Duo - II
Muchos empiezan bien el día, pero otros empiezan el día mal o pésimo, provocando un amargo sabor de boca junto a un humor que cualquiera podría decir: "Si me voy a morir en algún momento, prefiero morirme justo ahora". Ese día no era la excepción para ambos chicos de nuevo ingreso porque esa mañana empezó de la peor forma para ser su primer día de clases. Ambos se habían levantado tarde porque habían olvidado programar sus alarmas, no tuvieron tiempo de ducharse ni de desayunar o de ponerse algo de ropa más presentable y, para rematar, llegaron diez minutos tarde a la tercera clase del día.
Sí. No a la primera ni a la segunda, a la tercera.
Eso no les dejo una buena impresión a sus compañeros, maestros y menos al Sallow que se encontraba en el salón de Matemáticas avanzada, la clase de Astrid.
Este Sallow era un poco diferente a los otros dos, pues era una chica. Se notaba a kilómetros que era parte de esa familia gracias al inconfundible color de cabello y ojos que tiene la chica. Cabello dorado, sedoso a simple vista y brilloso como el oro; ojos azules e hipnotizantes como si fueran dos zafiros de gran valor incrustados en su rostro.
Sin duda era una hermosa chica.
También se podía percibir cierto nivel de egocentrismo en sus ojos.
Al llegar, Astrid tomo asiento en el lugar vacío junto a la rubia con la mirada de todos sus compañeros sobre ella. Eran unas miradas pesadas que, en vez de reconfortarte, solo te hacían sentir peor de mal a como ya te sentías pues sabias que te estaban juzgando y criticando mentalmente. Sin embargo, la mirada de la Sallow no se quedó sobre ella porque la regreso al pizarrón frente a todos, justo detrás de donde estaba la maestra parada, eso alivio un poco a la pelinegra.
Después de esa incomoda entrada, la clase continuo casi como si no hubiera pasado nada.
--Van a hacer parejas con la persona que están sentados y van a llevar a cabo una ecuación que les voy a dejar, tienen una semana para entregármela –ordeno la maestra para todos los alumnos que se encontraban en completo silencio—. Persona que me traiga diferente resultado al de su pareja, ambos se quedaran sin los dos puntos que vale la ecuación –advirtio para colocarse recta y con la frente en alto, lista para recibir dudas--. ¿Alguna pregunta?
--¿La ecuación la va a poner una para todo el salón o distintas por cada pareja? –pregunto la pelinegra recién ingresada con duda. Gracias a esa valentía que tuvo, dejo que varios de sus compañeros, igual que de nuevo ingreso, soltaran suspiros de alivio por la notable seriedad y dureza de la profesora.
--Va a ser una por cada pareja –contesta tranquilamente--. ¿Cuál es su nombre?
--Astrid Blythe.
--Es de nuevo ingreso igual que la mayoría de mis alumnos aquí, ¿o me equivoco? –pregunto con cierta ironía en su voz, pero recibiendo una negación indicando que no está equivocada—. Bienvenidos todos a la universidad Negative, espero que se adapten rápido y con facilidad –deseo para escuchar el timbre de la escuela y que empiecen a salir todos--. ¡Les mandare la ecuación por correo electrónico mañana después de clase! –exclamo al verlos todos salir del aula para ir a tomar la siguiente clase.
El resto del día continúo de forma razonable para aquel par de amigos, no volviendo a encontrarse con los Sallow bajo ningún momento. Tal vez las clases eran un poco complicadas de entender, pero gracias a la disponibilidad de algunos compañeros para explicarles un poco el tema pudieron llevar un día tranquilo. Hasta que llegó la hora de salida, encontrándose con cientos de hojas pegadas en los casilleros, esparcidas por el piso de los pasillos, pegadas en las pancartas, en las fotografías de los profesores...
Básicamente, los trillizos se habían asegurado de que Peter recibiera su merecido poniendo por doquier estas hojas con un secreto que este tipo ocultaba. Este tenía una foto de él en los vestidores con una profesora estando en una posición bastante comprometedora, pues las manos del chico se encontraban fuera de los límites establecidos en la escuela al igual que ella. Pero debajo de la imagen decía un secreto bastante vergonzoso, haciendo que el mismo chico tuviera ganas de llorar y de salir huyendo de ahí por la humillación.
Pero encontrándose con los Sallow en el camino.
--¿Qué les parece? –empezó a hablar la chica con ironía en su voz y en dirección a sus hermanos–. Mi pequeño amante tuvo una aventura con una profesora, eso explica porque saca tan buenas calificaciones en esa materia sin siquiera asistir a clases –finalizo notando que el chico empezaba a llorar mientras los tres rubios tenían una sonrisa burlona mezclada con maldad en su rostro.
