Capítulo 25: Vacío
Al día siguiente Cora nos invitó a Flori y a mí a pasear por el parque, puesto que no nos veíamos hace mucho. Además, necesitaba tiempo con mis chicas favoritas para despejar mi mente.
Estaba muy preocupada con respecto al productor, Alfred Russell. La próxima semana saldría de la ciudad por negocios, así que nos citó este viernes en su estudio, reiterando sus ansias por escuchar nuestra música. Yo le aseguré que teníamos una canción, pero era una vil mentira. Por tanto, si no lograba componer una antes del viernes, nuestra posibilidad de ser contratados desaparecería.
En este momento me encontraba en el parque, sentada en un banco y rodeada por la inspiradora naturaleza esperando a Cora y a mi hermana mientras rayaba con un bolígrafo, por enésima vez, un verso que había escrito en mi libreta.
—Soy un desastre... —opiné, agobiada, al ver la hoja llena de tachaduras y garabatos.
Jamás pensé que escribir la letra de una canción sería tan complicado.
—No debí mentir —lamenté, cubriendo mi rostro con el cuaderno—. No, Phoebe, no puedes rendirte —declaré, abofeteado suavemente mi rostro con ambas manos.
Había superado numerosos y complejos obstáculos a lo largo de mis 19 años de vida. Una simple canción no me derribaría. Después de un profundo suspiro di vuelta a la página para volver a empezar.
¿Sobre qué podría escribir?
Lo primero que vino a mi mente fue el amor...
Era un tema muy recurrente en la música con el que todos podrían sentirse identificados. Después de todo, ¿a quién no le gustaría amar y ser amado? Sin embargo, sentía que todo estaba dicho al respecto. Además, no tenía mucha experiencia porque, aunque amaba profundamente a Zack, él no me correspondía.
—Hola, Pheebs —me saludó Bélgica, aproximándose con un precioso border collie blanco y negro.
—Bel, hola —contesté, sonriente.
—Lamento interrumpirte —dijo, mirando mi cuaderno, el cual aparté con resignación, puesto que no logré escribir ni una estrofa decente.
—No, tranquila. No pasa nada. Siéntate —le pedí—. ¡Qué perro tan hermoso! Siempre quise tener uno —confesé.
—Su nombre es Pickles —me informó.
—Seguro Bel te lo dice todo el tiempo, pero eres muy hermoso, Pickles —emití, acariciándolo mientras él movía su cola alegremente.
—Por cierto, ¿qué estabas haciendo? —preguntó, curiosa, depositando la mirada en mi libreta nuevamente.
—Un desastre —contesté, decepcionada—. Intentaba escribir la letra de una canción, pero solo hago basura. No tengo talento para componer.
—No seas tan dura contigo misma —intentó animarme, palpando mi hombro alentadoramente.
—Es la verdad, Bel —refuté—. Llevo mucho tiempo intentando componer tan solo una canción y no lo consigo. Ninguna de las letras que logro me gustan. No me transmiten nada. Zack y Caleb ni siquiera se inmutan en intentarlo. A veces siento que soy la única que se esfuerza por la banda, pero a la vez siento que no tengo talento para esto, que soy solo una voz bonita y ya —me desahogué.
—No digas eso, Pheebs. Tienes mucha presencia escénica. Eres hermosa, tienes una gran voz, tocas perfectamente el bajo, eres una líder extraordinaria y te apasiona lo que haces —opinó—. Tal vez tu problema en la composición radica en que buscas hablar de un tema equivocado.
—¿Qué quieres decir? —me mostré confundida. El amor me parecía un excelente tema.
—No lo sé... Tal vez deberías ser más personal y buscar en tus vivencias, en tu tormento, en tus miedos... A veces el arte nace de los momentos más dolorosos —aventuró.
A veces el arte nace... ¿del dolor?
—Hasta ahora solo he intentado componer sobre cosas positivas y bonitas —reconocí, comprendiendo que quizás ese fue mi error—, así que tal vez eso podría funcionar...
No tenía experiencia en el amor, pero sí en el dolor. Fue mi compañero durante la mayor parte de mi vida...
