Capítulo 4: Heridas

Al otro día desperté bastante tarde. Definitivamente dormir sin preocupaciones fue otra de las muchas cosas que extrañé. Después de ponerme presentable me dirigí hacia la cocina para preparar algo de comer. Al llegar allí, vi a un concentrado Zack sentado frente a la isla de la cocina mientras escribía en un cuaderno.

No sabía que le gustaba escribir.

Me pregunto qué estará escribiendo.

Dejándome llevar por la curiosidad y aprovechando que él no me había visto porque estaba de espaldas, avancé en su dirección para sorprenderlo.

—Buenos días, Zack —emití muy cerca de su oído, motivo por el cual dio un gracioso respingo y acto seguido cerró el cuaderno a la velocidad de la luz.

Me pregunto qué tenía ahí escrito que yo no podía leer.

—¿Es tu diario? —pregunté, curiosa.

—No —gruñó, desviando la mirada.

—¿Escribes poesía?

—No —dijo con igual tono, esquivo.

—Te veías muy concentrado —comenté—. ¿Qué estabas escribiendo?

—No te incumbe —masculló, alejando de mi alcance el cuaderno de cubierta negra.

—Si no quieres contarme, no pasa nada... —respondí, intentando disimular que estaba dolida debido a su ríspida actitud.

Éramos amigos desde niños. No había necesidad de ocultarme nada y mucho menos de tratarme de esa forma; pero era su privacidad y yo debía respetarla.

—¿Ya almorzaste? —cambié el tema.

—Aún no. Estaba... —se detuvo de repente.

—¿Muy ocupado escribiendo algo que no quieres mostrarme? —completé por él con una sonrisa, pero mi comentario no le hizo ni la menor gracia.

—¿Quieres que cocinemos juntos? —propuso de pronto.

—Sí, claro... —musité, sosteniendo su oscura mirada mientras él se ponía de pie.

Por alguna razón me hacía ilusión cocinar con él. Bueno, en realidad cualquier actividad que fuera junto a Zack me hacía ilusión.

Después de mi respuesta él buscó varios ingredientes y luego comenzamos a preparar los alimentos en silencio. Cada uno estaba inmerso en lo que hacía, pero aun así mi atención se desviaba cada vez que rozaba mi brazo con su codo o cuando tarareaba esporádicamente. Su perfil cuando estaba distraído era más hermoso de lo normal.

Debo parecer una acosadora mirándolo cuando él no ve...

—Auch —gruñí, esbozando una mueca de dolor cuando me corté con el cuchillo.

Eso te pasa por estar mirando lo que no debes.

—Pheebs, ¿estás bien? —indagó Zack, abandonando su actividad para mirar mi dedo herido.

—No es nada... —le resté importancia, intentando liberar mi mano de su agarre, pero él no lo permitió.

—Pheebs —me regañó, ceñudo y con un brillo diferente en la mirada. Acaso estaba... ¿preocupado?—. No parece profunda —concluyó después de examinar mi dedo. Luego buscó en la alacena un pequeño botiquín para curarme con delicadeza y atención.

Su gesto me hizo evocar un hermoso recuerdo de mi infancia.

—Zack, no corras tan rápido —le pedí mientras lo perseguía.

—Si corro despacio, me alcanzas... y el juego consiste en no dejarme atrapar —replicó con tono divertido.

—Pero corres demasiado rápido —me quejé, sofocada.

—Dijiste que me podías atrapar, pero al parecer tienes piernas demasiado cortas —se burló.

—Ahora verás —gruñí al sentirme retada, acelerando el paso; pero fue un grave error, ya que tropecé y caí al suelo.

—¡Pheebs! —gritó Zack y luego fue corriendo hacia mí.

—Duele... —mascullé con ojos vidriosos, mirando mi rodilla herida.

—Déjame ver... —emitió, arrodillándose frente a mí.

—Por favor, no me toques. Me duele —le pedí con voz lastimera.

—Jamás te lastimaría, Pheebs —aclaró con suavidad, sosteniendo mi mirada con sus brillantes y oscuros ojos—. Vamos a mi casa. Te curaré esa herida.

