Capítulo II

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1

Florida- octubre, 2016.

Las frías paredes y los cuadros minimalistas colgados en algunas de estas le daban la bienvenida a aquella habitación ya conocida. Las estanterías, color madera, eran el fondo de su vista desde el gran mueble gris donde estaba sentado. En los primeros días, se sentía muy expuesto e inseguro en aquel lugar, pero, con el pasar de los mismos, la comodidad comenzó a relucir, en especial con la mujer rubia sentada frente a él.

—No había nadie ahí —le dijo Jake consternado a la doctora Golan, mientras hablaban de lo ocurrido.

—¿Sabes algo, Jake? —dijo calmadamente, después de esperar unos segundos—. Considerando que esto pasó hace apenas un mes, has tenido un excepcional avance.

—¿Fuera de que estoy loco? —replicó titubeando el adolescente.

—El tener pesadillas y ansiedad —contestó negando la cabeza de forma leve—, no te hacen un loco.

—¿Qué me dice de ver cosas que no están ahí?

—De hecho, en situaciones traumáticas es algo muy común. Tu subconsciente creó una imagen de una película, o...

—No —tartamudeó un poco, quizás avergonzado de ese motivo—; fue una historia. Mi abuelo me contaba historias de niño, sobre monstruos que enfrentó en la guerra.

—Ahí lo tienes —dijo con una pisca de alegría—. Fue brutalmente atacado. En tu interior, el hombre que lo hizo, era inhumano. Un monstruo.

—¡Sé que un hombre no lo hizo! —exclamó algo alarmado; sin embargo, intentó normalizar su tono—. La policía dijo que unos perros rompieron la tela metálica y él los persiguió hasta el bosque.

»El forense dijo que le dio un infarto y la policía dijo que los perros atacan el tejido blando —Después de un rápido respiro, es que pudo decir lo último. Le dolía en que sea pensarlo y su estómago se revolvió.

Se detuvo un momento y sentía que se iba a romper aquí, frente a ella y la mirada compasiva que le brindó, le hizo sentir extraño. Una mezcla de confianza y temor. A pesar de eso, prosiguió, gesticulando con las manos:

—Hicieron análisis de todo y hallaron ADN animal en él y ahí se cerró el caso.

—Seguro era un extraordinario caballero —dijo la de lentes—. ¿Eran muy allegados?

Jake fue inundado de múltiples recuerdos de su infancia, donde su abuelo lo cuidaba y jugaba con él, mientras sus padres iban a cenar o a reuniones importantes.

—Me cuidaba mucho de niño —Miró sus manos y sonrió—. Cuando estaba con él me sentía especial.

En su mente, varias escenas se unían entre sí y formaban una especie de película. Algunas son de su abuelo contándole la historia del hogar de niños y cómo llegó él ahí o de todas las veces que, a altas horas de la noche, marcaban en un mapa, todos los sitios seguros que él encontró para refugiarse de los "monstruos", para que así Jake, tuviera bien planeado su primer gran viaje. Claro, siempre su abuelo se llevaba un regaño de su madre por dejarlo despierto hasta tan tarde cuando los descubría, pero todo valía la pena.

—Me llamaba "Tygrysku" —dijo risueño—. Significa pequeño tigre en polaco. No pudo escoger un apodo menos apropiado. Siempre fui muy gallina.

«Ojalá pudiera escucharlo decir eso otra vez».

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2

El bosque, la niebla, el frío y la soledad. Todo igual como aquel día.

La mezcla de sensaciones le perturba y le estremece. Corre tan rápido como puede y sabe que eso va persiguiéndolo. Los pasos, su siseo. Es eso, ¡es real!... ¿O no? No hay tiempo para dudas, solo queda avanzar y rezarle al de arriba por piedad. No nota la raíz sobresaliente en el suelo y tropieza; su vista se fija en el hombre sentado en ella de espaldas. Es él.

Abuelo —dijo agitado.

Ve a la isla —suplicó el mayor—. Septiembre, 3 1943.

Hay que irnos, abuelo.

Diles que me perdonen —sollozó. Sus hombros temblaban.

Abuelo, no hay...

