Capitulo 22: Hambrejada
Los hermanos Deluca.
KAROL CASPER
Lunes, odiaba los lunes, no, en realidad creo que comencé a odiar este lunes en particular porque ayer había dormido todo el día y apenas había tomado algo para la resaca, pero cuando recordé que era tiempo de llamar a Sony Rich para posiblemente tener una oportunidad de ver si su propuesta de trabajo tenía que ver con El juego oscuro, la tarjeta de contacto no estaba, la busqué por toda la habitación, le pregunté a Neida, pero había desaparecido.
Mi única explicación era que Fabio lo había roto o guardado creyendo que no era importante o simplemente para molestarme al pensar que era el número de algún chico que intentaba seducirme.
Yo era un desastre, mi única pista y la había vuelto a cagar.
Para mi suerte ahí estaba Adams, era la clase que veíamos juntos, así que se hizo menos aburrida, empezando con que Adams llevaba los lentes de contacto, el cabello suelto y la ropa ajustada que ante no usaba, como si se hubiera hecho un cambio de look del chico nerd e insípido a todo un papacito.
Parecía más confiado de sí mismo, y atraía la mirada de varias chicas curiosas sin ni siquiera darse cuenta. Cuando por fin salimos de clases fui directo a la cafetería, sentía una mezcla entre lo hambrienta que estaba y lo enojada que me encontraba por no avanzar en mi investigación, algo así como: Hambrejada.
—¿A dónde vas con tanta prisa? —dijo Adams llegando a mi lado cuando atravesaba el campus, apenas lo miré.
—Estoy hambrejada —dije entre dientes—, por favor no me hables que puedo morderte.
Adams soltó una carcajada y pasó una mano por su cabello para quitarlo de su rostro.
Lo admitía, lucía bastante atractivo.
—Si me muerdes la boca como hiciste en la fiesta —dijo—, entonces no me molestaré.
Un momento.
Casi me detuve abruptamente al escuchar lo que me dijo, ¿estaba coqueteando conmigo? Cuando lo vi sonreír, supe que sí, estaba coqueteando conmigo.
Debería sentirme culpable al casi olvidar el beso entre nosotros, pero Adonis se había encargado de borrarlo de mi cerebro.
—Ah, ¿lo recuerdas? —Murmuré apenada—, eso no debería contar, es decir estábamos casi con el cerebro frito de tanto alcohol.
Seguimos caminando hasta detenernos en la cafetería y pedí un batido de fresa, me apoyé del mostrador a esperar a que el sujeto me entregara mi orden y miré a Adams, él parecía examinar mi rostro.
Joder, había olvidado que a él le encantaba analizar a la gente.
—¿No te gustó? —preguntó pareciendo un poco indeciso.
Dios, sácame de aquí y evítame esta conversación, ¿sí?
Recordaba que sí me había gustado, pero estaba influenciada por el alcohol.
—Adams —suspiré—, se suponía que todo lo estábamos haciendo para que Cheila terminara con el idiota que tenía por novio y viera que tú eras su príncipe azul, ¿recuerdas? A cambio, yo quería información de Adonis.
El sujeto me entregó el batido, iba a sacar un billete de mi bolsillo, pero Adams fue más rápido y lo pagó dejándome ligeramente sorprendida, nunca nadie había pagado nada por mí.
Nunca.
Le agradecí con un poco de timidez y caminamos hasta las mesas tomando asiento uno frente al otro en esta incómoda conversación.
—Pero Adonis no quiere nada contigo —dijo—, y ahora que lo pienso, Cheila ya me da igual, ni siquiera es tan bonita o inteligente como creí, me decepcionó mucho que estuviera con un tipo como Jack.
Sí, Cheila nunca me pareció la gran cosa, y a mi parecer Adams se merecía una buena chica.
No a mí.
—¡Ay Adams! —Dije—, estoy hambrejada, lo último que quiero es que ahora me declares tu amor o algo así, seamos amigos y ya, estás guapo, deberías comenzar a ligar con chicas, además, sabes que me gusta tu hermano.
¿Qué —mierdas— dijiste Karol?
Fruncí el ceño y me rasqué la cabeza, ¿por qué había dicho eso? Tomé la pajilla del batido y comencé a sorber evitando su mirada como si de esa forma pudiera suprimir mis últimas palabras.
—Pero mi hermano no estará contigo porque trabajas para él —dijo—, ¿y qué significa: «hambrejada»?
Una mezcla entre hambre y enojada.
Joder, creí que se entendía.
Solté un suspiro, él tenía razón, esas eran sus reglas. Pero yo no había venido a enamorarme ni a tener líos amorosos.
—Adams, estoy Friendzoneándote —dije—, guarda dignidad.
Cuando lo miré él soltó una ligera carcajada y se cruzó de brazos, al parecer estaba siguiendo mis consejos de parecer casual, y lucía bastante atrayente.
—Me niego a ser mandado a la friendzone. —refutó y agregó con una sonrisa burlesca:— Somos gemelos, solo cierra los ojos y finge que soy él.
Eran gemelos, pero en el físico puede que se parecieran solo un poco (si apagabas la luz y te tapabas los ojos con un mascarilla), pero Adonis tenía una manera de alborotar toda mi mente con solo mirarme y jamás me había pasado algo así.
Basta Karol, debes involucrarte, no putear.
Iba a decir algo, sin embargo Adams sacó su teléfono del bolsillo como si hubiera vibrado, cuando miró la pantalla, su semblante relajado cambió a uno más tenso y frunció el ceño.
—Debo irme —dijo guardado el teléfono nuevamente en su bolsillo trasero—, nos vemos después.
