17

Sparks
-Coldplay

El lunes por la tarde cito a los mellizos a mi casa.

Les envié un mensaje ayer por la noche diciendo:

Oz: URGENTE. Necesito verlos mañana o moriré con mis propios pensamientos

Y aquí estamos. Me tome el tiempo de hacerles palomitas y servir un poco de agua de limón para que se entretengan mientras les cuento todo lo que pasó el fin de semana.

Estoy sentada en la silla del escritorio, viendo hacia la cama, lugar donde ambos chicos están recostados y tan cómodamente acostados que me cuestiono porque les cedí mi trono.

—¿Puedes creerlo, Emi? —pregunta Isa con un tono de sorpresa tan falso que no hay necesidad de que aparenta estarlo—. Nuestra Ness, en menos de dos días, finalmente dio el primer beso en su vida y ahora está en una relación amigovios.

Pongo los ojos en blanco y tomo de mi vaso con agua.

—No sé si se consideraría eso...

—Pero es increíble, Ness —dice Emi ignorando a su hermana—. Ya te decía yo que las señales eran claras.

—¿Lo dijiste?

—No como tal, pero hice énfasis a la manera en la que te miraba. Y lo sigue haciendo.

—¿Era muy claro para los demás, pero no para mí? —suelto un suspiro y recargo la cabeza en la silla.

—El amor nos hace ciegos —explica Isa sentándose—. Aunque también Jaz lo disimuló bien, excepto por ese detalle. Que es uno de los más esenciales, ya sabes todo lo que dicen de los ojos y bla, bla, bla.

—Por suerte, ya quedó eso atrás y ahora solo es tiempo de que lo hagan oficial —prosigue Emi antes de que Isa le quite las palabras.

—Puede tomar un tiempo a que eso llegue a suceder. Le dije a Jaz que quería ir con calma; él lo tomó de buena manera y dijo que no había prisa en acelerar las cosas.

—Aun así, los días se te pasaran volando y cuando menos lo esperen, bum, te llega con la pregunta. O tú le llegas con la pregunta. No sé cómo le harán.

Isa niega con la cabeza.

—Pero, en fin, lo importante es que finalmente le confesaste todo y salió mejor de lo que esperabas. Eso es bueno. Cuando vi tu historia todo lo que hice en ese momento fue gritar de felicidad. Las personas cercanas a mí me vieron como loca, pero me dio igual.

Ayer por la noche me dediqué a leer los mensajes que respondieron a mi intrigante historia de Instagram. Por supuesto, Emi e Isa no hicieron faltar las reacciones. También tenía algunos de Saul, Dora e incluso de Misa.

—No hacía falta tanto escándalo.

—Era más que necesario. Es como ver a mi propia hermana superar un miedo —replica Isa comiendo unas cuantas palomitas.

—¿Y qué sigue ahora, Ness?

—Excelente pregunta, Emi. Ni yo lo sé. Pero todo lo que sé es que veré a Jaz mañana y no tengo idea de cómo reaccionar al verlo y saludarlo.

Mi mejor amiga sonríe con malicia mientras que Emi se abstiene a comer palomitas.

—Depende. ¿Qué quieres hacer tú?

—Es que no lo sé. Puedo dejar todo en manos de Jaz y hacer que él sea quien dé el primer paso, solo por esta vez, y entonces para la próxima vez, seré yo quién lo haga. Tampoco me gustaría que Jaz fuera el encargado de todo y por lo tanto, comience a aburrirse de la rutina....

—No es mala idea, ni tampoco creemos que Jaz se vaya a aburrir de ti, Ness. Ciertamente, es una idea sencilla y discreta para aprender. Sin embargo... —Isa sonríe ampliamente y solo sé que lo que viene a continuación será complicado.

¿En qué terreno me acabo de meter?

Cuando Emi e Isa se van de mi casa, son casi las nueve de la noche. Después de la extensa plática, nos pusimos a ver películas y conversar sobre otros temas que no fueran mi situación amorosa.

En el comedor está Jessica comienzo papa rellena y Enzo está sirviendo la mía en otro plato.

—¿Cómo va eso? —pregunto cuando me siento y señalo las hojas que tiene mi mamá en la mesa.