—Por cierto, no quiero ser entrometida, pero... en la subasta Caleb y tú... —cambié de tema, arqueando una ceja. No quería deprimirme rememorando mi triste pasado.
—Oh, nos viste —musitó, avergonzada.
—Creo que todos los vieron. Eran la pareja más bonita del lugar —opiné.
—Exageras. Solo bailábamos —le restó importancia.
—Conozco a Caleb. Sé que quería más que un baile... —repliqué, sugerente. Después de la subasta no tuve la oportunidad de hablar mucho con él; pero, a juzgar por su expresión de felicidad, algo había sucedido.
—Bueno, yo... le confesé lo que siento y, justo como me dijiste, él me correspondió —relató, retorciendo sus dedos sobre su regazo, nerviosa.
—Eso es maravilloso, Bel —emití, abrazándola, rebosante de alegría. Finalmente mi mejor amigo sería feliz junto a la chica que amaba—. Me alegro tanto por ustedes.
—Te agradezco por haberme dado ánimos, Pheebs.
—No hay nada que agradecer —rebatí con suavidad—. Ustedes lo merecen. Caleb merece esta oportunidad que la vida le está dando, que tú le estás dando...
—¡Phoebe! —nos interrumpió mi hermana, quien venía corriendo directo hacia nosotras.
—¡Flori, tardaste! —exclamé, poniéndome de pie para cargarla y contemplando a lo lejos a Taylor. No podía ver su expresión con precisión, pero estaba convencida de que no le hacía gracia mi cercanía con su hija.
—¿Quién es ella? —preguntó Flori, curiosa, cuando la coloqué en el suelo nuevamente.
—Hola. Soy Bélgica, pero todos me llaman Bel —se presentó la chica de anteojos y cabello castaño.
—Yo soy Floribeth, pero todos me dicen Flori. Soy la hermana pequeña de Phoebe —emitió con desenvoltura, sonriente.
—Encantada, Flori —contestó Bel, amigable.
—Me gusta mucho tu nombre —admitió mi hermanita—. Cuando Phoebe me compre mi primera muñeca para mi cumpleaños le pondré igual que tú.
—Me sentiría honrada —dijo Bélgica.
—Aún falta un poco para tu cumpleaños, Flori —puntualicé, ya que faltaba un mes.
—¿Entonces no me comprarás una muñeca? —indagó, triste, provocando que mi corazón se oprimiera.
Al igual que Flori, cuando era pequeña no tenía juguetes. Zack, Caleb y Clara me prestaban los suyos porque mi madre jamás me compró uno.
—Claro que lo haré —aseguré. No quería que su infancia fuera tan deprimente como la mía—. Te lo prometí, ¿o no? —Ante mis palabras ella asintió con una sonrisa.
—¡Qué lindo! —exclamó cuando el border collie de Bel se acercó a ella.
—Su nombre es Pickles —le informó Bélgica.
—¿Puedo jugar con él?
—Eh... Claro —contestó Bel con una nota de inseguridad en su voz.
—Cuídalo muy bien, Flori —le pedí—. No corras.
—Vamos, Pickles —dijo ella al tomar su correa.
—Es muy bonita. No sabía que tenías una hermana —comentó Bel después de que Flori se alejara con Pickles.
—Pues sí.
—Son muy parecidas —señaló.
—Nos lo dicen a menudo —emití, observándola a lo lejos.
—Es muy bonito que acompañes a tu hermanita a pasear —opinó—. Mis hermanas mayores jamás hicieron eso por mí.
—Flori es lo más importante que tengo... —admití con cierta tristeza; ya que, a pesar de amarla tanto, no podía tenerla a mi lado.
—¿Y tus padres? —preguntó de repente—. Disculpa, no debí preguntar eso —agregó rápidamente.
—No te preocupes, Bel... —respondí para que no se sintiera incómoda—. Flori y yo somos hijas de la misma madre, pero de diferentes padres —expliqué con la mayor naturalidad posible, omitiendo los detalles oscuros de mi familia disfuncional.