—Creo que me dolerá aun más si camino —opiné al ponerme en pie con cierta dificultad.

—Tranquila, no caminarás —me informó y luego me cargó en su espalda sin previo aviso, lo cual me dejó sorprendida y ligeramente sonrojada.

El trayecto hacia su casa fue tranquilo y silencioso, pero yo no necesitaba palabras en ese momento, ya que sentía que estaba flotando en las nubes solo por el simple hecho de estar tan cerca de Zack.

—¿Dónde está la señora Serena y el señor Stephen? —indagué por mis futuros suegros cuando Zack me dejó en el sofá de la sala de estar de su casa.

—Fueron a llevar a Santi y a Sunny a clases de baile —explicó, haciendo referencia a sus hermanos menores, los cuales eran mellizos.

—Eso quiere decir que estamos solos... —musité con una sonrisa traviesa.

—¿Dijiste algo, Phoebe? —indagó desde la cocina.

—No —mentí.

—Muéstrame tu rodilla —dijo con voz autoritaria cuando trajo un botiquín y tomó asiento a mi lado.

—Auch —gruñí con expresión de dolor mientras él desinfectaba mi herida.

—Debo hacerlo para que te cures, Pheebs. A veces la vida nos produce un dolor que no entendemos, pero su única finalidad es un futuro mejor —explicó bajo mi atenta mirada.

Cuando Zack hablaba así siempre lograba dejarme embelesada. Era muy maduro para su edad.

—Listo —anunció, colocando una curita sobre mi rodilla.

—Eres bueno en esto —lo elogié, sonriente.

—Tengo dos hermanos menores que corren y se caen todo el tiempo. Como hermano mayor fue mi deber aprender.

—Sunny y Santi tienen suerte de tenerte... —opiné, sonrojada.

—Tú también me tienes, Pheebs —dijo de repente, lo cual me dejó sin palabras.

Gracias, Zack —respondí después de varios segundos de silencio, depositando un beso fugaz en su rostro, gesto que provocó que sus mejillas se tornaran de color escarlata.

—¿Phoebe? —me sacó de mi ensimismamiento la voz de Zack.

—¿Qué? —balbuceé.

—Te estaba preguntando si te duele menos ahora —explicó.

—Eh... ya estoy mejor. Gracias por preocuparte —contesté, escondiendo mi mano detrás de mi espalda para que él no pudiera tocarme.

—¿En qué estabas pensando? —inquirió, interesado.

—Pues... —musité, meditando si debía decirle la verdad o no—. Estaba recordando algo que me pasó cuando tenía 8 años...

—¿Qué te pasó? —insistió en saber.

—Estaba recordando esa ocasión en que me caí y tú me llevaste a tu casa para curar mi herida... —respondí con una tímida sonrisa.

—No recuerdo eso —dijo después de varios segundos, rompiendo mi ilusión como un cactus a un globo.

—Anoche dijiste que tenías buena memoria —repliqué, arqueando una ceja.

—Pues sí... —balbuceó, (lo cual era muy raro en él) mientras desviaba la mirada—, pero no me acuerdo de eso.

—Una parte de mí extraña esa época —comenté, nostálgica, ignorando la decepción que me habían provocado sus palabras.

—¿La extrañas a pesar de todo lo que te pasó...? —indagó con preocupación.

—Los extrañaba mucho a ustedes. Cuando Caleb y tú se mudaron me quedé completamente sola...

—Lo sé... Yo... lamento eso... —dijo con pesar.

—No es tu culpa, Zack. Tu familia decidió ir a vivir a un lugar mejor. No podías escoger. Solo tenías 15 años.

—No, pero... —se detuvo repentinamente.

—¿Pero qué? —pregunté.

—Nada —contestó secamente—. Supongo que no somos la única razón por la que extrañas esa época...

—La verdad es que no. —Sonreí—. Cuando te fuiste ya tenía a alguien más en mi vida...

—Supongo que la extrañas mucho... —comentó.

