Capítulo 31

Siento un pinchazo en mi brazo y me sacudo violentamente, despertando en alerta. Miro para todos lados aun atontada.

Cuervos negros como la noche se posan en los cuerpos destrozados y felizmente disfrutan del festín. Ugh. Desvío la mirada para evitar vomitar ya que siento que en cualquier momento podría ocurrir; pero mire hacia donde mire hay cuervos merendando, o almorzando.

No hay nada que me indique que hora es, nada que me dé una señal de cuánto tiempo paso desde...

Un escalofrió recorre mi cuerpo y un espasmo me sacude violentamente haciéndome vomitar.

Escucho un cuervo cerca mío chillar y lo miro con recelo.

-Shu - intento espantarlo sacudiendo la mano en su dirección.

El cuervo me mira fijo e inclina su cabeza.

-¡Shu! - extiendo el brazo como si pudiese alcanzarlo y espantarlo, pero no lo logro.

Suspiro y rápidamente me doy por vencida. El maldito pájaro no tiene la culpa de nada, ni siquiera está dándose un festín.

Aun me siento débil por lo que no voy a intentar pararme y caminar. Prefiero seguir en tierra firme sin ningún peligro de volver a caer.

Avanzo varios metros y puedo ver una copa de un árbol. La esperanza se abre paso dentro de mí y comienzo a pararme sin pensarlo dos veces. Pasos torpes pero aun así seguro es todo lo que puedo pedirle a mis piernas. Es más de lo que podría haber imaginado.

Caigo varias veces, mis pies se tropiezan con los cuerpos, se hunden en pequeños charcos formados por la sangre y tierra húmeda, los pájaros se alejan mientras avanzo hacia el punto verde el cual nunca deje de ver. A pesar de caminar directo hacia la copa del árbol que aun puedo ver, esta pareciera que nunca se acerca. La sigo viendo tan chica como antes, pero eso no me detiene de seguir intentando llega a ella.

El árbol me llama, pero mis pies ya no responden a mis comandos. Han dejado d avanzar, mis rodillas chocan contra la tierra y dentro de mí, lo siento, ya no voy a poder levantarme. Apoyo las manos y suspiro desganada, con ayuda de mis codos me recuesto boca arriba y observo detenidamente el cielo. Ni una sola nube tapa el brillante sol por lo que tengo que usar mi mano para poder abrir los ojos.

Supongo que no es un mal día para abandonar este mundo. No son la circunstancias que hubiese preferido, ¿pero quién elije como hacerlo? Al menos no siento dolor.

No quisiera arrepentirme de nada en estos momentos por lo que cierro los ojos, coloco los brazos al costado mío y por primera vez me siento en paz cuando pierdo la conciencia.

Ya nada puedo hacer.

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