Capítulo 2
Gilded Lily
-Cults
Hoy, veintisiete de mayo, es el cumpleaños de Ness, mi otra mejor amiga, pues a pesar de que Isa es mi melliza, la considero una de mis confidentes.
Intento mostrarme de buen ánimo. No quiero arruinar el día de Ness. No cuando puede ser difícil para ella después de todo lo que pasó en marzo.
Las dos semanas pasadas estuve sin ganas de hacer muchas cosas e Isa lo notó. Asumió que se debía a la ruptura con Brianna -cosa que también influenció mi bajo humor-, así que me dio mi espacio, me compró mi chocolate favorito para animarme y me sacaba de la casa tan siquiera a jugar un rato en el parque u otras veces, simplemente a visitar a Ness en la librería.
La verdad es que me dolió más la calificación que el final de mi relación con Brianna. Más que nada, porque siempre he sido de los que sacan notas altas y, que de un día para otro baje, es un gran golpe para tu orgullo y años de esfuerzos.
Suspiro.
Despierto justo cuando la alarma suena y voy al cuarto de Isa. Toco la puerta para que se apresure a preparar todo y llegar a tiempo al zoológico, lugar donde la llevaremos por sorpresa por el gran día. Estando ambos listos, y después de apresurarla millones de veces, esperamos a Jaz, que nos vendrá a recoger en unos minutos.
—Hoy te divertirás. Olvidarás a Brianna unas horas y te la pasarás muy bien con nosotros —me asegura mi hermana y asiento con una sonrisa sincera. Estamos en la sala, revisando que nada nos falte para el largo día.
—Bien.
En pocos minutos me llega un mensaje y veo que se trata de Jaz.
—Venga, pa' fuera —le digo a Isa jalándola del brazo y saliendo de la casa, no sin antes cerrar la puerta con seguro.
El chico pelinegro está en su vehículo, con la música ochentera que tanto le gusta. Isa rueda los ojos cuando entramos y la escucha. Jaz se echa a reír.
—Lo siento. El que conduce escoge la buena música.
—Yo también tengo buena música —replica mi hermana cruzándose de brazos. Nos sentamos en la parte trasera, por lo que Jaz nos ve por el retrovisor.
Nomás nos agarró confianza el chico y se llevó con nosotros como lo hace Ness. Tal para cual, por algo están enamorados. El conductor vuelve a reírse. Oculto mi sonrisa cuando veo que ella levanta su dedo corazón hacía él. Nosotros también nos llevamos de esa manera con Jaz. Creo que es nuestra forma de demostrar el cariño y aprecio que le tenemos por todo lo que ha hecho por Ness.
—Pues vayamos a por la linda cumpleañera.
𓆉
Sí que la salida sirvió como distracción para todos mis problemas.
Estar con gente que quiero es la mejor cura y forma de olvidar todo lo que pasa por mi mente. O bueno, por momentos. Y eso vale muchísimo.
Ver a Ness tan feliz como lo sabe ser y tan enamorada al mismo tiempo me apachurra el corazón y me hace sentir orgulloso de ella. Había pasado por una historia de desamor que realmente la dejó traumada y verla así genuinamente alegre es increíble. Nadie más que ella se lo merece.
Al final del día, Jaz nos hace el favor de llevarnos a nuestra casa. Medio dormidos, salimos del coche y Ness nos acompaña, quedándose su novio dentro del coche; dándole así su espacio.
—Gracias por esto, Emi, Isa. No saben lo maravilloso que fue mi día, gracias por haber estado —nos dice nuestra amiga al tiempo que nos rodea con sus brazos y hacemos nuestro típico abrazo de trio.
—Como si nos fuéramos a perder tu cumpleaños, babosa —replica Isa separándose y pegándole en la cabeza.
Ness se ríe y nos mira a ambos intercaladamente.
—Pues nos vemos otro día. Yo estoy que no soporto mis pies. Descansen, cerezas —se despide la chica, ahora dándonos un abrazo individual a cada uno. Primero a Isa y finalmente yo.
—Descansa, Ness. Ahí llegaremos a molestarte en la librería.
—Pondré un cartel dónde les prohíba la entrada. —Nos lanza un beso en el aire y sube al coche. Despedimos a Jaz con la mano y entramos a la casa a la par que escuchamos el motor del coche encendido.
