Primer Acto

–¡Vivan los novios! –clamaban alegremente los invitados que aventaban puñados de arroz a la pareja de recién casados a la salida de la iglesia una vez terminada la ceremonia.

–Oh, osito bubu –se dirigió una muy ilusionada Lori a su novio de ascendencia hispana–, ¿no es maravilloso? ¿No se veía Carol hermosa con ese vestido? Ouh, no lo puedo creer. Apenas hace una hora, simplemente era Carol Pingrey y ahora es la señora de Errol Puga.

–Errol es un chico muy afortunado –afirmó Bobby.

–Si...

–Y todo mundo sabe que Carol es una... Excelente cocinera.

–Si...

–Y que Errol recibirá una beca próximamente.

–¿No es lindo, amor? Me siento tan feliz por ellos.

–Ok, chicas, ¿están listas?–llamó la novia a sus amigas para que se aglomeraran a unos dos metros detrás de ella para ver cuál de todas atrapaba el ramo.

–¡Lo tengo! –exclamó Lori quien fue precisamente la afortunada y todas a su alrededor le aplaudieron.

Entonces, Bobby supo que no había mejor momento que aquel.

–Oye, bebé –se acercó a hablarle.

–¿Si, bubu osito?

–Tengo algo que decirte.

–¿Qué cosa?

–Tengo que confesar...

–Aja...

–Que me fascinó la habilidad... Con la que el ramo de novia lograste atrapar...

–¡Oh, osito bubu! – exclamó Lori rebosante de alegría, al haber captado la indirecta de buenas a primeras, tras lo cual empezó a sonar una alegre música en el ambiente.

Una vida contigo yo quiero...

–empezó a cantar Bobby para declarársele debidamente a su novia.

Lori

–corearon al unísono el grupo de amigos que asistió a la boda.

Te dije por fin que te quiero...

Lori.

Que seas mi esposa yo anhelo...

Lori.

El futuro ha llegado y es nuestro.
Oh, Lori, te amo a ti...
Si me dieras el si que yo espero...

Lori.

Tendrías un marido modelo...

Lori.

Ahorrativo, leal y sincero...

Lori.

Lo que quiero decir es:
oh, cielos, Lori, yo te amo a ti...

Siguiendo adelante con su declaración, el joven hispano se hincó en una rodilla y sacó una argolla.

Este anillo es de compromiso...

–canturreó en lo que procedía a colocar la sortija en el dedo a su novia, que no podía con tanta emoción.

Dame, dame, dame dame...

–corearon al tiempo los testigos de la propuesta.

Pediré tu mano al señor Loud...

Pide, pide, pide, pide...

Pon la fecha y piensa en el padrino...
Porque...
Es el destino...

Presa de la felicidad que todo aquello le producía, Lori agarró de la mano a su novio y entró marchando con el a la iglesia, para así imaginarse como sería el momento que llegado ambos caminarían hacia el altar.

Los detalles habrá que planearlos...

–canturreó ella mientras hacían esto.

Bobby

–volvió a corear su grupo de amigos.

A los amigos habrá que invitarlos...

Bobby.

El pastel habrá que encargarlo...

Bobby.

Y la luna de miel, hay Dios, Bobby,
que dichosa soy...
Oh, Bobby...

Oh, Lori.

–canturreó al tiempo su novio.

Te amo...

Pues que padre.

Soy tuya...

El matrimonio hay que organizar...

Pero...

–intervinieron el señor y la señora Loud junto con el resto de sus hijos, quienes súbitamente aparecieron asomándose por entre las bancas de la iglesia. Todos, salvo Lisa que en ese entonces se hallaba lejos en el instituto y Luna de quien hacia tiempo sus padres no querían saber nada por razones que se explicarán más adelante–.

Antes que nada...

Como Lisa no sabe de esto

–canturrearon Rita y Lynn padre.

Cierto

–corearon Lincoln y las otras siete hermanas de Lori ahí presentes.

Hay que invitarla para el casamiento.

–sugirieron cantando Lori y Bobby.

Cierto.

–Visitémosla en este momento.

–Cierto.

–Le dará mucho gusto saberlo.
Pero que emoción...

Cielos, Lori...

–canturreó Bobby en solitario.

Bubu osito, yo te quiero...

–le siguió Lori.

Lori, yo muero...

Por tu amor...

–acabaron de cantar los dos en conjunto.

***

Desde la comodidad de un muy pulcro estudio, un joven intelectual llamado Clyde McBride terminó de preparar el material de exposición con todo lo relevante que se necesita para narrar esta historia.

–Me gustaría contarles –se dirigió a todo aquel que esté leyendo esto para dar por iniciado su relato–, si es que me lo permiten, un caso muy extraño. Parecía una noche común y corriente cuando Roberto Santiago y su prometida, Lori Marie Loud, dos chicos comunes y corrientes, ambos pertenecientes a familias grandes, dejaron el pueblo de Royal Woods en esa noche para ir al mayor instituto científico de Michigan con intención de invitar a su boda a la pequeña Lisa Loud, la segunda de las hermanas más pequeñas de la futura novia. Es cierto que una terrible tormenta se avecinaba hacia donde ellos conducían; es cierto que la llanta de refacción que llevaban estaba en terribles condiciones. Pero ellos, siendo los típicos jóvenes sin preocupaciones en una típica noche de salida, bueno, no iban a permitir que una simple tormenta les arruinara sus planes. Y aquella noche sería una noche que recordarían, por el resto de su vida...

***

–Cielos, osito bubu –exclamó Lori a esas altas horas de la noche que iba tras el volante del viejo automóvil que le había comprado a su vecino cascarrabias.

