Capítulo 30: No sabía mucho de sexo
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Probablemente, no sabía mucho de sexo.
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El primer video mostraba a una mujer atada a un cama, la imagen era poco nítida pero visualicé a un hombre vestido con un disfraz negro caminaba alrededor de ella con una vara colgando de su mano, cuando estuvo más cerca de la cámara, detallé que no era una vara, parecía ser una hojilla filosa, al lanzarla hacia ella, le cortó el brazo ocasionando que se desprendiera de su cuerpo y rodara hasta estamparse contra el suelo, derramó un chorro de sangre que empapó toda la cama y tuve que taparme la boca antes de vomitar, adelanté el video sin atreverme a seguir mirando esa atrocidad y al final vi cómo después de cortarle todas las extremidades a la mujer y se desangraba al borde de la muerte, la violó.
No lo soporté y quité el video echando la computadora a un lado.
¿Por qué Adams tenía un video tan atroz? Eso parecía solo propio de un asesino en serie.
Luego de un momento cuando logré calmarme revisé los siguientes videos pero no me atreví a verlos completos, eran personas siendo violadas, otras siendo mutiladas y luego asesinadas, habían archivos pdf donde describían y orientaban la manera de matar a una persona, manipulación de la mente humana, manual de explosivos, mi boca casi tocaba el suelo, ¿acaso Adams era el monstruo del que me habían advertido? ¿Por qué tenía todo esto?
Mi mente estaba revuelta, iba a vomitar. No, estaba a punto de ir a la casa de Adams y preguntarle de qué trataba todo esto, pero evidentemente no podía hacerlo, mi trabajo era investigarlo indirectamente, no directamente.
Aguanté la respiración y me metí en la última carpeta titulada: «Desteñir», cuando la abrí, supe que no debí haberlo hecho.
Era pornografía, pero solo veía a niños posiblemente menores de 14 años, siendo violados, atados y amordazados como lo hicieron conmigo en mi niñez, mis ojos se llenaron de lágrimas, estaban robándoles su inocencia, destruyendo sus vidas así como lo hicieron conmigo.
Llevé una almohada a mi rostro y grité con todas mis fuerzas queriendo asesinar a alguien, este tema me afectaba demasiado, porque por culpa de ellos, mi vida se había transformado en una mierda, empezando por mis padres... joder, no debía pensar en ellos ahora.
Tomé mi teléfono y sin detenerme a pensarlo, le marqué a Evans.
—Hola pequeña... —comenzó a decir, pero lo interrumpí diciendo:
—Adams Deluca tiene archivos en su computadora de niños y adultos violados, masacrados, torturados —sentí que vomité (verbalmente hablando)—, es... ese desgraciado es parte de esto Evans, es un monstruo, él...
No podía hallar otra explicación, Adams debía ser parte del juego oscuro.
Las lágrimas se escaparon de mis ojos, era inadmisible que alguien como Adams que creí tan dulce guardara cosas horribles, por eso no confiaba en nadie, odiaba sentirme decepcionada.
—Espera, cálmate —dijo Evans—. ¿Encontraste esos archivos en la computadora de Adams?
—Sí, estaban ocultos, me lo pasé a mi pendrive y vi toda esa mierda escalofriante —solté un suspiro—, Hendrick me dijo que Adams es un monstruo, pero no le había creído, tiene una máscara que engañaría a cualquier persona.
Adams parecía demasiado inocente.
—Espera —dijo Evans—, ¿hablas de Hendrick? ¿Hendrick Miles? ¿el que ahora está casado con la hermana de Aro Ice?
Oh, creo que no le había contado de él, pero Evans debía de saberlo, pertenecía a la S.E.G después de todo.
—Ajá —murmuré—, ¿y acaso sabías que Aro Ice también es el decano de la universidad a donde voy y su verdadero nombre es Adolfo Deluca? además de que tiene tres hijos no solo dos como creí.
—Supongo que eso salía en los archivos, pero como al parecer no los revisaste...
Los había revisado a vista leve, pero yo solo me había enfocado en lo que debía hacer; llegar a la universidad e investigar los socios de Tregua City, no creí que Aros Ice estaría más involucrado de lo que creí.
—Cállate —solté un suspiro—. ¿Crees que esto sea prueba suficiente para que metan a los Deluca presos y cierren el juego oscuro?
Después que lo dije, supe que no habían pruebas suficientes, no aparecía indicios del juego oscuro, y que Adams tuviera esos archivos ilegales no demostraba nada, por las leyes de Brinstone él apenas podría ir preso por un año por tener pornografía infantil, pero no era nuestra misión.
Evans permaneció en silencio por tanto tiempo que tuve que mirar la pantalla del teléfono y comprobar que siguiera en línea.
—No lo creo —dijo por fin—, debes investigar la ubicación, de donde sacó esos archivos, involúcrate aún más. Recuerda lo que me ocurrió, no queremos dar cosas por sentado.
Lo que le había ocurrido había sido completamente atroz.
—Lo sé —susurré.
La marca permanente en su rostro, sería un recuerdo que lo perseguiría posiblemente para siempre.
Cuando el orfanato Sonrisillas se quemó, Evans se hospedó en uno de los albergues del gobierno, sin embargo, nunca dejó de estar pendiente de los niños hospedados en las casas del ministro McDowell, cuando uno de los niños mencionó por primera vez al hombre que se hacía pasar por un mago para llevárselos, Evans comenzó a investigar más de cerca, hasta que se encontró con unos hombres que siempre merodeaban esa zona y parecían acosar a los niños de Sonrisillas sacándoles fotos por las ventanas de las casas en la noche.
