Capítulo 9
-¡Pelea! – me grita Zdrada mientras me tira al piso con fuerza y pisa mi estomago. – Sos débil. – dice acercándose a mi cara.
Agarro su cuello con mis dos manos y golpeo su cabeza contra la mía. Siempre hago lo mismo, y siempre me arrepiento. No sé a quién de los dos le duele más, pero siempre funciona. Siempre me suelta. Me levanto rápidamente y pateo su pecho con toda la fuerza que tengo.
-No puedo más. – digo sosteniéndome apoyando mis manos en mis rodillas – Estoy en mi limite.
Él se levanta de la arena y viene caminando ferozmente hacia mí, me enderezo y lo miro de frente.
-¿No podes más? – se ríe y antes de poder alejarme de él gira mi brazo y me levanta sobre su hombro, caigo al piso y grito de dolor. – El día en que no puedas más va a ser el día en que mueras. – pisa con fuerza mi brazo y el ruido de algo rompiéndose suena en mis oídos. – Anda a la enfermería a que te curen el brazo.
Sin decir nada más se da media vuelta y se va de la arena. Me rompió el brazo. Imbécil. Me levanto lentamente y veo como mi brazo cuelga desde mi hombro, ese es el dolor que siento. Intento moverlo pero simplemente pensándolo el dolor me abruma. Bufo y salgo de la arena con mi brazo colgando, varias personas me miran pero ninguna se ofrece a ayudar. Solo Jano.
-Vamos a la enfermería, cuanto antes te recuperes mejor. – dice dándome un pequeño empujón.
-No sé si quiero recuperarme. – lo miro de reojo y lo veo fruncir el seño.
-¿Por qué?
-No tengo que entrenar. – me encojo de hombro pero sigo avanzando a la enfermería, por más que no quiera recuperarme se que tengo que hacerlo.
-Cuando salgas, tenemos que ir a un lugar. – me palmea el brazo sano y se va a sentar a unas bancas que se encuentra cerca de la enfermería. Lo veo alejarse y me pregunto qué es lo que hice para merecerme tanta atención de él.
Al entrar veo a Sonya, una mujer de pelo corto con ojos color negro, al igual que su pelo y sus uñas... su ropa, sus labios. Y sus marcas. Solo sobresale su piel, blanca como la nieve. Nunca supe mucho de ella, tampoco me interesa la verdad y a ella tampoco le interesa que yo sepa. Solo vengo acá por si necesito ayuda, como en estos momentos. Ella me ayuda y ahí se termina.
Me mira y señala con su mano una camilla para que me siente. Nunca tuve que decirle que es lo que pasó, o qué es lo que tengo dañado, ella simplemente lo sabe.
Me siento y miro hacia el costado, evitando mirar mi brazo.
¡Crack!
Ese fue mi brazo. Me muerdo los labios intentando no gritar.
¡Crack!
Gruño y el dolor que antes pensé que era terrible se agrava, cierro los ojos intentando no liberar las lagrimas.
-Listo. – escucho decir a Sonya. - ¿Reposo o entrenamiento intensivo?
-No me vendría mal un poco de reposo.
-Dos días de reposo como máximo, no podes moverlo, ¿entendido? Después de eso seguí entrenando. – sus ojos negros me observan y no puedo alejar mi mirada de la suya. – Cuando sea el momento voy a estar a tu lado. – y sin decir más da media vuelta y comienza a ordenar su escritorio lleno de medicamentos.
Salgo de la enfermería dudando de lo que sus palabras significan, preferí no preguntar nada porque sé que Sonya es una mujer de pocas palabras, no querría que se moleste por algo y la próxima que me venga me haga sufrir en vano.
Al salir veo a la espalda de Jano, el está mirando el cielo que se encuentra nublado, como en los últimos días... como mi humor. Me quedo quieta mirándolo, no lo quiero distraer de lo que esté pensado que parece ser algo importante para él. Pocas veces lo veo tan distraído como para que no note que estoy cerca de él, como para que no note mi presencia. Ni la de nadie a su alrededor.
Veo su gran espalda, su pelo despeinado, sus manos apoyadas en la banca.
Si tendría que confiar en una persona, esa persona sería él. A pesar de no haber tenido una buena relación en el pasado, desde que llegó acá, con las situaciones a las cuales fui obligada a enfrentar... mi forma de verlo cambió, y sé que la de él también. Esta atento a si necesito algo, está ahí en los momentos en los cuales podría estar completamente sola... él está. Y eso es algo que valoro muchísimo. Nadie es así conmigo.