–¿Qué pasa, bebé? –preguntó su novio hispano que iba en el asiento del copiloto.

–Creo que, literalmente, tomamos la desviación equivocada unos kilómetros atrás. Deberíamos tratar de retornar y ver si podemos tomar el camino correcto.

En eso, se oyó un fuerte estallido y el auto derrapó brevemente por el camino.

–¿Qué fue ese ruido? –preguntó Lori frenando en seco.

–Se ponchó la llanta derecha trasera, bebé –avisó Bobby tras asomarse por la ventanilla.

–¡Oh, por Dios! Y lo peor es que en esta parte del camino no hay señal.

–Tranquila, amor. Espera aquí, mientras yo voy por ayuda.

–¿Pero a dónde piensas ir? Literalmente, estamos en medio de la nada.

–No, Lori, pasamos un castillo kilómetros atrás y quizás allí tengan un teléfono que nos puedan facilitar.

–Pe...Pe... ¿Pero me vas a dejar aquí?

–Pe... Pe... Pero nada.

–¿Sola?

–Si, no quiero que te mojes, mi amor.

–Pero, ¿y que pasa si la dueña del castillo es una hermosa mujer, y nunca regresas por mi?

–No seas tonta, bebé, tu...

Al oír el potente restallido de un relámpago azotando los cielos, Lori resolvió ir a acompañar a su novio así este lo quisiera o no.

En la negra noche

–canturreó ella, mientras que ambos echaban a andar hacia el castillo que decía haber visto Bobby, cubriéndose cada uno la cabeza de la lluvia con un periódico–,

en la oscuridad,
puedo ver...
Una luz brillar...
Como una estrella...
Nos guiará...

–Veo una luz...

–coreó en conjunto con Bobby, en el momento que divisaron el castillo cuyas luces para sus suerte si estaban encendidas–.

En la casa de Frankenstein.
Veo una luz...
Sale de la chimenea.
Veo una luz...
En la noche,
de nuestra soledad...

Sale ya la luna

–canturreó, entretanto, la figura de un hombre narizón con traje de mayordomo que se asomó por una de las ventanas de ese mismo castillo–,

la lluvia se va.
Cuanta paz,
siento alrededor.
La tormenta pasará,
no sientas temor...

Veo una Luz...

–volvieron a cantar a dueto Lori y Bobby, justo cuando acababan de ingresar a los terrenos del castillo sin prestar atención al letrero en la puerta de reja que rezaba: Entre bajo su propio riesgo–.

En la casa de Frankenstein.
Veo una luz...
Sale de la chimenea.
Veo una luz...
En la noche,
de nuestra soledad...

La sombra cayó

–canturreó nuevamente la figura misteriosa que se asomaba por la ventana del castillo, y ya había visto a la joven pareja aproximarse a sus puertas–,

sobre le río de los sueños.
El sol se ocultó,
para siempre de mi vida.
De nuestra vida...
De nuestra vida...

Veo una luz...

–canturrearon de nueva cuenta Lori y Bobby al llegar a las puertas del castillo y ver varias motos estacionadas afuera–.

En la casa de Frankenstein.
Veo una luz...
Sale de la chimenea.
Veo una luz...
En la noche,
de nuestra soledad...

–Oh, osito bubu –dijo una muy atemorizada Lori en cuanto acabaron de cantar–, este lugar no me causa ninguna confianza.

–Tranquila, bebé –respondió su novio–, nada te va a pasar mientras yo esté aquí contigo, ¿si?

–Pero, Bobby, tengo mucho miedo y tengo frío. ¿Por qué mejor no volvemos al auto?

–Tranquila, ya estamos aquí. Lo menos que podemos hacer es tocar y pedir por un teléfono.

Total, que llamaron a la puerta y –tras escuchar el restallido de otro relámpago– el mayordomo del castillo bajó abrirles.

Al verlo a la cara, Lori y Bobby se quedaron sumamente asombrados, pues tenía un increíble parecido al cantante y compositor Doug Rockwell, uno de los anunciadores de America's Next Hitmaker (aquel concurso al que ingresó Luna cuando aun vivía en la casa Loud). Pero con un parecido tan increíble, que podrían jurar que se trataba del mismo o cuanto menos de su doble exacto.

–¿Que tal? –lo saludó Bobby, algo inquieto por la siniestra expresión de este extraño sujeto–. Estamos en medio de un pequeñísimo problema y me preguntaba si usted nos podría ayudar. Nuestro auto se quedó atorado en... Unos kilómetros atrás, y quería saber si usted nos podría proporcionar un teléfono.

–... Están mojados –habló finalmente el temible mayordomo del castillo.

–Si –rió Lori igual de nerviosa que su novio–, es que está lloviendo como ve.

–Efectivamente –afirmó Bobby.

–Será mejor que ambos, entren –sugirió el mayordomo quien se hizo a un lado para que pudieran pasar.

–Es usted muy amable –agradeció Lori al pasar en compañía de Bobby.

Es usted muy amable... –la imitó en tono burlón el mayordomo del castillo, tras lo cual soltó una espantosa risotada–. ¡JA JA JA JA JA JA JA...!

***

–Después del terrible clima y de haber pasado bastante tiempo en el –continuó Clyde McBride con la narración en su estudio–, parecía que la fortuna había llegado a Roberto Santiago y Lori Loud, los cuales habían encontrado respuesta a su llamado de ayuda o... ¿Lo habían hecho? Había algo sobre el castillo al cual habían llegado por culpa de la llanta ponchada y el terrible clima. Esto, los hacía sentir un tanto... Vulnerables. Pero si querían llegar a su destino aquella noche, debían ignorar cualquier sentimiento y aprovechar la ayuda que les estaban brindando. Y en medio de esa fría, oscura y lluviosa noche, la joven pareja entró al castillo y, sin esperarlo, vieron ante sus ojos algo tan... Tan... Tan amoral, sucio, perturbador y cochino...