—Lo mismo de siempre. Ahora estoy viendo lo de Gina y bueno, no hay mucho que pueda comentar que no hayas escuchado ya.

El tema de mi tía sigue aun activo, aunque creo que está en los momentos finales. Me alegro por ella.

El hombre de la casa deja mi plato frente a mí y me entretengo cortándolo. Escucho que regresa con su propia comida y finalmente estamos los tres sobre la mesa y el ambiente que se siente...

Ah, mierda.

—Así que Jazer, ¿eh? —dice mi mamá. Ya sabía yo que íbamos a llegar a este tema en algún punto de la semana, pero no esperaba que tan pronto.

Hago como que no la oigo y sigo comiendo de la papa rellena. Sin embargo, siento la sonrisa culpable de mi papá en su rostro aun sin verlo.

—Escucha, Ossena, estoy feliz de que tengas finalmente a alguien, pero debemos de conversar como se debe, de padres a hijos.

Me atraganto con la comida y tengo que tomar agua de mi vaso para que se me pase. Cuando me recompongo, miro a mi mamá con cara de pocos amigos.

—Podemos tener esa conversación, pero en este momento no. ¡Estamos cenando!

—Mi mamá puso el tema sobre la mesa un día que cenábamos fajitas de maíz y desde entonces ya no me gusta comerlas.

—Y por eso mismo debemos de omitirlo por ahora. No permitiré que las papas rellenas me dejen de gustar por ese tema. —Mi mamá sonríe mostrando los dientes y pongo los ojos en blanco. Solo se está burlando de mí.

Aunque, esa información sobre mi abuela es nueva. Nunca tuve una explicación como tal del porque no se hablan, por lo que, aun cuando es un pequeño detalle sobre el pasado de mi mamá, vale un montón. A veces pienso que realmente no conozco a la mujer que me dio vida más allá de la etapa en la que yo nací.

—Siendo honesta, desde el día que lo trajiste a la casa, pensé que ya eran pareja en ese tiempo —dice ella—. Por la forma en la que ambos se llevaban, me dio ciertas ideas.

—Papá también pensó que éramos algo.

—Por supuesto. Era extraño verte convivir de la manera en la que lo haces con Jazer. Quiero decir, ni con Emiliano eres así.

—Emi es Emi —aclaro.

Él asiente como si comprendiera mis palabras.

—Exactamente, y por eso es que pensaba que había algo con Jaz.

—Ustedes son igualitos.

—Por algo nos casamos —replica mi mamá con un encogimiento de hombros y con la mirada puesta en mi papá. Me sorprende que, aun con los años, siguen viéndose con ojos de enamorados. Eso es bueno, no muchas parejas duran tanto en la actualidad.

—¿Creen que debería comprarle algo para, eh, no verme tan mal ante Jaz? —les pregunto.

Pese a que Isa me dio otros consejos, sinceramente, preferiría escuchar la sugerencia de mis padres, ya que ellos podrían darme mejores ideas.

—¿Comprar qué? ¿Ropa, detalles, accesorios?

—No sé, algo para regalarle.

Jessica me observa un rato. Creo que está pensando lo mismo que yo sobre el hecho de que es la primera vez, en años, que busco su ayuda para algo relacionado al amor.

—No, mejor hazle un dibujo. Eso es lo tuyo y pienso que a Jazer le va a encantar mucho más que algo comprado.

Pues vaya, sí que fue bueno recurrir a ellos.

—Suena bien.

Sonrío mientras una idea se comienza a formar en mi mente.

El martes a la hora del descanso soy acorralada por tres personas que tarde o temprano iban a hacerlo. Justo antes de que aparecieran, estaba terminando el dibujo para Jaz. Es un dibujo de una lapicera y un lápiz especial; la lapicera tiene unos 'brazos' que están sosteniendo un celular y pide una fotografía y el lápiz especial está encantado por la propuesta. Me da risa porque es así como nos veo cuando Jaz hace exactamente eso.

—No puedo creer que Ness consiguió pareja antes que yo —suspira Saul disimulando tristeza.

—Pues tampoco es como si tu pusieras de tu parte para lograrlo —me defiende Dora—. Incluso cuando algunas chicas intentan abordarte y hacértelo saber, tú las ignoras.

