Capítulo 9
Brother
-Kodaline
—Un gusto conocerla —Estrecho mi mano con la de la mamá de Arleth, Ivanna, justo cuando entro.
Tiene un delantal negro, dejándome claro que ya empezó a preparar la comida. Arleth está detrás suyo y me saluda con la mano como si no nos hubiéramos visto media hora atrás.
Les dejé una nota en la sala a Omar y el resto sobre dónde estaría para que no se preocuparan y le mandé un audio de voz a Isa sobre esta situación. Ella solamente respondió con un emoji de pulgar. Súper clara su respuesta.
Ivanna cierra la puerta a mis espaldas y pone un trapo sobre su hombro. Yo me acerco a mi amiga.
—El gusto es todo mío. Por fin conozco a uno de los tantos capos de Omar. Ha tirado un montón de flores sobre vos y tu hermana. Ojala poder decir lo mismo de mi hija. —Hecha una mirada a dónde está Arleth y la veo poner los ojos en blanco. De repente, me siento incómodo. Decido enfocarme en otra cosa que en el ambiente.
Hay personas a las que el acento nunca se les va y aquí tengo la demostración de ello. Arleth, aunque tenga su vocabulario con palabras argentas, el acento no se le nota como a su mamá.
—Pasá, Emiliano. Estoy armando el desayuno. Sentite en tu casa.
—Gracias.
Arleth me señala la sala. Su departamento es igual al de Omar; obviamente, lo único que cambia es la decoración que hace que cada hogar sea particular a las demás. Tanto la sala, el comedor como la cocina están juntas, haciendo que todo el espacio esté abierto. E igual al de Omar, hay pasillos que dan a las habitaciones.
—¿Vamos al parque después de que hable con mi jefe? —me pregunta la chica que ya no será más panadera.
—Claro. No es como que tenga algo qué hacer.
—Genial. Por eso me agradas.
—Es bueno saberlo —replico con una sonrisa. Escucho a Ivanna silbar desde la cocina al ritmo de una canción de Amy Winehouse. Me sorprende que tenga tanta energía a esta hora. Mi padre aún ni despierto está.
—Emiliano, ¿querés algo de tomar en específico? —pregunta la mujer y volteo a verla. Niego con la cabeza.
—Lo que sea que vayan a tomar ustedes está bien.
Asiente y regresa a la cocina. Solo veo como saca leche del refrigerador y algunas fresas.
—Y bueno, creo que nunca te pregunté bien qué onda con tu vida, solo lo que ayer hablamos pero de nuestros gustos, nada más. Me mandé más yo que vos. Hoy te toca tirarme toda la charla.
—Uh, eso no suena bien.
—Tenemos gran parte del día, pelirrojo.
Suspiro, fingiendo que me rindo, y a ella le crece la sonrisa aún más.
—¿Qué te puedo decir que no sepas ya...? —Lo pienso. Le he dicho cosas básicas de mí, como algunos de mis hobbies, mis gustos o las personas importantes de mi vida—. Estudio Integración Social y llevo dos semestres apenas. Isa también lo estudia.
—¿De qué va? Jamás lo escuché.
—Me dicen eso mucho. Es básicamente buscar soluciones ante los problemas sociales, ya sea de un grupo o alguien individual y se trata de hallar una inclusión para todos.
—Sí te queda.
—¿Ahora me juzgas por mi carrera? —inquiero, divertido.
—Yo te juzgo por todo aunque no lo diga. —Me guiña el ojo y trato de tocarle el hombro, pero ella se aleja y se echa a reír cuando ve mi mano extendida sin llegar a ningún lado—. Pero me copa montón esa carrera. Seguro vas a dar una mano a toda la gente que lo necesita.
—Ese es mi propósito.
—¿Y qué onda allá? ¿Te sentís cómodo? Ya sabés que después no siempre es lo que uno se imagina.
