Capitulo 6
No sé si mis pies se desconectaron de mis tobillos, si mi cerebro dejó de funcionar o simplemente no puedo comprender qué es lo que está pasando frente a mí. Pero lo importante es que no me puedo mover o no lo quiero hacer.
Todo lo que puedo ver son dos ojos grises, mirándome.
Todo lo que puedo sentir es cómo mi cuerpo se niega a responder a mis órdenes.
Todo lo que puedo pensar es qué demonios está haciendo él acá.
Antes de que pueda imaginarme el motivo él desaparece de mi vista. Pero mis ojos siguen en el lugar donde antes se encontraba. No entiendo qué es lo que hace acá. No debería estar acá.
Comienzo a dar pequeños pasos hacia atrás con la intención de salir corriendo pero caigo al piso. Mi cara arde y siento el sabor de la sangre en mi boca. Mi vista comienza a nublarse y deseo poder detener el tiempo en ese momento. O tal vez retrocederlo. Retrocederlo hasta el momento en que Kope apareció en mi vida... desde ahí todo fue un desastre. Un gran desastre.
Me levanto involuntariamente del suelo, o mejor dicho me levantan del suelo y los ojos grises me observan atentamente. Todo lo que puedo ver son sus ojos. ¿Por qué?
Agarro sus manos con las mías e intento soltarme pero no tengo fuerzas. No puedo hacerlo. No puedo soltarme, no puedo hacer nada. Solo observar sus ojos. Siento que las lágrimas comienzan a acumularse en mis ojos y los cierro rápidamente. No puedo permitirme llorar, ni ahora, ni nunca. Ya no soy débil, ya no puedo mostrarme así.
-¡Abrí los ojos! – escucho que grita frente a mí. - ¡Abrilos!
No puedo hacerlo. No quiero verlo. No debería estar acá. Debería estar en Óskopnir, debería estar allá. Quizás sea todo un sueño. Eso es. Un sueño. No... una pesadilla, eso es lo que es. Una pesadilla, una mala pasada de mi mente. ¿Se está divirtiendo? ¿No tiene suficiente? ¿No es suficiente por lo que tengo que pasar todos los días que también tiene que entrometerse en mis sueños?
-¡Abrí los ojos! – vuelve a gritar. – Abrilos y mirame. ¡Vamos!
No es una pesadilla. Es la realidad. Maldita realidad.
Abro los ojos lentamente y sus ojos grises que hace mucho parecían estar pacíficos, ahora tienen un tinte desquiciado. Un tinte desesperado. ¿Soy la culpable de eso? Si. Lo soy.
-No te olvidaste de mí... ¿no? – dice y la ironía que lo caracteriza sale de su voz. Ríe amargamente y me sujeta con más firmeza. -¿En que estabas pensado? ¡Decime!
Sus ojos buscan respuestas en los míos pero estoy segura de que no va a poder encontrar nada. Quizás ni siquiera yo sé porqué hago tantas cosas de las que hago. ¿En que estaba pensado? No lo sé.
-Soltala. – la voz de Zdrada llega a mis oídos y nunca me sentí tan aliviada de su presencia.
-¿Por qué debería hacerlo? – sus ojos dejan de observarme para dirigirse a Zdrada que se encuentra detrás de mí.
-No es una opción lo que te estoy dando, Jano. Es una orden. – suelto el aire que estaba reteniendo al oír su nombre. Cierro los ojos nuevamente e intento mantenerme consiente. Jano. Realmente es él. Supongo que estaba deseando que sea alguien parecido a él, alguien... no lo sé. Jano. ¿Por qué?
Mis manos sueltan las suyas y las llevo hacia su cara. Es él. Me alegro tanto que esté vivo, que este bien. Siento un nudo formándose en mi garganta y eso está bien. Esta vivo. Supongo... supongo que está bien que esté acá.
Sus ojos vuelven a fijarse en los míos y mi mundo comienza a dar vueltas.
No. No está bien. Él debería estar en Óskopnir. De qué sirve todo lo que hice si el va a venir y lo va a arruinar todo. Todo lo que hice, todo lo que logre hasta ahora se esfuma. Estamos otra vez en el mismo lugar del cual quise huir. Otra vez, frente a él. Poniéndolo en peligro... a toda su familia.
Tomo con mis manos su cara y antes de pensarlo dos veces, porque sé que me voy a arrepentir, le pego un cabezazo en la frente. Caigo de espalda al piso y me levanto rápidamente. Lo veo confundido y al segundo sus facciones cambian. Esta enojado. No debí haber hecho eso.
Retrocedo rápidamente, doy media vuelta y comienzo a correr. Ya no sé donde estoy, no se hacía donde corro. Lo importante es que me estoy alejando de él. Si. Eso es lo importante. Alejarme de él. ¿Debería volver a escapar? Pero... ¿hacia dónde? Ya no hay espacio para mí en ningún lugar. Estoy atrapada nuevamente... siempre lo estuve.