—Y tu madre actualmente está con el padre de Flori, ¿no? —dedujo.
—Sí —me limité a responder.
—Disculpa si soy entrometida, pero, ¿ustedes no viven juntas? —Caleb tenía razón: Bel es muy curiosa.
—No. Yo vivo con Zack hace varios meses —dije brevemente.
—Oh... —murmuró.
—Pero solo somos amigos —aclaré rápidamente—. Es por eso que de vez en cuando llevo de paseo a Flori.
—Entiendo...
—Casi no puedo verla, pero ella significa tanto para mí, Bel —confesé—. Ojalá pudiera estar siempre con ella.
—Se nota que quieres mucho a tu hermana.
—Así es —admití—. Cora, viniste... —añadí cuando la susodicha hizo acto de presencia.
—Debía aprovechar mi día libre. Veo que estás muy bien, Phoebe. Esos chicos te han llevado por buen camino... —comentó al darme un abrazo.
—Cumplieron su promesa —aseguré, sonriente.
—Hay personas que sí merecen las segundas oportunidades... —opinó—. ¿Una nueva amiga? —indagó al depositar su mirada gris sobre Bélgica.
Cuando conocí a Cora ella acababa de perder a su hija y yo estaba sumamente sola y perdida. Necesitaba ayuda desesperadamente y ella llegó como un ángel. Sin embargo, en ocasiones le preocupaba que fuera incapaz de hacer amigos o que Zack y Caleb no pudieran ayudarme a continuar por el camino del bien... Felizmente, sus preocupaciones no se hicieron realidad.
—Oh, sí. Ella es Bel, es la novia de Caleb —la presenté.
—¿Del coqueto de ojos tentadores? —se mostró incrédula, pero divertida. Nadie tenía fe en que Cale sería conquistado, puesto que su historial de chicas era bastante amplio—. Wow, jamás pensé que alguien lo atraparía —comentó—. Es un placer. Mi nombre es Cora —dijo, estrechando la mano de Bel—, soy... —se detuvo repentinamente sin saber cómo continuar—, una vieja amiga de Phoebe —completó con discreción.
—Cora... me ayudó en el momento más difícil de mi vida —expliqué.
—Simplemente supe ver lo valioso cuando todo parecía perdido —emitió Cora, dejándome conmovida. Cuando vienes de un lugar en el que nadie te ama ni te valora, una palabra de cariño es un oasis en medio del desierto.
—¡Tía Cora! —gritó Flori, corriendo hacia nosotras junto a Pickles.
—Flori, querida, ¿cómo has estado? —indagó la mujer de cabello castaño, agachándose para quedar a la altura de la niña.
—Bien. Ya soy la primera de mi clase —expresó, orgullosa.
—Estaba segura de que tenías talento, pequeña. Veo que hiciste un amigo —comentó, depositando la mirada en Pickles—. ¿Qué te parece si vamos los tres a buscar un helado para ti? —sugirió, dándole la mano.
—¿Puedo ir, Phoebe?
—Claro, Cora cuidará de ti —respondí. Me alegraba mucho ver a mi hermana feliz.
—Es muy agradable —dijo Bel cuando se alejaron.
—Cora es lo máximo —opiné.
—Señorita, disculpa que la interrumpa. Su madre solicita su presencia en casa —emitió un joven alto y atlético de cabello y ojos castaños que usaba un elegante uniforme de chofer.
—¿Ahora? —se quejó ella mientras yo escrutaba con cierta indiscreción al apuesto chico que me resultaba sumamente familiar.
—Quiere que se pruebe unos vestidos para la cena de Acción de Gracias —explicó.
—¿En serio? —replicó Bel con el entrecejo hundido.
—Me dijo que la llamó a su celular, pero no respondió —agregó él.
—Lo olvidé en casa.
—¿Owen? —balbuceé, asombrada. Habían pasado muchos años y no estaba segura de que fuera él... pero sí, definitivamente era Owen.
