Gente amable
Había pasado Pampa de los Guanacos, ya estaba en la RN16 y el último cartel que había dejado atrás decía Monte Quemado, el gps le indicaba unos 52km hasta Taco Pozo, eso era Provincia del Chaco y allí se le había indicado que 20km adelante tenía que tomar una picada a la izquierda el gps lo guiaría. Se le había dicho que estaba en buenas condiciones, pues hasta no hacía mucho por allí había unos pozos de petróleo en explotación. En eso estaba cuando se tragó un bache que seguramente había sido hecho por un meteorito tamaño del que terminó con los dinosaurios. El mayor daño lo había recibido su hombro no porque se agravara la herida sino por el dolor que le ocasionó el movimiento brusco. Por lo contrario chequeó todo y nada parecía haberse roto. La rueda que soportó el impacto, tenía una deformación importante pero no se había reventado y si bien hacía temblar bastante el volante durante la marcha, se lo podía manejar sin problemas.
Dejó atrás el pueblo Taco Pozo y esperó la señal del gps para doblar pero esta señal nunca llegó y como calculaba haber hecho más de 20 km lo revisó al gps y se dio cuenta que no funcionaba. Comenzó a insultar a los gritos mientras probaba el celular. No había señal o al menos el internet no funcionaba. La fiebre le estaba subiendo y se percataba que no razonaba con claridad. Se acordó del teléfono satelital. Es de última generación el Inmarsat el cual opera con batería de Ion-Litio de hasta 100 horas en espera, servicios de gps, internet etc y es el teléfono satelital más robusto contando un grado de protección IP 54. El teléfono funcionaba quiso cargar las coordenadas en el gps del teléfono satelital mientras se maldecía no haberlo hecho antes como backup y se percató que nos las recordaba las quiso recuperar del gps del auto, pero ese equipo estaba muerto. El estrés, el golpe, el tiempo desde la herida o lo que fuere hizo que tuviera un golpe de fiebre, se sintió mareado y es lo último que recordó. Perdió el conocimiento.
Cuando se recuperó estaba sobre una cama muy precaria. No intentó moverse pues el hombro se le había hinchado y le producía un dolor insoportable. Se vio observado por rostros que imaginó amigables. Eran rostros de viejos, mujeres y niños en un caserío que imaginó de nativos. Les habló pero estos solo sonrieron y cuando emitieron algún sonido lo hacían en una lengua que le resultaba totalmente desconocida.
Trató de ubicarse donde se encontraba pero era un monte de árboles achaparrados y tupido lo que le impedía tener noción sobre el oriente y el poniente y de allí sacar alguna conclusión, sabiendo que el se dirigía hacia el oeste, hacia el poniente. Entre toda esta gente había una mujer cuyo rostro no testimoniaba su edad sino el tipo de vida que llevó. Le llamó la atención pues todos la trataban con respeto pero evitaban quedarse cerca de ella. Una piel dura y ajada cubría su cara y en su boca apenas se veían algunos dientes. Pero en su media lengua distinguió algunas palabras en español. Miró el reloj y este le informaba que desde la última vez que tuvo conciencia había pasado casi un día. Miró a la mujer y con el brazo izquierdo el sano hizo gesto de movimiento mientras hacía un ruido que intentaba parecerse al de un motor de vehículo.
La vieja dijo "camioneta" y agregó "venir caminando" se tocó la frente y dijo "fiebre, mucha, caliente". Comprendió que el se había venido caminando hasta el caserío y que llegó con fiebre, probablemente delirando. Calculó que caminando o arrastrándose en sus condiciones el auto no podía estar a una distancia mayor a los tres o cuatro kilómetros. Se dirigió nuevamente a la mujer y pregunto señalando una bolsa si le podían traer lo que estaba en el auto que la mujer llamaba camioneta, posiblemente de cuando en cuando pasaría alguna por ahí. La mujer asintió, se dirigió en su lengua a los chicos y estos partieron, sabían perfectamente en donde se encontraba el auto. Demoraron como dos horas en volver y le trajeron lo que había. Dentro de la caja, el peso del teléfono satelital o posiblemente su cargador habían dado cuenta la botella de vidrio del antibiótico. De los analgésicos le quedaban tres dosis y de las vendas con morfina no le habían traído ninguna. Pero lo mas importante estaba, el teléfono satelital con el que podía conectarse y obtener una nueva fecha para su extracción. Llamó y su rostro se puso lívido, la respuesta era número inexistente. Intentó con dos o tres números mas pero no obtuvo respuesta. La conclusión era simple. Sabían que estaba herido, sabían que no había podido llegar a tiempo a la cita con el avión y sabían que estaba en uno de los parajes mas inhóspitos y abandonados de Argentina, la región chaqueña que une el NO del Chaco con el N santiagueño y el SE salteño. Revisó el resto de las cosas y vio que estaban los pendrives, se dijo "Al carajo el nombre, a estos hijos de puta no les voy a dar con el gusto de verme muerto. Negocio mi entrega y listo", miró a la vieja y dijo médico, esta sonrió o le pareció que sonreía pues abrió la boca y se le vio un diente, la comisura de los labios tenían tantos pliegues que no podía decirse con certeza si sonreía, le entendió que decía que ya venía, que estaba en camino. No estaba en condiciones para razonar sobre esa eficiencia. Se aplicó un analgésico y esperó que este hiciera efecto. El hombro ardía como un horno y cuando sintió menos presión hizo señas como para comer algo. Le trajeron unos pedazos de carne secados al sol, con sal y algo que parecía ser pan. Hizo unos bocados y la náusea lo invadió comenzando a vomitar hasta que de ese movimiento solo le quedaron las arcadas y lo último que escuchó es a la vieja diciendo médico.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top