***

–Oh, osito bubu... –dijo Lori en voz baja, en lo que contemplaba con cierta inquietud la extravagante decoración de aquel castillo al que acababan de entrar. Por ahí, incluso vio un póster de Lulú, la famosa artista pop que le recordaba a su hermana Luna de quien llevaba un buen tiempo sin saber que había sido de ella–. ¿Qué lugar tan extraño es este?

–Parece un club de caza para ricos excéntricos, bebé... –respondió el latino entre susurros.

–Por aquí –los guió el mayordomo hasta las puertas de un salón contiguo en cuyo interior se escuchaba música a todo volumen, conversaciones, risas y puro relajo en general.

–¿Están celebrando una fiesta o algo así? –se atrevió a preguntar Lori.

–Han venido en una noche muy especial –explicó el siniestro mayordomo parecido a Doug Rockwell–. El amo está teniendo una de sus... Reuniones.

–Oh, que suerte por el –rió con nerviosismo la mayor de las hermanas Loud.

–¡Sí! –exclamó una mucama que apareció súbitamente atrás de la pareja e hizo que se llevaran un buen susto, tal cual acostumbraba a hacer la pequeña Lucy. Por cierto, que esta mujer era igualita a Michelle Lewis, la otra presentadora de America's Next Hitmaker–. ¡El tiene suerte, yo tengo suerte, todos tenemos suerte...!

Muy de prisa

–empezó entonces a canturrear el mayordomo al son de una tonada rockanrollera, mientras abría la puerta de un reloj de pie y sacudía las telarañas de un esqueleto que había ahí adentro–,

el tiempo corre.
La locura,
nos invadió.
Pero estén atentos.

Esto no será largo

–canturreó seguidamente su compañera la mucama que parecía tener un subidón de éxtasis.

Yo tengo

–siguió cantando el mayordomo–,

el control.

Y en el acto empezó a correr por todo el recibidor sacudiéndose entre frenéticos bailoteos y asustando aun más así a Lori y a Bobby.

–¡Aun recuerdo!

–cantó el mayordomo a lo alto mientras hacía esto–,

¡que en mi otra vida!,
¡hubo algo!,
¡que me iluminó!
Le decíamos...

El brinco en el tiempo...

–coreó en conjunto con la mucama por igual, disponiéndose los dos instantáneamente a abrir las puertas del salón contiguo y hacer que la pareja entrará allí a base de empujones.

Salta en el tiempo otra vez...

–cantaron en coro todos los invitados a esa fiesta, entre los cuales Lori reconoció inmediatamente a varias de las antiguas amistades de su hermana rockera desaparecida; tales como Chunk, Tabby, Mazzy, Sully, entre otros. Incluso la propia Lulú, la del póster de hacía rato, se encontraba en ese salón sentada arriba de una rockolla, con su vestido rosado como chicle, su largo cabello del mismo color y su obsceno maquillaje lleno de brillitos–.

Salta en el tiempo otra vez...

***

De regreso en su estudio, el joven McBride procedió a mostrarle al lector una gráfica ampliada que mostraba como hacer un paso de baile.

–Un salto das –indicó apuntando a la gráfica con un puntero láser–, para atrás...

***

Y un paso a la dere-e-e-echa

–cantaron todos los rockeros en el salón mientras ejecutaban una bien montada coreografía ante Lori y Bobby que los miraban entre desconcertados e intimidados.

***

–Las caderas girar –siguió instruyendo Clyde como se hacía el bailecito aquel.

***

Y las rodillas chuecas

–continuaron cantando los rockeros sobre la coreografía musical que efectuaban al tiempo entre todos–.

Moviendo bien la pelvis,
es algo que nos vuelve lo-o-o-ocos.
Salta en el tiempo otra vez...
Salta en el tiempo otra vez...

Es como un sueño

–canturreó la extasiada mucama en solitario–,

una fantasía que me libéra.
Así no podrás verme.
No, no podrás.
La dimensión es otra,
con intenciones locas.
Vigilándolos, yo estaré.

Un toque delirante...

–canturreó el mayordomo.

De alegría desbordante...

Y nada,
volverá a ser igual.

Sensaciones radiantes...

¡De viajes alucinantes!

Salta en el tiempo otra vez...

–volvieron a corear los rockeros en conjunto con el mayordomo, la mucama y Lulú–.

Salta en el tiempo otra vez...

Y así, entre más bailoteos, el mayordomo y la mucama se acercaron a la rockolla en la que estaba sentada la artista pop de vestido y cabello rosado, quien continuó el numero cantando con su voz que era igual de melodiosa a la de la hermana perdida de Lori.

Hoy me fui caminando a mi casa sin tardar,
cuando una bravucona me empezó a molestar.
En sus ojos vi al demonio brillar.
Su moto me alcanzó con un ruido infernal.
Me paralicé y todo alrededor, desapareció y ya no sé que pasó.

Salta en el tiempo otra vez...

–volvió a corear el grupo de rockeros–.

Salta en el tiempo otra vez...

***

–Un salto das –indicó otra vez Clyde, esta vez haciendo una demostración el mismo–, para atrás...

***

Y un paso a la dere-e-e-echa

–cantaron todos los que ejecutaban este baile.

***

–Las caderas girar –reiteró el chico McBride poniendo las manos en su cintura.

***

Y las rodillas chuecas

–corearon los rockeros nuevamente–.

Moviendo bien la pelvis,
es algo que nos vuelve lo-o-o-ocos.
Salta en el tiempo otra vez...
Salta en el tiempo otra vez...

