Capítulo 27

¿Cómo pasó?
—Ela Taubert

Junio, 2027.

Reviso el celular por última vez antes de subir al avión.

Nada, otra vez.

No debería de sorprenderme. Desde enero no he sabido nada de Arleth, de mi novia. ¿Seguimos siéndolo, en primer lugar?

Gracias a Omar fue que en febrero supe algo de ella. Solo porque decidí preguntarle si la había visto. No quería que todo el mundo se enterara de lo que estaba pensando. Solo le conté a Isa y Ness por razones obvias. Al resto no. Bueno, y a Nadia también, que ha sido parte esencial de mi historia con Arleth.

Honestamente, no entiendo que pasa. De un día a otro simplemente dejó de escribir y responder mis llamadas. Ni siquiera ha leído los mensajes.

—Ojala la veas. —Isa me abraza y hago una mueca. Es la última que queda en despedirse. Los demás ya están en la sala, preparados para irse—. Y en cualquier caso, me llamas para lo que necesites.

—Pues a ver que pasa.

Tengo sentimientos encontrados ahora mismo. La sigo amando, pero...

Existe ese pero.

𓆉

—Hola, muchacho —me saluda Omar cuando lo localizo en el aeropuerto.  Nos abrazamos y me hace feliz volver a verlo. Creo que también me hacía falta volver a verlo—. ¿Qué tal el viaje?

—Ya entendí que Isa es el problema en el viaje. Ella atrae la mala suerte.

Él se ríe y me da palmadas en la espalda.

—Iker te necesita mucho. Está en crisis con escoger su universidad.

—Mi momento de hermano mayor por fin llega.

Omar asiente, con una sonrisa, y vamos al vehículo.

𓆉

Salimos del elevador y me quedo quieto cuando veo ambas puertas. Recuerdos de hace años me vienen a la mente; cuando las cosas eran fáciles.

Omar se adelanta.

—Ahora te alcanzo —le aviso. Él comprende al instante lo que quiero hacer y asiente. Desaparece dentro de la casa junto a mis maletas.

Camino siete, ocho pasos, y llego a la puerta que me dio muy bonitos recuerdos. Tomando todo el aire que el cuerpo me permite, toco la puerta.

La primera vez, nadie responde.

La segunda vez, nadie vuelve a responder.

La tercera vez, la puerta se abre y por un momento creo que es Arleth quién lo hace.

Decepción la mía cuando veo a su mamá del otro lado, con el humor de perro reflejado en su rostro. Sin embargo, sus cejas se elevan cuando me ven.

—Emiliano, ¿cierto? —pregunta, dudosa.

Para que lo haga con ese tono, es muy claro que no nos veíamos diario. O que Arleth le hablaba de mí.

Confirmo con un movimiento de cabeza.

—Ven, pasá.

Trato de no mostrar la sorpresa en mi cara y la sigo al interior del hogar, no sin antes cerrar la puerta.

—¿Querés tomar algo? Me imagino que venís del viaje.

—Así es. Y no, gracias.

Su mamá asiente y hay un momento de silencio incómodo. Escondo las manos detrás de mí. En ese momento, escucho un maullido que llama mi atención y me encuentro a Tangerine. Sonrío al verlo y pienso que es una buena señal. De que Arleth está aquí. Aunque desconozco la razón del porque no ha salido.

Me agacho para acariciar al gato y él me lame la mano. Luego lo cargo y se acomoda en mis brazos. Ivanna nos observa en silencio. Ahí es donde decido preguntar lo que lleva atorado en mi garganta desde que entré aquí.

—¿No está Arleth?

Ella suspira y desaparece por el pasillo de las habitaciones. Pasan unos minutos más hasta que regresa con una caja en las manos que pone sobre el sillón.

—¿Qué es eso?

—Emiliano, mi hija me pidió que te diera esto antes de irse. Son cosas que quería que tuvieras.

—¿Antes de irse? —repito, tratando de razonar esas palabras—. ¿Se fue? ¿A dónde?

—No lo sé.

Abro la boca y casi suelto al gato por la incredulidad que siento.

—¿Cómo que no sabe? ¡Es su hija! ¡Debería de saberlo por lo menos!

—Mirá, simplemente no sé más que eso. Me lo dio el día que se fue con las valijas, y lo único que me dijo antes de irse fue que te lo diera cuando vinieras.