—Cada día... —respondí con ojos vidriosos, evocando cada recuerdo que viví con mi niña adorada—. Cuando estaba en ese lugar pensaba en ella todo el tiempo... En pocos meses cumplirá 8 años...

—¿No te gustaría ir a verla? —preguntó.

—Sabes que sí... pero aún no estoy lista para enfrentarme a... —me detuve al sentir una opresión en mi pecho. A pesar de los 4 años que habían pasado la simple mención de su nombre me seguía atormentando—. No estoy lista para remover mi pasado, Zack. Además, Caleb me pidió que no regresara a ese lugar...

—Si quieres, puedo ir contigo —ofreció.

—¿En serio?

—No tienes que enfrentar todo esto si no te sientes lista. Podrías verla desde lejos. Sé cuánto la extrañas... —emitió, comprensivo.

—Tú debes entenderme mejor que nadie... —opiné y él desvió la mirada.

Yo no era la única que había sufrido en los últimos años. Zack también había pasado por una experiencia muy dolorosa que lo había aislado por completo.

Tal vez por eso era tan frío...

—No estamos hablando de mí —gruñó, ríspido.

—Lo siento, Zack... —murmuré—. Sé que es un recuerdo doloroso para ti...

—Podemos ir solo a mirar —esquivó el asunto—. Yo estaré a tu lado... cuidándote —añadió, vacilante.

—Gracias, Zack —dije con una sonrisa.

—Solo una pregunta —emitió de pronto, llamando mi atención—, ¿alguna vez te has subido en una moto?

}{}{}{

A lo largo de mis 19 años de vida había experimentado muchas cosas, aunque algunas de ellas hubiese preferido no hacerlas... Pero jamás viajé en moto y me alegraba mucho que la primera vez hubiese sido con Zack...

Él, a pesar de ser tan indiferente en su vida cotidiana, era muy temerario conduciendo, ya que lo hacía a toda velocidad. Yo, aunque sabía que no estaba bien, no sentía temor porque confiaba en él. Estaba convencida de que nada malo nos sucedería.

Si tuviera que poner mi vida en manos de alguien, sin dudas sería en las de Zack.

Mientras la moto avanzaba a toda velocidad extendí mis brazos como si fuera a volar, experimentando una gratificante sensación de libertad. La brisa batía contra mi rostro y agitaba mi cabello teñido de color naranja mientras yo esbozaba una amplia sonrisa. Siempre me gustó observar a las aves a través de mi ventana mientras anhelaba ser como ellas y volar libremente para alejarme de todos mis problemas. Por esa razón uno de mis tatuajes era de 3 pequeñas aves volando. Estaba localizado en mi pabellón auricular derecho, concretamente en una región llamada fosa triangular.

—Deberías sujetarte —sugirió Zack, alzando la voz para que lo escuchara.

Ante su petición agarré tímidamente su cazadora de cuero.

—Sujétate con fuerza —insistió y yo agudicé mi agarre en su prenda de vestir—. Hazlo con fuerza —repitió, pero esta vez agarró una de mis manos y me obligó a rodear su cintura y, por alguna razón, eso me hizo sonreír.

Zack, el chico frío que odiaba el contacto humano, me estaba forzando a tocarlo... Y se sentía tan... bien...

Dejándome llevar por el momento, apoyé mi cabeza sobre su espalda, la cual se tensó ligeramente (o tal vez fue impresión mía...), mientras me aferraba con fuerza a su cuerpo.

—Llegamos —emitió Zack, sacándome de mi momento de ensueño.

Me bajé de su moto con desgana, lamentando que el trayecto hubiese sido tan corto. Después me oculté detrás de un árbol mientras observaba con detenimiento ese lugar que alguna vez fue mi vecindario. Allí viví muchas aventuras junto a Caleb y Zack, pero también sufrí los peores años de mi vida... O quizás la etapa más oscura llegó cuando dejé de vivir en esa casa...

—¿Por qué te escondes como si fueras una criminal? —indagó Zack, ceñudo.

—La abandoné, Zack... —rememoré, dándole la espalda.

—No fue así, Phoebe... —replicó.