(¡Yay!)

Acto seguido, Lulú saltó de la rockolla en la que estaba sentada y se puso a zapatear elegantemente en medio del salón delante de todos.

Tapa, tapa tapa, tapa tapa, tapa tapa...

(Aja)

Tapa, tapa tapa, tapa tapa, tapa ta...

(Wow)

Tapa tapa, tapa tapa, tapa tapa, tapa tapa...

(¡Yay!)

Tapa tapa, tapa tapa tapa, tapa tapa, tapa ta...

(Ah...)

Tapa tapa, tapa tapa, tapa tapa, tapa ta...

Siguió así, hasta que dio un mal paso y cayó cerca de un trono que se alzaba en el fondo de aquel salón.

Salta en el tiempo otra vez...

–volvieron a corear los rockeros, al tiempo que el mayordomo, Lulú y la mucama se sumaban al grupo para seguirlos en la coreografía de baile.

Salta en el tiempo otra vez...

***

Por tercera vez, Clyde hizo el mismo la demostración de como era el baile efectuado por los que asistieron a la fiesta en ese castillo, esta vez arriba del escritorio de su estudio.

–Un salto das para atrás...

***

Y un paso a la dere-e-e-echa

–coreó el grupo que efectuaba los pasos tal como los describían.

***

–Las caderas girar –indicó Clyde efectuando nuevamente el siguiente paso arriba de su escritorio.

***

Y las rodillas chuecas

–corearon de nueva cuenta los rockeros, el mayordomo, la mucama y Lulú mientras que entre todos bailaban en perfecta sincronía–.

Moviendo bien la pelvis,
es algo que nos vuelve lo-o-o-ocos.
Salta en el tiempo otra vez...
Salta en el tiempo otra vez...

El numero finalizó con todos desplomándose en el suelo ante las caras de confusión de Lori y Bobby que sonreían nerviosamente sin saber que hacer o decir.

Bubu osito –le susurró la muchacha a su novio–, di algo.

–¡Hey! –dijo Bobby, que en cambió el alocado baile si le resultó entretenido–. ¿No se saben el baile de los pajaritos? Va así: Pajaritos a volar...

***

–¿Y que fue lo que en ese momento vieron?, se preguntarán ustedes –prosiguió Clyde con el relato tras bajarse del escritorio–. Pues bien, ahí, vieron a un insólito ser con unos tacones del treinta, medias de red, calzón tipo pantaleta, corsé negro como la noche, collar de perlas, unas pestañas más largas que el manga de One Piece, maquillaje perfectamente bien elaborado y un voluminoso cabello rizado como el de Carmen Salinas. El afamado ídolo ingles del rock: Mick Swagger.

***

Osito bubu –insistió Lori mientras ella y su novio se alejaban en retroceso de la excéntrica gente del salón que volvía a incorporarse lentamente–, vámonos de aquí. Todos en este lugar, literalmente, son muy extraños.

–Tranquila, bebé, no pasa nada.

–Es que todo se ve muy sucio.

–Sólo es una fiesta, bebé.

–Ya me quiero ir.

–No podemos irnos, hasta que haya conseguido un teléfono.

–¿Teléfono? Pues pregúntale al mayordomo o a alguien.

–Tranquilízate, amor. No hay que interferir con su celebración.

–Esto no es la cámara de comercio, Bobby.

–Deben ser extranjeros, con costumbres diferentes a las nuestras y quizá con más bailes folclóricos.

–Bobby, escucha, tengo frío, estoy mojada, y literalmente tengo mucho miedo.

–Estoy contigo. No tienes nada de que preocuparte.

Al volverse hacia las puertas del salón, la pareja se topó por sorpresa con Mick Sawgger en persona –el de los discos que Luna solía coleccionar– quien iba cubierto con una capa, y ante cuya presencia Bobby soltó un chillido de mujer y se desmayó cayendo a tiempo en brazos del mayordomo que acudió a atraparlo.

Buenas noches

–canturreó el rockero para presentarse, señalando seguidamente al mayordomo que sostenía a Bobby en brazos–.

Ya conocieron,
a mi ayudante fiel...

En breve, Bobby despertó y se alejó del espeluznante mayordomo, al percatarse de que este era el que lo sostenía, para ir a abrazarse a su igual de atemorizada novia.

Está algo

–continuó cantando Mick Swagger con una voz que pretendía sonar sensual–,

mortificado porque,
cuando bajo a abrirles,
creyó que traían los dulces para el...
Si mi apariencia, los incomoda,
a primera vista no hay que juzgar.
Además de ser un hombre,
muy macho como ven,
también soy un muy apasionado amante...

Tras cantar esto, Mick se desentendió de la capa con la que iba cubierto para develar que por debajo llevaba la indumentaria de lencería femenina descrita previamente por Clyde.

Pues soy un sensual travesti...

–canturreó.

Sensual travesti...

–corearon al tiempo los rockeros invitados a la fiesta.

Del planeta Transexual...

Transilvania...

–cantó a coro en compañía de sus invitados y sus sirvientes al unísono.

Permítanme, mostrarles el lugar

–continuó el travestido Mick con su canción de presentación–.

Díganme, ¿qué desean tomar?
Se ve que los dos están,
mucho muy,
a la moda.
O si, prefieren algo visual.
Algo sin igual.
Podemos ver una película,
para adultos.

Sólo un favor, nada más

–canturreó Bobby para explicarse, en lo que la mucama parecida a Michelle le servía una copa de vino a su peculiar anfitrión–.

¿Su teléfono puedo usar?
Es que tenemos un poco de prisa.

–Cierto –se apuró en afirmar Lori.