Aviento mi mochila en el sillón. Isa se avienta al suelo, derrotada. Yo lo hago en el sillón, justo a su lado.
—Un día exitoso.
—Ya necesito repetirlo. Alejarme de la sociedad y estar con ustedes cuatro es suficiente. Y bueno, con Erick. Triste que hoy haya estado ocupado y no nos pudo acompañar.
—Seguro que para la próxima viene —le aseguro y ella sonríe.
En eso, oímos ruido proveniente de la cocina y nos incorporamos al mismo tiempo. Ambos nos miramos, asentimos poniéndonos en acuerdo en silencio, y caminamos lentamente hacia la cocina. Se supone que nadie más que nosotros deberíamos de estar en la casa. Nuestra mamá, Lily, llega hasta muy tarde, y aún no es tarde.
Me asomo primero y veo a esa cabellera rojiza que conozco perfectamente. Me relajo y le hago una seña a mi hermana. La siento detrás de mí mirando por encima del hombro, y sin verla, sé que está frunciendo el ceño.
Mamá se da la vuelta y notamos que está hablando por teléfono. Nos encuentra en la puerta y sonríe, saludándonos con una mano. De igual manera, hace una seña de que ahora estará libre.
—¿Qué carajo hace aquí tan temprano? —pregunta la chica a mis espaldas, en voz baja, solo para que yo escuche.
—Estoy igual de confundido que tú. ¿Hoy no iba a estar con Jorge?
—¿No era con Óscar?
Nos aguantamos una carcajada por respeto a la persona que está al otro lado de la línea.
Nuestra mamá ha salido con millones de hombres que ya no sabemos cuál es su pareja oficial. A veces nos los presenta y otras veces nos cuenta semanas más tarde su desafortunado encuentro amoroso.
Quizás yo heredé eso de ella.
—De acuerdo, yo les digo. Que ellos te llamen cuando les cuente la cosa —se despide la mujer en voz alta. Anteriormente hablaba solo para el teléfono.
Cuelga la llamada y guarda su celular en la bolsa de su pantalón. Toma un vaso de agua y voltea a vernos.
—Sentémonos, creo que querrán descansar por ahora mientras les cuento las noticias. —Hacemos lo que pide y quedamos frente a ella en la diminuta mesa circular que hay en la cocina.
—¿Quién era? —pregunta Isa directo al grano.
—Su padre.
No es que ellos hayan tenido la peor relación del mundo y no se vuelvan a hablar. En realidad, son buenos amigos. La cosa es que ellos se conocían desde que estaban en la secundaria; así que un día, en la preparatoria, en una fiesta por el cumpleaños diecisiete de una de sus amigas, estaban borrachos y sin tener conciencia de lo que hacían, tuvieron relaciones y, bueno, así nuestra semilla llegó al mundo.
Ninguno de ellos planeaba tener hijos a esa edad. Nuestro papá, Omar, le dijo a Lily que abortara, pero ella se negó. No hubo discusión ni nada. Nuestra madre le aseguró que no hacía falta que se responsabilizara por ello, que ella podía hacer las cosas sola. Y Omar no la contradijo, simplemente aceptó y aseguró que al menos le daría una cantidad de dinero como una ayuda cada cierto tiempo.
Lo vemos más como un amigo que un padre.
—¿Y qué quería?
No lo odiamos. Si ellos quisieron tener su relación de esta manera, la respetamos. Si él quiere vernos, aceptamos siempre y cuando pague los vuelos, ya que vive en Estados Unidos, de dónde es realmente originaria nuestra mamá. Ninguno hablaba español al comienzo, pero ella aprendió para poder vivir aquí y él solo para hablar con nosotros. Igual le sirvió, ya que así conoció a su esposa actual, que ella sí tiene genes mexicanos.
—Que si quieren ir de vacaciones allá por unas dos semanas en junio. O sea, en la siguiente semana se irían.
Isa y yo nos miramos. Me vendría bien una salida de este lugar para no pensar más en todas las cosas que me están atormentando últimamente.
—No suena mal —dice ella.
—Si el paga el vuelo, sabes que vamos. ¿No te molesta?
—Ustedes ya son mayorcitos cómo para decidir si van a verlo o no. A mi no me concierne esa decisión.