Entre nosotros cuatro, hasta hace menos de una semana, Saul y yo éramos los únicos que no tenían a alguien. Alondra y Dora eran las que sí tenían pareja. El novio de Alondra va en nuestra misma universidad, solo que está en el penúltimo semestre y por lo mismo, no coincidimos casi nunca en los horarios.

—Es solo que no son las predestinadas.

Todas miramos a Saul con el ceño fruncido.

—Pero cuéntanos, Ness, ¿cómo inició todo? —pregunta Dora haciendo caso omiso a nuestro amigo que tenía la boca abierta listo para contestar.

Les cuento casi la mayor parte de la historia. Claro que, paso ciertos detalles por ser más personales, pero en sí, les digo como fue que me declaré y que pasó después de eso.

—Wey, que ganas de que me suceda algo parecido —dice mi amigo negando con la cabeza.

—¿Vas a reunirte hoy con él? —pregunta Alondra mirándome expectante.

—Sí. Será la primera vez que lo veo después de... eso.

—Buena suerte, Ness. Estamos seguros de que saldrá bien. A fin de cuentas, Jaz te dijo todas esas palabras por algo.

Asiento y me recuesto sobre el pasto y miro al cielo.

Ayer y hoy estuvimos intercambiando mensajes como si nada hubiera sucedido, a excepción de que ahora me manda más stickers con algún corazón extra cuando se despide de mí.

Quedamos en vernos en donde mismo, que es la cafetería, pero esta vez no acelero el paso para llegar temprano. Siento las piernas flojas y las manos me tiemblas.

Y todo por volver a ver a Jaz.

Estando en la puerta de la cafetería es donde lo veo. Está en nuestro lugar de siempre y está inclinado sobre la mesa. Seguramente escribiendo algo. Me gustaría saber qué es lo que apunta.

Entro y camino lentamente hacia donde está. Al principio, no nota mi presencia por lo concentrado que anda, pero cuando muevo un poco la silla para sentarme, es cuando me ve.

Y ay, madre, como lo hace.

Sus ojos brillan y esboza una sonrisa.

—Bienvenida, Oz —me saluda y termino de acomodarme en mi asiento.

—Hola —le digo sin saber qué otra cosa decir.

Dado que no me atrevo a mirarlo a los ojos por más tiempo, aparto la mirada y me pongo a sacar mis cosas: el celular, mi libreta con la hoja que le quiero regalar y la cartera para comprar un café.

—Espera, iré a comprar mi bebida y entonces, eh, platicamos —le informo y hago ademan de levantarme, pero Jaz me toma de la muñeca y me detiene en mi lugar.

—No hace falta que vayas allá —declara y levanto mis ojos hacia la mesa.

Ah, pues vaya.

Encima está su café y también hay otro, que parece que es para mí, además de que hay un pequeño ramo de flores gipsófilas. ¿Cómo sabía qué...? No hace falta pensarlo mucho cuando en este mundo solo cuatro personas lo saben; mis papás y los mellizos. Y tengo una buena idea de quienes les dijeron a Jaz.

—Jaz... —Tengo la boca abierta. Y ninguna palabra me sale de ella.

—Quería que empezáramos esto de una buena manera y que mejor que de esta forma. Puede ser un poco cliché, pero, ¿qué te puedo decir? Me gusta mucho eso de dar flores y pequeños detalles que simbolizan más que algo caro —explica aun cuando no debe de hacerlo.

Tomo las flores y las atraigo a mi rostro. Después vuelvo a observar a Jaz y le sonrío.

—Es más de lo que podría pedir. Y no eres el único que ama eso de dar flores y todo lo demás.

Dejo el ramo con cuidado sobre la mesa y saco el dibujo que hice en la mañana. Se lo entrego y él lo analiza. Bebo de mi café mientras observo cada una de sus expresiones.

—¿Así es como me ves? —pregunta con diversión.

—¿Qué te digo?

—Me lo puedo quedar, ¿verdad?

—Claro, lo hice para ti. Como forma de empezar esto.

Jaz amplía su sonrisa y entiendo que hice bien en hacer ese dibujo.

No desaprovecho la oportunidad y tomo una foto a la mesa. El ramo, el café y de fondo mi libreta cerrada. También sale una parte de su mano.