Me acerco despacio y paso mis brazos por sus hombros, quedando mi cabeza sobre la suya y miro al cielo junto a él.
-¿Doloroso? – pregunta aún mirando el cielo.
-Algo. Pero ya está todo solucionado. – digo rápidamente. A pesar de que él sabe todo lo que me pasa, no quiero cargarlo con mis penurias.
Siento como sus manos comienzan a tomar las mías, siento como si dudara de hacerlo. Pienso en retirarlas pero... no quiero. No quiero hacerlo y termino sujetando sus manos con fuerza. No sé cuánto tiempo pasamos en silencio y tomados de la mano. No me interesa saberlo tampoco. Me siento bien, me siento en paz. Pero siempre dura poco la paz, al menos en mis días.
Se levanta despacio, se da media vuelta y me mira. Le doy una breve sonrisa y él asiente.
-Vamos... te quiero mostrar un lugar. – dice volviendo a agarrar mi mano mientras caminamos.
-¿Puedo saber qué lugar es? - pregunto curiosa mientras avanzamos por entre la gente.
-Ya lo vas a saber. Paciencia.
-¿Ni siquiera una pista? – lo miro y pestañeo varias veces.
-Eso no va a funcionar conmigo – dice sonriéndome.
-Al menos intente. – reafirmo mi agarre en su mano y me acerco un poco más a él. Parece no importarle y me deja hacerlo.
A pesar de que él siempre estuvo ahí en varios momentos difíciles para mi, siempre fue frio. Nunca se acerco mucho. ¿A quién engaño? Esta es la primera vez que tenemos algún tipo de "muestra de afecto". Y se siente bien. Me siento segura junto a él.
Cada vez nos alejamos mas del tumulto de gente, cada vez anochece mas y el viento frió se hace presente. Él sigue avanzando en silencio mirando hacia el frente, por mi parte me sigo preguntando hacia dónde vamos.
A pesar de tener una "sanación rápida" el dolor en mi brazo también se hace presente pero no lo menciono, no quiero romper el silencio que hay entre nosotros, un silencio cómodo. Tampoco es que podamos hacer algo, simplemente tengo que aguantar el dolor.
-Ya llegamos. - dice Jano sobresaltándome. Asiento levemente y miro en donde estamos.
Me sorprendo al ver que nos estamos acercando a la casa que visito cuando quiero estar sola, la construcción sigue igual que siempre... Destruida, con las paredes caídas, el olor a humedad invade mi olfato y me hace sentir aun más cómoda. Ese olor característico de mis placidos momentos de soledad.
-¿Conoces el lugar?- pregunta Jano mientras nos acercamos a la casa.
-Si... Suelo venir acá a veces, cuando necesito un poco de espacio. Nadie conoce este lugar, al menos nunca nadie me encontró. - me encojo de hombros y veo como asiente.
-No es que no lo conozcan, no quieren acercarse. - su voz es fría y puedo notar un dejo de rencor.
-¿Por qué no? - pregunto dándole el espacio para que pueda seguir contándome, yo se que por algún motivo me trajo hasta acá.
-En esta casa vivía una familia, hace... Varios años. El era un Don, ella una Tua Neeg. Si, un Don - dice al ver mi cara de sorpresa - Él la venia a visitar, cada vez que podía se acercaba hasta acá. Ella lo esperaba ansiosa... Pero los Don no iban a dejar que uno de ellos se juntara con una Tua Neeg. - entramos a la casa y la recorre, aun sin soltar mi mano. - Lo siguieron hasta acá una vez, y todo lo que paso después... Bueno, lo podes ver vos misma. - dice señalando escombros en el piso.
>Ella iluminaba los días de ese hombre, y el los de ella... Pero esa luz se apago. Para siempre. La asesinaron frente a los ojos del hombre y del pequeño que juntos habían criado. El era tan joven e inocente en ese entonces, no conocía de la maldad de las personas, no lo habían educado de esa forma. - suelta mi mano y se arrodilla frente a una pared destruida aunque sigue en pie, apenas. - Y nadie ayudo, nadie se acerco a pelear por ella. Todos miraron al costado, como si no fuera su propia raza, su propia vecina, amiga, compañera... Tanta indiferencia en sus miradas, 'no es mi problema, ella se enamoro de la persona equivocada' se decían entre ellos mientras veían como destruían una familia, la destrozaban sin que quede un fragmento intacto.
Me acerco a él y coloco mi mano sana sobre su hombro.
- ¿Y qué paso con ellos? - mi voz es apenas audible, el nudo en mi garganta me impide hablar claramente.