—¿Pheebs? —murmuró, sorprendido—. Dios, cuánto tiempo sin verte —comentó, abrazándome para luego mirarme con detenimiento y nostalgia—. Has cambiado muchísimo... ¿Te teñiste el cabello?
—Sí, un cambio de look nunca viene mal —contesté, sonriente—. ¿Ahora trabajas para la familia de Bélgica?
—Sí, soy chofer y guardaespaldas.
—Luchar siempre se te dio bien —rememoré.
—Pues sí, pero ahora lo uso para algo mejor... —declaró, dejándome aliviada. Cuando conocí a Owen él participaba en luchas clandestinas. Era un excelente luchador, pero eso no lo eximía de las consecuencias del ring.
—Sería tonto preguntar si se conocen porque claramente se conocen —intervino Bélgica, ceñuda.
—Bel, Owen y yo nos conocimos hace unos pocos años en... —me detuve bruscamente. Dudo que él hubiese incluido en su currículum que era boxeador clandestino y que desfiguraba a otros por dinero.
—Creo que deberíamos traer a Pickles —sugirió él, nervioso.
—Yo lo buscaré —me ofrecí, dando media vuelta, rumbo al carrito de los helados. Después de recuperar al border collie retorné lentamente con la esperanza de que Owen le hubiese dado una explicación convincente a Bélgica—. Aquí está Pickles.
—Supongo que ya debo irme. Luego nos vemos, Pheebs —se despidió Bel, tomando la correa de su mascota. Al parecer, Owen le dijo algo; pero, a juzgar por su expresión, no quedó satisfecha.
—Hasta pronto, Bel. Me alegro de volver a verte, Owen —reconocí, visiblemente animada. Él fue una de las pocas personas buenas de mi pasado.
—Cuando me necesites llámame —pidió, sacando mi móvil de mi bolsillo para anotar su número.
Dicho eso ambos se marcharon hacia el auto de la familia Knoller.
—¿Ya se fue tu amiga? —indagó Cora al retornar con Flori, quien disfrutaba de su cono de helado.
—Sí... Y no creerás quien estaba con ella —comenté—: Owen.
—¿Owen? —repitió, pensativa—. ¿El chico que te ayudó en ese entonces...? —preguntó, mirando a mi hermana discretamente. No queríamos que ella se enterara de esa etapa de mi vida.
—Llevaba varios años sin verlo. De hecho, pensé que nunca más nos veríamos —hablé, nostálgica—. Él fue un ancla para mí... Owen es realmente especial.
—No sabía que le tenías tanto afecto... —puntualizó Cora, arqueando una ceja, maliciosa—. ¿Crees que sea la solución a tu problema vestido de negro? —indagó, sugerente, refiriéndose a Zack.
—No, ese problema no tiene solución... —respondí, resignada—. Además, ahora tengo un dilema mayor: debo componer una canción —recordé, retomando mi cuaderno.
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Los días pasaron rápidamente al igual que mi empeño por componer. En toda la semana no logré hacer una sola estrofa que valiera la pena.
Estaba perdida...
No sabía qué rayos diría cuando el productor nos pidiera tocar nuestra canción, pero esa no era la peor parte. Lo peor era que solo faltaban 5 horas para nuestra cita con él.
—Phoebe, no te preocupes —me pidió Cale, tomando asiento junto a mí en el sofá y acariciando mi hombro para tranquilizarme.
—¿Qué le diremos a Alfred Russell? No debí mentir —lamenté, masajeando mi sien.
—Le diremos la verdad. Seguro entenderá. Hay muchos artistas que no componen sus propias canciones —puntualizó Zack con serenidad.
—No lo sé... —dudé—. A él parecía importarle mucho que fuéramos originales. Me preocupa que mi mentira lo haga arrepentirse.
—Creo que le estás dando demasiadas vueltas al asunto —opinó Cale, relajado—. Somos buenos. Todo saldrá bien.
—A veces quisiera tener tu confianza excesiva... —repliqué, ligeramente molesta ante la poca relevancia que le estaban dando al asunto. Si no los conociera, pensaría que no les importa...
