Capítulo 20: Infierno
Caleb se tomó en serio las clases de natación después de casi ahogarme en la fiesta de Paris, motivo por el cual nos invitó al día siguiente a la piscina de su casa y yo aproveché la ocasión para incluir a Flori, puesto que sus padres no paseaban con ella a menudo y probablemente tampoco sabía nadar.
—Pasa el tiempo y este lugar no cambia —comentó Cale con las manos en el volante cuando llegamos a nuestro antiguo vecindario.
—¿Nostalgia, Shines? —emitió Zack con una sonrisa torcida, recostando su cabeza en el asiento del copiloto.
Ambos insistieron en acompañarme a recoger a mi hermana porque querían evitarme malos ratos con Taylor y Vivian.
—No teníamos mucho, pero éramos muy felices... —añadió con una sonrisa triste—. Mi hermana vivía y tu familia también...
Ante las recientes palabras de su mejor amigo, Zack bajó la mirada y tensó la mandíbula. La muerte de su familia era un tema muy delicado.
—Oigan, no quiero verlos deprimidos —llamé la atención de ambos, tomando sus manos desde el asiento trasero y sonriendo alentadoramente—. Se supone que hoy nos divertiremos.
—¿Aunque te obligamos a aprender a nadar? —replicó Zack, arqueando una ceja.
—No me lo recuerdes —gruñí, poniendo los ojos en blanco, lo cual provocó que elevara una de sus comisuras.
¿Cómo el simple hecho de sonreír podía hacerlo ver tan sexy?
—¿Por qué no aprendiste a nadar, Pheebs? —indagó Cale.
—Me parecía innecesario —mentí, desviando la mirada.
—¿Innecesario? —repitió, escéptico—. Estuviste a punto de ahogarte —me recordó.
—Iré a buscar a mi hermana —cambié el asunto, evasiva, bajándome del auto.
—¿Por qué huyes de nosotros? —insistió, siguiéndome junto a Zack.
—No huyo —refuté, acelerando el paso y ellos hicieron lo mismo.
—¿Hay algún motivo especial por el que no quisiste aprender a nadar? —inquirió Zack a mis espaldas cuando llegamos frente a la puerta.
Ante su interrogante suspiré profundamente.
Sí, había una razón...
Pocos segundos después de tocar el timbre nos abrió el desagradable de Taylor Brooks, mi padrastro.
—Tenía fe de que no vinieras —emitió, desganado.
—Lamento decepcionarte —rebatí, tomándome la libertad de entrar junto a mis amigos—. ¿Flori está lista? —indagué, contemplando la pequeña y descuidada sala de estar.
—Está en su habitación —contestó de mala gana.
—¿Podrías decirle que ya llegué? —pedí con fingida amabilidad.
—Sabes perfectamente que no apruebo tu acercamiento con mi hija —gruñó, tomando asiento—, así que no haré lo que me pides.
—Comentaste que tu padrastro era un imbécil, pero esa palabra no es suficiente —intervino Caleb, burlesco, avanzando hacia Taylor con las manos en los bolsillos.
—Pensé que el grandote era tu chico, Pheebs... —canturreó Taylor, depositando su mirada color ámbar en Zack, quien se encontraba en un rincón de la habitación—, pero ya veo que heredaste el talento de tu madre... —dejó suspendida la frase con una sonrisa torcida.
—¡¿Qué acabas de decir?! —rugió Caleb, tomando a Taylor por el cuello de su camisa y forzándolo a ponerse en pie—. ¡Repítelo si te atreves! —bramó al zarandear a mi padrastro, descontrolado.
—¡Caleb, basta! —exigí ante la sonrisa de satisfacción de Taylor. Él tenía el maldito talento de agotar la paciencia ajena.
Cuando vine con Zack él también perdió el control. No podía juzgar a mis amigos porque incluso yo quería estrangular a ese infeliz.
—A este también lo tienes bien entrenado, Phoebe... —agregó Taylor, sonriendo ante la furia de Caleb y alternando la mirada entre Zack y yo—. Seguro les das una buena recompensa...
