Capítulo 11

Outro
-M83

—¿Cuánto falta para que el sol desaparezca? —pregunto mientras la cajera nos cobra las compras.

—Solo una hora. Termina a las nueve. No te hagas drama, te digo que hay tiempo —responde Arleth dándole el dinero a la mujer y ella lo recibe. La cara de esta demuestra lo harta que está de trabajar.

Agradecemos a la mujer del local y salimos de ahí para subirnos al coche. Esta vez, es mi acompañante quien conduce y se mueve entre las calles sin necesidad de un croquis.

La verdad es que no tenemos un lugar fijo, tipo un hotel o cuarto para dormir, por lo que será en el coche. Es más barato para el tiempo que estaremos aquí, y para la nada que la ocuparemos. Por lo tanto, esta vez no buscamos un sitio donde dejar el coche e irnos a la playa y volver a regresar como hace rato hicimos, no; es más que nada encontrar uno donde la zona se vea segura para estacionarlo, comer, ir a ver el atardecer y dormir justamente. No sé si me explico.

—Este lugar parece bien, ¿no te parece?

Miro por la ventana. Es un sitio de casas, no tan lejos de la playa, iluminado y limpio.

—Perfecto. Se ve mejor que muchas calles de mi ciudad —comento y ella chasquea los dedos.

—Eso ya dice mucho. Bueno, ¡a comer esta delicia!

Para nada es una delicia, pero es lo que hay. Es el sacrificio que haremos por ver un atardecer con una vista perfecta. Es un hot dog de una tienda local, con pintas de haber salido días atrás a la venta y algo tieso. Pero era eso o algo inclusive peor.

Hay que ser agradecidos con lo que tenemos.

𓆉


Por fin, el momento más esperado de este día.

Estamos en la playa. Ya hay pocas personas a diferencia de como estaba en la tarde.

Arleth está disfrutando de su paleta de hielo que le debía y yo unas frituras para el momento. Ambos acabamos con nuestro postre al mismo tiempo y exactamente en el momento donde el cielo se va transformando.

Es simplemente precioso. El color anaranjado con un toque de rosado y amarillento, mientras hasta arriba sigue estando azul y un halo de luz va desapareciendo lentamente.

Me encantaría ser El Principito y tener un planeta donde poder ver el amanecer y atardecer millones de veces. Nunca me cansaré de admirarlo y observarlo. Tiene un no sé qué que te deja tan reflexivo de la vida. Sin embargo, el amanecer es el que más me gusta de los dos y ansío mucho poder verlo ya.

—Precioso, ¿sí o no?

—Es de los mejores que he visto.

Claro que le tomo una foto para tenerlo de recuerdo. Y una a nosotros dos con el atardecer de fondo.

—Un bonito recuerdo con una increíble persona. Gracias por esto, Lett.

—No es nada comparado con lo que hiciste vos. Te prometí que te iba a devolver el favor y aquí estamos, cumpliendo.

Le sonrío a modo de agradecimiento. Ella se sienta sobre la arena y la imito. El resto de personas está tomándose fotos o admirando, al igual que nosotros, el atardecer sin aparato electrónico en medio.

—¿Qué preferís? ¿Ser vos el que se aleja de los demás o que sean ellos los que te dejen a vos? —pregunta Arleth que, como siempre, iniciar la conversación con sus preguntas curiosas e interesantes de analizar.

—Pero, ¿qué tipo de pregunta es esta? —La miro con los ojos abiertos de par en par y ella levanta la manos en modo de inocente.

—Andá, responde.

—Probablemente ser yo quien se aleje. Obviamente, explicando mis razones antes de irme. Creo que la otra persona se merece saber del porque alguien se va y no dejarle así por nomás. Eso me parece tan horrible y poco humano. Y si la otra persona se va, siento que lo hará sin decirme algo.

—Y sí, yo también iría por lo mismo. Es como pensar en uno antes que en los demás, ¿entendés?

—Todo depende de las razones que tengas para irte.

Arleth asiente y voltea a ver nuevamente el atardecer que va desapareciendo lentamente para dejar todo oscuro y sin brillo.

—Las charlas al atardecer son re copadas, ¿no? Cuando vuelvas, repitamos eso. Todo lo que no pudimos hacer ahora, lo hacemos en ese futuro.

—Trato hecho, Lett.

Quedamos en silencio una vez más, donde terminas de ver como el cielo se torna a completa oscuridad. Pasado algunos minutos, volteo mi vista a mi acompañante en esta travesía y la encuentro cabeceando. Le pico el hombro y ella abre los ojos de inmediato y regresa a la vida.