Choco contra personas que se interponen en mi camino pero no puedo esquivarlas, apenas puedo correr, apenas puedo mirar hacia donde avanzo. Todo gira a mí alrededor y el aire se escapa de mis pulmones dejándome sin poder respirar.
Me detengo en el instante en el que lo veo parado frente a mí. Su frente esta roja y maldigo en voz baja. No debí golpearlo. No sirvió de nada... no sirve de nada todo lo que hago. Si él esta acá, ¿de que sirve que haya escapado?
Avanzo hacia él y mis ojos esquivan su mirada. Me detengo frente a él y miro sus pies. No puedo mirarlo, no puedo enfrentarme a él. No ahora. No sé cuando, pero no ahora.
-¿Por qué estas acá? - las palabras salen sin darles permiso. Me tapo la boca rápidamente y cierro los ojos para no dejar caer las lágrimas.
-No deberías ser vos la que hace las preguntas, Helena. – al escuchar mi nombre salir de su boca me estremezco. – Tus acciones... no solo te perjudican a vos. Perjudican a todos.
Levanto la mirada y sus ojos se fijan en los míos.
-¿Zyon está bien? – lo agarro de la chaqueta que lleva y lo acerco hacia mí. – Decime que no le pasó nada, por favor. Que no le haya pasado nada.
-Él está bien. – susurra y lo escucho perfectamente ya que estoy a pocos centímetros de su cara. Lo suelto y me alejo de él.
-Tenes que irte. – digo rápidamente limpiando mis manos en el pantalón.
-No. Sabes que no lo voy a hacer. – dice acercándose lentamente.
-Podemos... podemos decir que... podemos hacer que... te tenes que ir. No tendrías que haber venido. – sacudo la cabeza una y otra vez intentando pensar en cómo lograr que el se vaya.
-Vine y acá me voy a quedar. No vine solamente por vos, no sos tan importante. Lo sos, si. Pero no sos el centro de mis pensamientos. Tengo mis motivos por el cual venir. – lo miro y él me sonrie.
-¿Cuáles son esos motivos?
-¿Por qué debería decirte? Querías que me vaya y ahora queres saber porqué vine...
-No sabes donde estas metiéndote. – me acerco a él pero no retrocede.
-Se mucho más que vos. Creeme.
-Sos un imbécil.
Doy media vuelta y me alejo caminando lo más rápido posible. Deseo que no me siga y afortunadamente eso hace.
Camino sin rumbo y sin pensamiento alguno. Vago por las calles atestadas de personas apuradas. Nadie se fija en mí, nunca lo hacen. ¿Por qué lo harían ahora?
Hace ya unos meses encontré un pequeño espacio en el que puedo estar sola, sin que las voces y las personas me alcancen. Es una gran casa abandonada que se encuentra cruzando un parque lleno de arboles. Nunca investigue que es lo que hay en el parque pero sé que fue utilizado como cementerio. Algunas veces, el ruido de huesos rotos al pisar lo delatan.
Entro a la casa y el ambiente frio y húmedo choca contra mí. No es el mejor lugar para estar, pero es lo único que tengo. Pensé varias veces en traerme algunas mantas pero no es una buena opción.
Subo cuidadosamente la escalera de madera podrida y me siento contra la única pared que parece completamente estable. Cierro los ojos y huelo el espantoso olor que me rodea. Acerco mis rodillas al pecho y me acurruco. No es un buen día para estar desabrigada. No es un buen día, punto.
Intento pensar en qué demonios podría estar haciendo Jano acá pero no llego a ninguna conclusión muy certera. ¿De qué sirvió que me haya escapado si ahora él viene hacia dónde estoy? Al final de cuentas, nada de lo que haga resulta como lo tengo planeado.
El silencio inunda mis pensamientos y agradezco estos pequeños momentos de "paz" que tengo. Sé que duran poco, pero algo es algo. Sé que cuando ponga un pie fuera de esta casa abandonada la paz se termina.
*-*-*-*-*
Ya pasaron varias semanas desde la llegada Jano pero no lo vi desde entonces. No es que haya sido por pura casualidad, sino que intento hacer todo lo posible por no encontrarme con él. A veces lo veo desde lejos y me alejo lo más pronto posible. En ocasiones intentó seguirme pero conozco un poco mejor que él las calles por lo que desaparezco de su vista. Sé que lo que estoy haciendo es de cobarde y lo mejor sería aclarar las cosas. Pero no quiero hacerlo, y lo voy a postergar cuanto más pueda.
Zdrada no menciona el tema y yo no lo voy a hacer. Mi entrenamiento sigue como siempre, con algunas interrupciones de Faisuri pero nada logra sacarme de mis casillas. Estoy decidida a enfocarme a pleno a mi entrenamiento y así mejorar cada vez más.
Nunca le pregunte a Zdrada sobre los recortes que vi en su habitación, eso sería una sentencia de muerte. No tiene que enterarse que entré y que estuve revisando sus cosas. Sé que se enojaría y en estos momentos lo que menos necesito es que él se enoje. No, gracias.