Con mamá a veces también la sentimos más como una amiga que la mujer que nos dio a luz. Quizás por lo mismo de que nos tuvo joven y aún lo sigue estando. Solo nos llevamos por diecinueve años.
Asiento en dirección a Isa.
—Está bien, entonces. No veo el problema a eso, realmente.
—Entonces llámenle y avísenle que irán allá para que se pongan de acuerdo en todo. —Se levanta de la silla, nos pone las manos en el cabello y las sacude, despeinándonos. Se va a su cuarto y solo quedamos nosotros.
—Eso fue fácil —digo mirando mi celular, en busca del contacto de Omar.
—Nada es complicado con mamá. —Se encoge de hombros. Ella también está en su celular; veo de reojo que entra al chat de Ness y le dice que nos vamos a «gringolandia» en junio.
Marco a su número y él responde de inmediato. Se nota que estaba esperándonos. Pongo el altavoz en la llamada y coloco el teléfono sobre la mesa.
—Estás en altavoz, pá —aviso antes de que diga algo.
—Perfecto. Hola, chicos. ¿Qué tal la vida?
—Como una montaña rusa —responde mi melliza—. Subidas y bajadas inesperadas. ¿Qué tal allá? ¿Cómo está Iker?
Creo que solo complico más la explicación del árbol genealógico de la familia. Iker es nuestro hermanastro, por parte de papá. Años después de que nacimos él se casó con otra mujer, como dije anteriormente, y tuvieron un hijo, quién es Iker.
—Bien, ya los extraña. —Ya hemos ido allá varias veces; algunas por años consecutivos y en otras ocasiones tardamos más en ir, como ahora. Han pasado tres años desde que viajamos allá. Más que nada por todo el tema de la pandemia y eso—. Entonces, ¿Qué? ¿Vendrán acá o ni me ilusiono?
Sabemos que está sonriendo aún sin verlo.
—Ya estoy empacando la maleta. En unas horas estoy allá —replica Isa con su usual sarcasmo.
—Ya le decía yo a Lily que sí aceptarían. De acuerdo, entonces les mando luego todo el dato de sus vuelos y todo lo que viene con ello. Pendientes con los mensajes.
—Sí, pá. Gracias por esto.
—Es lo que menos puedo hacer por ustedes, chicos. Nos vemos aquí en unos días. Se cuidan hasta entonces. Díganle a su madre que luego la invitamos también.
—Como si quisiera regresar allá. —Mamá podría haberse quedado en Estados Unidos y vivir en una casa o departamento lejos de nuestros abuelos, pero prefirió comenzar desde cero en otro país lejos de todos. Cuando ellos se enteraron de que estaba embarazada, la echaron de la casa. Muy complicada toda la situación, sinceramente.
Escuchamos a Omar reírse antes de cortar la llamada. Nos invade un silencio que Isa se apresura a llenar.
—Pues ya está hecho —me pasa mi celular y se levanta para sacar una paleta de fresa del congelador. Regresa a mi lado—. Ya hacía falta una salida así, ¿no crees?
—Muchísimo —concuerdo, cruzado de brazos y con la mirada perdida en la pared del fondo.
Me duelen tanto los pies que siento que no podré moverme más. Veo a mi hermana y está en la misma posición, aunque degustando su paleta que ya me antojó.
—Hoy no cenamos.
—Hoy no —repite ella dejando caer la cabeza atrás.
𓆉
Los siguientes días pasan volando.
Estar atareado de cosas que hacer de último momento me siguen ayudando a olvidar todo lo pasado en la universidad. La calificación final fue de ochenta; que no está mal, pero estoy tan acostumbrado a sacar arriba de noventa y cinco que me sabe mal sacar abajo de eso.
Si Isa vio mi calificación cuándo la estaba revisando el martes pasado, no dijo nada. Y está bien. No quiero que me recuerde el fracaso que soy.
Por fin, el gran día de irnos de aquí llega y mentiría si digo que no estoy emocionado. Necesito salir de este lugar para dejar de sentir que me estoy asfixiando con todo. Un cambio de aires no me haría mal.