Una melodía lo interrumpió. Era una vocalización hermosa y escalofriante a la vez. Cuatro notas repetidas, altas y armoniosas en medio de la penumbra. No obstante, esta no pudo ocultar el crujido de las ramas que advertían a la enorme criatura.

¡Abuelo, vámonos! —Se acercó apresurado y lo tocó. Estaba frío. Jake dio la vuelta con cautela y miró al hombre frente a él. Este alzó la cabeza y sus cuencas vacías le devolvieron la mirada. Jake retrocedió. La melodía persistía y quien la cantaba, se acercaba hacia su dirección de entre los árboles, mientras aves le acompañaban en su coro. Pasos, crujidos, siseos, la voz suplicante de su abuelo.

¡Devuélvele el diario a la paloma!

Estaba rodeado.

La criatura estaba en una esquina, acechándolo. Una silueta oscura en otra, cantando aquella melodía. El hombre de los ojos blancos, también estaba ahí, sonriendo. Su abuelo, sollozando.

Todo empezó a girar y la ansiedad que estaba en su pecho, no hizo más que aumentar. La respiración le faltaba. Voces, cantos, súplicas, siseos, gruñidos...

«Gruñidos».

Se levanta sobresaltado, notando que estaba en su habitación. Trató de respirar profundo «Inhala. 1, 2, 3. Exhala» repitió en su mente y poco a poco, volvió a tener control de la misma. Todo estaba en orden. Afuera estaba lloviendo y la brisa azotaba levemente algunas ramas en la ventana. Eso le tranquilizó.

—Se supone que mañana me iba a dedicar a escribir —Le escuchó decir a su papá al otro lado del pasillo.

—¡Llevas cinco años con ese maldito libro! —respondió exasperada su madre. Jake se recostó y le dio la espalda a la puerta. Siempre era el mismo problema todos los años—. Tomarte un día para pasarlo con tu hijo en su cumpleaños, ¿es mucho pedir?

Solo pudo escuchar una respuesta resignada de su papá, antes de volver a quedarse dormido, esta vez sin pesadillas que lo atormentaran.

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3

Florida-octubre, 31 2016.

Era su cumpleaños y a pesar de que él quería que fuera un día normal, sabía que en esa fecha la "normalidad" no era admitida. Las calles estaban vestidas por calabazas, animatrónicos monstruosos, fantasmas y telarañas. Niños y adolescentes se juntaban y se dirigían a sus escuelas con grandes sonrisas. Lo más probable, era que hablaran de los disfraces que desfilarán o de las fiestas que prepararán, cuán terrorífica sería la experiencia, etc.

Era Halloween al final de cuentas.

Iban de camino a casa de su abuelo. Su padre le propuso que lo ayudara a empacar algunas cosas, para que pudiera "ir sanando" esa herida y el trauma que vivió al verlo muerto en esas circunstancias. Es una acción justificada, sí; pero la verdadera razón del interés de su progenitor por guardar y organizar las cosas del difunto, es para deshacerse de eso y no tener de él, más que un vago recuerdo. Además, es para que Jake supiera que, por su día, tuvo que cambiar sus planes creativos. «Todo por un libro que ni siquiera se atreve a terminar» pensó Jake hastiado, mientras miraba por la ventanilla del vehículo.

Llegaron a aquel lugar y el adolescente sintió múltiples emociones cuando pisó la sala —pena, melancolía, dolor—. La gran mayoría de cosas ya estaban en cajas.

—Seguramente fue la tía Susie quien nos adelantó el trabajo —dijo su padre alegre—. Empecemos, campeón.

Jake asintió y comenzó a ordenar. Padre e hijo se mantenían en un silencio cómodo, mientras cada uno se encargaba de algo distinto. Entre tanto revisar y guardar, encontró una foto de él con su abuelo cuando era niño. Ambos se veían felices. Su abuelo tenía sus manos sobre sus hombros y Jake tenía un brillo en los ojos que estaría seguro en decir que lo perdió. Al mirar a su abuelo, vio sus ojos azules, profundos, sabios y cálidos. «Como te extrañaré», le dijo a su abuelo en su mente.