Trato de calmar mi enojo por la insensibilidad en sus palabras. Creía en mi novia cuando decía que era una terrible madre, pero verlo ahora me lo deja más que claro y me calla la boca por completo acerca de porque su relación no mejoraba.

Suelto a Tangerine y recibo la caja que me tiende. La coloco en el suelo y me siento a ver que hay en el interior, el gato se recuesta a mi lado, como si sintiera que me falta una compañía. Ivanna se va de la sala.

Arriba de la caja hay una nota. Dice así:

«Poɾ toᑯo⳽ Ꙇo⳽ ɾᥱᥴᥙᥱɾᑯo⳽ ϙᥙᥱ tᥱᥒᥱ́⳽ ᑯᥱ ຕɩ. Pᥱɾᑯóᥒᥲຕᥱ ρoɾ toᑯo.».

Trago saliva y abro la tapa de la caja. No está decorada, ni nada parecido. Simplemente es una que encontró con rapidez y metió todo. En primer lugar, me encuentro con comida de gato, un collar, algunos juguetes, entre más cosas del animal. Encima de uno de estos, hay otra nota.

«ᥲ Tᥲᥒɠᥱɾɩᥒᥱ Ꙇᥱ ɩɾᥲ́ ຕᥱʝoɾ ᥴoᥒ ᥙᥒ ρᥲρᥲ́ ᥱ⳽tᥲᑲꙆᥱ ϙᥙᥱ ᥴoᥒ ᥙᥒᥲ ຕᥲຕᥲ́ ɩᥒᥱ⳽tᥲᑲꙆᥱ».

Y, mierda. Mi mente comienza a unir las piezas lentamente, pero se niega a aceptar la realidad. Sigo sacando cosas. Hay algunos llaveros que Arleth solía usar mucho en sus bolsas; también hay un libro que alguna vez le vi leer, el cual no tiene título ni portada. De igual manera, hay uno de recetas, que hojeo y noto que está relacionado a la panadería. Específicamente, de los que hacía en su trabajo y los otros que alguna vez le vi preparar.

Sigo sacando cosas que claramente son muy de Arleth, así hasta llegar al final, donde quedan dos cosas. La primera es una pulsera que jamás se quitó mientras estaba conmigo. Es de color azul, como su favorito, y unos accesorios de tortuga con diferentes acciones. Los ojos se me nublan.

Lo último que hay es un sobre de carta. Miro hacia arriba, evitando que se me caigan las lágrimas y veo el sobre antes de abrirlo. Hay tantas decoraciones que me recuerdan a ella. Y algunas otras que son parte de mi personalidad.

La abro y suspiro antes de entrar a sus pensamientos y, quizás, entender un poco todo lo que pasó.

«ᕼoꙆᥲ, ᙓຕɩ.

Sι ᥱstᥲ́s ᥣᥱყᥱᥒdo ᥱsto, ᥱs ρorqᥙᥱ sᥱ ᥴᥙmρᥣιó ᥣo qᥙᥱ tᥱ dιjᥱ qᥙᥱ hᥲrίᥲ: qᥙᥱ mᥱ ιrίᥲ dᥱ ᥱstᥲ ᥴᥲsᥲ dᥱ mιᥱrdᥲ. Y ᥣo hιᥴᥱ. Por ᥱso tᥱ dᥱjo todo ᥣo qᥙᥱ ᥲᥣgᥙᥒᥲ vᥱz mᥱ trᥲjo ᥲᥣᥱgrίᥲ, ρᥱro qᥙᥱ ᥒo mᥱ ρᥙᥱdo ᥣᥣᥱvᥲr.

Grᥲᥴιᥲs ρor sᥱr ᥣᥲ mᥱjor ρᥱrsoᥒᥲ qᥙᥱ ᥴoᥒoᥴί ᥱᥒ mι vιdᥲ. Mᥱ bᥲᥒᥴᥲstᥱ ᥙᥒ moᥒtóᥒ ᥴᥙᥲᥒdo mᥲ́s ᥣo ᥒᥱᥴᥱsιtᥲbᥲ. Fᥙιstᥱ ᥱᥣ ᥙ́ᥒιᥴo qᥙᥱ ᥱstᥙvo ᥴoᥒmιgo ᥱᥒ ᥣos ρᥱorᥱs momᥱᥒtos, ყ ᥱᥒ vᥲrιos, ყ ᥱᥣ ᥙ́ᥒιᥴo qᥙᥱ sιgᥙιó bᥲᥒᥴᥲ́ᥒdomᥱ ᥱᥒ mι rᥱᥴᥙρᥱrᥲᥴιóᥒ. Dᥱ vᥱrdᥲd qᥙᥱ ᥒᥙᥒᥴᥲ voყ ᥲ ρodᥱr ᥲgrᥲdᥱᥴᥱrtᥱ todo ᥣo qᥙᥱ hιᥴιstᥱ ρor mί. Y mᥲ́s qᥙᥱ ᥒᥲdᥲ, ρor qᥙᥱrᥱrmᥱ ᥴoᥒ todo ყ mιs dᥱfᥱᥴtos.

