Capítulo 5: En conflicto

Para otros el viernes es un día de fiesta, para mí fue el día de hacer las compras en el supermercado.

Lo sé, mi vida es triste.

Cuando llegué a casa la hermosa melodía de una guitarra invadió mis oídos. Al buscar su origen, vi a Zack en el sofá tocando distraídamente. Desde niño siempre se le dio bien tocar dicho instrumento. Incluso nos dio algunas lecciones a Caleb y a mí.

Aprovechando que se encontraba de espaldas, me tomé la libertad de observarlo (solo un poquito). Se veía tan despreocupado y libre mientras tarareaba un ritmo que no me resultaba familiar, pero que se escuchaba muy hermoso. Era evidente que la música era su pasión. De hecho, creo que era el único momento en el que su fachada gélida caía por completo.

Siempre pensé que no podía ser más guapo, pero tocando esa guitarra negra con esa expresión tan tranquila se veía incluso más atractivo.

Si quieres, muérdele un brazo.

—¿Phoebe? —emitió al verme por el rabillo del ojo.

—Eh... Hola, Zack —balbuceé, nerviosa.

Genial, me había pillado acosándolo.

Tranquila, para él no es novedad.

—Por favor, no te detengas —le pedí, tomando asiento a su lado después de colocar las bolsas de la compra en uno de los sillones.

—¿Llevabas mucho tiempo ahí? —inquirió con una mezcla de enojo y preocupación.

—No, acabo de llegar —aclaré—, pero, por favor, continúa... Me estaba gustando mucho tu canción y no quería interrumpirte.

—Ya lo has hecho —gruñó, dejando de lado su guitarra.

—No fue mi intención... —murmuré, desviando la mirada, avergonzada.

—¿Fuiste al supermercado? —indagó, viendo las bolsas.

—Sí, hoy no tenía mucho que hacer y pensé que tú estarías trabajando.

—Me dieron el día libre —respondió sin mucho ánimo.

—Tal vez podríamos salir —sugerí.

—No quiero —declinó la oferta, mirando la mesita del centro fijamente como si fuera lo más interesante del lugar.

—¿Y qué te gustaría hacer? —indagué.

—Nada —contestó con igual desinterés.

A veces este chico podía ser tan apático.

—Pues... ya que no quieres ir a ningún lugar y la guitarra es lo único que parece importarte, ¿qué te parece si me das algunas lecciones? Hace mucho que no toco —propuse con entusiasmo y mi nueva idea sí llamó su atención.

—¿Ahora?

—¿Tienes algo mejor que hacer? —repliqué, arqueando una ceja.

—Acércate —dijo con voz autoritaria.

Me acerco todo lo que quieras...

Cuando hice lo que me pidió él colocó su guitarra en mi regazo, acomodándose detrás de mí. Estaba extremadamente cerca y eso solo logró que mis nervios afloraran en cuestión de segundos. Luego tomó mis manos para guiarlas sobre las cuerdas del instrumento.

—¿Lista para empezar? —emitió muy cerca de mi oído, tanto que percibí su aliento sobre mi cuello, lo cual me hizo tragar con fuerza mientras rezaba por que Zack no notara que mi piel se había erizado.

Lo último que ocupaba mis pensamientos en este momento eran las clases de guitarra.

—Eh... sí —balbuceé.

—Estás rígida —comentó.

¿Cómo quieres que esté? ¡Tengo tu entrepierna pegada a mí!

—Estoy un poco nerviosa... —confesé, aunque estaba segura de que él no sabía el motivo concreto de mis nervios.

—Tranquila, yo estoy aquí —añadió para relajarme.

Ese es el gran problema.

Después de sus palabras respiré profundamente mientras cerraba mis ojos, intentando olvidar que era él quien me estaba tocando. Poco a poco sus manos sobre las mías generaron una hermosa melodía que acarició mis oídos, haciéndome sonreír. Juntos estábamos tocando la misma canción que él tocaba cuando llegué.

Me pregunto qué canción será.

—Hacemos un buen equipo —opiné al concluir, girándome ligeramente para verlo a los ojos, pero tal vez no fue tan buena idea...

Mi sonrisa se extinguió cuando mi rostro quedó a centímetros del suyo, cercanía que para él tampoco pasó desapercibida. Nuestros labios estaban tan próximos que el más mínimo movimiento podría cumplir uno de los mayores sueños que había tenido desde que era pequeña.

Un beso de Zack...