—Vamos a descansar. Mañana tenemos que madrugar si queremos ver el amanecer.

Ella se talla el ojo. Yo me levanto y la ayudo a hacerlo de igual manera. Estando los dos en pie, agarro a Arleth del hombro y la guío por el camino, pues no confío en que siga despierta de aquí hasta llegar al coche.

Estando cerca del vehículo, la ayudo a entrar en el asiento del copiloto, donde hay más espacio y ella puede estar más cómoda y yo me sitúo en el del piloto. Me queda algo disparejo para dormir, pero mejor eso a que ella lo pase así. Se merece un descanso. Pongo una alarma media hora antes de que sea, según mi amiga, el momento del atardecer. Más vale que lleguemos temprano a que sea más tarde que nada.

Arleth de inmediato cae dormida y yo sonrío al verla así. No parece ser la misma chica platicona y extrovertida que conozco.

—Descansa, Lett.



𓆉




—Emi, venga, despertá ya. —Me sacude el hombro y con toda la pereza que existe en mi cuerpo, extiendo los brazos para ir haciendo a la consciencia razonar.

—Cinco minutos más.

—Bueno, si querés quedarte y perderte el amanecer, allá vos.

Esa última palabra me hace despertar finalmente. Como consecuencia y olvidando que el coche no es tan alto, me doy un golpe en toda la frente.

—Mierda.

—Después te quejás, ¡vamos!

Arleth se baja del auto y viene a mi lado para abrir la puerta, jalandome del brazo, en señal de apurarme. Con una mano en la cabeza, bajo del vehículo y dejo que ella me guíe.

Esta vez, sí que somos los únicos y los primeros en llegar a la playa. Arleth, que al parecer ya estaba más preparada que yo, saca una de las mantas de la tarde pasada y la tiende en el suelo, sentándose ahí e invitándome a su lado.

—Dos días más y te perderé —murmura. Eleva las rodillas y con sus brazos las rodea, recargando una mejilla en ellas y mirándome.

—No me vas a perder. Seguiré en contacto contigo todo el tiempo que pueda y me lo permita la vida.

—Más te vale. Sabés que no me gustan las mentiras.

—Y tú sabes que yo no miento. Mano a mano. Pero esto tiene que ser mutuo. Tú también no te olvides de mandarme un mensaje cuando veas que yo no puedo. No pienses que es desinterés, es solo ocupaciones de la vida diaria.

—Dale, todo bien. Cada uno pone lo suyo y va a salir joya...

—Así mero. —Miro mi celular. Supuestamente, en unos diez minutos más tendría que salir el amanecer. Veremos si google no se equivoca.

—¿Por qué acabó tu relación con tu ex?

—¿Cuánto tiempo llevas con esa pregunta en la lengua? —Sonrío al solo pensar que la curiosidad la lleva matando por un rato.

—Desde que la nombraste por primera vez —dice, y la noto un poco avergonzada—. Es que sos una persona tan increíble que no puedo entender cómo fue que terminaron. Pero bueno, si recordás cómo se portó la chica, capaz me hago la idea de que no terminó bien por eso mismo.

Suspiro.

—Pasaron cosas. —Hago una mueca al recordar los últimos días con Brianna.

—Si no querés contarlo, respeto tu opinión.

—Shh, déjame terminar. Pasaron muchas cosas para que terminaramos. Pero a ver, primero quiero dejarte en claro algo. Brianna y yo no éramos cómo tal una "pareja". —Formo comillas imaginarias con mis manos—. Como decimos hoy en día, quedábamos. Claro que nos besábamos y todo eso, pero no formalizamos la relación. Eso es importante de aclarar.

—¿Puedo preguntar porqué no lo hicieron?

—Pregunta todo lo que tú quieras. Y honestamente, no te sé responder a eso. A mí me hubiera encantado. Siento yo sí era el que veía futuro a la relación, ya que sí llegué a sentir algo por Brianna, quizás poco, pero lo hice. No sé de su parte que sintió. —Tomo una pausa. Menos de diez segundos para que continúe—. Y bueno, como no éramos pareja, a veces teníamos nuestros momentos de discusión por lo mismo. Más que nada por los límites y respeto que debíamos de darnos.

» Por ejemplo, hubo una ocasión, ya a los meses de salir la primera vez, que Brianna estaba muy pegada a un chico ahí en el bachillerato, que es donde nos conocimos. —Arleth asiente, animandome a continuar—. Y no es que yo sea celoso, para nada, pero esa vez sentí que no estaba respetando lo nuestro y me sentí ofendido. Así que cuando nos reunimos en la tarde de ese día, le pregunté por aquello, con tranquilidad y ella se enojó solo porque ya no la dejaba tener amigos. No hablamos por una semana.