Tan sólo quiero avisar,
que la llanta hay que arreglar.
No queremos ser ninguna molestia.

¡Un neumático se les ponchó!

–cantó Mick a lo alto tras alzarse su copa y arrojarla al piso–.

Pero que barbaridad...
Ahora, bebés, que no cunda el pánico.
La noche muy joven es,
todo se va a arreglar.
Les traeré a un mecánico satánico.
Pues soy un sensual travesti...

Sensual travesti...

–repitieron en coro el mayordomo, la mucama y Lulú quienes se posicionaron detrás de el.

Del planeta Transexual...

Transilvania...

–corearon los cuatro al unísono junto con los demás rockeros.

Podrían, quedarse a descansar

–siguió cantando Mick que pasó a sentarse de piernas cruzadas en el trono en el fondo del salón.

Descansar

–repitió el mayordomo que se posicionó a su derecha en compañía de la mucama.

O tal vez, a cenar.

Cenar

–repitió esta vez Lulú que se posicionó a su izquierda.

Y les contaré lo que me tiene tan,
obsesionado.
He creado un muñeco de carne,
de gran mentón y bronceado,
y que me ayudará a no estar tan...
Estresado.
Pues soy un sensual travesti...

–Sensual travesti...

–corearon nuevamente Lulú, el mayordomo y la mucama.

Del planeta Transexual...

Transilvania...

–corearon los cuatro al unisono.

–(¡Hey!) Soy un sensual travesti...

Sensual travesti...

Del planeta Transexual...

Transilvania...

¿Y bien?

–indagó Mick a la pareja tras encaminarse nuevamente hacía las puertas del salón–.

¿No desean subir?...
¿A ver lo que hay aquí?...
Se ve que los dos tiemblan con antici...
Pasión.
¡Lo bautizaré...!
Como Hugh, al muchacho...
Y en unas horas más...
Será estrenado.

***

–Los extraños seres ayudantes de Frank-Mick-Swagger –siguió narrando Clyde–, los despojaron de su ropa muy mojada por producto de la lluvia y los dejaron vulnerables y en paños menores. Después, Lulú, Doug y Michelle se presentaron y los encaminaron al laboratorio, donde el Dr. Mick esperaba ansioso...

***

–Tienen tanta suerte –dijo Lulú camino a dicho laboratorio–, de haber sido invitados a la mansión del Dr. Frank-Mick-Swagger. Esta noche, sucederá algo que marcará la historia de la humanidad.

–Vamos –los apuró la mucama–, al amo no le gusta esperar.

–¿Y el amo es su esposo? –se le ocurrió preguntar a Lori señalando a la artista Pop de cabello y vestido rosa, a lo que esta y la mucama se echaron a reír.

–El amo no está casado, ni creo que lo esté nunca –aclaró el mayordomo–. Nosotros sólo somos sus sirvientes.

–Y esa cosita –concretó la mucama señalando también a Lulú–, su fiel admiradora.

–Liberen sus mentes –clamó Mick Swagger en cuanto entraron al laboratorio y lo vieron ya preparado con una bata de científico. Aparte de el, en unas tribunas posicionadas en lo alto de la estancia, Tabby, Chunck, Mazzy, Sully y todos los rockeros observaban expectantes lo que esa noche estaba por mostrar–. Este, es el principio del final. ¿Me entienden?

–Eh... ¿No? –respondió Bobby confuso.

–Mmm... ¿les puedo ofrecer... Algo refrescante?

–Ah... ¿No? –contestó la pareja de novios al mismo tiempo.

–Michelle –llamó el rockero científico travesti por su nombre a la mucama, con lo que Lori se sorprendió–, Lulú, vayan a asistir a Doug. Yo... Los voy a... Entretener... Y... ¿Cómo dices que te llamas, hijo?

–Mucho gusto –contestó Bobby con cierto resquemor–. Roberto Alejandro Martinez Millan Luis Santiago Jr... Bobby, para los amigos.

Bobby, bonito... Mmm...

–Y ella –presentó el hispano a su pareja–, es Lori, mi prometida.

–Hola –saludó ella riendo algo nerviosa.

–Oh, si. Pero que bonita ropa interior tienen los dos –rió Mick con picardía, con lo que Lori y Bobby cayeron en cuenta de la penosa situación en la que se encontraban, rodeados de gente encima de todo–. Pero deben ponerse esto. Los hará sentir menos... Vulnerables. No recibimos visitas muy a menudo. De hecho, no mostramos hospitalidad.

–¡¿Hospitalidad?! –repitió escandalizada Lori tras ponerse una de las batas que le entregaron a ella y a su novio–. Todo lo que queríamos era usar su teléfono. Una petición razonable que, literalmente, usted ha decidido ignorar.

Bebé –la amonestó el hispano–, no seas malagradecida.

–¿Malagradecida, bubu osito?

–Uy, pero que fiera –se extasió Mick con aire libidinoso–. Un ejemplo perfecto de mujer fuerte e independiente. Debes sentirte afortunado, bubu osito.

–Eh... Si, si lo estoy –contestó Bobby más nervioso al advertir como el ídolo del rock se les estaba insinuando.

–Y dime... Bebé –se dirigió este a Lori de modo sugerente–. ¿Tienes algún tatuaje?

–Válgame Dios, por su puesto que no –contestó ella indignada.

–Pues que mal –dijo Mick con calma–. ¿Y tu, osito bubu?

–¿Yo? –Bobby tragó saliva y empezó a retroceder lentamente manteniéndose abrazado a su novia–. No, claro que no.

–Todo está Listo, amo –avisó el mayordomo que llegó a interrumpir tan incomodo momento–. Sólo estamos esperando su señal.

