Capítulo 37: Eres una Alfa
Veo como Caden sale del baño con un humor típico de él cuando se entera que las cosas no están marchando al modo que desearía que fuesen; y no es de menos luego que el mismo Cian lo haya tenido que convencer de que me dejará ir a Colorado solo con él y Samay para poder descubrir sobre la mordida que obtuve, la cual sigue sin ocasionar ni un efecto en mí; sin dudarlo, está demasiado preocupado, nervioso y molesto para dejarme ir de esta forma sin llevar aunque sea otros hombres lobos que cubran mis espaldas pero aunque aprobará su idea, realmente no estoy muy convencida de que me sienta cómoda o segura al saber que esos hombres lobos pueden ser aliados de su abuelo a punto de que persigan solo con el fin de informarle al señor Cassius lo sucedido.
Además, es extraño decirlo, pero me siento segura al lado de Samay y Cian, eso sin añadir que quizás nos encontremos con Kilian, lo cual me emociona porque hace tiempo que no nos vemos y se perdió la comunicación constante que teníamos al momento de volver con Caden. Realmente esta situación me pone nerviosa, pero a la vez, emocionada; hay cosas que ya descubrí en donde ha valido la pena saberlas, pero, por otra parte, siento que ha sido el pase de entrada para que quién sepa mi verdad, es probable que pueda asesinarme, y no es que este exagerando o haciendo extrema las cosas, sino más bien, es la realidad de mi pasado.
Quisiera poder decir que mis padres no asesinaron a la esposa del señor Cassius y abuela de Caden, pero no quiero aproximar rápido la respuesta sin antes no descubrir la total verdad sobre cómo inició esto y si está no ha sido la razón principal por la que ambas manadas se odian, entonces, por el momento prefiero arraigarme por un lado antes de no descubrir lo que, en sí, sucedió. Además, pude ver con total seguridad como mis padres declararon no haber asesinado a la abuela de Caden, sé que no debería irme de una vez a su extremo por haber descubierto la sinceridad de sus palabras y en su mirada, como a su vez, por haber sido mis padres pero lo que sí me interesa de ello es saber cuál hubiera sido la razón por haber cometido tal delito, si asesinaron a la esposa del señor Cassius tuvo que haber tenido un propósito, porque no creo que por ser de distintas manadas hayan tomado una decisión como esa, como también, porque la diosa de la luna haya permitido que Caden y yo nos uniéramos como mate y alfa.
Sinceramente, sigo buscando respuesta y hasta no obtenerlas no sacare ni una conclusión ni mucho menos justificar los actos que hayan hecho ellos o el abuelo de Caden quien en sí, no debía de haber asesinado una manada entera. Sin embargo, espero obtener todo eso pronto, al menos antes que mi propio alfa y futuro esposo se entere.
—Vamos, tranquilízate. Solo será por dos días —le digo en el momento en que entra a la cama.
—No es eso, sé que Cian puede cuidarte y Samay ha sido una de las mejores guardianas y betas que tiene la manada, pero no quiero precipitarme a confiar en ello cuando... —se limita a seguir hablando.
— ¿Cuándo? —Intento que prosiga.
Veo como hace una mueca para acostarse en la cama y mirar hacia el techo; al verlo en esa postura sé que ya me está ocultando algo que no quiere que me entere, pero ahora ya no hay marcha atrás, por lo que al ser curiosa necesitare que me diga aquello que en sí, no termino por decirme.
—Caden, ¿qué estás escondiéndome? —Me giro para ponerme en frente de él.
Sus ojos celestes dejan de ver el techo para terminar por verme a mí, su boca se mueve formando una línea que marca esa inseguridad que tiene ahora mismo en decirme la verdad. Sin embargo, toma un enorme respiro que fue fácil escucharlo para luego soltar el aire por su boca casi dejando salir un silbido.
—Regresaron los assasins —mis ojos se engrandecen con esa noticia.