Fue cuando Evans cometió el error, los amenazó con llamar a la policía, lo peor fue que lo hizo, pero no había pruebas, ni siquiera las supuestas fotos, eran solo personas "normales" que "paseaban por ahí", así los clasificaron la policía. A los días, atacaron a Evans dejándolo casi muerto y con una fea herida en su rostro, en el hospital recibió la visita de Sony Rich, diciéndole que si quería conservar su vida, era preferible que mantuviera la boca cerrada.
Evidentemente Evans no le hizo caso, pero las cámaras del hospital convenientemente no captaron media hora de grabación que fue el tiempo de la visita de Sony Rich y sus hombres. Desde ese momento reclutaron a Evans a la S.E.G por sus demandas, para poder trabajar interviniendo sus cuentas, redes, círculos sociales y de inteligencia, él aceptó, fue de hecho el que influyó para abrir el caso de El juego oscuro, incluso fue él quien apostó por mí para que yo fuera la chica infiltrada.
Pero no contábamos que esto sería más grande, con más personas involucradas, y según Hendrick los mismos altos políticos quienes operaban desde las sombras y al parecer, el único que saldría perjudicado sería el ministro McDowell, por eso él apoyaba esta causa, él sería el único culpable injustamente.
—Envíame los archivos —dijo Evans—, los analizaré con el equipo y te llamaré cuando tenga una respuesta.
Solté un suspiro y me despedí para colgar, esto era demasiado para mí. Envié los archivos a la S.E.G, y me topé con un escrito que había pasado de la computadora de Adams:
"Cuando entras a tu propia oscuridad te das cuenta que la magia existe, te expones sin ser juzgado, te ves siendo invisible y te iluminas estando lejos del sol. Dime, ¿Quién querría salir de su oscuridad? Solo alguien que no ha creado su propio universo. Que triste de esas personas, no han conocido la verdadera felicidad; su propia mente."
Me estremecí ante esas palabras sintiendo un extraño temor, Admas era muy misterioso. Apagué la computadora sin embargo las palabras parecieron grabarse en mi mente y en ese instante Neida entró a la habitación lanzando su bolso a un lado y quitándose sus tacones altos haciendo una mueca.
—Odio los tacones yo... —me miró acostada en la cama y alzó una ceja— ¿estás desnuda?
Oh, me había olvidado que no era normal estar desnuda.
Sus ojos se dirigieron a mi BabyDoll en el suelo y mis mejillas se sonrojaron cuando vi lo que me había incriminado por completo; la chaqueta bordada con las iniciales «U.B» que solo tenía Adonis Deluca.
—¡Mierda...! —Dijo arrastrando la "a" con exageración cuando lo comprendió por completo— Estás acostándote con Adonis, joder...
Me coloqué las bragas que había olvidado en algún lado de la cama y me levanté caminando por la habitación para tomar mi babydoll y colocármelo para cubrir mi desnudes.
—No exactamente —dije tomando la chaqueta de Adonis y guardándola en el closet—, fue un momento descontrolado, pero se acordó que no tenía condón, lo peor fue que cuando buscó uno no tenía.
—Espera un momento —dijo Neida sentándose en su cama y cruzándose de brazos—, ¿Te lo metió sin condón?
—Lo sacó casi de inmediato —giré los ojos volviendo a sentarme en mi cama y acomodándome para dormir—, tendré que comenzar a tomar la pastilla, aunque no sé si lo volveremos a hacer, es decir...
—Espera, Karol —interrumpió Neida—, debes tomarte la pastilla de emergencia, el líquido pre seminal puede dejarte embarazada ¿no lo sabías?
Bueno, no, pero sabía que tomar otra no estaba bien, aún tenía una que cubría el ciclo por así decirlo.
Recordaba vagamente la clase de educación sexual, donde explicaban que cuando el miembro de un hombre se lubricaba y follaba ese líquido podía dejar embarazada a cualquier mujer aun sin que le acabara adentro. En otras palabras, el método de coito interruptus era completamente una mierda.
Esperé a que Neida fuera a bañarse para sacar rápidamente la caja de medicamentos, y saqué las pastillas mensuales y unos condones para estar preparada si se volvía a repetir la ocasión, empezaría a tomar la pastilla diaria.
Esperaba que se repitiera.
—No había escuchado nunca que Adonis anduviera por las residencias de la universidad haciendo de las suyas —dijo Neida saliendo del baño envuelta en una toalla después de bañarse—, después de todo, además de la fraternidad tiene un apartamento en una de las zonas más costosas de Brinstone, por lo que me enteré le encanta la privacidad.
¿Uh?
¿Adonis tenía un apartamento además de su habitación en la fraternidad? Tenía sentido, es decir, tenía un buen trabajo y lucía más que solo un chico de fraternidad... De repente mi mente se iluminó, ¿y si Adonis tenía cosas ilícitas guardadas en su apartamento o en su computadora? ¿Si no era lo que aparentaba ser como Adams? Lo creía más de Adonis, parecía muy misterioso.
Intenté aparentar serenidad.
—Como sea, voy a dormir, mañana tengo examen —murmuré enrollándome en la sábana, pero mi mente estaba demasiado pensativa, necesitaba saber lo que Hendrick sabía de Adams, por qué decía que era un monstruo o las demás cosas que sabía, así que le escribí un mensaje que decía:
«Urgente»
Casi al instante él respondió:
«Mañana, te pasaré buscando a las doce»
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