–Oh si... –se extasió aun más Mick Swagger que empezó a reír como el científico loco que aparentaba ser–. ¡Mua ja ja ja ja ja ja...! Está noche, Bobby, Lori, van a ser testigos de un avance en la investigación bioquímica y un paraíso personal...

–Hay, que suerte por usted –aplaudió Lori, que más que nada quería irse cuanto antes de ese castillo lleno de gente loca que hacía parecer a la casa Loud una casa común y corriente.

–Si... –continuó Mick a pesar de la inoportuna interrupción–. No sé bien como sucedió todo. Solamente, fue uno de esos momentos en los que... Uno... De aquellos... Instantes en los que... ¡Todo! ¡Se pone oscuro! Y las esperanzas están muertas, y te sientes entre la espada y la pared. Y te bloquea. Y no encuentras una salida... Y aunque existiera alguna, sabes que te llevará directo al infierno... Hasta que pones un alto... Y todas las piezas quedan en su lugar... Pero... Pero que tonto he sido. La respuesta siempre estuvo ahí, frente a mis narices. Solamente hacia falta un... Pequeño accidente.

–¿Accidente? –indagaron los tres sirvientes del enloquecido científico depravado que hacia sentir tan incomodos a Lori y Bobby.

–¡Accidente!... –clamó este fuerte y claro–. Así es. Yo tengo el ingrediente faltante. El secreto de la vida misma. Si, yo tengo la llave de ¡LA VIDA MISMA!

Tabby, Chunk, Mazzy, Sully y todos los rockeros del publico aplaudieron y ovacionaron a lo alto a Mick antes de que prosiguiera con su monologo de súper villano de película de ciencia ficción.

–Así es –anunció haciendo una venia–. Todos están de suerte. Pues hoy, es la noche, en la que mi hermosa criatura está destinada ¡A NACER!... ¡Enciendan los propulsores del rayo sónico...!

Dicho y hecho, los sirvientes de Mick Swagger empezaron a seguir sus instrucciones poniendo en marcha una serie de maquinarias extrañas en el laboratorio.

–Y den vuelta al reactor de poder, tres puntos más...! Y ahora, lo más importante: ¡VIDA!

***

–Y, exactamente, ¿a que se referían con "vida"? –siguió adelante Clyde con la narración de esta historia–. Pues déjenme comentarles que la joven pareja estaba sumamente asustada y sentían ñáñaras en todo el cuerpo. Y de pronto, cayó un rayo, y de una maquina extremadamente sofisticada, pero sumamente extraña, salió la creación del Dr. Frank-Mick-Swagger: un ingles bronceado, con un minúsculo calzón dorado y con un cuerpo tan escultural como el del David de Miguel Angel. El corpulento hombre salió con una energía desbordante, pasando a atraer a quien se cruzara en su camino, con sus espaldisimas, brazotes, piernotas, todo lo tenía grande. Mientras tanto, su creador, el Dr. Frank-Mick-Swagger, miraba y perseguía a su recia creación con asombro, pero con molestia a la vez, dado su hiperactivo comportamiento.

***

Despierto y no entiendo para que me han traído hasta aquí...

–canturreó el desorientado homúnculo ingles una vez cobró vida–.

Estoy en un mundo donde no me tocaba vivir...
¿Quién soy? No sé.
Mi sola existencia un misterio es.
¿Qué voy a hacer?
Mi vida comienza y ya es miserable...
En este planeta yo me encuentro fuera de lugar...

–No estás tan mal

–corearon al tiempo Tabby, Chunk, Mazzy, Sully y el resto de los rockeros del publico.

–La vibra que siento, me acelera y me hace temblar...

–No estás tan mal.

¿Quién soy? No sé.
Mi sola existencia un misterio es.
¿Qué voy a hacer?
Mi vida comienza y ya es miserable...

(Shalalala) No estás tan mal.
(Shalalala) No estás tan mal.
(Shalalala) No estás tan mal.
No estás tan...
Mal...

Monstruo Hugh, aliviánate

–canturreó Chunk en solitario–.

En la tierra tu nos caes muy bien.
Perteneces a otra dimensión.
Es muy normal tu descontrol.

No estás tan mal...

–corearon los otros rockeros.

–En esta galaxia, veo que todo sucede al revés...

–siguió cantando Hugh.

No estás tan mal

–volvieron a corear los rockeros, en tanto Doug, Michelle y Lulú bailoteaban a lado de la maquina de la que salió la creación de su amo.

Es como una jaula que mi mente no puede romper...

No estás tan mal.

¿Quién soy? No sé.
Mi sola existencia un misterio es.
¿Qué voy a hacer?
Mi vida comienza y ya es miserable...

(Shalalala) No estás tan mal.
(Shalalala) No estás tan mal.
(Shalalala) No estás tan mal.
No estás tan...
Mal...
(Shalalala) No estás tan mal.
(Shalalala) No estás tan mal.
(Shalalala) No estás tan mal.
No estás tan...
Mal...
(Shalalala).

–Huggie –lo reprendió su creador en cuanto pudo alcanzarlo–. ¿Qué manera de comportarse es esa, en los primeros minutos de vida?

–Nadie es prefecto, papá –contestó inocentemente.

–Mmm... –Mick se relamió los labios de forma lasciva–. Sólo porque eres un hombre que a cualquiera le gustaría tener, estoy dispuesto a perdonarte. Bueno, mejor ven. Te voy a presentar a la familia. El, es Doug.

–Hola, Hugh –saludó el mayordomo.

–Hola, Doug –contestó el ingles al saludo.

–Y ella –prosiguió Mick señalando a la mucama–, es su hermana, Michelle.

