Capítulo III

Una semana transcurrió rápidamente desde que Nate fue dado de alta. A pesar de que regresaba al hospital para realizar chequeos de rutina, su vida gradualmente recuperaba una sensación de normalidad. Sin embargo, una sombra persistente permanecía en su mente: el misterioso diario rojo que le habían entregado en el hospital.

Cada página del diario parecía contener una historia retorcida, como capítulos de un oscuro relato que se desplegaba ante sus ojos. Las imágenes gráficas de escenas violentas y palabras crípticas lo inquietaban, aunque no podía evitar sentirse intrigado por el enigma que encerraba. ¿Cómo terminó ese diario en sus pertenencias? ¿Qué conexión tenía con su resurrección inesperada?

Los ojos azules de Nate se posaron con una mezcla de curiosidad y aprehensión en el diario que yacía sobre el escritorio. La sensación de que no le pertenecía, a pesar de su nombre marcado en ciertas páginas, se intensificaba. Pensó que debía deshacerse de cosas que no eran suyas, pero la pregunta persistía en su mente: ¿cómo encontrar al dueño legítimo de ese oscuro diario?

Aunque no es mío, no puedo simplemente ignorarlo. Alguien tiene que ser responsable de estas perturbadoras imágenes, reflexionó Nate. La idea de devolver el diario a su legítimo propietario lo intriga, pero también le causa cierta ansiedad. ¿Cómo podría abordar a alguien que posiblemente esté vinculado a los actos violentos capturados en esas páginas?

El pensamiento humorístico cruzó fugazmente su mente:

"Ah, hola, querido psicópata, he encontrado tu horrible diario. ¿Dónde te veo para devolvértelo?"

Sin embargo, la idea resultaba demasiado irreal y peligrosa. Las pesadillas que lo atormentaban con las imágenes gráficas de personas en las fotografías eran prueba suficiente de que el diario estaba vinculado a algo más oscuro y retorcido de lo que él podía entender.

Ni siquiera podía hablar de eso con sus amigos. Además, no era particularmente cercano a ninguno, al menos no lo suficiente como para confesar algo tan abrumador. La magnitud del secreto que cargaba, relacionado con el oscuro diario rojo, parecía demasiado grande para compartirlo con aquellos que compartían su vida diaria. Sin embargo, la necesidad de hacer algo al respecto se volvía cada vez más apremiante. No solo era un misterio que lo atormentaba, sino que el solo hecho de tener el diario en su casa le enviaba escalofríos.

Nate suspiró, liberándose del peso de la mochila al arrojarla descuidadamente sobre el sofá. Se dejó caer sobre el mueble, buscando refugio momentáneo en el abrazo cómodo del sofá. Encendió la televisión en un intento de distraerse, pero la realidad de su situación eclipsaba cualquier intento de evasión. Las redes sociales tampoco ofrecían consuelo; cada publicación y noticia giraban en torno a su accidente y resurrección, una narrativa que estaba fuera de su control.

A pesar de sus esfuerzos por mantener a la gente alejada de su propiedad y vida privada, Nate no podía evitar los encuentros incómodos en la calle o en la universidad. Las miradas curiosas y los susurros que lo seguían a donde fuera añadían una capa adicional de incomodidad a su ya complicada situación. La normalidad que anhelaba se desvanecía en medio de la atención no deseada, dejándolo con una sensación de vulnerabilidad que se intensificaba con cada día que pasaba. La búsqueda de respuestas y la gestión de su vida cotidiana se convertían en un equilibrio precario, mientras Nate intentaba encontrar su lugar en un mundo que parecía haberse vuelto más complejo y extraño de lo que nunca hubiera imaginado.

Las caricaturas destilaban un oasis de ligereza en la vida de Nate. Soltó una carcajada resonante mientras los personajes animados se embarcaban en travesuras cómicas, una fuga momentánea de la realidad cargada de misterios y tensiones. Los colores vibrantes y las risas contagiosas de la pantalla proporcionaban un refugio temporal del peso de sus preocupaciones.

A medida que los minutos avanzaban, la fatiga acumulada por la intensidad de los últimos días comenzó a hacer mella en Nate. Sus parpados, pesados como plomo, empezaron a cerrarse lentamente, vencidos por el sueño que lo envolvía como una manta reconfortante. A pesar de las incógnitas y las inquietudes que lo acosaban, el mundo animado de la televisión se desvaneció en un suave murmullo de fondo.

Finalmente, los ojos de Nate se cerraron por completo, y su rostro se iluminó con una sonrisa que reflejaba la paz momentánea que encontró en la comedia animada.

Nate despertó de golpe al escuchar unas sirenas provenientes del televisor. Su mente aún estaba entretejida con los hilos del sueño cuando miró la pantalla y se dio cuenta de que el noticiero nocturno estaba transmitiendo una escena impactante. Una mujer con expresión sombría hablaba ante la cámara, mientras detrás de ella se desplegaba una imponente operación policial.

Sentado en el sofá, Nate se enderezó y leyó con cuidado el titular en la pantalla. De repente, unas imágenes aterradoras surcaron la pantalla con un resplandor inquietante. La fotografía, capturada desde el interior de una vivienda, mostraba el escenario brutal de un asesinato: la pared manchada con lo que parecía ser la sangre de la víctima y un mensaje críptico que se extendía junto a la escena macabra.

Los detalles de la imagen se imprimieron en la mente de Nate, y el horror se apoderó de él al comprender el significado del mensaje. Era algo que él conocía, algo vinculado directamente con el diario rojo que había encontrado en el hospital. La conexión entre sus propias experiencias y la escena del crimen se develaba ante sus ojos, como si el oscuro diario fuera la clave para descifrar la violencia que se desplegaba en la pantalla.

Sentado en el sofá, la atmósfera en la habitación se volvió más densa, y la realidad de la situación golpeó a Nate con la fuerza de un puñetazo. Una inquietante certeza se apoderó de él: estaba involucrado, de alguna manera, en un oscuro juego que trascendía los límites de lo comprensible. La imponente presencia policial y el rastro de violencia proyectado en la pantalla sugerían que el misterio que rodeaba su resurrección estaba profundamente entrelazado con algo mucho más siniestro de lo que jamás habría imaginado.

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