— ¿Qué? Pero, ¿por qué...? ¿Están cerca del bosque? —Se acaricia su cabello.
—Sí, he tenido que alertarle a mi padre sobre ello para que la manada pueda estar segura —suspira —, no tengo idea de cuantos son aún, pero si están acá es por alguna importante razón y no creo que se vayan hasta obtener lo que quieren. —Dice con un gruñido lleno de odio y fastidio.
— ¿Desde cuándo lo sabes? —Le pregunto.
—Ayer. —Responde. —Uno de los guerreros olfateo el olor de uno y también se encontraron huellas, sin embargo, me resultado extraño que estén dejando evidencia de sus pasos cuando ellos siempre han sido cautelosos para atacarnos. —Menciona mientras analiza el evento.
— ¿Hay algún plan? —Asiente.
—Mañana con una pequeña tropa iremos al noreste, necesito saber cuan cerca se encuentran de nosotros y también, conocer la finalidad de su visita al bosque. —Concluye.
Realmente no me gusta nada esa idea, sé que ahora Caden tiene la ventaja porque además de tener su manada cerca, conoce el bosque que ha sido siempre su hogar; sin embargo, no quiero que él y sus guerreros tengan una emboscada a punto de que les hagan daño y puedan hacerle cualquier cosa a su placer. Por supuesto, un hombre lobo es más fuerte cuando tiene a sus betas cerca, ya que uno solitario tiene la ventaja de ser atacado y asesinado con más rapidez, pero en sí, temo por él y más porque es un alfa y los alfas de por sí, son mucho más valiosos que un simple beta u omega.
Ahora entiendo mejor su preocupación, se supone que no nos llevará tiempo en salir del bosque cuando en menos de un día debemos de estar en Colorado, por lo que Cian ya debe de tener un plan sobre ello. Pero en sí, no quiero que tomemos cualquier riesgo, también debemos de ser cautelosos con ello porque la desventaja es que solo tengo a una beta como guardiana y por supuesto, a un druida que no tengo idea cuan fuerte y rápido es para atacar a más de un assasin en persona.
— ¿Por qué no me lo dijiste? —Murmuré.
—No lo vi tan grave o esencial por el momento —dice con desdén —, pero ahora que sé que saldrás te pediré que tengas mucho cuidado, sé que dominas las armas blancas y te has convertido en una humana ágil, inteligente y astuta pero no quiero que te confíes en ello, ¿sí? —Asiento.
Me pregunto si Samay y Cian ya deben de estar enterados de esto, no quiero que por mi misteriosa mordida terminemos siendo una perfecta carnada para los assasins, añadiendo que, no sé si se tomen con más interés en capturar a un druida y por supuesto, a una humana que fue mordida y no tiene poderes sobrenaturales, desde luego, mi caso les llegará a interesar y no tengo duda, que sería una buena oportunidad de venderme con un científico para analizar lo que me sucede.
—Yo también quiero que tengas cuidado. —Le digo a él mientras acaricio su mejilla.
—Lo tendré. —Agarra mi mano y deja un beso en la palma.
Me siento totalmente mal saber que tengo que ocultarle un gran secreto a Caden, más que tenga que ver con su abuela y mis padres. No sé cómo se llegará a tomar la noticia cuando sepa de mis verdaderas raíces, pero espero que pueda comprender cada una de mis palabras y que al menos lleguemos a un acuerdo de paz porque en sí, siempre he estado ausente de mi pasado hasta el día de hoy, como también, que lo que hayan hecho nuestras familias, no nos conciernen mucho en nosotros porque apenas solo éramos unos niños cuando sucedió todo.
—Te he visto un poco pensativa últimamente. —Levanto mi cabeza al escucharlo hablar.
—Es que, todo es tan... —ni siquiera tengo idea de cómo definir mis problemas —complicado.