—Siempre aprendiste rápido —contestó, evasivo, poniéndose en pie rápidamente para darme la espalda.

—Supongo que sí... —respondí, decepcionada, dejando de lado la guitarra.

Tal vez a él no le interesaba tanto como a mí ese beso...

—¿Te vas? —indagué al verlo dirigirse hacia su habitación.

—Ya terminamos la clase —zanjó sin siquiera mirarme.

—¿La repetiremos? —pregunté al ponerme en pie, esperanzada; aunque perfeccionar mi técnica con la guitarra no era el mayor de mis intereses en este momento.

Zack, por alguna razón, se quedó en silencio por un tiempo prolongado.

—¿Zack...? —musité con preocupación, acercándome a él para palpar su espalda, pero en el preciso instante en que lo hice él se giró automáticamente para agarrar mi muñeca con firmeza.

—No sé si esto se repita... —respondió con una intensidad ligeramente intimidante, la cual se acompañó de un doloroso agarre en mi muñeca, pero no me quejé.

Zack rara vez demostraba algún tipo de emoción, por eso no me gustaba detenerlo cuando lo hacía. No importaba si era enojo lo que manifestaba y tampoco si era hacia mí.

—¿Por qué no...? —insistí en saber.

—Porque... —se detuvo de repente.

—¿Por qué...? —repetí, sosteniendo su oscura mirada.

—Chicos —nos interrumpió la voz de un recién llegado Caleb, lo cual hizo que Zack me liberara de inmediato—, ¿puedo quedarme a dormir aquí hoy? —preguntó mientras tomaba asiento en el sofá con expresión afligida.

—Cale, ¿sucedió algo? —indagué.

—Discutí con Gemma y Arthur... para variar —contestó con sarcasmo.

—Lo siento mucho, Cale —emití, sentándome junto a él para acariciar su hombro como muestra de consuelo.

—Últimamente discutes mucho con tus padres —comentó Zack, tomando asiento al otro lado de Caleb—. ¿Qué pasó esta vez?

—Estaba ensayando con la guitarra la canción que tocaremos mañana en el bar... y mi madre apareció de pronto... En medio de su ataque rompió mi guitarra... —relató con tristeza.

—¿Otra vez? —dijo Zack—. Sé que tu colección de guitarras es amplia y que a tu familia le sobra el dinero, pero no deberías permitir que esto se vuelva un hábito para tu madre.

—Mi padre siempre consiente los berrinches de mi madre y luego simplemente me da dinero para compensar sus errores, como si eso fuera a resolver algo... —explicó Caleb con voz amarga—. Los tres sabemos que esto no se trata de dinero...

—Es por Clara... —concluí con un hilo de voz, haciendo referencia a la hermana pequeña de Caleb.

—Ellos nunca me perdonarán por lo que pasó —emitió con la voz quebrada mientras sus ojos azules se humedecían—, aunque no los culpo...

—Lo que sucedió no fue culpa tuya, Caleb —le recordé, acunando su rostro mientras sostenía su triste mirada—. Estoy segura de que en el fondo tus padres lo saben...

—Ellos no piensan como tú, Phoebe —replicó, apartando mis manos con gentileza—. Para ellos yo destruí a nuestra familia ese día... Desde entonces no han vuelto a ser los mismos... Mi padre solo piensa en el trabajo y mi madre compra ropa y joyas de manera compulsiva, también comenzó a tomar pastillas... Se volvieron fríos y distantes... como si hubieran olvidado que existo... —explicó mientras una lágrima solitaria recorría su mejilla.

—Tienes que darles tiempo, Cale —dije, secando su rostro.

—Ya han pasado 2 años...

—Ellos nunca superarán ese dolor —opinó Zack—, pero deben entender que no pueden usarte como saco de boxeo. Tú eres su hijo también.

—Parece que lo han olvidado —rebatió Caleb con ojos vidriosos—. A veces pienso... que ya no me ven como su hijo... A veces me siento como un extraño en esa casa... completamente solo...

—No digas eso, Cale. Estoy segura de que ellos te aman, aunque ahora estén pasando por una etapa difícil en la que no saben cómo gestionar su dolor.

—No hieres a quien amas, Pheebs —refutó y yo me quedé en silencio sin saber muy bien qué decir.

—Puedes quedarte con nosotros —se alzó la voz de Zack, quien colocó su mano sobre el hombro de Caleb en un gesto camaraderil.

—Nosotros somos tu familia también —añadí con una sonrisa reconfortante.