Ya sabía yo que íbamos a llegar a este punto de la charla. ¿Le miento o le soy honesto? Creo que el segundo. Ella lo fue conmigo y es justo que el trato sea mutuo.
—Sí me siento cómodo. Es un ambiente muy bonito donde todos los que estudian ahí van con el mismo propósito: ayudar a los demás. Así que feliz lo estoy... La cosa es que últimamente no me ha ido bien en lo personal y en las materias. He bajado en la calificación de repente.
—¿Por?
—No sé, siento que doy lo mejor de mí pero no es suficiente para los demás. Y eso me hace sentir inútil.
Guau. Es la primera vez que lo digo en voz alta y que se lo cuento a alguien más. Debería de sentirme más relajado, mas es todo lo contrario. Siento que sigo decepcionando a los demás al no ser capaz de cumplir sus expectativas... Qué puta mierda sentirse así.
La mirada de Arleth es justo la que quiero evitar. Esa es la razón por la que no le cuento a Isa sobre lo que estoy pasando.
—No digas nada.
—Emi...
La voz de su mamá la interrumpe.
—Cuando quieran, ya está la comida. Yo me voy a preparar para irme al laburo —dice Ivanna apareciendo entre los sillones y mirándonos. El ambiente se tensa por una extraña razón. Arleth no dice nada y solo baja la mirada—. Quédate todo el rato que quieras, Emiliano. Me saludas a Omar y Marissa.
—Claro que sí. Y gracias por el desayuno.
Ella sonríe y se desvanece tan rápido como apareció. Yo, en cambio, me incorporo y me apresuro a ir a por la comida. No quiero seguir teniendo esa mirada de mi amiga sobre mí.
Agarro uno de los platos que hay en la isla y tomo algunos panqueques del plato que hay ahí. De reojo, veo que Arleth me imita y pone su música al mismo tiempo. Prefiero esto que hablar de ese incómodo tema.
Teniendo todo preparado, me siento en un banco de la isla. Arleth lo hace frente a mí y comemos en silencio con la música de fondo. No es hasta que levanta la cabeza y se me queda viendo de tal forma que sé que me dirá algo.
—Sé que preferís no hablar del tema, pero no puedo evitar callarme después de todo lo que me dijiste y ayudaste.
Intento pararla, pero me calla con un golpe en la mano.
—Una calificación no te define, Emi. Sos mucho más que eso. ¿Entendés? Es solo un numerito en comparación con todas las cosas groso que sabés.
—Pero eso no quita el sentimiento de sentirse estúpido.
—Lo sé. Pero si lo pensás bien, es solo en ese instante. Después te cae la ficha y te sentís mejor, porque te das cuenta de que una nota baja no es el fin del mundo. Ves que las cosas aún pueden mejorar.
—Es difícil pensar así de positivo cuándo toda tu vida has sacado una buena calificación y de pronto ya no más —replico sin comer y jugando con la comida.
Arleth suspira y da un bocado rápido a su comida.
—¿Vos mismo te autoimponés esa validación académica o fue tu familia la que te la mandó a tener?
Eso no es difícil de responder.
—Yo mismo. Quería destacar en algo, ya que Isa lo hacía en los deportes y quería hacer sentir orgullosa a mi mamá. Obviamente, ellas nunca dijeron que tenía que ser muy bueno en las clases.
—Ay, Emi...
—Así que ahora me da miedo decepcionarlas porque ya es costumbre que siempre les de las buenas noticias y que de pronto cambie, no sienta bien. Mucho menos imaginar cómo se verá la decepción en sus rostros. Ni siquiera le he dicho a Isa la última nota que saqué por lo mismo.
—Deberías charlar con ellas y contarles la verdad. Guardarte todo esto no te hace bien. Seguro que entienden re bien que no siempre vas a clavar la mejor nota.
—No lo sé... —Me sacudo el cabello y cierro los ojos. Es mucha presión para mí. No sé comunicar mis sentimientos a los demás más allá de bromas sobre estos.