—Acabas de pasar todos los límites... —gruñó Caleb, agudizando su agarre.
—Cale, no dejes que te provoque... —pedí a sus espaldas, pero no parecía escucharme. Lucía poseído por la ira.
—¿Y qué harás al respecto? —lo retó Taylor.
—¿Se puede saber qué está sucediendo aquí? —intervino la voz de una elegante recién llegada—. Te he dicho que no quiero peleas en mi casa, Taylor —añadió, autoritaria, avanzando con el característico rechinar de sus tacones.
Ante la presencia de la glamurosa dama que contrastaba con el descuidado sitio, Caleb fulminó a Taylor con la mirada, tensando la mandíbula y, segundos después, lo liberó empujándolo contra el asiento y luego retornó junto a Zack.
—Tu hija vino a perturbar la paz de esta casa y trajo a sus dos perritos falderos —explicó Taylor, acomodando su ropa y posicionándose junto a su "amada" esposa, quien miraba a mis amigos con interés.
Vivian continuó aproximándose a ellos sin mirarme siquiera. Mis amigos acaparaban toda su atención. Ambos sostenían su mirada, analíticos. Probablemente intentaban recordar de dónde la conocían, puesto que mi madre cambió mucho desde la última vez que la vieron.
—¿Ustedes no son los amigos de la infancia de Phoebe? —rompió el silencio finalmente—. Caleb y Zack... ¿acerté? —añadió, sonriendo, encantadora.
Falsa...
—¿Vivian? —emitieron al unísono, sorprendidos ante su drástico cambio.
—Estás muy diferente... —comentó Caleb.
—Sé que estoy más hermosa que nunca —se jactó con la escasa humildad que la caracterizaba—, y ya tienen edad para notarlo... —agregó con tono sugerente—. Ustedes también cambiaron mucho. Ya son dos hombres...
Por Dios, señora, que podrían ser sus hijos.
—¿Flori todavía no está lista? —intervine ante la evidente incomodidad de mis amigos.
—Taylor, trae a Floribeth —ordenó sin apartar la mirada de Zack y Caleb y su marido obedeció sin réplica alguna.
La relación de ellos siempre fue extraña. Taylor jamás sintió celos de Vivian. No le interesaba que se acostara con otros por dinero, incluso si eran sus amigos. Ahora tampoco parecía importarle que mirara descaradamente a dos jóvenes mucho más apuestos que él, aunque no sé por qué me sorprendo... Después de todo, él era su proxeneta. Siempre la trató como mercancía... y cuando llegué a cierta edad comenzó a verme con los mismos ojos...
—Me alegra que tengas tan grata compañía, Phoebe... —se dirigió a mí por primera vez—. Sabía que eras igual a tu madre... —Sonrió con orgullo.
—No te confundas, Vivian. No tengo esa clase de relación con ellos. Solo somos amigos —aclaré, ceñuda.
—Fingiré que te creo, Phoebe —canturreó, sentándose en ese desgastado sofá que fue testigo de actos horribles—. Tomen asiento —les pidió.
—No, gracias —gruñó Zack, inexpresivo.
—Estamos bien de pie —declinó la oferta Cale, cauteloso.
—¿Qué les dijiste a tus amigos sobre tu madre, Phoebe Elizabeth? —inquirió, mirándome con desprecio.
—¿Ahora eres mi madre? —repliqué, escéptica—. ¿Ya no soy tu sobrina adoptada?
Ante mis palabras se mantuvo en silencio. No entendía por qué intentaba disimular cuando todos sabíamos de lo que era capaz.
—No les hablé de ti —aseguré—. Para mí estás muerta —sentencié con la mandíbula tensa.
Ella fue capaz de atrocidades que no me atrevería a mencionar. Me expulsó de casa con tan solo 15 años, pero continuaba siendo mi madre. Una parte de mí no lograba odiarla. De hecho, quería perdonarla y restablecer nuestro vínculo por la felicidad de Flori, pero cuando nos reencontramos ella dejó muy claro que era imposible.
