Nueve.

Esa noche no pudo dormir, de tan solo pensar en lo que paso hace dos días su corazón se aceleraba. Creía que los hombres con ese tipo de trabajo eran duros y frívolos, y lo sigue creyendo de no ser por aquel beso que compartió con uno.

Actualmente, estaba en su habitación, si es que se le puede llamar así por el hecho en que despertó en ella después del incidente que ocurrió semanas atrás, aquel en donde estaba atado en una silla. Era difícil recordarlo, ya que no procesaba nada de lo que estaba pasando. Todo fue tan repentino.

¿Cómo es que de un día para otro te encuentres atrapado en un oficio en el que es imposible librarte? Esa pregunta sólo se la puede responder una persona. Pero al parecer esa persona nunca se la revelará.

Bill era cerrado, debía admitirlo, y se había tensado cuando habló de la familia Pines, ¿por qué será? Probablemente tuvo problemas con ellos en un pasado, aunque eso no implica que deba tomar como "prisionero" a su hijo.

Se nota que el Cipher es vengativo, aún así es fácil calmarle si esta en un estado en donde la cordura se le corrompe.

Dipper dio otro giro en la cama, buscando una posición cómoda con la cual poder dormir a su gusto. Al girar, su mirada topó con la ventana, encontrando que esta estaba entrecerrada y las brisas frescas que la noche ofrecía traspasaba del espacio abierto.

La tranquilidad le consumía, y juraría que pronto se quedaría dormido de no ser por el fuerte timbrazo que dio el teléfono. Su corazón volvió a acelerarse, puede que sea Bill porque es el único que conoce su estadía.

Libró sus piernas del cobertor y se reincorporó con fluidez, ansioso por saber que era lo que el mafioso quería ahora.

¿Hablará sobre lo que ocurrió esa tarde? Tal vez así confesaría el problema que tuvo con su familia. Las posibilidades eran escasas, no tenía su confianza del todo al igual que el tampoco confiaba en él. Pero es algo que el tiempo arreglará.

Ya encontrándose frente al teléfono, el cual vibraba al son del sonido, Dipper no dejaba de sentir el gran revoltijo que su estómago estaba dando como una sensación de nausea y ansiedad.

Tomó la llamada y al momento que lo colocó en su oreja su corazón se heló.

-Pines, ¿me harías el honor de acompañarme a una velada esta noche?

Aquella petición fue totalmente inesperada y ya podía escuchar los fuertes latidos que su corazón generaba, cada vez más rápidos. Se relamio los labios antes de contestar-. Una velada contigo esta noche.- Repitió en un murmullo, girando la cabeza para admirar la luna por su ventana.

-Así es.- Dipper se sobresaltó al oír como algo caía al suelo al otro lado de la línea, como un golpe en sordo.

-¿Por qué quieres tener una cena conmigo ahora?- Preguntó luego de unos largos momentos de silencio. Pegó más el teléfono en su oído para poder escuchar con mayor claridad lo que ocurría alrededor del lugar donde se encontraba el mafioso.

-¿Dónde esta...- Se escuchó un pequeño murmuro en un tono un tanto desesperante luego de que otra cosa cayera al suelo-. Aquí esta.

-¿Bill? Si tienes algo que hacer yo...

-No.- Le cortó-. Necesito que me acompañes esta noche a un restaurante que esta en el centro del pueblo, no tienes que venir formal. La visita será rápida.

Algo no estaba bien en ello, era muy sospechoso que le invitara pronto y que no le haya dado ni un aviso antes.

-Pasaré por ti en veinte minutos.

-Espera, ¿cuál es el truco en esto?- Sentenció aún con la duda invadiéndole-. Quiero decir, ¿será una velada normal?

-Nada de lo que tenga que ver conmigo es normal.- Se rió a secas-. Tendrás que llevar el arma contigo.

Su estómago dio un vuelco ante lo dicho y su ceño se fruncio, ¿qué era lo que estaba planeando?

-¿El arma? ¿Por qué llevaría un arma a un restaurante? ¿Quieres que asesine al chef por no cocinar tu platillo a la perfección?- Un deje de burla acompañaba su voz a la vez que colocaba el teléfono en el orificio entre su hombro y oído para abrir el cajón de la mesa de noche y admirar el arma-. No quiero ir a la cárcel por causa de tus estupideces.

La llamada se cortó después de decir eso, Bill le había colgado.

Soltó un suspiro de cansancio a la vez que colgaba el teléfono. Ahora centró toda su atención en el arma frente a sus ojos con un deje de irritación. Se preguntaba si podría seguir teniendo una vida normal por lo menos en sus horas libres. Se sentía como una marioneta siendo controlada por el peor titiritero.

Sin más preámbulos tomó el arma entre sus manos, las cuales temblaban con ligereza, y cerró ambos de sus ojos intentando concentrarse en su posible misión de hoy. Lo único que deseaba era no fallar esta vez, ya había sido suficiente con las últimas dos veces como para fracasar en la tercera.