—¿Encontraste algo? —le dijo su padre sacándolo de sus pensamientos. Jake le mostró la foto, él sonríe—. Ay, mira eso, qué increíble. Llévatela. ¡Vámonos, amigo!

Le dio unas palmadas en la espalda y caminó hasta la puerta. «Esto es indignante, ni que se hubiera muerto un vecino o desconocido»

—¿Cómo es que estás tan tranquilo? —preguntó Jake exasperado.

—Tú tenías una mejor relación con él que yo —respondió con simpleza. Jake no puede creer este nivel de descaro, él sabía que su abuelo quería a su hijo—. Fue un maravilloso abuelo, pero no fue el mejor papá, ¿entiendes?

Se acercó a Jake por un momento y él evitó mirarlo. Luego se sentó en uno de los muebles aún intactos.

—Parece que siempre escogía trabajos con largas horas y largos viajes lejos —ironizó—. Tu tía Susie y yo siempre pensábamos que engañaba a tu abuela.

Jake no podía creerlo. Esa no es la imagen que tenía de su abuelo y no había manera que fuera así.

«¿Engañar a la abuela? Si él la adoraba».

Algo debió expresar su rostro o postura, puesto que su padre lo vio con pesar y le dijo:

—Lo siento, campeón —Se levantó y caminó hacia su hijo—. Sé lo mucho que lo idolatrabas, pero así es la vida.

El trayecto de regreso a la casa de sus tíos, donde se quedará por unos días, fue tenso y colmado de un silencio desagradable. Sabía de la relación reacia de su papá con su abuelo, pero no creyó que se volviera así de insensible.

El poco ánimo que tenía se desintegró.

Llegaron al lugar y cuando su padre abrió la puerta fue recibido por muchas personas.

—¡Sorpresa!—exclamaron y aplaudieron. Eso era irritante para Jake; no obstante, fingió una sonrisa amable y esperaba escurrirse a su habitación lo más rápido posible.

—Primo Jake, ¡feliz cumpleaños! —le dijeron al unísono sus primos gemelos.

—¡Qué gusto que pasarás el verano con nosotros! —expresó su tío Bobby.

—Espera a que veas el nuevo bote —aseguró su tía Judy.

—Qué emoción —contestó forzadamente Jake.

Tan pronto como pudo se escapó de ese grupo de personas y de la música alta y se fue a refugiar a su habitación. Dio un suspiro y se tumbó en la cama, dispuesto a tomar una siesta; sin embargo, unos golpes en la puerta lo hicieron levantarse de inmediato.

—Es tu tía Susie —La nombrada entró con una sonrisa y se sentó en la cama junto a él—. Pensé que querrías abrir este. Es de tu abuelo.

Jake tomó el paquete pesado forrado con papel marrón y atado con un cordón. La tía Susie lo miró con pena y añadió con voz dulce:

—Lo encontré mientras empacaba, imagino que pensaba dártelo pronto.

—Gracias —expresó sinceramente. Su tía Susie siempre ponía la paz entre el abuelo y su padre, por lo que, sabe que de entre todas las personas, ella sí extrañaba y sentía de verdad la muerte del señor. La ojiazul se levantó y después de dedicarle un ligero y reconfortante apretón en su hombro, se marchó, dándole algo de privacidad al joven y sus pensamientos.

Jake, observó por un momento el pesado paquete, detallando sus dobleces y la textura del cordón; sonrió con levedad y sin más decidió abrirlo. Al mirar el interior se encontró de primera instancia con un libro cuyo título se leía en letras blancas: "Ensayos completos y otras obras de Ralph Waldo Emerson". El apellido hizo eco en su mente y con premura comenzó a revisarlo, ignorando la cubierta de cuero marrón que se hallaba en el fondo del empaque. Al encontrarse con la primera página, había un mensaje escrito a mano que decía:

"Para Jake:

Y por los mundos que aún tiene por descubrir".