—Phoebe no tiene que decirnos nada. Crecimos con ella, ¿recuerdas? —terció Cale, llamando nuestra atención—. Sabemos el monstruo que eras y cómo tratabas a tu propia hija...
—Al ver lo apuestos que se volvieron, olvidé por un segundo que eran ustedes quienes la ayudaban a escaparse de casa —rememoró, poniéndose en pie nuevamente—. Eran unos mocosos irritantes iguales a ella —masculló, fulminándolos con la mirada.
Vivian siempre odió nuestra amistad, por ese motivo solía encerrarme para que no pudiera verlos.
—Y usted era una víbora —rebatió Zack con la mandíbula tensa.
—Cuidado con tu lengua, Zack Burn —advirtió la elegante mujer con una sonrisa torcida—. Estoy segura de que Stephen no hubiese querido que trataras así a una dama como yo...
—No mencione a mi padre —exigió Zack, apretando sus puños en un esfuerzo sobrehumano por controlarse.
—Él siempre fue un caballero... —relató Vivian, sonriente y nostálgica—. Una pena que estuviera enamorado de la insulsa de Serena... —agregó con desdén.
—Si dice una sola palabra más sobre mis padres... —dijo Zack a modo de advertencia, avanzando un paso hacia ella, pero Caleb tomó su brazo para retenerlo.
—¿Qué vas a hacer, niño? ¿Vas a golpearme? —preguntó, cerrando la distancia entre ambos—. Hazlo si te atreves... —lo retó a pocos centímetros de su rostro—, aunque no sería la primera vez... —musitó, bajando la mirada.
Sus recientes palabras detonaron recuerdos sepultados en mi memoria... El trabajo de Vivian no era nada fácil. En incontables ocasiones llegó a casa golpeada. Jamás dio explicaciones; pero, a pesar de ser una niña, sabía perfectamente que uno de sus clientes era el culpable.
—Chicos, basta... —murmuré y ellos retrocedieron, rompiendo la atmósfera tensa y hostil. A pesar de que no merecía mi defensa, continuaba siendo mi madre.
—Taylor tiene razón —comentó ella, sonriente ante la conducta obediente de mis amigos—. Los has entrenado bien... Con razón eres mi hija... —opinó, fingidamente orgullosa.
—Piensa lo que quieras —escupí, posicionándome entre ellos.
—Desde que eras pequeña siempre supe que acabarías revolcándote con estos dos —emitió, alternando la mirada entre los tres.
¿Cómo podía decir algo así de su propia hija?
Jamás entendería por qué me odiaba tanto y, por mucho que me esforzaba, no podía evitar sentirme dolida. Su tono despectivo, su sonrisa burlesca y sus palabras hirientes provocaron que las lágrimas se acumularan en mis ojos color avellana.
—¿Cómo te atreves a decir que soy una cualquiera? —prosiguió, haciéndose la ofendida mientras yo contenía mi llanto en un frágil intento por fingir indiferencia.
Vivian transformó mi infancia en un infierno. No permitiría que arruinara el resto de mi vida.
—Yo al menos lo hago por dinero, tú lo haces gratis... —añadió con una sonrisa torcida, resaltada por su rojo labial.
—Si dice una sola palabra más sobre Phoebe, olvidaré que es su madre y que es una mujer... —gruñó Zack, dando grandes zancadas hacia ella con los puños cerrados y los nudillos blancos, amenazante e iracundo.
—No, Zack... —pedí, tomando su muñeca, temerosa. Vivian no merecía misericordia, pero no quería que Zack hiciera algo de lo que pudiera arrepentirse.
—Tienes a dos perritos falderos —habló ella, cambiando su expresión temerosa por una de suficiencia y burla al percatarse de que no permitiría que Zack la lastimara—, y uno de ellos está enamorado de ti como un idiota... —agregó con una risotada burlona—. Amor... qué cosa tan ridícula—opinó, secando sus lágrimas de diversión.
—Te equivocas... Solo somos amigos —repliqué. No sabría explicar el porqué, pero me sentí en la obligación de aclararlo.