≪Ah, caray –pensaron Lori y Bobby al acabar de confirmar que los sirvientes de Mick Swagger, por alguna extraña coincidencia, siempre si eran los verdaderos presentadores de America's Next Hitmaker–, si han sido ellos≫.

–Encantada, Hugh –saludó la mucama a la creación de su amo.

–Encantado, Michelle –respondió Hugh a su saludo.

–Y Lulú –de ahí su creador pasó a presentarle a la alocada estrella pop–, la presidenta de mi club de fans.

–¿Qué onda, Huggie? –lo saludó con su chillona voz.

Ash –refunfuñó Mick–, no le hagas caso. Es una resbalosa... Ah...

Luego señaló a la joven pareja que no daba crédito a lo que veían.

–Y ellos son Lori y Bobby, nuestros invitados de esta noche.

–Mucho gusto –se presentó el hispano–, Roberto Santiago.

–Y... –balbuceó Lori que no podía dejar de admirar el buen parecido de la creación del Dr. Frank-Mick Swagger–. Y yo soy Lori Loud.

–Amo –habló el mayordomo llamado Doug–, usted es... Maravilloso.

–Jo jo, lo sé –rió Mick de modo jactancioso.

–Es magnifico, amo –lo elogió la mucama llamada Michelle–, cosa bonita, cosa bien hecha.

–Lo sé... Ju ju...

–Mmm... Te quedó bien –dijo Lulú sin mas.

–¿Te quedó "bien"?... –repitió su amo, esbozando una maniática sonrisa de oreja a oreja y clavándole una mirada de asesino al mismo tiempo–. Creo, que deberías decir algo ¡más expresivo!... Haber, niña.

Lori tragó saliva cuando el excéntrico Mick Swagger regresó a verla.

–¿A ti que te parece?

–Este... A mi no me gustan los hombres musculosos –mintió Lori en respuesta, sin poder dejar de admirar el escultural físico del homúnculo con pinta de super galán de ascendencia inglesa.

–Pues que bueno... –aclaró Mick–. ¡Que no lo hice para ti! El, cuenta con el sello de aprobación del mismísimo: ¡Charles Atlas!

Con esto dicho, el chiflado científico rockero bailoteó de puntitas y dio paso a otro numero musical, con el que pretendía hacer un acto de mayor alarde para presumir el que consideraba el mayor logro de su vida.

–Recuerdo...

–canturreó suavemente–,

que una noche soñé...
Con el hombre ideal...
Fuerte, guapo y muy sensual...
De ojos claros marrón...
Con un cuerpo de Dios...
Que me hiciera gritar...
Con un buen revolcón...
Que logrará seducirme y excitarme con sus encantos,
y pasar muchas noches jugueteando con el...
Y hoy por fin,
lo tengo aquí.
Un ingles mamado...

–Ingles mamado...

–repitieron en coro Michelle y Lulú ante Hugh, que hizo una magnifica pose exhibiendo sus brazos musculosos, con la que, para desagrado de Bobby, Lori se ruborizó; además de sentir un picor en medio de sus piernas.

Hay que estrenarlo...

–siguió cantando Mick a lo alto.

Estrenarlo...

–volvieron a repetir sus ayudantes en coro.

Te daré comidas, balanceadas

–canturreó Mick acercándose a hablar con su creación–,

proteina y ensalada.
Trabajarás, pectorales.
Modelará, sus dorsales.
Tanto esfuerzo,
en mi cama se compensará...
Pues yo soy como un Dios,
que en tan sólo en siete días,
hará de ti un hombre de verdad...

Mientras Mick Swagger explicaba entre cantos sus planes para con su super humano creado artificialmente, este seguía posando y haciendo demostraciones de como se mantendría constantemente en forma.

Cien abdominales, lagartijas, y quinientas sentadillas.
Mucho trabajo vascular, sesión dinámica y sexual.
De sus nalguitas bien paradas, su tanga he de desgarrar.
Yo soy como un Dios,
que en tan sólo siete días,
hará de ti un hombre de verdad...

De repente, el pitido de una alarma sonó en el laboratorio y las puertas de un frigorífico de gran tamaño cayeron derribadas, para así dar paso a una muchacha rubia con un mechón pintado de azul neón con casco de motorista y chaqueta de cuero que salió de ahí a bordo de una Harley Davidson.

–¡Sammie! –exclamó muy contenta Lulú, quien de inmediato acudió a reunirse con esa muchacha en cuanto esta aparcó su moto afuera del frigorífico.

–¿Quién es Sammie? –preguntó Lori, ya que ese nombre se le hacía algo familiar.

–Sam –respondió Michelle a su pregunta–, era la amante de nuestro amo.

–Ah, si –afirmó Mick Swagger, en lo que una frenética música de rock empezaba a sonar espontáneamente en todo el laboratorio–. Pero la mandé por un tubo porque dejaba mucho que desear. Por eso buscó al hombre de mi vida.

–¿Qué le ha pasado al sábado aquí?

–canturreó a su vez la rubia del mechón pintarrajeado tras bajar de su moto y quitarse el casco, develando una enorme herida abierta que recorría todo el largo de su frente–.

En el que había siempre reventón.
En el que se bailaba puro rock n'roll.
En el que se vestía uno bien locochón.
Teníamos todo, chicas de a montón.
Pasear en mi moto con un buen subidón,
de éxtasis y mi pelo al viento era una gran sensación.
Y siempre me alocaba con mi chica y mi saxofón.
Con mi chica y mi saxofón.
Como nos gusta el rock n'roll.
Con mi chica y mi saxofón.
Como nos gusta el rock n'roll.