Tᥱ ᥲmo, Emι. Tᥱ ᥲmo ᥴomo ᥲ ᥒᥲdιᥱ ᥱᥒ ᥱstᥱ mᥙᥒdo. Y tᥱ sᥱgᥙιrᥱ́ qᥙᥱrιᥱᥒdo hᥲstᥲ ᥱᥣ ᥙ́ᥣtιmo sᥙsριro.

Pᥱro... No ρᥙᥱdo mᥲ́s, Emι. No ᥱstoყ bιᥱᥒ. No mᥱrᥱᥴᥱ́s qᥙᥱ tᥱ ᥲmᥱ ᥱstᥲᥒdo ᥲsί, tᥲᥒ ιᥒᥱstᥲbᥣᥱ. Yo mᥱ qᥙᥱdᥲrίᥲ ᥲ tᥙ ᥣᥲdo sιᥱmρrᥱ, ρᥱro ᥒo ᥱs jᥙsto qᥙᥱ tᥱᥒgᥲs qᥙᥱ bᥲᥒᥴᥲrtᥱ ᥲ ᥲᥣgᥙιᥱᥒ ᥲsί. Dᥱᥴιdί ᥒo ᥲᥣᥱjᥲrmᥱ soᥣo dᥱ ᥱsᥲ ᥴᥲsᥲ dᥱ mιᥱrdᥲ, sιᥒo dᥱ todo. Sιᥱᥒto qᥙᥱ ᥱs ᥣo qᥙᥱ ᥒᥱᥴᥱsιto ρᥲrᥲ sᥲᥒᥲr dᥱ vᥱrdᥲd. Arrᥲᥒᥴᥲr dᥱ ᥴᥱro ᥱᥒ ᥲᥣgᥙ́ᥒ ᥣᥙgᥲr ρᥱrdιdo ᥱᥒ ᥱᥣ mᥱdιo dᥱ ᥣᥲ ᥒᥲdᥲ.

Pᥱrdoᥒᥲmᥱ ρor ᥒo hᥲbᥱrtᥱ dιᥴho ᥒᥲdᥲ. Coᥒtᥱstᥲr tᥙs mᥱᥒsᥲjᥱs soᥣo ιbᥲ ᥲ hᥲᥴᥱr mᥲ́s dιfίᥴιᥣ ιrmᥱ.

Odιo ᥣᥲs mᥱᥒtιrᥲs, ρᥱro fᥙᥴk, odιo mᥲ́s sᥱr ყo ᥣᥲ qᥙᥱ tᥱ ᥣᥲs dιgᥲ ყ tᥱ mιᥱᥒtᥲ.

No mᥱ ᥱsρᥱrᥱs, ρᥱᥣιrrojo. No mᥱrᥱzᥴo qᥙᥱ dᥱjᥱs dᥱ vιvιr ρor mί ყ tᥱ ριᥱrdᥲs ᥣᥲ vιdᥲ. Aᥒdᥲ́, ᥴoᥒoᥴᥱ́ gᥱᥒtᥱ ᥒᥙᥱvᥲ, voᥣvᥱ́ ᥲ ᥱᥒᥲmorᥲrtᥱ. No mᥱ ιmρortᥲ sι mᥱ oᥣvιdᥲ́s. Lo ιmρortᥲᥒtᥱ ᥱs qᥙᥱ sᥱᥲs fᥱᥣιz.

Eso, ᥴomo dᥱᥴίs vos, ᥱs ᥣo fᥙᥒdᥲmᥱᥒtᥲᥣ ᥱᥒ ᥣᥲ vιdᥲ. Y ρᥲrᥱᥴᥱ qᥙᥱ voყ ᥲ sᥲᥣιr ᥲ bᥙsᥴᥲr ᥱsᥲ fᥱᥣιᥴιdᥲd qᥙᥱ tᥲᥒto qᥙιᥱro ᥱᥒᥴoᥒtrᥲr.