—Lo único que les pido es que se cuiden y no hagan ninguna estupidez que les pueda perjudicar —nos dice nuestra mamá desde la parte delantera del coche. Va manejando para dejarnos en el aeropuerto—. Si ocupan dinero, pídanselo a Omar. O cualquier otra cosa, él se las dará. Y no duden en llamarme si algo grave pasa.
—Entendido, má —dice Isa guiñando el ojo. Lily la ve por el retrovisor y rueda los ojos—. No te preocupes, estaremos bien.
—Confío en ustedes. En lo que no confío es en el mundo, en el resto de las personas.
Sonrío por sus palabras.
—¿No quieres que te traigamos algún recuerdo? —le pregunto sabiendo la respuesta.
—Los mato si no me traen nada.
Nos carcajeamos y veo por la ventana que ya estamos cerca de llegar. Ness, Jaz y Erick ya nos están esperando ahí. Tempranos como siempre. Nosotros también hubiéramos llegado puntuales si Isabella no se hubiera regresado por su maquillaje.
Mamá estaciona el coche en un aparcamiento libre y salimos de él. Ella hace lo mismo, pero no se mueve de ahí. No le gustan los aeropuertos, así que nunca entra en ellos a menos que sea meramente urgente.
—Sé que lo he dicho millones de veces en todo el trayecto, pero diviértanse y olvídense de sus preocupaciones acá.
Extiende los brazos, esperando por un abrazo. Se lo damos al mismo tiempo y ella nos rodea con sus brazos. No solemos tener tantos gestos de este tipo, así que son muy raros cuando pasan, por lo que apreciamos mucho cuando suceden.
—Nos vemos en dos semanas, Isa, Emi.
Asentimos y nos despedimos de ella. Con maleta y mochila en mano, cruzamos la calle para entrar al aeropuerto. Nuestros amigos nos esperan no muy lejos de la entrada, así que los ubicamos fácilmente. Isa corre a abrazar a Erick de inmediato y se dan montones de besos como si no se hubieran visto el día de ayer.
Los ignoro y me centro en la otra pareja.
—Gracias por venir a despedirnos —le digo a Ness dándole un abrazo al mismo tiempo.
—Estás mal de la cabeza si pensaste que no vendría a verlos una última vez antes de que se vayan.
—Jamás lo dudé —me apresuro a añadir y veo de reojo a Jaz riéndose en silencio.
—Ey, Isa, escucha que no lo repito dos veces. —La aludida se voltea, fulminando con la mirada a la castaña a mi lado. Aun así, jala de la mano a Erick y vienen a con nosotros—. Tengan mucho cuidado allá. Sé que es un poco más seguro que aquí, pero aún así, no bajen la guardia. Los quiero sanos y vivos de regreso.
Isa y yo sonreímos por las palabras de Ness. Ella no lo dice mucho, pero sabemos el gran aprecio y amor que nos tiene.
—Sí, Ness. Tú no te olvides de mandarnos un mensaje por estar con tu Jaz.
Ahora ella pone los ojos en blanco y le saca el dedo corazón a mi melliza.
Estoy a punto de replicar algo cuándo escuchamos en la bocina el llamado de nuestro vuelo.
—Mierda, se acaba el tiempo —exclama Isa. Le da un abrazo a Jaz, le dice unas palabras en voz baja y sigue con Ness—. Cuídate, tonta. Te llamaremos todos los días.
—Me lo dejaste en claro hace unos días.
Ness le devuelve el abrazo con fuerza. Es mi turno de despedirme de ellos, ya que Isa ahora anda embobada con su chico.
—Les traeremos algún recuerdo de allá, no se preocupen.
—Que se diviertan, Emi. Y tomen muchas fotografías —me dice Jaz y asiento, sonriente.
—Cuida de Ness mientras no estemos.
—Así será —voltea los ojos hacia ella y brillan de una manera espectacular. Ness le sonríe.
—Entonces nos vemos en dos semanas. —Agarro mis maletas y con la mano libre tomo el hombro de Isa para irnos moviendo—. Hasta luego, Erick.
Nos terminamos de despedir por completo y comenzamos a hacer todo el proceso para entrar al avión.
En unos veinte minutos más, puede ser, estamos dentro de este. Yo de lado de la ventanilla, Isa del pasillo.
Bueno, ya estamos aquí. ¿Qué nos esperará en nuestro tiempo allá?
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