—Pero eso ella no lo sabe... —argumenté, mirando con fijeza la fachada de la que alguna vez fue mi casa—. Ella solo tenía 4 años cuando todo pasó...

—Algún día entenderá el motivo por el que te tuviste que apartar de ella y te perdonará. Además, estoy seguro de que te ha extrañado... Ella sabe que la amas —aseguró.

—Llevo 4 años sin verla, Zack —refuté, encarándolo mientras las lágrimas se acumulaban en mis ojos color avellana—. Quién sabe las circunstancias en las que ha crecido... o lo que le habrán contado sobre mí... —lamenté, dándole la espalda nuevamente.

Además de Cora, Zack y Caleb, esa pequeña era lo más importante que tenía en mi vida. Era lo único que quedaba de mi familia de sangre y la amaba demasiado, motivo por el cual me tatué su nombre adornado por una pequeña flor junto a un corazón en la región lateral izquierda de mi cuello, justo detrás de mi oreja.

—Ahí está... —murmuré al verla salir de la casa.

Seguía tan hermosa como la recordaba. Tenía el cabello rubio con ligeras ondas y la piel pálida al igual que yo, aunque lucía muy delgada. Probablemente no la alimentaban bien...

—Se parece mucho a ti cuando tenías su edad —comentó Zack—. Eras una niña muy linda.

—¿Te parecía linda? —pregunté, arqueando una ceja mientras me giraba para enfocar su expresión nerviosa.

—Deberías ir a hablar con ella —evadió mi pregunta con tono vacilante.

—No lo haré —aclaré—. Solo quería verla... Mi hermanita, mi Flori... —musité, viendo como de pronto salía de mi antigua casa aquel hombre maldito y tomaba de la mano a mi hermana pequeña.

—Ese es el tipo del otro día, ¿cierto? —gruñó él.

—Es su padre, Zack —repliqué con derrota.

Por mucho que odiara a ese señor, no podía alejarlo de Flori, ya que compartían la misma sangre.

—Él y tu madre comenzaron a salir antes de que yo me mudara; sin embargo, no lo recuerdo muy bien...

—Casi nunca estaba en casa... Llegaba tarde —expliqué brevemente, puesto que prefería no evocar ciertos recuerdos.

—Al menos ahora parece encargarse de Floribeth —masculló.

—No sé si eso es bueno o malo... —emití, preocupada—. Creo que mejor nos vamos ya —añadí.

—¿Estás segura de que no quieres hablar con tu hermana? —insistió.

—Aún no estoy lista para contarle lo que pasó, Zack —respondí, desviando la mirada.

—De acuerdo —cedió después de algunos segundos—. Sube —me ordenó cuando estuvo encima de su moto, ofreciéndome el casco.

—¿Phoebe? —escuché una voz a lo lejos que hizo erizar mi vello.

Era ella...

Era mi hermana...

¿Me había reconocido después de tanto tiempo y de lo mucho que había cambiado?

—Vámonos, Zack —le pedí al ponerme el casco y subir a la moto.

—Pero... —intentó replicar.

—¡Solo hazlo! —chillé al escuchar su inocente voz aproximándose.

—¡Phoebe! —me llamó—. ¡Vuelve! —me pidió mientras Zack aceleraba y las lágrimas comenzaban a correr por mi rostro—. ¡No me dejes de nuevo...!

—Lo siento, Flori... —musité al sentir mi corazón quebrándose ante esa simple frase.

Espero que algún día puedas perdonarme, hermanita...

)()()(

Al llegar a casa, me desplacé por la sala de estar sintiéndome el peor ser que ha caminado sobre la faz de la tierra.

¿Cómo pude huir así dejando a mi hermana menor a la que llevaba 4 años sin ver?

Pero... no podía contarle la verdad...

No estaba lista...

No tenía el valor para hacerlo...

No sabía si me creería... o si me perdonaría...

—Debes pensar que soy despreciable —comenté, secando mi rostro.

—No pienso eso de ti, Phoebe —aclaró Zack, acercándose a mí.

