Cuando el sol cayó y la luna subió, Egipto se volvió oscuridad anunciando la noche.

En el Palacio Real, en un ventanal un brazo moreno se asomó junto con un ave. Le ato en una pata una especie de papiro y movio el brazo para que este saliera volando. Los guardias del palacio levantaron la mirada y sonrieron al ver un ave.

- Como siempre, los dioses cuidándonos de las serpientes -comentó uno bastante feliz.

- Ni que lo digas.

El animal voló por los cielos, mientras el viento se hacia más fuerte moviendo la arena del gran desierto. También ocasionó que los ropajes blancos que muevan.

Una figura blanca montada en un caballo negro, observó que se acercaba dicho animal. Tiro de la soga del caballo y golpeó suavemente con el pie el costado de este para que se moviera.

Paro de galopar cuando se posó en su brazo. Saco con cuidado el pequeño papiro y lo leyó rápidamente, a ojo. Dio un suspiro y guardó el papel. Acaricio la cabecita del ave e hizo que se posara en su hombro.- Buena chica -habló el sujeto. Comenzo a andar con el caballo mientras le daba una última mirada al palacio.- Actuo más rápido de lo esperado....

Sin más, se perdió en la oscuridad.

(...)

- ¡Mana!

La voz del faraón se escuchó por todo el pasillo junto a los pasos de este. La estaba buscando, tenía que hablar con ella seriamente. Era muy importante para el esto.

Desde que escucho su charla con Mahad, no podía estar concentrado. No podía sacarse esas palabras.

¡Esto tenía que ser una broma! Era realmente estupido sentirse amenazado de esta manera... Era tan...

Humillante.

- ¡Atem! -dejo esos pensamientos de lado al escucharla. Caminaba rápido hacia el con unos papiros. Parecía feliz.- ¡Te estaba buscando! ¡Aprendimos mucho! -grito emocionada.

- Mana -sonrio un poco relajado del saber que estaba bien.- ¿No te duele nada, no?

- ¡Al contrario, me siento más que viva!

Tal vez, pensó Atem, de que todo este teatro que se estaba haciendo en su cabeza, no valía la pena. Tan solo Mana actuaba... ¿Como Mana? Aún tenía un bello levantado en signo de que algo no andaba bien, pero tampoco iba a llegar a nada si estaba paranoico.

- Eso es genial -tan vez solo sea cosas suyas, el sentir celos. Ese sentimiento tan malditamente Primitivo. Estaba claro que Mana lo pasaba bien con el nuevo alumno y puede ser por eso que... ¿Habra dicho todo eso?.- Vayamos a molestar a Mahad, estoy seguro que está acomodando sus cosas.

- ¡Claro! -con la imprudencia de siempre, puso todos sus papiros doblandolos en su brazo derecho y con la libre se aferró al brazo de Atem.

Desaparecieron de a poco del pasillo, siendo observados por los guardias, preparándose para las apuestas.

Luego de ver cómo Mana hacia de las suyas, llegó a la conclusión de que todo era, tal vez, culpa de los celos.

¿No?