Con mi/su chica y mi/su saxofón

–coreó la tal Sam en conjunto con Tabby, Chunk, Mazzy, Sully y los demás rockeros que la observaban arriba de las tribunas; mientras se ponía a bailar en pareja con Lulú–.

Como nos/les gusta el rock n'roll.
Con mi/su chica y mi/su saxofón.
Como nos/les gusta el rock n'roll.

Sam, entonces, alzó a Lulú de las axilas y la sentó arriba de su moto, y después amenizó el frenético festejo que trajo consigo: con un buen solo del saxofón que llevaba colgando precisamente de su espalda. Y en las tribunas, los rockeros invitados de Mick Swagger bailaban alegremente al compás de la música.

–Oí con Ozzy Osbourne una nueva canción

–siguió cantando terminado el solo de saxofón, con Lulú mirándola encantada con el rostro iluminado de una quinceañera enamorada–,

de ritmo pegajoso y muy sabrosón.
El sábado de ahora aburre, ya no hay diversión.
Se la pasan encerrados viendo televisión.
El auto cinema albergaba pura pasión.
Mi mente volaba con tanta emoción.
Y si una extranjera te hacia dar comezón,
te inyectabas penicilina y seguíamos con el fiestón.

–Con mi/su chica y mi/su saxofón

–volvió a corear en conjunto con los fiesteros rockeros de las tribunas. Incluso, Doug y Michelle se dejaron contagiar por el festejo y se pusieron a bailar también; lo mismo que Hugh... Cosa que no le causó nada de gracia a Mick–.

Como nos/les gusta el rock n'roll.
Con mi/su chica y mi/su saxofón.
Como nos/les gusta el rock n'roll.
Con mi/su chica y mi/su saxofón.
Como nos/les gusta el rock n'roll.
Con mi/su chica y mi/su saxofón.
Como nos/les gusta el rock n'roll.

Tras otro buen solo de saxofón, Sam hizo volver a bajar a Lulú, la besó en los labios y luego aprovechó para montar en su moto otra vez y ponerla en marcha por la rampa que conducía a las tribunas para así perseguir a los invitados de Mick Swagger.

Mientras tanto, el depravado científico loco revolvía una enorme caja de herramientas de la que iba descartando un pico, un hacha y un machete en busca de algo mejor.

–Con mi/su chica y mi/su saxofón.
Como nos/les gusta el rock n'roll.
Con mi/su chica y mi/su saxofón.
Como nos/les gusta el rock n'roll.
Con mi/su chica y mi/su saxofón.
Como nos/les gusta el rock n'roll.
Con mi/su chica y mi/su saxofón.
Como nos/les gusta el rock n'roll.
Con mi/su chica y mi/su saxofón.
Como nos/les gusta el rock n'roll.
Con mi/su chica y mi/su saxofón.
Como nos/les gusta el rock n'roll.
Con mi/su chica y mi/su saxofón.
Como nos/les gusta el rock n'roll.
Con mi/su chica y mi/su saxofón.
Como nos/les gusta el rock n'roll...

***

–De manera sospechosa e inesperada –contó Clyde sentado tras el escritorio con sus manos entrelazadas–, alguien en el castillo abrió la maquina de refrigeración en donde estaba la ex-amante del Dr. Frank-Mick-Swagger, regresándola a la vida. La alocada muchacha salió con medio cerebro colgando en su motocicleta y con un luke rockanrolero, retando al Dr. Mick. Mientras tanto, Lulú danzaba extasiada interactuando con la descerebrada hasta que, de pronto, el Dr. Mick agarró una cierra eléctrica y persiguió a la muchacha hasta que finalmente la asesinó violentamente y sin piedad, salpicando la sangre a todo mundo. Lulú quedó completamente destrozada y en shock, al ver lo que su ídolo había hecho a la descerebrada rockera esa.

***

–Tranquilos, bebés –rió Mick cuando terminó con su nefasta labor–, ya pasó a la historia.

–Que bueno que la mataste, papá –dijo Hugh–. Porque no era tan guapa como yo, ¿verdad que no?

–Pues... Tenía un encanto un tanto especial, ¿sabes? Pero no tiene tus músculos. Así que ya no me era útil. ¿Pero en que estábamos?... ¡Cierto!

Para finalizar con la presentación de la noche, Frank-Mick-Swagger volvió a cantar sobre el magnifico uso que le daría a su magnifica creación.

Pero con esas...
Nalgas.
Y esos...
Triceps.
Esos...
Pechos.
Y esos...
Bíceps.
Me hacen...
Temblar.
Me hacen delirar.
No puedo pedir más.
Yo soy como un Dios,
que en tan sólo siete días,
hará de ti un hombre de verdad...
Ya lo vieron.
Mis dedos, son mágicos.
Yo quiero, algo serio.

–¡Yo ya me excité...!

–no pudo evitar canturrear Lori quien dejó más que desconcertado a su novio.

–Yo soy como un Dios

–continuó cantando Mick–,

que en tan sólo siete días,
hará de ti un hombre de verdad...
Yo soy como un Dios,
que en tan sólo siete días,
hará de ti un hombre de verdad...

Al son de una marcha nupcial –tras quitarse su bata de laboratorio y entregársela a su ayudante Doug–, Mick Swagger entrelazó su brazo con el del ingles Hugh y ambos echaron a andar a los aposentos del doctor ante los vitoreos de felicitación de los invitados que les aventaban puñados de arroz y pétalos de flores.

¡Huggie, Huggie, ra ra ra...! ¡Huggie, Huggie, ra ra ra...! ¡Huggie, Huggie, ra ra ra...! ¡Huggie, Huggie, ra ra ra...!

Por ultimo, Michelle se ocupó de poner un cartel en la puerta de la recamara de su amo con la petición de: No Molestar.

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