—Solo pensálo. No te quiero tirar presión para que lo hagas ahora. Es solo un consejo al que le podés dar bola.
Abro los ojos y la veo sonriendo de lado.
—Está bien. Quizás me lleve tiempo hacerlo.
—Lo clave es tener la intención de cumplirlo —comenta y esta vez me hace imitar su gesto.
—Gracias por escucharme. A veces me cuesta abrirme a las otras personas a pesar de que les digo que lo hagan. Irónico, vaya.
—Es re común eso. Hablamos mucho, pero a la hora de la verdad, a veces no lo hacemos. Es algo que nos pasa a todos, así que, don't worry, boy.
—Aún tengo muchas cosas que cambiar en mi mismo.
—Y para eso está toda la vida, o algo así me dijo un pelirrojo que conozco. No te apures a mandar todo al frente ahora. Yo sigo en pleno cambio día a día.
—Eres muy sabía, Lett.
Se encoge de hombros, toma su vaso de agua y bebe de él sin apartar sus ojos de mi. Alza las cejas.
—¡Buen provecho, pelirrojo! A desayunar este manjar que nos mandaron los dioses para comer.
—Ya está todo frío por mi culpa. —Hago una mueca y ella chista.
—Silencio, mexicano. Mientras vos te mandes a hablar de lo que sentís, que es re importante, la comida pasa a segundo plano. Si esto te ayuda a soltarte, no hay drama en repetir un desayuno frío.
Solo me hace ampliar aún más mi sonrisa. Agarro yo mi vaso y lo choco con suavidad contra el suyo, el cuál está apoyado en la mesa, y brindo por ambos.
—Por más momentos de desahogos.
Tomamos de las bebidas.
Tal como dice Arleth, una mala calificación no significa que todo acabó. Solo debo repetirme eso en mi mente hasta entenderlo.
Lamentablemente, me tomará años entenderlo. Eso no cambia de la noche a la mañana.
𓆉
Miércoles, lo que significa que solo nos quedan cuatro días más aquí. Tres si quito el domingo como día para ordenar todo el desastre hecho.
No ha pasado mucho desde el domingo pasado que pasé con Arleth. Claramente, nos hemos reunido en el parque que hay cerca de los departamentos para charlar sobre la vida por horas o simplemente escuchar música. He aprendido muchísimo de ella este tiempo.
Renunció a su trabajo, tal como dijo, y ahora está libre de todo estrés. O bueno, mencionó que hasta que acabe junio, comenzará a pensar que hará con su vida ahora. Pero por ahora, no quiere hacerlo. Justo como yo, quiere distraerse de todo lo demás por un rato.
Esta mañana, por ejemplo, Arleth se quedó en casa para ayudar a su mamá y yo salí a correr toda la mañana para despejar la mente y tomé una decisión. Esta noche hablaré con Isa. Quiero ser honesto. No me gusta ocultarle cosas; pues como dije antes, ella siempre me dice la verdad de sus problemas. Me da miedo, sí, pero debo de ser valiente.
Ahora que estoy en casa, decido llamarla. Sigo solo. Mi hermano no regresará hasta dos horas más cuando salga de la escuela. No responde al primer tono, mas es en el segundo cuando sí.
—Hola, Isa.
—Otro yo, ¿qué tal? ¿Todo bien? —pregunta ella y trago saliva.
—Todo bien, sí. ¿Harás algo en la noche?
—¿Aparte de dormir como koala? No. ¿Por qué? —Hace pausa y sé que sacará una tontería de la manga—. Ah, ya sé. Quieres que sea tú cómplice para esconder un cadáver. Pensé que nunca me lo ibas a pedir.
—¿Mamá no te habrá dejado caer de cabeza cuando eras un bebé? Suelo cuestionarmelo mucho.
La escucho reírse del otro lado, cortar su risa casi de inmediato y atragantarse a la vez. No sé que hacer con esta chica.