—No sé si te lo dijo tu mamá, pero ya le entregó los papeles de divorcio a mi papá y todo lo que queda es que la rellenen y entregar la carta, aunque después viene todo ese proceso del juez y sabrá que más.

—Eso está bastante bien, ¿cuánto lleva tu papá queriendo esto?

—Puede que años. Recuérdame si te conté por qué mi mamá empezó a beber a grandes cantidades.

Hago memoria del día donde me confesó los problemas que había en su familia y niego con la cabeza.

—Pues bien, inició unos que... ¿Siete, ocho años? Tenía doce en ese entonces —dice y bebe un poco de su bebida. Hago lo mismo—. Mi mamá trabajaba como directora general en una empresa con la que llevaba años dentro. Sin embargo, sucedió algo, desconozco todos los detalles, que hizo que la despidieran de la empresa y le quitaran todos los méritos dentro del mismo lugar. Por supuesto que eso afecto a mi mamá y la llevó a beber a exceso. Es como si tu amiga con más confianza te traicionara y te escupiera a la cara.

Se me eriza la piel de tal siquiera imaginarlo.

—Desde entonces, no ha logrado recuperarse y volver a ser quien era. Es una pena. Siempre me pareció una mujer con gran fortaleza y que nunca se dejaba vencer por nada, pero al final uno entiende que los padres también son humanos y son de todo menos héroes a quienes idolatrar.

El tono de voz de Jaz se escucha demasiado triste, pero con amargura al mismo tiempo. Es algo raro ver eso en él.

No sé si hacerlo está bien o no, pero estiro mi mano, agarro la suya y entrelazo mis dedos a los de él. Tiene la vista perdida en algún lugar, pero cuando nota mi contacto sobre su piel, sus ojos me buscan y cuando lo hacen, relaja su expresión y suspira.

—Perdona que vuelva a atormentarte con mis problemas. No se suponía que así debería de empezar esta relación.

Ignoro las cosquillas que siento en el estómago y en su lugar, le digo:

—Para mí, esa es la mejor manera de iniciarla. Nada mejor que conocer a la persona con la que pasaras largo rato de tu vida y entender quién es y cuáles son las cosas que pasan por su mente.

—¿Oz filosofa regresa?

—Idiota. —Jaz ríe y me doy cuenta de lo mucho que extrañaba escuchar ese sonido.

—Pero tienes razón... Es mejor conocer a la persona antes de lanzarse a con todo. Vaya que nunca pierdes un argumento contra mí.

—Mi mamá es abogada, no esperes de menos. —Me encojo de hombros, pero sonríe.

Me siento más relajada a diferencia de cómo estaba en la mañana y eso es un gran avance por mi parte.

—¿Cuándo me mostraras que lo que escribes?

—Pronto, pronto. Solo unos detalles más y todo tuyo. Pero necesito que esos detalles sean bien ejecutados y que tengan sentido, si no, no valdrá la pena mostrártelos y que quedes decepcionada.

—No creo poder decepcionarme de algo que hagas.

—Eso es un gran halago de tu parte, Oz, pero quiero hacerlo perfecto para ti.

Ahí está de nuevo.

—Bueno... —Bebo otro poco más del café porque las palabras volvieron a escapar de mi habla.

—Pensaba que podríamos reunirnos en mi casa, este viernes, para tener nuestra primera cita.

—Oh, claro. Me parece bien —replico y aunque parezca calmada por fuera, justo ahora acabo de sentir como mi mente está en un colapso—. ¿Quieres que lleve algo?

—Solo que vayas cómoda. Eso bastará. Pero eso sí, no olvides lo que te pidió Sam, ella nunca olvida lo que pide.

Cierto, había descuidado su dibujo y solamente lo dejé en el mero inicio por todo lo que se vino.

—Más me vale ponerme a trabajar. —Jaz asiente y observa nuestras manos. Yo lo hago con él.

Justo en ese momento, vuelvo a tener esa sensación de estar en casa. Y es más reconfortante de lo que esperaba.

Aunque lo más extraño de esto, es que no lo siento raro, sino que es como si esa sensación ya existiera incluso desde antes.

¿Qué tan a gusto debo de estar con una persona para sentirme así?

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