—Solo relájate, Pheebs. Hemos ensayado mucho. Verás que lo conquistaremos y ese contrato será nuestro —emitió, sonriente.
—Eso dijiste la vez anterior y nos rechazó —refuté, poco convencida.
—Pero esta vez será diferente —rebatió, pero yo continuaba insegura. Tenía un mal presentimiento.
Normalmente era muy optimista, pero habíamos recibido varios rechazos y encima mi mentira lo empeoraba todo. Temía que, por mi culpa, una vez más nuestro sueño se escurriera entre mis dedos.
—No podemos garantizarte que Alfred Russell nos contratará —terció Zack—, pero te aseguro que nos esforzaremos al máximo.
—¿Me lo prometen...? —murmuré y ellos asintieron, sonrientes—. Confío en ustedes, chicos —añadí con ojos vidriosos y luego nos fundimos en un cálido abrazo.
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Cale tenía un asunto pendiente y Zack debía trabajar, así que fui sola hacia el estudio de grabación cuando se acercaba la hora.
Estaba sumamente nerviosa. Creo que solo estar con Zack despertaba semejante nerviosismo en mí... pero esta vez era diferente porque no era yo la única que estaba en riesgo.
Si fallaba, arruinaría la oportunidad de toda la banda. Sin embargo, opté por no pensar en ello. Debía tranquilizarme y confiar en los chicos.
Todo saldría bien.
Al llegar, me detuve a contemplar la hermosa fachada. Cuando entré me quedé ensimismada observando las fotografías de cantantes famosos, los discos y premiaciones que había recibido Alfred Russell como productor.
Realmente era muy bueno en su trabajo.
—Quizás algún día tu foto esté en esa pared —comentó alguien detrás de mí.
—Señor Russell... —musité al girarme.
—Ellos son las joyas de mi estudio —explicó, mirando a sus artistas, orgulloso. En ese momento un nuevo deseo despertó en mí: quería que una foto de Reformers estuviera ahí—. Me alegra que hayas podido venir. Por cierto, ¿dónde está el resto de la banda?
—Zack y Caleb llegarán dentro de poco —informé y él asintió.
—Ven, te mostraré el resto del estudio mientras ellos llegan —ofreció, guiándome por el fabuloso lugar hasta llegar a la zona de grabación.
—Me encanta —murmuré, asombrada, recorriendo el sitio con la mirada y anhelando estar del otro lado del cristal cantando junto a mis amigos.
—Él es Mason —presentó a un joven delgado con auriculares que estaba sentado frente a la gigantesca mesa de mezclas—. Mason, ella es Phoebe —agregó y ambos sonreímos como forma de saludo. Luego él continuó revisando los equipos para la grabación—. ¿Impresionada? —bromeó al ver mi expresión.
—Mucho... —Sonreí, tomando asiento.
—Todo esto se volverá parte de tu rutina muy pronto —aseguró mientras yo observaba los instrumentos al otro lado del cristal—. Solo necesito escucharlos una vez más.
—Señor Russell... con respecto a eso... —balbuceé, nerviosa, rememorando mi engaño; pero cuando me dispuse a contar la verdad él recibió una llamada y se excusó para salir.
Pensé que regresaría pronto, pero no fue así. Mis nervios provocaron que comenzara a caminar de un lado a otro.
—Alfred no te morderá —comentó Mason, divertido, mirando su ordenador.
—¿Qué? —balbuceé.
—No has dejado de caminar durante todo este tiempo —señaló.
—Lo siento, estoy nerviosa —me justifiqué.
—Pude notarlo. —Sonrió.
—Es que... hay algo que debo decirle y temo que se arrepienta de contratarnos —confesé, retorciendo mis dedos.
—Tranquila, si te escuchó cantar y le gustó, dudo que se arrepienta. Tiene un excelente oído y sabe cuando alguien tiene futuro como artista.
—¿Crees que piensa eso de mí? —indagué, dubitativa.
—No estarías aquí si no fuera así... —aseguró.
—¿Está todo listo? —nos interrumpió el señor Russell al regresar, sobresaltándome.
Era ahora o nunca...