—No me hagas reír mientras trabajo —reclama y ahora es mi turno de hacerlo.
—Tú empezaste, cabeza hueca.
—Ya, ajá. Entonces, ¿para qué me necesitas al rato?
Agarro de mi vaso de agua y bebo un poco para aclarar las ideas en esos segundos.
—¿Te parece si vamos a cenar?
Está sonriendo. Lo sé, aunque no la vea.
—Solo si tú invitas.
—Lo pensaba hacer. ¿Qué dices? —Sé su respuesta. Quedaría terriblemente mal si no la supiera.
—Obvioooo. Ya necesitamos un tiempo de hermanos. Te veo en la tarde, entonces. Tú quedas a cargo de todo.
—Zas. Sigue divirtiéndote en tú trabajo.
—Claro, como yo soy la payasa de aquí, hay mucha diversión —dice sarcásticamente y nuevamente, sé que está rodando los ojos. Nos despedimos y corto la llamada.
Lo difícil viene ahora.
𓆉
—¿Quieres algo de dinero? —pregunta Omar sacando su cartera. De inmediato, niego.
—No te preocupes. Todavía traigo algo.
—Cuando necesites, dime. Sabes que te lo daré —dice sonriendo de oreja a oreja. Marissa, a su lado, afirma con la cabeza. La quiero tanto.
—Gracias, pero de verdad que ahora estoy bien. Eso sí, ¿puedo tomar tú coche? —Lo miro, mientras mis manos hacen el acomodo de todos mis objetos en los bolsillos del pantalón.
—¿Tienes tú carnet legal para conducir acá? —Él levanta la ceja.
—Parece que no recuerdas con quién vivimos. —Mi madre nos obligó a tramitar el carnet para conducir, pero que fuera internacional, para todos estos viajes de visita con nuestro padre.
—Esa mujer siempre me lleva la delantera —murmura y suelta una carcajada—. Claro, tómalo. Solo cuidado en el camino y sigue todas las leyes.
—Mi cosa favorita del mundo.
Agarro las llaves del coche de Omar y le agradezco. Regreso a mi habitación rápidamente a arrancar el celular del cargador y vuelvo a la sala.
—Bueno, nos vemos más tarde.
—Disfruten de la cena —se despide Marissa y salgo de ahí con cuidado.
Observo la puerta de la casa de Arleth y de inmediato sonrío al saber que estoy haciendo esto por su motivación. Bajo corriendo y subo al coche en busca de mi hermana.
𓆉
A Isa casi se le cae la baba cuando entramos al restaurante que elegí.
—¿Cómo sabías que tengo ganas de comer pizza?
—Yo también tengo.
—Copión hasta en la comida. Se más original, hombre.
Pongo los ojos en blanco e Isa se cuelga de mi cuello. La mujer de la recepción nos saluda. Después de pedirle una mesa para dos, nos guía a través del lugar hasta una mesa casi en el fondo.
Una mesera se acerca, deja dos vasos de agua, y nos indica que el menú está en los códigos QR que se ven en la mesa. Mucha tecnología para mí. La mujer se va y ambos vemos el menú. Hay una que se ve muy deliciosa. Miro a Isa para intentar adivinar que pedirá ella, pero su rostro no me deja leerla.
—¿Qué vas a pedir? —cuestiona.
—¿Tú?
—Yo pregunté primero. Dilo.
—Una «Margarita Pizza» —respondo y ella abre la boca. No puede ser posible.
—Exijo que dejes en paz mi mente y pares de quitarme mis ideas.
—¿Perdona? Tú me dijiste que te dijera que iba a pedir y lo hice. Aquí la que me copió eres tú —replico y me pega en el brazo con una servilleta—. Pedimos una grande para los dos, ¿va?
—Pues ya qué.
La mesera regresa y le damos la orden. Él la toma, asiente y va a la cocina de regreso. Por si no fuera poco, también pedimos el mismo refresco, solo que en presentación diferente. Coca-Cola. Ella sin azúcar, yo la normal. Como si hubiera diferencia alguna entre las presentaciones...