-Volvieron con los Don, los castigaron, como si matar a su amada y madre fuese poco - ríe con amargura - los torturaron, para que dieran información sobre los Tua Neeg. Pero ninguno de los dos dijo algo, tampoco sabían demasiado, no les interesaba saber qué es lo que planeaban o hacían los Tua Neeg, ellos solo querían vivir juntos, felices... Pero no. Él entró en depresión y el niño tuvo que sacar adelante a su padre. No fue fácil. ¿Qué motivo tendría su vida? Era solo el recuerdo de su amada, algo doloroso en su memoria. Pero lo logró, siguió adelante y luchó. Luchó por ella, por él, por su hijo, por los futuros Tua Neeg, por ellos se levantó y no dejó que la fuerza de Otón lo arrastrara. – niega con la cabeza varias veces mirando el suelo lleno de polvo y hojas.
Se levanta lentamente, como si no quisiera hacer ruido y camina hacia el frente de la casa. Mira el cielo que está totalmente oscuro, no hay estrellas y la luna tampoco se hace presente. Lo sigo en silencio, sin querer molestarlo, aunque en realidad parece tan compenetrado en sus pensamientos que parece que se hubiese olvidado de mi presencia.
-¿Tenes que anillo que te dio mi padre? – dice mirando un punto fijo en el suelo.
-Si... - me acerco hacia él, saco mi collar en donde lo llevo siempre, tomo su mano y lo coloco en ella. – Es tuyo, de Zyon. Nunca fue mío. – le digo mirándolo a los ojos, sé que este anillo significa mucho para él, y también sé que no estaba de acuerdo con que lo use, pero de todas formas accedió o simplemente no tuvo otra opción.
-Si me lo das, no vas a poder volver a usarlo, ¿sabes? – dice devolviéndome la mirada, sus ojos azules me miran atentamente en búsqueda de algún tipo de arrepentimiento. Pero no lo va a encontrar, hace ya un tiempo decidí que tengo que enfrentar lo que soy, un anillo no me va a poder ocultar lo que en verdad se esconde dentro de mi... y si lo hiciera solo estaría engañándome.
-No lo necesito. – digo con firmeza.
Asiente levemente y se aleja de mí con el anillo y la cadena en su mano.
Los arboles cercanos susurran y me estremezco al sentir el frio en mi piel. Es una noche fría, como muchas de las que viví acá. Pero esta noche esta tan silenciosa, aún estando acompañada, siento que esta noche es una de las pocas que viviré. La historia que me contó Jano sigue resonando en mi cabeza, siempre supe que los Tua Neeg no se involucraban en las peleas de sus compañeros, son muy independiente... llegando al extremo del desinterés y egoísmo. Pero nunca podría haber imaginado que dejarían que mataran a uno de ellos frente a sus ojos, por el simple echo de ser un Tua Neeg.
Los Don me han dejado muchas cosas en las que pensar, pensaba que entre los Tua Neeg y los Don habría una diferencia grande, pero me equivoqué. Las apariencias engañan dicen... ¡Cuánta razón tienen!
Veo a Jano agacharse frente a un arbusto con pequeñas flores lilas, parece un arbusto fuerte. Todo a nuestro alrededor es marrón y opaco, el arbusto con sus flores y sus hojas le dan vida al lugar. Siempre me pregunté cómo es que sigue en pie, si nadie viene por acá, nadie podría darle agua o cuidarlo.
Con sus manos hace un pozo al lado del arbusto y coloca el anillo con la cadena adentro. Se lo queda mirando varios minutos, y me acerco silenciosamente. Me arrodillo junto a él y me quedo en silencio junto a él, dándole m apoyo.
-Gracias por devolverme el anillo, mi padre nunca me dejó tenerlo. – dice con una pequeña sonrisa – no quería que haga esto – tapa cuidadosamente y palmea varias veces la tierra.
-¿Por qué no?
-Por qué es el único recuerdo que tiene de su esposa. – dice mirándome de reojo.
Su esposa. El anillo es de la esposa de Zyon.
Lo miro sorprendida y los hilos se atan dentro de mi cabeza conectando toda la información que tengo.
-La mujer que los Don mataron es mi madre. – su voz es un pequeño susurro y la imagen de la foto que vi en la casa de Zyon aparece en mi cabeza. Es ella. La mujer de la foto, la dueña del anillo... la mujer que murió en manos de los Don y a quien los Tua Neeg permitieron que muriera.
Es la madre de Jano.
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Espero que les guste el nuevo capítulo, de a poco vamos descubriendo algunos misterios que quedaron en el aire.
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¡Muchas gracias por leer! Me dan la fuerza para seguir escribiendo ♥
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