—Sí, veo mucha toxicidad en eso —comenta y concuerdo con ella.

—Y así eran las discusiones, que casi siempre estaban centradas en sus acciones. Pero la última que tuvimos, cuándo terminamos, cabe aclarar que fue más plática cortés que nada, ella... Quería terminar conmigo solo por una cosa sin sentido que yo no quise hacer. Tener sexo con ella. Después de todo lo que llevaba haciendo, quiso terminar por eso. Me parece una razón tan tonta. Más cuando me estaba presionando a algo que yo no quería ni quiero hacer. Y viendo que iba a ser así la cosa, la dejé ir. Tal como me dijo Brianna, no estábamos hechos el uno para el otro. Fin de la historia.

Un pequeño resumen de mi historia con Brianna, omitiendo el pequeño -gran- detalle de que me dejó la inseguridad de no saber si llegaré a ser alguien bueno para la otra persona. Más cosas que me guardo solo para mí. Genial.

—Wow... parece que ambos teníamos gente re tóxica alrededor que nos complicaba la vida.

—Una limpia no nos haría mal —intento bromear, aunque tengo un sabor amargo en la boca.

—Decí nomás y ahí me tenés.

Me guiña el ojo. En eso, comenzamos a ver rayos de luz encima del mar. Arleth se para para verlo mejor, pero yo me quedo en mi lugar, observando el amanecer desde otra perspectiva.

Y, Dios...

Qué bellos son los amaneceres.

Es que tienen algo que los hace ser tan especiales y únicos. Me encantan. Tanta paz, tantas razones para seguir viviendo solo para ver una vez más algo como esto. La gente se pregunta si la magia existe cuando tienen el amanecer para creer en ella.

Miro de reojo a Arleth, a quién le brillan los ojos y la boca la tiene abierta. Ella es mi representación siempre que veo uno.

La chica se vuelve a sentar a mi lado, cruzando las piernas y recta de la espalda, sin apartar la vista del paraíso que tenemos por delante. Por unos minutos, de aquí a lo que el atardecer va desapareciendo, solo existimos sin decir nada más.

Cuando el cielo queda completamente iluminado, Arleth me voltea a ver y pregunta:

—¿Sentías presión para tener sexo? No te juzgo, solo me da curiosidad.

Me deja desconcertado. Okey, definitivamente nunca sabré que es lo siguiente que me va a decir.

—Eeh. Sí. Yo... Creo que jamás lo había comentado con alguien más, pero yo... Hum... —Desconozco la razón del porque estoy nervioso—. El sexo no me llama la atención. Incluso llego, a veces, a sentir repulsión de solo pensar en eso.... Es algo extraño. Hay muchas personas de nuestra edad que se sienten muy orgullosos por haberse acostado con dos personas y yo, en cambio, ni siquiera me imagino estando de esa manera con alguien más... ¿No te parece raro?

—La verdad, no. Al contrario, para mí es normal. No todos estamos interesados en tener sexo y está bien así. No veo la necesidad de apurarse en eso a esta edad.

—Ni yo. —Ambos suspiramos. Hay personas que ya están llegando a la playa, solo que para correr temprano o pasear a sus mascotas antes de iniciar la jornada laboral—. A veces me hace sentirme raro. No sé, es como si no fuera como el resto y eso estuviera mal. Ya que, como te dije antes, a todos parece gustarle la idea y a mí no. ¿En qué me convierte eso?

—Ay, pelirrojo —Arleth se acerca un poco más a mi y entrelaza su codo con el mío, terminando así su acción recargando la cabeza contra mi hombro—. Primero, no tenés por qué sentirte mal por eso. No es un defecto ni nada, ¿entendido? Y segundo, según mi mejor amigo, Google, no tener "atracción sexual" se llama ser «asexual».

Hay algo extraño. Escucho la palabra y siento que algo encaja en mí. Observo el cielo, con el corazón acelerado, repitiendo la palabra mil veces en mi mente.

—Había escuchado ese término antes, pero nunca le presté la suficiente relevancia como para interesarme en él. Regresando buscaré un poco más sobre su significado para entender más de que se trata todo esto.

—Y para lo que sea que necesites, voy a estar acá para ayudarte.

—Gracias otra vez por escucharme, Lett. Y más estando en este lugar único.

—Siempre.

Veo a un perro correr hacia el mar y una idea para que esta aventura llegue a su fin de la mejor manera. Lo siento por Arleth, pero la diversión va primero.

