Cinco.
[¡Lamento dejar esta historia en el olvido! ¡Pero ya vuelve la mafia!:D]
Ahora estaba nuevamente fuera de un establecimiento, como al que había ido días atrás por el simple trabajo de asesinar a Soos Ramírez, sólo que esta vez Bill le había mandado a por otra persona ya que posiblemente Soos no saldría a la luz dentro de un tiempo.
Ahora la persona con la que se toparía sería Fiddleford McGucket, un contrabandista que gana dinero en un abrir y cerrar de ojos. Tenía un gran precio por su cabeza.
Luego de saber el precio, Bill le amenazó diciéndole que sí volvía a fallar posiblemente recibiría un castigo de su parte y Dipper jamás quisiera averiguar que usan los mafiosos como método de "castigo".
A diferencia de la última vez, era de día y no sabía con exactitud que debería hacer después de dispararle al sujeto. ¿Ir por el cuerpo sin importarle que muchas personas estuvieran viendo la escena del crimen?
Sinceramente, era más sencillo realizar el trabajo en la noche por el perfecto camuflaje que la oscuridad propiciaba. Pero el Cipher lo puso a prueba retándole a hacer el trabajo de día y así le daría una paga extra.
¿Por qué se molestaría en darle dinero si nunca lo usaría? La respuesta seguía sin aparecer.
El castaño estaba detrás de un automóvil negro, por fortuna no había ni una persona rondando por esos lugares para que le delatara. Su arma estaba cargada en su mano, lista para ser usada.
En menos de diez minutos McGucket saldría del local, solo. Esa era una ventaja.
—Y recuerda no hacer ni un movimiento que llame la atención.
—Lo se, ya me lo habías dicho antes de que viniera acá.— Contestó por el móvil negro que estaba sobre su oreja.
—Sabes que te estaré vigilando por todo este tiempo, muchacho.
—Eso es lo que me perturba.
Una risa seca se oyó al otro lado de la línea, ocasionando que un escalofrío se trasladara a lo largo de su espalda.
—¿Te perturba más el que te este vigilando, en lugar de que lo haga asesinar a una persona?
—Bueno, tus ojos me dan miedo.
Estaba a punto de escuchar un reclamo por parte de Bill, de no ser porque colgó la llamada al oír la puerta del bar abrirse en un rechinido.
Un hombre vestido en harapos sucios y con una enorme barba grisasea salió del establecimiento acompañado de una maleta en las manos.
Sus ojos no perdían de vista cada movimiento que el sujeto hacia. Estaba entre ansioso y asustado al respecto sobre esta misión, temía que algo saliera mal.
McGucket miró por todos los lados, buscando alguna señal de vida y por fortuna Dipper seguía oculto, le fue difícil notarlo.
Salió de a poco de su escondite para apuntar a la cabeza del viejo, intentó recordar la postura que Bill le enseñó al momento de disparar. A decir verdad, seguía siendo un fracaso disparando.
Tuvo que avanzar un par de pasos más para ver mejor a su víctima, pero por desgracia su pie resbaló por el pavimento, provocando que cayera al suelo boca abajo y disparara del arma sin una ubicación exacta.
Un leve mareo se propagó a lo largo de su cabeza, lo único que se repetía mentalmente era el fracaso que acababa de cometer.
—No...— Suspiró al momento en que alzó su cabeza del suelo y vio como McGucket se iba corriendo del lugar.
El móvil de su bolsillo empezó a vibrar múltiples veces.
Alguien le estaba marcando.
—Oh no.
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