Se levantó de la mesa pareciendo completamente tenso.
¿Qué decía ese mensaje?
—¿A dónde vas tan deprisa? —dije como si solo fuera solo una amiga curiosa, sin embargo él se encogió de hombros en respuesta mientras se alejaba de la mesa dejándome completamente intrigada.
¿Qué —coños— habría dicho ese mensaje?
Estaba segura que Adams estaba en algo raro, los años que me entrenaron para analizar a las personas me lo advertía.
Así que hice algo estúpido, pero que la S.E.G me demandaba hacer, lo seguí.
Esperé a que Adams se montara en su auto y tomé rápidamente un taxi exigiendo que lo siguiera. Para mi sorpresa, luego de unos minutos de andar en la carretera, Adams se detuvo en el mismo edificio abandonado donde lo vi aquella vez en la madrugada cuando iba con Evans.
¿Acaso Adams tenía que ver con El juego oscuro? ¿Esta sería la nueva sede?
Le pagué al taxista y me escondí detrás de unos autos cuando Adams entró al edificio, me escabullí y rodee el lugar, había varias ventanas rotas, pero estaban cubiertas con madera como si fuera una vieja remodelación, parecía ser una fachada.
En la parte de atrás del edificio, descubrí un pequeño hueco casi pegado del suelo donde posiblemente podría entrar solo un ratón, así que sin pensarlo me agaché y fijé mi mirada ahí dentro.
Parecía que habían dos guardias parados en la puerta, no podía ver a Adams en ningún lado, de hecho parecía que había desaparecido, ahí no había muebles, ni mesas, o algo que dijera que estaba habilitado a simple vista.
—¿Se puede saber qué haces aquí, Casper?
Mierda.
Me tensé al oír la voz de Adonis a mis espaldas, nuevamente analicé la situación, estaba apoyada en el suelo con mis manos y mis rodillas ligeramente inclinada hacia adelante enseñándole mi culo en todo su esplendor.
¿Cómo es que siempre me encontraba enseñándole el culo?
Me voltee y lo miré sintiendo que estaba en un enorme aprieto. Aclaré mi garganta y me levanté, para mi sorpresa Adonis no estaba solo, había un hombre con él que me miraba con curiosidad y una ligera sonrisa burlesca, sus ojos parecían discutirse entre el verde y el azul, pero podía ver que se parecía mucho a Adonis, incluso más que Adams.
—Es que vi a Adams entrar y me dio curiosidad así que andaba fisgoneando —admití—, no logré ver nada.
Esta era otra táctica que me había enseñado la S.E.G si se presentaban casos como este, debía decir la verdad para fingir inocencia.
Sentía que iba a desmayarme.
—¿Es común en ti fisgonear? —murmuró el hombre desconocido.
Soy una agente secreto my friend, algo así como los ángeles de Charlie.
Entre más lo veía, podía notar más diferencias entre él y Adonis, su cabello era más corto y su barbilla estaba partida.
—Algunas veces —dije—, soy una persona muy curiosa.
Él sonrió ladeadamente, su gesto parecía más relajado que el de Adams o Adonis, como si tuviera todo bajo control pero se divirtiera a la vez. Adonis aclaró su garganta y no fue hasta ese momento que me di cuenta que solo me había quedado mirando al sujeto al mismo tiempo que él lo hacía conmigo.
Que romántico.
—Adriel, ella es Casper, trabaja para mí en Tregua City —dijo Adonis—, Casper, él es mi hermano mayor.
Ah, ya lo había deducido, era idéntico a ellos.
Adriel extendió su brazo y me ofreció la palma de su mano sin borrar su ligera sonrisa.
—Mucho gusto —dije estrechando su mano—, puedes llamarme Karol.
Nos soltamos e intenté aparentar estar tranquila, sin embargo él seguía analizándome, como si fijara mis rasgos en su cabeza o quisiera entrar a mi mente, no estaba segura.
—Supongo que eres novia de Adams —dijo Adriel—, ¿o por qué andas de metiche en su vida?
Porque quiero saber en que anda metido Adams, my friend, ¿no es obvio?
—Porque siempre soy metiche —dije—, nunca inmetiche.
Me sentí estúpida por decir eso, creí que no entendería el chiste, sin embargo él comenzó a reírse de tal forma que sus ojos se achinaron y el sonrojo cubrió su rostro por completo.
Vaya, al parecer tenía un sentido del humor muy diferente a Adonis o a Adams, Adriel se reía sin restricciones, me caía bastante bien.
—Eso fue gracioso. —dijo Adriel secando una lágrima que escapó de su ojo, y miró a Adonis para decir: — Deberíamos invitarla a la casa.
¿Uh?
—No creo —dijo Adonis—, es mi empleada.
—¿Ser empleada es una enfermedad? No seas imbécil. —replicó Adriel con desdén y me miró para decir: — Tendremos una reunión el domingo en la casa de mis padres, te pasaremos buscando... claro, solo si quieres ir, después podemos venir a enseñarte qué es lo que guarda Adams aquí dentro.
Solo el hermano mayor de Adonis se atrevería a llamarlo imbécil.
Me parecía una fantástica idea venir a ver el sitio donde Adams se la pasaba, pero ir a la casa de sus padres me parecía algo incómodo.
Pero lo necesitaba, debía involucrarme.
—Está bien, no hay problema. Yo debo hacer tarea, debo irme, fue un placer, Adriel —dije y me encontré con el rostro gélido de Adonis—, uhm, adiós jefe.
Me retiré antes de que mi mala suerte atacara otra vez y me fui calle abajo sin mirar atrás... Al parecer ahora iría a la casa de la familia Deluca, esto seria interesante.
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