere decir que no pueda ser algo maravilloso de sentir.

—Jaz —lo llamo y me voltea a ver con una sonrisa de oreja a oreja. Le devuelvo el gesto—. Te amo, Jaz.

Me mira con los ojos abiertos en par y al instante lo tengo encima de mí, dándome besos por toda la cara.

No soy capaz de detenerme y comienzo a repetirlas millones de veces, todas las necesarias para él.

Me alegro que ese error por un café haya sucedido, pues así la vida me dio a Jaz y ahora no lo quiero soltar.

Ni ahora ni nunca.

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Nota de autor
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Y se acabó.

Aunque, aún nos queda el epílogo, así que no de pongan tristes aún.

Puede que en algún futuro veamos más de Jaz y Oz. Quién sabe. 🫣

En fin, ojalá les haya gustado muchísimo la historia. Luego les agradeceré (en una versión más completa) por todo.

¡Nos veremos luego!

Rebeca.

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