Seis.
Dejó salir todo el aire retenido en su pecho al estar frente a la gran puerta de mármol, la cual indicaba que por dentro estaba la oficina de Cipher.
Después de el incidente de hace unas horas, las llamadas por parte de su celular no cesaron así que contestó, aunque realmente no quería hacerlo.
Recibió un regaño por parte de Bill. Era de esperarse que le llamara de mil formas distintas; como inútil, imbécil y demás cosas que prefirió ignorar. Le citó para que fuera a su oficina en menos de media hora, luego de eso sólo cortó la llamada.
Ahora si que tenía miedo, ¿para que lo citaría? ¿Para repetirle el fracaso que era?
Volvió a inhalar una gran bocanada de aire antes de dar un paso al frente y abrir de la puerta con su mano libre, ya que la otra estaba ocupada sosteniendo la maleta que el viejo McGucket dejó caer al oír su disparo. No la abrió, puesto que esta tenía una clave y además de que no llevaba una herramienta para forzarla.
La lentitud con la que lo hizo fue casi torturante, realmente deseaba que el tiempo se detuviera por un largo rato y aprovecharía ese tiempo para pensar en una buena excusa por su cometido.
Al entrar, lo primero que sus ojos captaron fueron los ojos ambarinos del mafioso entre la temible oscuridad de la habitación. Estos tenían un brillo que le pusieron los pelos de punta, siempre le han dado miedo sus ojos, el hecho de que tuvieran un color anormal, extraordinario e inquietante le perturbaba. Era evidente que Bill sacaría ventaja sobre ellos, intimidándole con la mirada, cosa que estaba dando resultado.
Él estaba sentado sobre un sillón, con una mirada serena y una pierna cruzada sobre la otra. Parecía que con una simple mirada le estaba asesinando, Dipper tuvo que afirmar los pies sobre el suelo para no tambalearse al sentirlos flaquear.
Nadie dijo ni una palabra en esos momentos, el silencio se intensificaba a medida que los segundos pasaban, el estar sin ruido le desesperaba.
El castaño tosió falsamente para adentrarse tímidamente ante el lugar. —Yo...— Estaba dispuesto a hablar, de no ser porque Bill de un momento a otro se puso de pie con un toque de elegancia, un movimiento que le obligó a callar.
Estaba a solo unos pasos de distancia frente a él, apretó ligeramente la maleta entre sus manos al advertir que el rubio empezó a dar pasos lentos en su dirección. Retrocedía por cada paso que el otro daba, realmente asustado.
—Fue un error de mi par...
—No hables.— Sentenció con claridad. Su voz tenía un toque siniestro, al igual de que se encontraba ronca, Dipper soltó un ligero respingo.
—Pero, yo tengo una razón por la que...
No logró terminar de hablar, puesto que el Cipher le dio un empujón algo tosco provocando que chocara contra el gran escritorio de su oficina.
—Te gusta desobedecer ordenes, ¿no es así?— Sus brazos fueron a parar a los lados del cuerpo del menor, lo tenía acorralado cual ave en jaula. —Es lo único que haz hecho durante todo este tiempo, desobedecer. Arruinarlo todo. Tal vez debería hacer algo para remediarlo.
Dipper se encogió en su lugar, lo único que separaba su cuerpo del contrario era la maleta negra que traía cargando sobre su pecho, como si fuera un escudo. Desvió la mirada, no tolerando más de la sofocante situación.
—Mírame.
Cerró los ojos por unos momentos, queriendo desaparecer eternamente.
—Pines.— Una mano se posó sobre su mentón, alzándolo ligeramente. Dipper abrió ambos de sus ojos con lentitud, topándose con que el mafioso estaba pegado por completo a él, como había sido en el entrenamiento. No pudo evitar que un gran sonrojo apareciera por sus mejillas ante la cercanía que el rostro contrario también poseía, hasta llegaba a sentir su aliento caliente chocar contra el suyo.
—No fue del todo un fracaso esta misión.— Se digno a hablar después de tragar duro, entablando mirada con los ojos ajenos para demostrarle que seguía teniendo una gran valentía por dentro. —McGucket abandonó esta maleta. Puede que sea... ¿valiosa?
Bill seguía con la mirada puesta sobre sus ojos, mientras que su otra mano remarcaba la figura de la maleta. Sus dedos se movían con gracia sobre la tapa dura de esta y subieron hasta enfrentarse con las manos del menor. Notó que este temblaba en todos sus sentidos, pero evitaba demostrarlo.
Tomó la maleta con su mano y liberó por igual el mentón de Dipper para separarse por completo.
—Tiene una especie de código, puede que haya dejado pistas para decodificarlo o...— Dipper empezó diciendo antes de que volviera a callar por las repentinas acciones del rubio.
Bill, sin más, sacó su arma de la funda de su cinturón, apuntó al candado que traía la maleta y jaló del gatillo para disparar directamente. Esta se abrió en un instante revelando que en el interior habían un montón de billetes. Los ojos de ambos emanaban chispas.
El castaño no pudo evitar sonreír al ver como Bill se incaba y examinaba el dinero con una de sus manos para verificar que era real.
—Es mejor que vayas borrando esa sonrisa de tu rostro, aún no estas perdonado.
[Supongamos que no tiene el parche :'u]
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