Sι ᥲᥣgᥙᥒᥲ vᥱz mᥱ ᥱxtrᥲᥒ̃ᥲ́s, sιᥱmρrᥱ mᥱ ρodᥱ́s ᥱᥒᥴoᥒtrᥲr ᥱᥒ ᥣᥲ ρᥙᥣsᥱrᥲ qᥙᥱ ᥲᥣgᥙᥒᥲ vᥱz fᥙᥱ mίᥲ ყ ᥲhorᥲ ᥱs tᥙყᥲ. Ahί voყ ᥲ ᥱstᥲr sιᥱmρrᥱ...

Ʈᥱ ᥲຕᥲ, ᗣɾꙆᥱtᖾ»

Tangerine, a mi lado, maulla triste, compartiendo el sentimiento conmigo. Me limpio las lágrimas y miro al animal.

—¿No es decisión mía decidir si me quedo con ella aún con sus defectos?

El gato maulla a modo de respuesta.

—Si me lo pedía, me quedaría hasta mi muerte. Porque una relación es de dos, no de una persona...

Me rompo y saco todo lo que llevo conteniendo desde enero.

𓆉

Nos despedimos de Omar y fuerzo una sonrisa antes de salir. Estando fuera del apartamento, no puedo evitar llevar mis ojos a la puerta del frente y recordar todo lo que dos días atrás explotó en mi interior.

Desde entonces, no había salido de mi habitación para nada más que ir al baño, alimentar a Tangerine o ayudar en la casa cuando no había nadie. Mi familia preguntó por mi ambos días, pero no respondí con palabras sensatas y asumo que ellos llegaron a una conclusión personal después de ver a Tangerine en la casa.

No fue hasta que Iker entró a mi cuarto y me sacó personalmente de la cama en la que llevaba pegado desde el día anterior.

Ahora estamos yendo a comprar un poco de helado para refrescarnos. Sé que el silencio que hay en el elevador no durará tanto como quisiera. El sitio de cuatro paredes tiene un espejo trasero. Ni me volteo a ver porque sé como me veo: demacrado. Día y noche llorando. Y al mismo tiempo sin saber porque lloro exactamente. Si por el hecho de que se fue sin decir nada, o porque me dejó a Tangerine como último acto de valentía por la relación, e incluso porque terminó lo nuestro a días antes de nuestro segundo año. O por el hecho de que la extraño todos los días y ahora más al saber que no tendré contacto alguno con ella tan siquiera para buscarla.

Lo único que he estado haciendo estos días es ver vídeos de nosotros dos, donde nos vemos totalmente felices y enamorados, donde escucho su voz y el apodo tan común y tan único para mí. De igual manera, no he dejado de ver la pulsera que está en mi muñeca.

Soy un masoquista.

Solo pensar en todo eso me hace querer llorar otra vez. Me hace mucha falta tener a mi melliza y desahogarme con ella. O su simple presencia para tranquilizarme y saber que no estoy completamente solo. He querido responder sus mensajes, pero nada se me ocurre. Lleva preguntando «¿Qué ha pasado?» desde que llegué. No sé ni por donde empezar.

Salimos del edificio. Mis manos en mis bolsillos del pantalón, las de Iker moviéndose a la par de su caminar. Saliendo de mi estado depresivo, elevo la mirada del suelo y volteo a ver a mi hermano menor. Ya es incluso más alto que yo. Se nota que tiene los genes de Omar. Eso me saca la primera sonrisa en estos días. ¿Cuándo creció tanto?

Tomo aire por unos segundos, recuerdo todo lo que he visto sobre lo malo que es aislarse del mundo, y decido entablar una conversación con mi hermano. Siento que he estado físicamente distante con él, pese a que hablamos seguido por mensaje o en llamadas y sé mucho de lo que le gusta.

—¿Qué es lo que más te cuesta al querer elegir una carreta? —le pregunto, sabiendo que es el mayor problema que tiene ahora y que no se me ha olvidado.

Iker se sorprende porque le hablo. Sonríe un poco de lado, aunque decae instantes después cuando piensa su repuesta.

—No sé que me gusta para dedicarme a eso toda mi vida. Tengo muchos hobbies y me encanta hacerlo, pero son simplemente eso, hobbies. Luego me da miedo escoger algo y que no me guste y sentir que soy un perdedor.