—Gracias, chicos —respondió Caleb y luego los tres nos fundimos en un fraternal abrazo.

***

A lo largo de la noche revivimos hermosos recuerdos de nuestra infancia, cantamos, vimos películas, conversamos y reímos como los buenos amigos que éramos.

—Chicos, ya tengo sueño —emití.

—¿Vamos a dormir ya? —indagó Caleb.

—A mí me da igual —respondió Zack con su habitual desinterés.

—Recuerden que mañana iremos al bar a tocar. Deberíamos descansar —argumenté.

—Estoy tan emocionado que creo que no podré dormir —habló Caleb.

—Hemos ensayado mucho en el transcurso de la semana. Todo saldrá bien —opinó Zack, relajado.

—Además, Demons es una canción hermosa. Estoy segura de que a todos les encantará —añadí.

—Tienen razón. Hiciste una excelente elección con la canción, Zack —reconoció Caleb.

—La letra de esa canción nos identifica mucho... Además, Imagine Dragons es mi banda favorita —contestó Zack.

—Estoy segura de que nos van a contratar —agregué con una sonrisa y ellos asintieron—. Pero bueno, deberíamos ir a dormir ya. Tenemos que ensayar mañana temprano.

—El espíritu de líder te invadió —se burló Caleb.

—Solo quiero que nuestra presentación sea buena —me justifiqué honorablemente.

—Bueno, vamos dormir —intervino Zack.

—¿Dónde dormirás tú, Cale? —indagué.

—¿Acaso quieres que duerma contigo, Pheebs? —Arqueó una ceja, coqueto.

—No lo digo en ese plan, pervertido —aclaré; ceñuda, pero divertida.

—Tranquila, dormiré con Zack —decidió finalmente.

***

Durante el horario de la madrugada no podía dormir debido a los nervios. No paraba de pensar en el hecho de que no podíamos desperdiciar la oportunidad que se nos estaba presentando como banda. En medio de mi desvelo me levanté para ir a la cocina y beber agua.

—Pheebs... —me sorprendió la voz de Caleb, haciéndome dar un respingo.

—Cale... —murmuré.

—¿Tú tampoco podías dormir?

—Estoy un poco nerviosa por la presentación de mañana —confesé—. Me gustaría tener la tranquilidad de Zack...

—Entiendo... Yo no podía dormir porque Zack ronca demasiado fuerte —bromeó, lo cual me hizo reír.

—Siempre has sido muy ocurrente, Cale —comenté.

—Recuerdo que cuando éramos pequeños siempre te reías de todas las tonterías que decía —agregó.

—Sí, eras muy gracioso —lo elogié, sonriente.

—¿Te confieso algo, Pheebs? —emitió y yo asentí, expectante—. Siempre intentaba ser gracioso porque me gustaba hacerte reír... Tu risa es un sonido hermoso —opinó, mirándome fijamente.

—Gracias, Cale —contesté, desviando la mirada, nerviosa.

Otra vez Caleb usaba ese tono... raro...

—Tal vez pienses que lo hacía porque quería ayudarte a olvidar la difícil situación en la que vivías... —prosiguió, acercándose a mí—. Por una parte sí, pero lo que quería en realidad era que estuvieras feliz... —admitió a tan solo un paso de mí.

—Aunque solo eras un niño, me ayudabas mucho. Mi infancia fue más amena gracias a ti. Siempre fuiste un gran amigo, Cale —dije.

—Un gran amigo... —repitió con voz amarga.

—Sí... —musité, esquiva.

—Pheebs —acarició mi rostro—, ¿en serio piensas que solo quería ser tu amigo?

Ante su interrogante no supe qué responder. Simplemente me quedé paralizada.

—¿Crees que hoy en día... en este preciso instante... quiero solo ser tu amigo? —preguntó con intensidad, acunando mi rostro.

—Cale —aparté sus manos gentilmente, rodeando la isla de la cocina para alejarme de él—, sabes que te adoro con el alma... Te amo muchísimo, pero...

—¿Por qué siempre hay un "pero"? —me interrumpió con una sonrisa amarga.

—Lo siento mucho, Caleb...

—Pheebs —articuló, rodeando la isla de la cocina para sostener mis hombros—, yo te quiero —confesó, provocando que mis ojos se salieran de las órbitas—. Siempre me has gustado mucho. Tal vez cuando era pequeño no lo entendía del todo, pero ya hemos crecido... Ya no somos niños... Cuando te miro —desplazó su mirada por todo mi cuerpo—, me doy cuenta de que me gustas... mucho...