—Tú también estás enamorada... —concluyó, mirándome con lástima—. Phoebe, mi pequeña e inocente Phoebe —avanzó hacia mí y acunó mi rostro—, mamá te lo explicó muchas veces... Eres hermosa al igual que yo —reconoció, acariciando mi mejilla, lo cual me hizo tragar con fuerza, nerviosa—, pero eres irritante, ilusa y tonta. Eres el mayor de los estorbos... —gruñó cerca de mi oído para que solo yo pudiera escuchar—. Nadie te va a querer nunca —opinó al alejarse con su característica sonrisa.
—Ya cállate, Vivian —dictaminó Zack, posicionándose frente a mí, protector—. No puedo creer que Phoebe sea hija de alguien como tú... No mereces ser su madre. Ella es mejor en todos los sentidos, por eso la envidias tanto. Es dulce, talentosa y es la chica más hermosa que he visto en toda mi vida...
Ante las recientes palabras de Zack abrí los ojos, sorprendida.
—Un bobo enamorado igual a su padre... —sentenció Vivian.
—¡Phoebe! —nos interrumpió una pequeña que corría hacia mí, seguida por Taylor, quien se acercaba con pasos perezosos.
—¡Flori! —La recibí en mis brazos para abrazarla, sumamente feliz de verla—. La traeré pronto a casa —informé mientras mi hermanita saludaba a mis amigos.
—No te preocupes. No tengo prisa por verla de nuevo... —respondió una indiferente Vivian, escrutando su manicura perfecta.
—Te quiero, mami —se despidió Flori, rodeando su cintura cariñosamente.
—¿Cuántas veces debo decirte que no me abraces, Floribeth? —contestó, apartándola como si tuviera una enfermedad contagiosa—. Arruinas mi ropa —la regañó, sacudiendo su elegante falda.
—Lo siento, mami... —se disculpó la pequeña, bajando la mirada con tristeza.
Aunque no convivía con ellos, estaba convencida de que ese era su trato frecuente hacia mi hermana. Conmigo era igual o incluso peor...
—¡Pero yo sí quiero un abrazo! —exclamó Taylor, agachándose para abrazar a su hija, quien corrió hacia él, emocionada.
La afectuosa escena me dejó pensativa. Taylor era un malnacido al que siempre odiaría. Fue el proxeneta de mi madre y nunca se inmutó ante los abusos que ella cometía conmigo. Además, intentó introducirme a ese sucio mundo cuando crecí para lucrar a costa de ambas sin mover un solo dedo. Por otra parte, no evitó que Vivian me expulsará de casa. Al contrario, la apoyó.
Sin embargo, él aseguraba ser un buen padre y Flori parecía amarlo, así que tal vez, solo tal vez, podría ser cierto.
Después de la breve despedida mi padrastro desapareció y mi hermana y mis amigos se dirigieron a la salida. Yo, por mi parte, me acerqué a Vivian, mirándola con desprecio. A estas alturas de la vida no me interesaba su amor, pero no perdonaría su maltrato hacia Flori.
—No importa qué ropa uses. Siempre serás el mismo monstruo —gruñí a centímetros de su rostro.
—No me importa tu opinión, Phoebe. Si así fuera no te habría expulsado como el estorbo que eras cuando cumpliste 15 años —replicó, sonriente.
—Algún día tu belleza acabará y cuando eso suceda estarás muy sola... —auguré para luego marcharme con grandes zancadas hacia el auto.
—¿Quién de ustedes es el novio de Phoebe? —soltó mi hermana cuando me senté a su lado en el asiento trasero.
—¡Flori! —la regañé con ojos desorbitados.
—Yo no estoy a la altura y Zack es un tonto, así que ninguno de los dos tiene el privilegio de ser el novio de tu bella hermana —explicó Cale al encender el auto, divertido.
—Pero ella me dijo que hoy conocería a su novio —refutó con un puchero, cruzándose de brazos. Por alguna razón le emocionaba mucho la idea de que tuviera pareja.
—¿De qué habla Flori? —terció mi mejor amigo.