—Eh, Iker, tú jamás vas a ser un perdedor —le aseguro y pongo una mano en su espalda, haciendo que nos detengamos—. Y no tengas temor por no saber que quieres ser en el futuro. Tienes toda la vida por delante para seguir descubriendote y elegir lo que más te gusta. Date tiempo para ti. Te prometo que eso te aclarará la mente.

—¿No me quedaré atrás? —pregunta con duda en su voz.

—¿La vida trata de ir a prisas? No, ¿verdad? Todos tenemos nuestro ritmo y avanzamos a nuestros pasos. Sean lentos o grandes, lo importante es seguir adelante.

Iker sonríe de lado y le sacudo el cabello, lo que me hace recordar a años pasados cuando él era mucho más bajo que yo y podía cargarlo con facilidad. Ahora entiendo porque mis papás hacen esa acción cuando nos vemos.

—Por ahora, solo disfruta la vida. Ya llegará el momento donde te des cuenta de lo que quieres ser en un futuro lejano.

—Gracias, Emi. Creo que me faltaba alguien que me entendiera. Mis papás solo me daban opciones a escoger y me sentía más presionado que listo para tomar una decisión.

—Entiendo tú punto, pero no te enojes con ellos, ¿de acuerdo? Que sus intenciones son buenas y tratan de ayudarte. Solo tienes que serles totalmente sincero acerca de lo que sientes respecto al tema.

—Lo haré. —Empiezo a caminar otra vez, pero Iker me detiene dándome un abrazo y suspirando—. ¿Tú estás bien?

Punto bajo para mí. Aspiro aire y lo suelto.

—No, pero lo estaré. Necesito tiempo para sanar una herida.

—¿Es por Arleth? —Pues claro que va a saber—. ¿Qué pasó con ella? De un día a otro no la vi de nuevo.

—Se fue para no volver más.

—Oh... Lo siento, Emi. Debe de ser duro tenerla más lejos de lo que ya están.

Obviamente, Iker ni nadie más que ella y yo sabremos lo que pasó exactamente para que se fuera y lo que fue de nuestra historia. Por el bien de él y el mío en estos momentos, le miento.

—Sí, pero ya regresará algún día. Eso espero.

Bueno, creo que ahora yo también odio las mentiras.

𓆉

Finales de junio, 2027.

Nadia me saluda a lo lejos y devuelvo el gesto. Me apresuro a su encuentro.

—¿Qué tal el viaje? ¿La encontraste? —dice en cuanto soy capaz de escuchar por completo su voz sin tener que alzarla.

—Encontré recuerdos de lo que alguna vez fuimos. Solo eso. El viaje, en general, estuvo bien; pasé tiempo con mi familia. Hacía tanto que no lo tenía.

—Qué jodida la situación con tu chica.

—Ya, bueno... Por ahora cambiemos de tema, ¿sí?

—Lo que diga el jefe. —Nadia hace una seña militar y sonrío—. Vamos, anda. Que la cita ya empieza e Yván se enoja.

—Te sigo.

Me lleva por una avenida de la ciudad, para después dar vuelta en una esquina y caminar dos cuadras más hasta llegar a una estética. Mi amiga saluda a quién es Yván y nos presenta, acto seguido, ella se sienta en la silla y el estilista da inicio a su charla.

Ha pasado una semana desde que regresé del viaje. Tangerine ahora vive en mi casa, aunque tiene un poco de nostalgia en sus ojos. Supongo que yo me veo igual que él. Por algo Arleth solía decir que nos parecemos.

El día de ayer Nadia me dijo que iría a un bazar y necesitaba un acompañante para que la ayudara con sus ventas, solo que antes llegaría a cortarse el cabello y arreglarse. Acepté porque quiero distracciones. Estoy cansado de seguir con los mismos pensamientos día trás día.

Por eso me encuentro aquí con ella. Mientras espero a que termine, recargo la cabeza en la pared detrás mío y cierro los ojos.

No he podido dejar de pensar en Arleth todos estos días. Todo de ella viene a mi mente. Quiero entender, pero me cuesta tanto. Podía haberme dicho antes que se iba por un tiempo, que tomaría distancia y desaparecería un tiempo de mi vida. Y yo lo entendería. Prefería que me dijera todo eso a un silencio aún más doloroso.

—¿Cómo me veo, Emi? —me llama Nadia y salgo de mi mundo.