—Caleb, creo que estás confundido... —rebatí—. Yo no te gusto. Soy tu amiga de la infancia. No confundas nuestra hermosa relación con amor y tampoco el hecho de que tal vez te parezco atractiva con deseo.

—¿Esa es tu última palabra? —inquirió, decepcionado.

—Sabes que te quiero, Cale; pero no de esa forma... No puedo brindarte más que mi amistad porque... —me detuve automáticamente.

—Termina la frase —me pidió.

Porque me gusta Zack...

—Porque... porque no quiero arruinar nuestra amistad —balbuceé.

—No mientas —gruñó—. Esa no es la verdadera razón...

—Claro que sí —mentí.

—Te gusta Zack, ¿cierto? —preguntó directamente y mis ojos se desorbitaron por segunda vez.

—No... Claro que no... Zack es un buen amigo también —mentí entre balbuceos.

—No mientas, Phoebe —pidió, agudizando su agarre en mis hombros.

—No miento... —murmuré.

—Te gusta... —concluyó, retrocediendo un par de pasos—. Claro que te gusta... Siempre te ha gustado... —prosiguió, caminando por la cocina.

—Caleb, no le cuentes nada a él, por favor —le pedí, aceptando finalmente que tenía razón.

—¿Por qué no? ¿Piensas que te va a rechazar? —preguntó, arqueando una ceja.

—Tengo miedo de que lo haga... —admití con la mirada en el suelo—. Además, vivo con él. No quiero que la situación entre ambos sea incómoda ni arruinar nuestra banda sin que haya comenzado siquiera. Por favor, no le cuentes —supliqué.

—De acuerdo, Pheebs —cedió, dirigiéndose a la salida—. Si estuvieras enamorada de mí —se detuvo aún dándome la espalda mientras me miraba por el rabillo del ojo—, no tendrías ninguno de esos problemas porque, a diferencia de Zack, yo sí te quiero...

Ante sus palabras una fuerte opresión invadió mi pecho. Me sentía culpable por no corresponderle, pero a la vez dolida por el hecho de no gustarle a Zack. Ya sospechaba que él no me quería, pues era muy frío conmigo... ¿pero cómo Caleb sabía que así era?

—¿Cómo puedes estar tan seguro de que no le gusto...? —me atreví a preguntar.

—Definitivamente estás enamorada de él... —concluyó con una sonrisa amarga—. Te acabo de confesar lo mucho que te quiero y solo te importa lo que piensa Zack...

—Cale, yo... lo lamento... No era mi intención lastimarte... —aclaré, aproximándome a él para consolarlo.

—¿Sabes por qué estoy tan seguro de que no le gustas a Zack? —escupió, girándose de pronto.

—¿Por qué? —pregunté con un hilo de voz, temerosa de escuchar la respuesta.

—Porque él mismo me lo dijo —contestó con la mandíbula tensa.

—Entiendo... —musité, entristecida.

—Espero que algún día me aceptes, Pheebs —añadió—. Yo nunca te haría sufrir —aseguró, sosteniendo mi mentón—. Quien te ama nunca te va a herir... —emitió justo antes de marcharse, dejándome sola y llena de dudas.

Estaba enamorada de Zack, pero, ¿sería Caleb mi mejor opción?

¿Debía aferrarme a quien amaba o aprender a querer a quien me quería?

------

Hola, hola, caracola :D
Cómo va todo?
Quería pedirles disculpas por el retraso para actualizar, es que la universidad consume mi tiempo. No he parado de hacer exámenes.
Estoy destruida y sin aplausos :')
No crezcan, es una trampa!
xd.
Pero la próxima semana tendré vacaciones :D
En fin, dejando de lado mi miserable vida...
Qué les pareció el cap? :)
Tuvimos una pequeña escena al inicio entre mis pequeños :)
Casi casi hubo beso :")
Pero Zack huyó -_-
Pobrecito Caleb :(
Los que leyeron "Bélgica" ya conocen su triste historia :'(
Si no has leído esa historia, te invito a hacerlo :D
Y qué opinan del final? :)))))
Espero que les haya gustado el cap.
Hasta el próximo.
Bye :D
Dato random: Zack y yo tenemos la misma banda favorita: Imagine Dragons! :D
No olvides seguirme en Instagram como daia_marlin
:)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top