—Invité al chico con el que estoy saliendo... Espero que no te importe, Cale —expliqué tímidamente.
Últimamente no había visto a Liam. Él siempre se esforzaba por mantener el contacto y hacer florecer nuestra "relación", así que me tomé la libertad de invitarlo a pasar el día con nosotros para que conociera a mi familia.
—Para nada. Mis padres no estarán en casa y sobra espacio en la piscina, así que no tengo problema alguno. ¿Y tú, Zack? —preguntó con una sonrisa ladeada y enfoqué al susodicho, quien miraba a través de la ventanilla con su habitual desinterés.
—¿Por qué lo tendría? —fue su respuesta, la cual me dejó profundamente decepcionada.
—Zack y Phoebe no son novios. Ellos me dijeron que no podían serlo —le contó a Caleb.
—¡Flori! —exclamé nuevamente.
—¿Te cuento un secreto, Flori? —emitió Cale con complicidad, mirándola por el espejo retrovisor—. Zack es un poco tonto. No se lo digas a nadie... —se burló bajo la mirada fulminante del susodicho—. Aunque tengo fe de que recapacite algún día... —agregó con una pequeña sonrisa.
>*<>*<>*<
Durante esa tarde la mansión Shines estaría a nuestra completa disposición. El plan de mis amigos era enseñarme a nadar, pero me esforzaría al máximo para evitarlo.
—¡Hombre al agua! —gritó Caleb, corriendo para arrojarse a la piscina.
—A veces se comporta como un niño —comenté con una sonrisa, acostada en mi tumbona.
—¿Solo a veces? —replicó Zack a mi lado, burlesco.
—¡Flori, es tu turno! —la llamó al emerger, colocando sus manos junto a su rostro para amplificar su voz.
—¡Ahí voy! —anunció ella, corriendo de forma tierna y graciosa con sus flotadores y su bañador rosado. La alegría en su rostro era evidente.
—A veces considero seriamente que el cerebro de Caleb no se desarrolló por completo —opinó Zack, haciéndome reír mientras ellos chapoteaban en el agua—. Y... ¿cuándo llegará tu amigo? —indagó repentinamente.
—¿Mi amigo? —repetí, confundida.
—Tu novio —se corrigió, desviando la mirada.
—No lo sé... —musité, nerviosa—. Me dijo que vendría cuando terminara su turno.
—Entiendo... —murmuró.
—¿Acaso quieres conocerlo? —me mostré curiosa. Normalmente Zack era indiferente ante cualquier persona o asunto, así que me extrañaba su repentino interés.
—A mí me da igual. Caleb es el paranoico sobreprotector —rebatió, retomando su semblante de indiferencia.
—Yo lo veo muy tranquilo —opiné al observarlo jugando con Flori en la piscina.
—Tu hermana logró controlarlo —dijo con una pequeña sonrisa—. Supongo que le recuerda a Clara...
Clara Shines, la hermanita fallecida de Caleb, era una niña hermosa, soñadora y llena de vida. Solía ser mi única aliada contra mis amigos cuando la situación lo requería. La amaba como a una hermana. De hecho, ella me imitaba todo el tiempo, justo como lo hizo Flori cuando llegó a mi vida y, aunque adoro a mi hermanita, nunca dejaré de extrañar a Clara.
—Yo también lo creo —musité, sonriendo con tristeza—. Zack, lo que dijiste en mi casa... —cambié el tema antes de que la nostalgia me hiciera llorar—, ¿era cierto?
—¿Qué dije?
—Cuando me defendiste de Vivian... ¿Realmente piensas todo eso? ¿Crees que soy la chica más hermosa que has visto? —me atreví a preguntar, jugueteando con mis dedos.
—Me molestó que te hablara de esa forma... —gruñó, tenso—. No tiene ningún derecho, no importa que sea tu madre. Solo quería defenderte. Es todo —aseguró.
—No has respondido a mi segunda pregunta... ¿Piensas que soy bonita? —Sonreí, ladeando la cabeza con inocencia.
