Uno.




El sonido de un timbre se escuchó desde muy cerca, era un sonido monótono y no hacia más que irritar al castaño, quien parecía estar disfrutando por completo sus horas de ensueño. Jaló de las sabanas, ahora no sólo cubriéndose hasta el abdomen, sino que llevó las cálidas mantas hasta su cabeza en un intento apacible de silenciarse del lugar.

Pasaron alrededor de unos cuantos minutos y el sonido no se detenía, Dipper no tuvo de otra que investigar de donde provenía aquel timbre. Se reincorporó en la cama, dejando que la manta cayera a su regazo, y algo distraído miró por toda la habitación.

Parecía que estaba en su propia habitación, nada estaba fuera de lugar. Al parecer lo de la "Mafia" fue un mal sueño, no creería en tal atrocidad de matar para ganar dinero por obligación de un desconocido. Pensándolo bien, Bill Cipher... Ese nombre, parecía haberlo oído antes.

El continuo timbrazo no cesaba, provocando que Dipper reaccionara y enfocara su vista en una mesita frente a su cama con un teléfono negro encima.

Frunció el ceño, nunca lo había visto anteriormente, ni siquiera había estado en su habitación. Sus piernas se deslizaron por la cama hasta llegar a la orilla, para luego pararse y dirigirse a donde el teléfono. Lo que más le extrañaba, era el hecho de que no dejaba de sonar ya pasando unos cuantos minutos.

—¿Hola?— Cuestionó ya estando con el aparato en el oído, un rechinido se oyó al otro lado de la línea después de un suspiro de desaprobación.

No me hagas esperar, Pines.— Una voz un tanto familiar y serena le tomó por sorpresa.

—¿Quién es?— La mano en el teléfono se apretó en el momento que escuchó su apellido por parte de un desconocido, lo que menos quería era estar en problemas. —Seguro es un error, a-aquí no hay ningún "Pines". Vuelva a-

Tengo tu primer trabajo.— Le interrumpió haciendo a Dipper callar. Podía escuchar el hojeo de tal vez un papeleo entre la llamada. —Soos Ramírez. Acusado por traicionar al líder de un grupo de mafiosos, larga historia. Darán una recompensa de veinte mil dólares por su cabeza. Hay un arma de fuego bajo tu cama junto con la foto del señor.

El castaño abrió los ojos a tope y por inercia volteo por sobre su hombro a ver el lugar bajo su cama. Ahora mismo tenía un nudo en su garganta y aferró ambas manos al teléfono, el cual estaba aún sobre su oído.

—¿Quién eres?— Volvió a preguntar, intentando mantener su voz firme.

¿Acaso te di muy fuerte el golpe en esa cabeza que tienes?— Al decirlo no tenía ni una pizca de gracia. —Llámame Cipher, querido sicario.

Sentía unas inmensas nauseas en ese momento, nada fue un sueño. Lo de la mafia no era una simple pesadilla, todo era real.

Volviendo al tema, Soos hoy estará en un bar a las seis en punto de la tarde. Creo que es muy claro lo que debes hacer, ¿verdad?— Había algo en aquel tono que no le agradaba, tenía esa frialdad de estar hablando en serio.

—No voy a hacerlo.— Murmuró inseguro de sus palabras, el agarre en el teléfono incrementó hasta el punto de sentir sus manos dolerle. —No voy a hacerlo.— Repitió ahora con más seguridad al igual que serenidad.

Claro que lo harás.— Ronroneó de gusto Bill, provocando un escalofrío al castaño. —A menos que quieras que algo le pase a esa persona tan especial para ti.

—¿M-Mabel?

Buena suerte, sicario.— Colgó la llamada.

El silencio volvió a inundar la habitación, Dipper tenía su vista aún fija en el espacio bajo su cama. Dejó caer el teléfono y de un momento a otro ya estaba arrodillado en el suelo, con ambas manos explorando donde Bill le había dicho. Sintió algo frío y metálico, supuso que sería el arma. La sacó y la alzó, realmente era pesada para ser pequeña.

Soos Ramírez. Releyó la hoja donde estaba una fotografía de un hombre robusto y algo calvo. El agarre en la pistola se apretó ligeramente mientras leía nuevamente la poca información del papel.

"Buena suerte, sicario."

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