—Me parece muy bonito que me hayas invitado a comer, pero sé que no es por puro acto de bondad hacía tu pobre hermana que trabaja día y noche para darle un momento de felicidad. Así que, venga, dímelo. ¿Qué pasó que necesitamos hablar?
A ver, sí que suelo invitarla a comer seguido, muchas veces solo por querer un pasar un rato de hermanos —como si no pasáramos el día entero al lado del otro— y otras veces sí que es para conversar. Más que nada, sacamos esta costumbre de nuestra mamá. Que, siempre que nos presentaba algún nuevo novio o nos daba noticias de su trabajo o referente a Omar, era en un restaurante. Como dicen, un hijo suele tomar a su figura paterna/materna como modelo a seguir en muchas cosas. Aquí un ejemplo de ello.
—Qué no pasó, querrás decir.
—Uuuh, chisme. ¿Algo que ver con la panadera?
Sacudo la cabeza y suspiro. La mesera regresa con nuestras bebidas y nos repite que no tardará tanto la comida. Te lo creo, estamos en el país de la comida rápida.
—Es algo más personal que suele costarme mucho hablar.
La seriedad en la cara de Isa se hace presente. Ella podrá bromear de todo siempre y cuando no ofenda a nadie, pero cuando necesitamos hablar de algo serio, mi melliza siempre será la mejor compañía para esos momentos.
—Claro. Te escucho.
Me paso una mano por la cara y tomo un tanto de refresco. Cuánto pagaría por tener algo de chocolate. Me calma de inmediato.
—Tranquilo, Emi. Soy yo, sabes que puedes contarme lo que quieras. Y si no estás listo, lo entiendo. Estaré siempre aquí para escucharte —comenta al verme nervioso.
—Es que si no lo hago ahora nunca lo haré. No soy tan valiente cómo lo aparento ser.
—Para mí ya eres valiente al querer contar esto. No lo digo mucho, pero, continuamente, suelo pensar que eres alguien sumamente valiente por querer dar lo mejor de ti. No todos son capaces de hacerlo.
Me saca una sonrisa sus palabras y me animan aún más a contarle la verdad. Me aclaro la garganta para empezar.
—Lo que pasa es que... Desde que tengo memoria, siempre me he esforzado en demostrar que soy capaz de hacer todo, tal como dijiste. Pero llegó a un punto donde lo volví algo casi obligatorio. Más en el área académica. Quería demostrar que también podía destacar en algo así como tú en los deportes. —Isa hace un puchero y yo una mueca—. Mamá estaba feliz de que a ambos nos fuera bien en nuestros puntos fuertes. Y cómo no quería decepcionarla, ni a ella ni a ti, me seguí esforzando de más al punto de que si sacaba algo mal, lo sentía como un fracaso.
» Y nunca te conté cuando me iba mal en algo por lo mismo de no querer decepcionarte. Siempre te veías tan orgullosa cuándo sacaba muy buenas notas y me daba miedo ver que ese orgullo no estaba más en tu rostro. Entonces por años me estuve guardando malas calificaciones para que no supieras. Y bueno, cuándo corté con Brianna, pasó lo mismo. Por eso estaba más desanimado de lo normal.
Ella abre la boca, pero la detengo con la mano.
—Solo... Déjame terminar, ¿sí? —Traga saliva y asiente. Yo continúo, bajando la vista para ver mis manos temblorosas que están sobre mis piernas—: Quiero pedirte perdón por haberte ocultado esto. Sé que nos decimos todo y me parece tan estúpido de mi parte habérmelo guardado, pero no tengo ni idea de que es lo que estás pensando y eso me aterra tanto al punto de no saber si estoy haciendo bien en decírtelo. Solo quiero que sepas que siempre doy lo mejor de mi a pesar de todo.