—Huí como la cobarde que soy —gruñí, caminando por la sala para evitar su cercanía.

—Entiendo que no era el momento adecuado para enfrentar a tu hermana... —opinó.

—¿Escuchaste lo que dijo? "No me dejes de nuevo"... —repetí su última frase con ojos vidriosos—. Fue tan doloroso escucharla pedirme eso... Zack, ¿crees que Flori haya sufrido mucho en mi ausencia?

—No pienses en eso, Pheebs. Solo lograrás sentirte peor...

—Me lo merezco... por haberla abandonado —refuté con rabia hacia mí misma.

—Phoebe —tomó mi rostro, sorprendiéndome en el acto—, tú no abandonaste a tu hermana. No estabas en condiciones de llevarla contigo. Solo tenías 15 años...

—¿Crees que me perdone algún día? —musité mientras una lágrima rebelde y solitaria rodaba por mi mejilla.

—Claro que sí... —aseguró con una pequeña sonrisa mientras secaba mi mejilla—. Regresaste para estar con ella.

—Pero al verla huí... —recordé con culpabilidad, desviando la mirada.

—Flori aún es muy pequeña para entender los motivos por los que estuviste ausente todos estos años... —rebatió, sosteniendo mi mentón para obligarme a mirarlo—. Y tú aún no estás lista para contárselos... Puede que incluso ella no esté lista para escucharlos...

—Tal vez Caleb tenía razón... No debí regresar a esa casa. Solo logré salir aun más lastimada y encima herí a mi hermana —emití con la voz quebrada—. Nunca debí regresar...

—No digas eso, Pheebs —me pidió, acunando mi rostro nuevamente—. ¿No entiendes que para algunos eres la única luz en sus vidas...? —argumentó con una intensidad que provocó que me pusiera nerviosa.

—¿Para quiénes? —indagué con el corazón acelerado, expectante.

—Pues... para Flori... —balbuceó—, para Caleb... —agregó—, y para...

—¿Se puede saber qué sucede aquí...? —nos interrumpió una tercera voz.

—Caleb... —musité y Zack se alejó de mí automáticamente—. Es que... Zack y yo... —balbuceé.

—Estábamos viendo una película y Phoebe se sintió conmovida y comenzó a llorar... Solo intentaba consolarla... —mintió con total descaro y maestría. Sin embargo, Caleb no parecía creerle, ya que alternó la vista entre ambos con desconfianza.

—Mi niña sensible... ven a mis brazos —habló Caleb finalmente, rodeando mi cuerpo mientras yo sostenía la mirada esquiva de Zack en un intento por comprender qué acababa de pasar.

¿Él le acababa de mentir a nuestro mejor amigo porque no quería preocuparlo con el hecho de que visité nuestro antiguo vecindario (lo cual me pidió que no hiciera) y vi a mi hermana menor?

¿Lo hizo porque no quería que malinterpretara nuestro íntimo contacto?

¿O tal vez porque no quería decirme quién era la tercera persona para la cual yo constituía una "luz en su vida"?

Acaso era para... ¿él?

------

Buenas, buenas :D
Cómo va todo?
Qué les pareció el cap?
Los leo!
Este capítulo fue bastante centrado en mis niños :)
Qué estaría escribiendo Zack? :)
Me gustó mucho el recuerdo de cuando ellos eran niños :")
La forma en la que Zack cuidaba de Phoebe :"")
Y tuvimos una pequeña mención de la familia de Zack. Más adelante conoceremos un poco más sobre ellos.
Los que leyeron "Bélgica", recuerdan a Flori? :D
En este libro la conoceremos un poco mejor, así como su vínculo con Phoebe.
Qué habrá sucedido? :(
Y qué opinan del final? :)))
Caleb siempre tan oportuno :v
Espero que hayan disfrutado este cap.
Hasta el siguiente.
Chau!
Dato random: Mi cliché favorito es friends to lovers y si se conocen desde pequeños me gusta más todavía :") Es por eso que Zack y Phoebe son mi pareja favorita de todas las que he escrito :D
No olviden seguirme en Instagram como daia_marlin
:)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top