—Quién no... —contestó espontáneamente, dejándome sorprendida. No esperaba esa respuesta—. Quiero decir... —se corrigió rápidamente—, tienes un espejo en tu habitación. Úsalo más a menudo y sabrás a qué me refiero —añadió, conmoviéndome.
A pesar de la ambigüedad de sus palabras, comprendía su mensaje y era hermoso al igual que su intención al defenderme, aunque lamentaba que no lo hubiese hecho por amor.
Mis inapropiados pensamientos fueron interrumpidos por la repentina presencia de Caleb, quien caminaba sigilosamente hacia Zack haciéndome un gesto para que guardara silencio.
¿Qué rayos iba a hacer?
Al llegar junto a su mejor amigo, colocó sus manos en sus rodillas y movió su cabeza rápidamente, salpicando con su cabello mojado a Zack y provocando que se sobresaltara, lo cual me hizo contener la risa.
—A veces creo que si desaparecieras de mi vida sería más feliz —masculló Zack, fulminándolo con la mirada al ponerse de pie.
—Sé que me amas, dulce amargura —se regodeó Caleb, sonriendo, divertido.
—Si fuera tú, no estaría tan seguro —rebatió Zack.
—Flori me pidió que viniera a buscarte. Quiere jugar contigo.
—¿Ya se aburrió de ti? —se burló Zack.
—Tío Caleb nunca aburre —se jactó Cale.
—¿Tío Caleb? —repitió el chico vestido de negro, ceñudo e incrédulo.
—Sin embargo, estas hermanas tienen debilidad por ti... —agregó mi mejor amigo, provocando que bajara la mirada, avergonzada.
—¿Por qué dices tantas tonterías? —gruñó Zack, dándole la espalda, rumbo a la piscina.
—¡Yo también te quiero, dulce amargura! —canturreó Caleb y Zack le sacó el dedo medio, haciéndome sonreír.
—¿Has hablado con Bel? —indagué cuando Cale tomó asiento junto a mí.
—No después de lo que sucedió ayer en la casa de Paris... —musitó, triste y avergonzado.
—Deberías llamarla —sugerí.
—Creo que será mejor hablar en persona. Mañana la citaré en la biblioteca.
—¿Le contarás la verdad? —pregunté, esperanzada.
—No, solo me disculparé y le explicaré que, aunque no le cuente mi pasado, ella es muy especial para mí —aclaró con una tímida sonrisa.
—Estás muy enamorado... —concluí, conmovida.
—¿Y tú? —refutó, arqueando una ceja—. Incluso la cobra de tu madre se dio cuenta. Es demasiado evidente.
—Hace mucho renuncié a Zack. Ahora tengo novio —le recordé.
—Phoebe, sé que no eres una niña, pero creo que estás desperdiciando tu tiempo. A quien amas es a Zack —opinó, haciéndome sentir culpable.
—¡Caleb, Pheebs, vengan a jugar! —nos interrumpió una entusiasta Flori desde la piscina.
—Sus deseos son órdenes —respondió Cale, poniéndose de pie—. ¿No vienes?
—Creo que mejor me quedaré aquí —denegué su propuesta.
—Prometiste que nos dejarías enseñarte a nadar —se quejó, cruzado de brazos.
—Jamás dije tal cosa —rebatí, indignada.
—Vamos, Phoebe —me pidió, tirando de mi mano y obligándome a poner de pie—. Es sencillo. Te prometo que no pasará nada.
—No creo que sea buena idea... —opiné, negándome a caminar, temerosa.
—En ese caso... —Caleb sonrió, malévolo.
—¡Caleb, bájame! —chillé cuando me cargó para colocarme en su hombro y dirigirse hacia la piscina.
—Tranquila, no dejaremos que nada te pase —aseguró.
—¡No, bájame! ¡Hablo en serio! —ordené, retorciéndome para forzarlo a liberarme.
—Ya casi llegamos —anunció, ignorándome.
—¡¡¡Caleb!!! —exclamé cuando estábamos al borde de la piscina, presa del pánico.
No podía entrar al agua...
—Cubre tu nariz —me advirtió—. Aquí vamos.
