Capítulo IX

Nate se sobresaltó al sentir los golpes resonando en la puerta de su suite, rompiendo la placidez de su profundo sueño. Aún somnoliento por la inmensa siesta que había tomado en esa cama celestial, Nate titubeó un momento antes de levantarse y dirigirse hacia la puerta.

Con pasos lentos y pesados, como si aún estuviera atrapado entre los límites del sueño y la realidad, Nate giró el pomo y abrió la puerta con rapidez. Sus ojos aún estaban entrecerrados por el sueño, y su mente tardó unos segundos en procesar la figura que se encontraba al otro lado.

—Disculpe que lo interrumpa, joven, pero ha sido invitado por la Reina de Corazones a su fiesta de Rojo y Negro en la azotea —explicó un mayordomo, luego le entregó una carta de póker con el Rey de Diamantes en ella.

Nate parpadeó con sorpresa al escuchar la voz del mayordomo, quien acababa de aparecer frente a él con una noticia que lo dejó perplejo.

—¿La Reina de Corazones? —murmuró Nate, sintiéndose aún más confundido por las extrañas circunstancias que rodeaban su estancia en el hotel.

El mayordomo asintió con serenidad, como si fuera completamente natural que Nate fuera invitado a una fiesta por la Reina de Corazones.

—Sí, señor. La fiesta se llevará a cabo esta noche en la azotea del hotel. La temática es Rojo y Negro. Si no encuentra nada adecuado para vestir en su vestidor, puede dirigirse a la boutique del hotel. Queda en el segundo piso —explicó el mayordomo, entregándole una carta de póker con el Rey de Diamantes en ella antes de desaparecer sin más preámbulos.

Nate observó la carta con perplejidad, preguntándose qué significaba todo aquello y cómo había llegado a verse envuelto en una situación tan surrealista. Sin embargo, sabía que no podía quedarse de brazos cruzados. Si había sido invitado a esa fiesta, debía prepararse adecuadamente.

Nate sostuvo la carta con una mezcla de fascinación y confusión mientras observaba el mensaje impreso en ella. Las palabras escritas en elegante caligrafía capturaron su atención de inmediato, sumergiéndolo aún más en el misterio que rodeaba al Hotel Póker VIP.

"Veo que ha regresado, por favor, asista a mi fiesta. Es de bienvenida", leyó Nate en voz baja, dejando que las palabras resonaran en su mente. El mensaje era corto, pero intrigante, despertando más preguntas que respuestas.

La firma al final de la carta era un corazón adornado con las letras "A" y "Q" entrelazadas en un elaborado diseño de letras cursivas. Nate se preguntó quién podría ser la misteriosa persona detrás de esa firma y qué significaba su invitación a la fiesta de bienvenida.

Dejó la carta sobre la mesa y decidió ver el vestidor. Nate se quedó boquiabierto al abrir las puertas del armario y contemplar la deslumbrante exhibición de lujo y elegancia que se extendía ante él. Una amplia variedad de trajes elegantes en una variedad de colores y estilos adornaba las perchas, mientras que estantes llenos de zapatos relucientes y accesorios deslumbrantes capturaban la luz que se filtraba en la habitación.

Nunca antes había sido testigo de tanta opulencia y sofisticación. Se preguntó si era adecuado para él hacer uso de tales lujos, pero al mismo tiempo, no quería desairar a la persona que lo había invitado a la fiesta de bienvenida. La idea de ofender a la misteriosa Reina de Corazones lo llenaba de preocupación, temeroso de enfrentar las posibles consecuencias de su desagrado.

Sin embargo, la abrumadora cantidad de opciones disponibles en el armario también lo dejó aturdido. ¿Cómo podría elegir el atuendo perfecto entre tantas opciones deslumbrantes? Se tomó un momento para respirar profundamente y centrarse, recordándose a sí mismo que debía mantener la calma y tomar una decisión con confianza.

Nate sintió una mezcla de alivio y emoción al encontrar un traje que parecía ser justo lo que necesitaba para la ocasión: una elegante combinación de negro y rojo, los colores perfectos para la fiesta de Rojo y Negro en la azotea. La tela fina y suave le sugería que el traje estaba confeccionado con materiales de alta calidad, lo que aumentaba su confianza en su elección.

Con manos temblorosas de anticipación, Nate se apresuró a probarse el traje, esperando que se ajustara a la perfección. Se quitó la ropa que llevaba puesta y se deslizó en el traje con cuidado, sintiendo cómo la tela se ajustaba a su cuerpo de manera cómoda y elegante. Para su alivio, el traje parecía haber sido hecho a medida para él, encajando de manera impecable en cada curva y contorno.

Nate se quedó mirando fijamente su reflejo en el espejo, una expresión de preocupación y confusión cruzando su rostro. ¿Qué había estado haciendo? Se preguntó a sí mismo, sintiendo un nudo en el estómago mientras reflexionaba sobre las decisiones que lo habían llevado hasta ese punto. Sacó el diario de su mochila y lo sostuvo en sus manos temblorosas, observando las fotografías espeluznantes que llenaban sus páginas.

—¿En qué te metiste, Nate Wilow? —se dijo en voz alta, dirigiéndose a su reflejo con una mezcla de autodesprecio y desesperación.

Con un suspiro cargado de resignación, dejó el diario a un lado, sintiendo el peso abrumador de la culpabilidad y la incertidumbre. Sabía que seguir las instrucciones de un homicida era una locura, una acción que lo llevaba por un camino peligroso y lleno de consecuencias impredecibles. Sin embargo, también sabía que había algo más en juego, algo que lo mantenía atrapado en esta espiral de eventos perturbadores.

Se preguntó si realmente debería ir a la fiesta de la Reina de Corazones, si era prudente continuar siguiendo las instrucciones de un psicópata. Pero al mismo tiempo, la idea de hacerse con un Rey, de desentrañar los misterios que rodeaban este extraño juego de cartas, lo intrigaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.

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