Siguió pasando las hojas con nostalgia, hasta que algo sobresalía en una de ellas. Al dirigirse a esta, se encontró con una postal donde un paisaje costero, custodiado por verdes colinas, describía el lugar que estaba escrito en una esquina: Cairnholm. Al leer el reverso, quedó sorprendido e incrédulo. Releyó tres veces más y el mensaje, escrito con elegante caligrafía, seguía siendo el mismo:

Cairnholm-2014.

"Querido Abe:

Espero que estés bien. Los niños y yo queremos saber de ti. Espero que vuelvas a visitarnos pronto. Nos encantaría verte.

Con admiración,

Alma Peregrine."

«Está viva» afirmó Jake, mirando fijamente la pared llena de animales marinos. «Pero, ¿cómo?».

Una vez más se sentía con muchas preguntas y pocas respuestas, aunque, pensándolo bien, parece que ya encontró a la persona que le puede brindar dichas respuestas. Sería cuestión de hablar con sus padres y agendar cita con la doctora para pedir su opinión; sin embargo, no lo haría en ese momento, eso les arruinaría su fiesta y no está en condiciones de aguantar sermones.

Se recostó, liberando un suspiro que no sabía que tenía retenido y sintió como algo le separaba su espalda del colchón. Gimió frustrado y sacó curioso al objeto que aún estaba dentro del envoltorio y que había sido olvidado sobre su cama minutos antes. Era un antiguo y sencillo cuaderno forrado con cuero marrón y con esquineras doradas que adornaban los bordes. Las hojas se veían abultadas y una cinta roja sobresalía de entre las primeras páginas. Era bonito y cómo no iba a hacer algo interesante en ese momento, decidió ojearlo.

Una letra, algo desordenada, le dio la bienvenida:

6 de enero.

"Querido diario;

La verdad no sé como usar un diario, así que haré un esfuerzo.

Aunque, no sé qué escribirte.

...

¡Ya sé! Te contaré de mi día. ¡Hoy fue un día muy especial! Gané la competición de solos de ballet en el pueblo ¡Yeii! Mi corazón estaba latiendo muy rápido cuando me tocó actuar. Estaba tan emocionada, que sentía que las mariposas en mi estómago me impulsaban a volar en vez de bailar. Todo estuvo muy bonito, aunque, el tutú que llevaba, me hacía sentir incómoda. A veces, siento que me aprieta y que no puedo moverme como quisiera. Pero al final, cuando estaba sobre el escenario, todos me miraban con una sonrisa, y eso me hizo sentir como una verdadera princesa.

Mi papi, quien te entregó a mí, estaba en primera fila con mi hermanito y mi mami. Ellos estaban muy felices y me aplaudían. Más los dos primeros.

Mami anda rara conmigo. No sé por qué y eso me hace sentir triste. Es más estricta conmigo y es muy fría y todo eso pasó desde que cumplí 8 años hace unos meses. Veo mi trofeo y recuerdo su gesto cuando se lo enseñé: una rápida sonrisa y luego me ignoró.

Mi papi y mi hermanito trataron de hacerme reír, pero aún estoy desanimada. ¡Quizás si le hago un dibujo mañana, se ponga feliz y juguemos afuera! Tengo muchas ganas de hacer ángeles y lanzar bolas de nieve.

¡Sí! ¡Eso la va a contentar! Uy, me está llamando para cenar. Voy antes que me reclame.

Nos vemos amiguito, con cariño:

A.V."

«A.V.» repetía varias veces en su mente. Las mismas iniciales que le había dicho su abuelo, las mismas con las que soñó «¿A qué se refería él con "la paloma"? Debe ser un apodo para ella, esta dulce niña debía de ser la paloma». No va a negar que sonrió con cariño cuando leyó lo del tutú e imaginó a una niña pequeña escribiendo esto acostada en su cama, mientras movía los pies.

«¿Por qué mi abuelo te pediría disculpas, A.V? A ti y, ¿a quién más?».

Muchas incógnitas provocaron que el mundo del sueño reclamara a Jake y mientras se sumergía en sus brazos, no dejaba de pensar en la niña del tutú y lo parecidos que son con el trato de sus madres y cómo esto le podría afectar más adelante. Lo que él no sabía es que la postal y el diario le darían a su vida un giro de ciento ochenta grados.

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