Me pongo de pie. Ella se me queda viendo. Frunce el ceño, con la interrogativa en los ojos. Yo solo sonrío y me voy acercando lentamente, lo que ella va entendiendo al paso y niega con la cabeza, comenzando a reírse. Se levanta y corre. La persigo por todo el lugar, con la gente al fondo mirándonos con curiosidad, pero nos da igual.

Ahora mismo, para nosotros dos, somos los únicos que existen en el mundo y eso está bien.



𓆉




—¿A qué hora te vas mañana? —me pregunta. Nos quedan unas calles para llegar a casa y que esta aventura mágica se acabe.

—Como a medio día, así llegamos a México durante la madrugada.

Arleth aprieta los labios y asiente. Sigue manejando el coche y nos absorbe el silencio. El cuerpo me duele por la posición en la que he dormido, pero realmente fue un gran sacrificio para lo mucho que me divertí y me relajé en este viaje junto a la mejor compañía que podía haber pedido. Y sobre todo, por aquello que me dijo.

—Hey, Lett. Sabes que no me alejaré pese a la distancia. Ya te lo dije. No tienes de que preocuparte.

—Lo entiendo. Es solo que todo se va a volver medio apagado y aburrido. —Algo en su voz se rompe, pero lo disimula con una tos—. No voy a tener con quién ir al parque cuando necesite una distracción o hacer una escapada a alguna playa. Siento que va a quedar un vacío sin vos.

Yo también siento lo mismo. Es tan... Increíble como en dos semanas la presencia y compañía de Arleth se volvió tan indispensable que no puedo imaginarme una tarde sin ella.

Vuelvo a repetir, todo es gracias a la conexión que existe. El tiempo no tiene nada que ver aquí cuando de conectar con alguien se trata.

—Bueno, eso me deja como excusa volver aquí y hacer muchas cosas para remplazar las que no hicimos —digo y parece que he escogido bien las palabras, ya que la sonrisa le regresa al rostro y ese brillo particular nuevamente la ilumina.

—Lo cumplirás, ¿eh? No podés retractarte ahora.

—Y no pensaba hacerlo.

Llegamos al estacionamiento del edificio y ambos levantamos la vista para ver las ventanas. Es la señal de que la fantasía acabó y la realidad está aquí.

Bajamos del coche con todas las cosas aún húmedas y desordenadas. Dejamos salir aire casi al mismo tiempo y avanzamos para ir directo a los elevadores, saludando de paso al personal de la entrada.

Subimos en silencio. Arleth está en el celular y en eso escucho muchas notificaciones al mismo tiempo en el mío. Ella me mira.

—Acá están las fotos que te saqué. Para que las tengas de recuerdo y no te olvides de mí —murmura bromeando.

—Tu eres de esas personas difíciles de olvidar. Incluso te puedo asegurar que seguirás en mi mente por muchísimo tiempo.

—Uhm, eso es bueno.

El elevador llega a nuestro piso. Cada uno va a su respectiva puerta y le damos la espalda, para vernos mutuamente.

—Otra vez, gracias por haberme sacado de este edificio y llevado a un lugar hermoso —agradezco. Ella hace un movimiento con la mano, ese que resta importancia a las cosas.

—Gracias a vos por haber aceptado. Fue precioso. —Pasa un cabello detrás de su oreja y en sus mejillas se nota que está rojiza.

—Algún día lo repetiremos, pero esta vez en un bosque.

—Vale.

Nos quedamos mirando un rato más, sin añadir cosas extras. Ella es la primera en romper el momento u comenzar a abrir su puerta.

—Nos veremos mañana, pelirrojo.

—Así será.

Hay un momento en el que duda antes de entrar al interior de su casa. Descubro que estaba dudando entre irse así o despedirse con un abrazo. Y lo sé porque termina haciendo lo último. Da la vuelta y viene hacia mí. Se pone de puntillas y pasa sus brazos por mi cuello. Me toma desprevenido, pero cuando reacciono, le devuelvo el abrazo.

Es de esa manera que toda lo sucedido en casi el último día, llega a su fin.





𓆉


Mi capítulo más personal, jajaja.

La verdad es que, como una persona asexual, siento que hace falta mucha representación de este tipo en los libros, así que... Aquí lo tenemos.

No hay que tener miedo alguno de quiénes somos. Habla sobre lo que sientes con alguien más, eso te ayuda a entender quién eres. Y, en todo caso, siempre estará internet para apoyarte y brindarte información que quizás te haga falta para entender cosas.

No hagan invisibles a las personas asexuales. Nosotros también somos válidos. :)

Gracias por leer. Espero que les esté gustando la historia. Nos acercamos al momento de la separación. Se les quiere. <3

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