Esto fue suficiente como para que el chico saliera corriendo de ese lugar a su habitación.
Sin embargo, el par de amigos al no saber qué sucedía y por qué había salido corriendo tan de repente recurrieron a la revelación pegada en un casillero frente a ellos.
No podían creer lo que los Sallow acababan de hacer, ¿de verdad eran tan malvados y descorazonados? Era su primer día, así que aún podían asegurarse de lo que pasó en tiempos pasados antes de su llegada a esa escuela. Y también la razón del porqué esa escuela es tan misteriosa.
Sin embargo, su sorpresa fue cuando en tan solo unas pocas horas Astrid vió a su profesora de Matemática avanzada salir de la escuela con sus maletas y sus cosas pertenecientes del salón que le correspondía, al igual que Peter, que se veía bastante afectado por lo ocurrido.
A lo lejos, vieron al trío observando todo con unos lentes puestos mientras miraban con una seriedad sorprendente, finalmente, viendo a ambos alejarse del edificio de su escuela.
--Siempre aprovechan estas épocas para hacer de las suyas y ellos salir ilesos --pronunció la chica al lado de los amigos –. Sigue sorprendiéndome lo capaces que son de hacer este tipo de cosas y ellos no salir afectados --añadió mirándolos alejarse a paso lento mientras unas sonrisas vuelven a adornar sus rostros.
Y eso era cierto, siempre hacían muchas clases de travesuras y ningún docente, guardia o algún otro adulto a cargo de esa escuela les decían nada. Casi podrían matar a alguien enfrente de todos y nadie les diría nada; podrían no asistir a la escuela por todo el año y nadie les diría nada, incluso pasarían las materias con 10. Así de poderosos eran aquellos tres chicos de cabello rubio. Pero ¿era eso? ¿Realmente eran poderosos? ¿O solo eran los preferidos de toda la escuela justo como lo son para los alumnos presentes?
Eso quería descubrir Astrid aún si eso le costaba la vida averiguar sus verdades. Aun que fue un grave error plantearse esa idea en tan solo su primer día porque las consecuencias se verían inmediatamente reflejadas, y eso lo descubriría esa misma noche donde hubo una fiesta a la que Auclair los había invitado. La casa donde se realizaría no era demasiado lejos de la escuela, pero si lo suficiente como para que los profesores no les dijeran nada.
Cuando entraron a dicha casa les pareció grande y muy hermosa, como suponían que era por lo prestigioso que eran los cuartos de la escuela y la ropa tan cara que portaban todos en la Universidad. Tantas evidencias daban a entender la gran cantidad de dinero que todos los alumnos portaban, sobretodo sus padres que eran los que pagaban la colegiatura y la estadía en Negative.
Todo iba surgiendo con naturalidad, como era de esperarse. Había gente bebiendo, gente besándose, gente llegando a extremos más allá de los besos, gente apostando. Era el típico ambiente de una fiesta. Aunque nadie esperaba que, de repente, la luz en la casa se fuera dejando a todos a oscuras. No pasó demasiado tiempo para que esta misma volviera pero con todos los cables de las bocinas desconectados, finalmente dejando ver a los Sallow entrar a la casa por la puerta principal.
En ese momento, todos se quedaron en completo shock mirándolos pues, por lo que sabían, ellos nunca iban a fiestas.
--¡Quiero que esta casa sea desalojada! ¡Tienen diez segundos! —grito el más alto de los tres rubios.
--Un momento —lo interrumpió un chico que se acercaba con un vaso de cerveza en la mano –. Esta no es su casa, no pueden echarnos solo porque se les antoja hacerlo —argumento con egoísmo, pero teniendo como respuesta solo una sonrisa por parte de los tres Sallow.
--Pues ahora nosotros somos los dueños, así que será mejor que salgan de la casa antes de que Max acabe de contar o las consecuencias serán muy graves para todos ustedes —habló la chica con autoridad conservando esa sonrisa.
--¡Uno! –exclamó el chico empezando la cuenta regresiva.
--¿Sí? Quiero ver los papeles que los haga los dueños de mi casa —ordenó viendo al último Sallow sacar unas hojas del bolsillo trasero de su pantalón y mostrárselo, dejándolo sin palabras.
--Dale las gracias a tu padre de nuestra parte —habló el mismo después de tanto tiempo callado.
Con esto, la casa fue desalojada de inmediato mientras Astrid, Auclair y Yeong ven a la chica Sallow recostarse en el sofá más grande dejando salir un largo suspiro de satisfacción. Tal vez después tengan que limpiar la casa, pero por ahora podían gozar de estar en su nueva propiedad.
Definitivamente esta no es una escuela típica que esperaban conocer, sobre todo los de primer año.
Bienvenidos a la escuela Negative, ¿quieren conocer a los Sallow?
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