-Deberías entrar con escudo. – me dice Krisna levantándome del piso. Sacudo la arena que se pega en mi piel por la transpiración y niego con la cabeza. – No es buena idea que estés totalmente desprotegida.
-Mira quien lo dice. – ella se ríe y levanta las manos en forma de rendición.
-Haz lo que yo digo, no lo yo que hago. – dice levantando las manos en forma de rendición. – Hay alguien por allá que solicita tu presencia... otra vez.
-No voy a ir.
-Lo veo un poco ansioso.
-Puede esperar.
-No. Parece que no. – me palmea el hombro y se va hacia las gradas a descansar.
Sé que está detrás mío pero me niego a darme vuelta.
-¿Por más que pida diez mil veces perdón no voy a ser perdonado? – pregunta en voz baja.
-No soy quien para no perdonarte. – digo mirándolo por encima de mi hombro y comienzo a caminar hacia las gradas.
-Quiero hablar con vos. Dame solo cinco minutos de tu vida, solo eso pido. – corre para quedar frente a mí y me agarra de los brazos. – Solo eso, cinco minutos. Después... ya no vas a tener que verme más.
-¿Prometido? – pregunto levantando las cejas.
-Prometido.
Sin soltarme de los brazos me lleva hasta un rincón de las gradas donde no hay nadie cerca y se sienta.
-¿No vas a sentarte? – pregunta palmeando el asiento junto a él.
-Van a ser cinco minutos nada más. – comienzo a mover mi pie impacientemente.
Asiente lentamente y pasa las manos por la cara hasta terminar en su cabeza despeinando su pelo negro.
-En mi ausencia, presencie muchas cosas... cosas que me persiguen por la noche, Helena. Cosas que no debí haber visto pero lo hice. No me arrepiento, me abrieron los ojos. – Junta sus manos apoyando los codos en sus rodillas y mira un punto fijo en el piso – No hay mucho que podamos hacer solos, pero no estamos solos. ¿Sabes? No estamos solos, como nosotros hay muchos. La gente no está de acuerdo con toda esta mierda de Otón.
-¿A qué queres llegar, Faisuri? – digo impaciente – no tengo tiempo para que me estés hablando de cosas que ya se.
-Hice muchas cosas mal, ya lo sé. Y supongo que la termine cagando cuando me fui de acá. Pero el pasado ya esta pisado y lo único que puedo hacer es mirar para el futuro que viene. Y creeme, no es algo bueno. – mira hacia donde estoy yo y me agarra de la mano, intento separarme pero él niega con la cabeza – Solo esta vez. Por favor. Helena... quieren destruir todo, uno por uno. Hasta que no quede nadie que quiera luchar, y cuando eso pase. Cuando no haya nadie que tenga la esperanza de que algo va a cambiar, esto se va a ir al infierno. – suspira y vuelve a mirar el piso. - ¿Podes prometerme algo? Pase lo que pase, destruilos. Haceles pagar por lo que hicieron. Intentalo, hacelo. Por mi, por todas las personas que murieron antes de vos, por las que van a morir, y por las que no pueden luchar. Sé que tenes el potencial, sos una guerrera Helena, no sos una chica. No sos una mujer, sos un arma. Vengate. Hacelo. Sino.... – se para y me toma la cara entre sus manos – si no lo haces vos, nadie lo va a hacer. Empezá la guerra, ellos te van a seguir. Tenes que hacerlo. No lo dudes. ¿Me entendes? Pelea. ¿Prometido?
Sin saber por qué lagrimas corren por mi cara e intento secarlas pero él aleja mis manos rápidamente. Niega con la cabeza y cierra los ojos por varios segundos. No quiero moverme, sé que algo va a pasar, ¿por qué me está diciendo todo esto?
Cuando los abre veo determinación en su mirada. Y antes de que pueda reaccionar sus labios se encuentran sobre los míos. Es breve, apurado y lleno de angustia. Lo puedo notar. Me vuelve a mirar y veo lágrimas en sus ojos que luchan por salir, pero él las detiene.
-Perdón... tan poco pude darte y tanta responsabilidad cargo en tu espalda. Pero sé que podes hacerlo. Siempre supe que eras alguien que cambiaría las cosas. Mi mundo lo cambiaste, y estoy eternamente agradecido. Mi vida... mi vida te la doy a vos. No la desperdicies y cumplí la promesa.
Antes de por contestarle algo ingenioso para poder cortar la tensión que hay todo se vuelve negro. Y las palabras se esfuman. Mis pensamientos se esfuman. Y él también.
*-*-*-*-*-*
¡Hola, Lectores!
Nuevamente estoy con El sendero, y como les dije antes: no pienso dejarlo y olvidarme. De a poco, y pausadamente voy a ir subiendo la historia de Helena. Quizás ahora pueda subir un poco mas seguido porque estoy de vacaciones (yaaaay)
Gracias por leer y no abandonar El sendero.
¡No olviden comentar, votar y compartir!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top