¿Por qué me da tanto miedo fallar? Se repetía en su mente. Tal vez no le gustaba la idea de seguir decepcionando a Bill en cada misión que le proponía.

-No, eso es lo de menos.- Se respondió a sí mismo. En parte era verdad, Bill lo había puesto en esta situación y es responsable de que él no pueda con el trabajo. Aún así algo en su interior no quería cometer un error.

Dejará que lo que suceda sea obra del destino.

[...]

El golpe de una puerta cerrarse a su lado le sacó de su pequeño ensueño. Sus ojos se desviaron al retrovisor donde se podía apreciar las luces del restaurante y una persona aproximándose a su lado.

Una mano enguantada abrió de la puerta en donde su brazo estaba ligeramente recargado. Todo había pasado demasiado lento en el transcurso del viaje. No compartieron ni una conversación que no fuera referente a la misión que estaba por venir.

-Afuera, Pines. No tengo toda la noche.- Bill abrió en su totalidad la puerta, dejando su traje expuesto para que el castaño lo viera.

Dipper sólo asintió aún sin girar la cabeza o tan siquiera dedicarle una mirada al rubio. De un momento a otro sintió una mano posándose en su hombro, dándole un pequeño apretón.

Entendió la señal de advertencia y salió del asiento de copiloto para dejar salir la gran bocanada de aire que retenía.

Luego de dar media vuelta pudo presenciar con mayor claridad de que restaurante se trataba. Era el "Greasy's Diner", un restaurante nocturno de comida rápida. Un lugar al que había asistido incontables veces con su familia.

-¿Qué hacemos aquí?- La pregunta se la hizo para él mismo. Su corazón comenzó a retumbar en su pecho con fuerza.

-Creí que te lo había dejado claro en la llamada.- Bill se posó a su lado, una ligera sonrisa apareció entre sus labios-. Tengo asuntos pendientes que atender con la gerente.

-¿La gerente?- Tragó duro, sintiendo que los nervios se le subían a tope-. ¿Quién es la gerente?

-Susan.

El nombre que abandonó de los labios de su opresor fue un golpe directo a su ser. Susan. Mejor conocida por su familia como Linda Susan. Ella lo conoce, no puede entrar ahí simplemente con un arma a la mano para asesinarla. Esto no era tan simple, lo sería si la mujer no le conociera pero este no era el caso.

-Hoy será la última vez que verá la luna.- Canturreo el mafioso a su lado, empujando a Dipper por la espalda baja para que avanzara con mejor ritmo.

-Espera, espera.- Miró por el enorme ventanal del restaurante a la inmensa cantidad de personas que habían esa noche. Estaba por hablar hasta que un nudo apareció por su garganta, ahí estaba ella. Atendiendo a la gente en unas mesas retiradas de la entrada.

-Si lo que te preocupa es que no vayamos a cenar, podemos venir en otro día. Sólo espero que el restaurante siga teniendo la misma calidad que ahora.

-Bill, tu no lo entiendes...

-¿No te sientes preparado? Ya hemos hecho práctica de armas los últimos días.

Quedaban a solo unos metros de llegar a su destino y los pies de Dipper comenzaban a pesar por cada paso que daba-. No puedo hacer esto.

-¡Claro que puedes! Te sientes presionado, lo se, debes escuchar mi plan y ya verás que dará resultados.

Iban a dar otro paso más hasta que Dipper paró en seco, ignorando el pequeño golpe que recibió su hombro gracias al pecho ajeno.

Bill estaba por hacer otro comentario pero Dipper le robó el aliento al girarse un tanto brusco para encararlo.

-¡No voy a hacerlo!

Los labios del rubio se fruncieron ante su comentario.

-Susan, la gerente, me conoce. Esto sólo dificultará las cosas.- Le miraba fijamente a los ojos, perdiendo todo el temor que le tenía anteriormente-. No puedo asesinar a alguien que conozco. De tan solo pensar en la cara que pondrá al verme apuntándole con el arma...- Sus ojos por poco lagrimean-. Lo siento pero esta misión no la haré.

Estaba por caminar de vuelta al automóvil hasta que sintió algo frío rozando su cadera. Un suspiro abandonó sus labios y su cuerpo se quedo completamente rígido.

-De ahora en adelante harás todo lo que diga, ya tuve suficiente con tus intentos de controlarme cuando las cosas son al revés.- La voz de Bill sonaba ronca y su mirada ensombreció-. Ahora, quiero que des media vuelta y le sonrías a la dama que esta observándote desde la entrada.

Los dedos del Pines empezaron a temblar ligeramente por el nerviosismo ante sus indicaciones, ¿cómo era que una pequeña acción podía llevar las cosas a un rumbo para nada favorable?

-Si haces un movimiento en falso...- Bill presionó el arma más en su cadera, lastimándole un poco la piel-, esta también será la última vez que verás la luna.

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