—Señor, hay algo que debo decirle —emití, sonando más insegura de lo que pretendía.
—Te escucho, Pheebs —respondió, pero me mantuve en silencio, mirando al chico que nos acompañaba—. Puedes hablar delante de Mason —agregó ante mis dudas.
—Pues... debo confesarle algo: yo... le mentí, señor... —balbuceé, bajando la mirada.
—¿A qué te refieres?
—No sé componer —solté finalmente—. Ninguno de los tres sabe. No tenemos ninguna canción. Lamento haberle mentido —añadí apresuradamente.
—¿Ese era el motivo de tus nervios? —preguntó, divertido—. No te preocupes, Phoebe. No eres la primera que llega aquí en esas condiciones. Tenemos varios compositores a tu disposición, aunque confieso que me gustaría que desarrollaras esa habilidad en el futuro. No obstante, no es imprescindible para comenzar —aclaró.
—¿Está seguro? —dudé.
—Por supuesto. Te traje aquí porque confío en tu talento.
—Gracias, señor Russell —farfullé, conmovida.
—Y... ¿tus amigos aún no llegan? Tengo otra cita en 20 minutos... —me informó, mirando su reloj y yo hice lo mismo. Ya llevaba más de media hora aquí. ¿Dónde estaban esos dos?
—No entiendo por qué aún no están aquí. Tal vez les sucedió algo —supuse, llamando a Cale, pero no respondió.
—Phoebe, te propongo algo: haz la prueba —sugirió cuando concluí mi llamada a Zack sin éxito.
—La haré cuando ellos lleguen, señor —contesté con obviedad.
—No, hacer la prueba tú sola... sin tus amigos —reformuló su propuesta.
—¿Qué? —murmuré.
—Te estoy ofreciendo la oportunidad de ser solista —explicó.
—¿Solista...? —repetí. No daba crédito a lo que acababa de escuchar.
—Seré honesto contigo, Phoebe. El motivo por el que me replanteé contratar a Reformers fuiste tú. No me malinterpretes... —se apresuró a decir cuando fruncí el ceño, desconfiada—. La primera vez que los vi tocar tú simplemente eras la bajista. Tus amigos son buenos músicos, pero fue tu voz lo que me conquistó —argumentó—. Tienes mucha fuerza sobre el escenario y tu voz es excepcional. No quiero contratar a Reformers, quiero contratar a Phoebe Warm.
—Pero... no puedo traicionar a mis amigos —musité.
—Sé que es una decisión difícil, pero hay oportunidades que solo se presentan una vez en la vida, Phoebe. Además, ¿dónde están tus amigos? ¿No crees que si para ellos esto fuera tan importante como para ti estarían aquí...? La música requiere esfuerzo y compromiso. ¿Crees que ellos están dispuestos a entregarse por completo a este sueño que, al parecer, es solo tuyo? —indagó y yo me quedé en silencio.
No sabía qué responder. Siempre pensé que este era nuestro sueño; pero si miraba alrededor, debía admitir que el señor Russell tenía razón en algo: ellos no estaban aquí.
—Te daré tiempo para pensarlo —ofreció, sacándome de mi ensimismamiento.
—No, no necesito pensar nada —respondí con determinación—. Este no es mi sueño si ellos no están en él. No abandonaré a mis amigos —dejé en claro, caminando hacia la salida.
—Es una pena. Tienes mucho talento, Phoebe. Si cambias de idea, tienes mi tarjeta; pero no te garantizo que las puertas de mi estudio sigan abiertas para ti. Como ya dije: hay oportunidades que solo se presentan una vez.
—Gracias por todo, señor Russell —contesté, tomando el picaporte con ojos vidriosos, consumida por el vacío.
Habíamos desperdiciado otra oportunidad...
Al salir del estudio, tomé asiento en la acera, abrazando mis rodillas mientras dejaba correr las lágrimas.
Sentía que Reformers cada vez era un sueño más lejano.
Quizás Vivian tenía razón...
Nunca lograría tener éxito como cantante. Solo era una tonta niña que cantaba en su habitación para olvidar el infierno que vivía...
