Cartagena

Martina llego muy temprano al aeropuerto llevada por Hugo y Clara quienes para asegurarse de que ella tome ese vuelo se ofrecieron a acompañarla, el viaje era para dos, Martina decidió preguntarles a ellos si alguno podía acompañarla.
-Este es tu momento de encontrar la paz-le decía Clara con alegría-ir no sería apropiado.
-Además estoy seguro de que Pipe de algun modo estará ahí contigo en este viaje solo recuerda ser feliz decía Hugo con su sonrisa que transmitía paz, el había perdido a su hermano y aun así mostraba fuerza para ayudar a Martina.

Luego de unas horas aterrizó en Cartagena una mañana luminosa, con el calor del Caribe abrazándola desde el primer momento. Había reservado el mismo hotel boutique que Felipe había elegido. El lugar estaba lleno de detalles coloniales: paredes blancas, balcones llenos de flores y un patio con una piscina que reflejaba el cielo.

El primer día fue solitario. Caminó por las calles adoquinadas de la ciudad amurallada, exploró el castillo de San Felipe y contempló el mar desde el muelle. Pero la ausencia de Felipe pesaba demasiado. Esa noche, mientras cenaba sola en un restaurante frente a la playa, sintió por un momento que había cometido un error al viajar.

Al día siguiente, mientras paseaba por una plaza, tropezó accidentalmente con un hombre alto que estaba tomando fotos de los balcones. La cámara cayó al suelo, y Martina se apresuró a disculparse.

—¡Perdón! No lo vi... —dijo mientras recogía la cámara.

—No te preocupes, no pasó nada —respondió él con una sonrisa cálida, notando su acento—. ¿Argentina?

Martina asintió, y así comenzó una conversación casual. El hombre se presentó como Renato, un ejecutivo mexicano que había extendido su estadía en Cartagena tras una conferencia. Decidieron continuar el paseo juntos, explorando la ciudad y hablando de sus culturas. Martina se sintió extrañamente cómoda con él, como si el peso de su dolor se aligerara momentáneamente.

En los días siguientes, Martina y Renato se encontraron varias veces, primero de manera casual y luego de forma intencional. Renato la invitó a un recorrido en barco por las Islas del Rosario. Mientras el sol se ponía y el cielo se pintaba de tonos naranjas y rosados, Martina sintió una paz que no había experimentado en meses.

Renato era atento, pero nunca invadía su espacio. Cuando Martina mencionó a Felipe durante una conversación, él la escuchó sin interrumpir. Su paciencia y comprensión comenzaron a derribar las barreras que ella había construido en estos meses.

En una de esas noches, Clara llamó a Martina para saber cómo iba todo. - Suena como si estuvieras disfrutando más de lo que pensabas- comentó Clara con picardía. Martina negó rápidamente cualquier insinuación, pero su voz temblorosa traicionó sus emociones y en ese momento se preguntó si eso contaste como engaño, que le diría a Hugo y a su familia, Pipe se estaría sintiendo traicionado?, podría sentir? O solo era algo de culpa dentro de su cabeza.

Finalmente, una noche, mientras paseaban por las murallas de la ciudad, Renato confesó que sentía algo por ella.

—Martina, no quiero confundirte ni presionarte, pero... estos días contigo han sido especiales. Sé que todavía llevas un gran peso, pero tenía que decírtelo.

Martina sintió una mezcla de emociones: sorpresa, confusión y culpa.

—Renato, yo... no sé qué decir. Me siento extraña en esta situación. Todo esto es... nuevo para mí. —Bajó la mirada, con los ojos vidriosos

Renato asintió con comprensión.

—Lo entiendo, Martina. No quiero presionarte. Solo sentía que necesitaba decírtelo.

Martina regresó a su hotel esa noche, incapaz de dormir. Dio vueltas en su cama, preguntándose si había hecho lo correcto al distanciarse de Renato. La culpa por sentirse atraída por alguien más se mezclaba con un anhelo de avanzar. Miró una foto de Felipe que llevaba consigo y, entre lágrimas, le pidió una señal. "Dime qué debo hacer, Felipe. Ayúdame a entender cómo seguir y si esta es tu forma de decirme algo se más claro. "

A la mañana siguiente, mientras paseaba sola por las playas, encontró una concha perfecta, igual a las que Felipe solía recolectar en sus paseos. Para Martina, fue como una respuesta silenciosa. Decidió que era momento de despedirse de él ahí en su paraíso soñado. Caminó hasta la orilla, cerró los ojos y, entre lágrimas, dejó ir sus palabras al viento.

—Gracias por todo, Felipe. Siempre estarás conmigo, pero es hora de seguir adelante. Siempre serás mi primer gran amor.

Los días restantes en Cartagena fueron pocos. Renato, por cuestiones laborales, también tenía que partir pronto. Martina intentó contactarlo, enviándole un mensaje para encontrarse. Sin embargo, no obtuvo respuesta. Frustrada, se duchó para salir y despejarse, y al salir notó varias llamadas perdidas de él. Sonrió al darse cuenta de que habían intentado comunicarse al mismo tiempo.

Al final del día, mientras ambos paseaban por el centro histórico, volvieron a cruzarse, casi como la primera vez. Se sonrieron, y Renato la saludó con la misma calidez de siempre.

—¿Otra vez tú? Creo que esto es cosa del destino —bromeó Renato.

Martina respiró hondo antes de responder.

—Renato, antes de que digas algo, quiero ser sincera. No estoy completamente convencida, pero... quiero intentar. Creo que merezco ser feliz, y quiero serlo, nose que pasará solo quiero disfrutar contigo he encontrado paz.

Renato sonrió, aceptando sus palabras con ternura,fueron a cenar y recorrer el centro histórico una vez más, compartiendo historias, anécdotas, riendo y capturando en fotos momentos maravillosos.

El último día del viaje, antes de que Renato partiese de regreso a la CDMX, Martina dejó una carta en la recepción de su hotel. En ella, expresó todo lo que había sentido desde que lo conoció.

"Querido Renato,

No sé si esta carta puede expresar todo lo que he vivido en estos días, pero quiero intentarlo. Cuando llegué a Cartagena, mi corazón estaba roto. Sentía que no había un camino para mí más allá del dolor de haber perdido a Felipe. Pero entonces, por una casualidad del destino, tropezé contigo.

Tu paciencia, tus palabras y tu sonrisa me mostraron que aún hay luz en el mundo, incluso cuando parece que todo está en sombras. No fue fácil aceptar que podía sentir algo otra vez, y sinceramente, todavía estoy aprendiendo a navegar este nuevo capítulo de mi vida. Pero hay algo que sí tengo claro: quiero intentarlo.

No sé dónde nos llevará la vida. Tal vez sea en México, en Argentina o incluso aquí, en Cartagena, donde volvamos a encontrarnos. Pero te prometo que buscaré ese momento. Porque sé que, aunque mi corazón tardó en abrirse, ahora tiene espacio para una nueva historia.

Gracias por ser mi segundo primer amor.

Con cariño, Martina"

Martina entregó la carta con la esperanza de que Renato la leyera antes de partir. Mientras abordaba su vuelo de regreso a Buenos Aires, se sintió emocionada, no solo por lo que había dejado atrás, sino por lo que podría estar por venir.

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