Observo a mi amiga. En este último año se intentó dejar el cabello hasta los hombros, pero su impulso de tenerlo al raz de las orejas le ganó y he aquí su resultado. Luce casi igual que la vez que la conocí, solo que con la cara más definida y la raiz decolorada de semanas atrás.

—Te queda muy bien. Tu cabello siempre se adapta a tú estilo, esté largo o no.

—Con que lo apruebes soy feliz. ¿Tu no quieres hacerte algún corte o pintarte algo? Tenemos tiempo.

Me miro en el espejo. Mi cabello largo y desacomodado. Isa dice que es un nido. Eso me causó gracia la vez que lo dijo. Ahora solo nostalgia porque me gustaba tenerlo largo debido a que Arleth comentaba lo muy guapo que me veía así.

—Un corte no me vendría mal. —Tomo la decisión y Nadia sonríe, como si supiera lo que estoy a punto de decir—. El caballo guarda recuerdos. Y yo tengo tantos que me duele el corazón de solo pensarlos.

𓆉

El aire me abraza. Luego se dispersa. Cierro los ojos.

Solo ha pasado un mes y se siente como una eternidad.

Ya el tiempo me dará la curita para sanar, por ahora, únicamente puedo cuidar que no se haga más grande y grave.

Tal como yo le decía a ella que hiciera, estoy tomándome tiempo para mi mismo. Que antes ya me lo daba, claro, pero es diferente. Me gusta estar solo, no sentirme solo. Y ahora me siento un poco más de lo último.

No me voy a quedar con los malos momentos, pues hay más buenos que negativos. Quiero quedarme con la última sonrisa que me dio. O con el último beso que tuvimos y que se sintió como estar en las nubes. E incluso con la última platica tan insignificante que tuvimos. Con todo me voy a quedar y dejaré lo malo como una fruta echada a perder.

Paso mi mano por mi cabello. Está cerca de estar rapado por completo. Casi al estilo militar. Me sentí raro al verme de esa manera, pero ahora estoy acostumbrándome y me sienta bastante bien.

Solo que... Hacer eso me trajo un recuerdo que creí haber perdido en una parte de mi cerebro. Más que nada, una palabra en concreto.

«Inexorable».

¿Quién diría que Arleth ya había predicho nuestro destino a días de habernos conocido?

Al final ella tenía razón. Un día nos tendríamos que separar y vivir en mundos diferentes. Solo que esta vez fue al reves y para siempre. Mientras yo me quedo en el mundo que alguna vez compartimos, ella salió a descubrir otros nuevos.

Supongo que como dijo en aquel entonces, solo me queda adaptarme a esta nueva vida sin ella a mi lado.





𓆉

Y el final está aquí. 😭

Si les soy sincera, esta historia iba a tener un final feliz, con ellos juntos; pero un día Arianna Grande sacó una canción..., y en mi mente se hizo el click. De inmediato pensé en ellos y así es como nació este final.

Duele, pero quería variar del final feliz de siempre. Una relación a distancia es complicada, más si le ponemos que ambos ya tenían vidas diferentes antes de conocerse y un futuro incierto. Y, por otra parte, está la salud mental.

Arleth nunca estuvo bien, aún con terapia, nunca logró estarlo. Ella lo aparentaba; aprendió a guardar su dolor solo para sí y no contarlo a nadie más. Estuvo un año aguantando las burlas de personas, luego otro más sola y sin nadie con quién hablar. Ni hablar del tema de su mamá, que era un constante recordatorio de todo lo malo de su vida. Acto seguido, a pesar de haber conocido a Emi y que su mundo volviera a tener color, llegó su relación con Noah, que solo fue la última gota del vaso.

Me gustaría explicar, algún día, que fue lo que hizo que se fuera. Que, de la nada, decidiera irse y desaparecer de la vida de Emi. Creo que ella también merece su punto de vista para que, l@s lector@s, comprendan que pasó para ese descelance.

Por favor, no la odien. Solo es una chica tratando de encontrarse en este mundo enorme. 🫂

Pero bueno, antes de pasar al epílogo, porque hay uno, 👀 quiero añadir un dato totalmente innecesario para alimentar la tristeza de este capítulo.

De los cuatro años que se conocieron, siendo 1,460 días en total, solo pasaron 84 días al lado del otro, físicamente. El resto fue a distancia.

Con eso, nos vemos en el epílogo. :)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top