—¡Phoebe! —exclamó Zack, bajando rápida y torpemente del auto de Caleb, el cual se estacionó muy cerca de mí.
—Pheebs, lamentamos llegar tarde —se disculpó Cale al llegar a mi lado—. Tuvimos un problema y...
—Pheebs, ¿qué sucedió? —lo interrumpió Zack al ver mi frágil estado.
—¿Que qué sucedió? —repetí, poniéndome de pie—. Desperdiciamos otra oportunidad. Eso sucedió —escupí, furiosa.
—Lo sentimos, Pheebs, de verdad... pero aún podemos explicarle al productor que... —emitió Caleb.
—No, se arrepintió. Cree que no somos lo suficientemente buenos —mentí, bajando la mirada. No quería que se sintieran mal al enterarse de que me ofreció un contrato como solista.
—¿Qué? Ese señor me va a escuchar —gruñó, haciendo un ademán para entrar al estudio.
—No tiene caso, Cale. —Lo detuve, sosteniendo su brazo—. Todo se arruinó... de nuevo.
—Phoebe, lo lamentamos —repitió, apenado—. Sabemos cuán importante era esto para ti.
—Entonces, ¿por qué no llegaron a tiempo? —repliqué con una mezcla de tristeza y enojo.
—Lo que pasó fue...
—Lo sentimos, no tenemos excusa —lo interrumpió Zack, avergonzado.
—Qué bueno que lo reconozcas, Zack, porque no la tienen —rebatí con una sonrisa amarga mientras una lágrima solitaria surcaba mi mejilla—. Nada justifica lo que me hicieron, lo que nos hicieron. Era nuestro sueño... ¿o acaso ya no lo es más? —inquirí.
—Claro que sí, Pheebs —musitó Cale, dolido.
—Entonces, ¡¿por qué rayos no se esfuerzan?! —estallé, harta de palabras vacías y pocas acciones—. Estoy cansada de ser la única a la que le importa Reformers.
—Pheebs, no digas eso... Nosotros amamos esta banda —aseguró mi mejor amigo.
—¿En serio, Cale? —farfullé, escéptica—. A veces creo que esto no es más que un pasatiempo para ustedes, que no les importa realmente. ¿De verdad quieren dedicar sus vidas a la música? Porque para mí esto no es un juego. Mi sueño es ser cantante, siempre lo ha sido... Y creí que ustedes compartían ese sueño, pero tal vez estaba equivocada... —concluí, secando bruscamente mis lágrimas, cansada de ser la única que siempre lo entrega todo.
—Pheebs... —musitó Zack, mirándome con aflicción.
En medio de nuestra discusión un taxi apareció y comencé a hacerle señas al conductor para que se detuviera. Necesitaba huir con urgencia.
—Pheebs, por favor... —dijo Zack con un hilo de voz, pero estaba demasiado herida y enfadada, así que subí al asiento trasero del vehículo sin mirar atrás.
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Hola, hola, caracola! :D
Cómo les va?
Qué les pareció el cap?
Los leo! :)
Recuerdan la escena del inicio?
Sale en "Bélgica" :D
Por cierto, si no has leído esa historia, deberías :)))
Está completa y disponible en mi perfil. Échale un vistazo :D
Más adelante nos enteraremos de los detalles del vínculo que comparten Pheebs y Owen :)
Qué opinan de la escena final? Me dio cosita. No me gusta que discutan :(
Zack también terminó dolido, aunque él no demuestre tanto sus sentimientos :')
Cuando escriba su libro ya veremos qué estaba pensando ;)
Ya veremos cómo evolucionan estos dos :)
Se vienen cositas, por cierto :)
Espero que les haya gustado el cap.
Hasta el próximo.
Chauuu :D
Dato random: Más adelante, quizás cuando termine la historia de Zack, quiero escribir un libro donde el personaje que salió en este cap (Owen) sea el prota. Si leíste "Bélgica" ya imaginarás quién será la prota :)))
Ay, mi primer enemies to lovers :")
No olvides seguirme en Instagram como daia_marlin
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