—Idiota —murmura ella y alzo la vista, encontrándome con una Isa con ojos rojizos y más pucheros que tratan de no soltar sollozos.
Se levanta y me da un abrazo algo raro por la posición en la que estamos. Yo sentado, ella inclinada para colocar su cabeza en mi hombro. Me rodea con fuerza y mi vista también se torna borrosa por las ganas de llorar.
—¿Cómo vas a creer que me llegaré a decepcionar de ti? ¿No escuchaste lo que te dije antes? —pregunta aún en voz baja, justo en mi oído—. Puedo ser la persona que se siente más orgullosa gracias a ti y todo lo que haces. Una calificación no hará que eso cambie.
Isa se separa, mas en lugar de regresar a su lugar frente a mí, mueve la silla para quedar a mi mano derecha y estar más cerca mío.
Por si no se había notado, somos de esos hermanos que necesitan el contacto físico para sentirnos más cerca.
—Es que siento que es lo único en lo que soy bueno verdaderamente, así que al sentir que soy un fracaso, es como saber que no tengo nada más que ofrecer y dejaré de ser alguien interesante. Y yo quiero ser tan interesante como tú —confieso. Ella niega con la cabeza y me toma de la mano.
—Si supieras cuántas veces yo he querido ser como tú por lo increíble y sencillo que eres. No tienes que tener una calificación excelente para demostrar que eres bueno. Una nota nunca te definirá, Emi.
—Llevo diciéndome eso toda la vida y sigo aferrándome a sacar las mejores. Es tan difícil...
Chasquea la lengua.
—Entonces vamos a cambiar eso de a poco. La siguiente vez que algo no salga como quieres, avísame y veremos como lo resolvemos, ¿sí? Pero no te lo quedes solo para ti. Sea cuál sea tú nota, jamás me decepcionarás. Promesa de pelirrojo.
Me saca una sonrisa su tontería.
—Promesa de pelirrojo —le sigo el juego y ella alza las comisuras de su labio—. Gracias por escucharme, Isa.
—Llevo escuchándote desde el vientre de mamá, ¿cómo no voy hacerlo ahora? Nacimos juntos, juntos nos quedaremos.
La quiero tanto.
𓆉
Salimos de comer las pizzas. Sí, en plural porque somos increíbles glotones que no se llenaron con una y pidieron dos más, la mitad de la tercera para llevar. Con razón ya nadie nos quiere invitar a comer.
Entramos al coche e Isa se estira en su asiento.
—Hay algo que debo de confesarte, Emi.
—¿Qué?
—Sospechaba que algo malo había pasado en tus notas aquella vez, antes de salir de vacaciones.
Hago un mueca.
—Discreción es lo que no tengo.
—Definitivamente, no. Era muy claro que querías llorar y más cuando te pregunté qué tal te fue. Como te dije, conozco bien a mi mellizo como la palma de mi mano, sé cuándo mientes y cuando no. Pero no quería presionarte a que me dijeras algo y esperé a que tú decidieras ser honesto.
Necesito una clase para saber mentir. Nada le puedo ocultar a ella.
—Gracias por no haber insistido más. Y por darme mi tiempo. Aún hay muchas cosas más que quedan por contarte y descubrir aún.
—Y aquí estaré para oírte.
—Te quiero tanto, cabeza hueca. —Enciendo el vehículo sin dejar de mirarla.
—Yo también, mosca. Ya vayámonos, que quiero abrazar mi cama y no despertar más.
𓆉
Not me releyendo esto millones de veces y llorando en cada una de ellas por identificarme con Emi. 😭 Quiero protegerlo del mundo entero y que nada le haga daño.
¿Cuántas personas se identificaron con esto? Comienzo yo. 🙋🏻♀️
Esto también va para ustedes: nunca dejen que una nota les diga lo inteligentes y buenos que son. 💓 El conocimiento no se demuestra por un número.
¡Gracias por llegar hasta aquí! Nos vemos el siguiente jueves. :)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top