—¡¡¡NO!!! —chillé, aterrorizada.
Segundos después recibí el impacto del agua cuando Caleb saltó a la piscina. Con movimientos torpes busqué la superficie y traté de "nadar" hacia la orilla; pero, como de costumbre, ese maldito e inexistente peso en mis pies me hundía sin remedio, impidiéndome respirar... justo como en aquel entonces...
—¡¿Otra vez te volviste a escapar, Phoebe?! —rugió Vivian cuando atravesé la puerta de la casa.
—No, solo fui a jugar con Cale y Zack, mami —me justifiqué, temerosa.
—Sabes perfectamente que detesto a esos dos —gruñó, aproximándose con una botella de alcohol en la mano—, y te dije que tenías prohibido acercarte a ellos, ¡pero insistes en desobedecer, maldita mocosa! —gritó, furiosa, tomándome por la nuca para zarandearme.
—Lo siento, mamá. No volveré a escaparme. Lo prometo —lloriqueé, víctima del miedo. Sabía de lo que era capaz Vivian cuando estaba enojada...
—Has prometido lo mismo demasiadas veces. ¡Estoy harta de escuchar tus mentiras, mocosa! —estalló, empujándome contra el suelo.
—Esta vez lo digo en serio, mamá —aseguré, retrocediendo como pude mientras las lágrimas corrían por mis mejillas—. Por favor, no me lastimes —supliqué.
—¡Cállate! No soporto tus lloriqueos —masculló, bebiendo un sorbo de su botella.
—Lo siento, mamá, lo siento. Por favor, no sigas bebiendo... —imploré, arrodillándome junto a ella para abrazar su pierna con el rostro empapado por las lágrimas.
—Además de mentirosa y desobediente, ¿también vas a decirme lo que tengo que hacer? —inquirió, escéptica, tomándome del cabello y forzándome a poner en pie—. ¡Yo soy tu madre y hago lo que me da la gana! —bramó, estampando mi ligero cuerpo contra la pared, lo cual provocó un sonoro y doloroso impacto.
—Está bien, está bien, mamita. No te enojes conmigo —le pedí en medio del pánico, haciendo un gesto de rezos, arrodillada ante ella.
—Ya cállate. Tu voz me irrita... Ve a darte un baño —ordenó, bebiendo otro sorbo mientras masajeaba su sien—. No soporto tu olor siquiera.
Ante sus palabras fui corriendo hacia la bañera para cumplir sus órdenes. No quería estar un segundo más con ella...
—Hola, mami —saludé cuando entró al baño minutos después. Se veía más calmada, lo cual me tranquilizó.
—Lava bien cada rincón de tu pequeño cuerpo, Phoebe. Algún día será de utilidad... —pidió con voz aterciopelada, dando lentos pasos en mi dirección.
—¿De qué hablas, mami? —indagué, confundida.
—Olvídalo. No es algo que necesites saber por ahora.
—¿Podrías ayudarme a lavar mi espalda? —pregunté amablemente—. No alcanzo.
—Claro... Debemos lavar cada rincón... —cedió, sentándose en el borde de la bañera.
Vivian frotó mi pálida piel con una lentitud inquietante y en un silencio perturbador, lo cual provocó una creciente opresión en mi pecho.
—¿Mami? —murmuré, temerosa, cuando agarró mi cabello con firmeza y, segundos después, hundió mi cabeza en el agua...
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Hola hola, caracola :D
Cómo andan?
Qué les pareció el cap?
Los leo!
Tenemos una nueva de aparición de la mamá de Phoebe.
Necesito que se quiebre un tacón y se fracture la pierna :D
Este cap estuvo muy centrado en el pasado de Pheebs.
Comenzamos a conocer mejor sus traumas :(
Y me gustaron mucho los breves momentos que compartieron Phoebe y Zack :")
Y qué opinan de su recuerdo? :"(
Espero que les haya gustado este cap.
Hasta el próximo.
Chauuu!
Dato random: Creo que Vivian es el personaje que más detesto de todos los que he creado ._.
No olvides seguirme en Instagram como daia_marlin
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