—Gemma —me llama para que lo vea a los ojos —, siempre te amaré sin importar que seas una humana o una mujer lobo. Te elegí a ti sin esperar a cambio lo que fueras, lo único que quiero, es que te sientas cómoda siendo lo que eres —lo dice con total honestidad.
—Lo sé, solo que... No sé si encajaría en esté lugar siendo humana —mencionó con angustia.
—Bueno, podemos buscar alguna forma para que te sientas en casa. —Acaricia mi brazo. —Tú eres mi prioridad ahora, y si no te sientes bien, haré lo que tenga en manos para que puedas sentir que este es tu hogar, conmigo y con mi manada. —Sonreí.
Me acerco a él y dejo un beso en su boca, pero simplemente, lo que apenas comenzó siendo una pequeña muestra de cariño, termino siendo algo más en el instante en que me puse encima de él y empecé a dejar besos por todo su cuello, pecho, abdomen y estómago. Escuche sus leves gruñido mientras acaricia mis piernas, pero no basto para que me desabotonara su camisa y me la quitara a fin de quedarme semidesnuda.
Dejé que su dedo índice trazara líneas por todo mi cuerpo hasta que hizo a un lado mi braga para empezar a tocarme con una habilidad que me permití disfrutar mientras gemía y me movía encima de su dedo para poder obtener un poco más de placer. Apreté mis ojos y puse mis manos en sus hombros, pero cuando se detuvo, se levantó un poco para observar cómo deslizaba su pantalón de pijama junto con sus calzoncillos hacia abajo hasta quedar desnudo; lo acogí en mis brazos para acercar mis labios a los suyos donde nos besamos primero con una lentitud a fin de saborearnos hasta que la necesidad incremento a punto que nuestros besos se volvieron más agresivos e intensos.
Escuche como rompió mi braga para quitarla de en medio, ahora nuestros sexos se rozaban y no había nada que los separará, por lo que fui la primera en darle un empujón dejando que cayera hacia atrás mientras que dejaba que su miembro empezara a penetrarme mientras lo posicione en mi entrada y fui bajando logrando que perdiera el aliento, como también, mi piel se erizará.
—Ge... Ge... Gemma —Se retorcía cada vez que me movía.
—Oh...
Deje que mi cabeza se fuera hacía atrás para agarrarme de sus caderas y convertir los movimientos en más apresurados y cortos, puedo sentir varios espasmos, como a su vez, el cosquilleo que empieza a darle la bienvenida al orgasmo.
Caden aprieta mis caderas para ver como levanta un poco la parte inferior de su cuerpo para después dar un empujón hacia arriba, el choque por dentro de su miembro logra que mi cuerpo tiemble, añadiendo que, acelera más nuestro climax.
—Caden... —Chillo su nombre al detener un poco más mi orgasmo.
—Acuéstate. —Pide.
Me quito de encima de él para ver cómo se pone encima de mí, le da una larga mirada a mi cuerpo hasta que besa mis muslos y pronto su debo de nuevo comienza a moverse rápido sobre mi clítoris.
— ¡Mierda! ¡Caden! ¡Ya no puedo! —Gruño y aprieto las sábanas al comenzar a sentirme más sensible.
—Un poco más... —Masculla.
Estoy a punto de correrme cuando se detiene y se pone encima de mí, suelta una sonrisa entre burlona y pícara como si hubiera funcionado mi plan en no dejar que llegara al orgasmo, sin embargo, una de sus manos, paso por mi espalda a punto de que la dejara en mi espalda baja para elevar un poco mis caderas hasta empezar a entrar nuevamente en mí.
Me sujete de su cuerpo para no caer al momento en que mis piernas se engancharon en su cintura, se movía lento y paciente, como si quisiera disfrutar el momento, pero eso solo incremento mis ansias porque prosiguiera más rápido.
—Por favor... —Le supliqué incrementar sus movimientos.
—Te haré el amor, esto no quiero que sea otra clase de sexo que hemos tenido, me quiero dedicar el tiempo de tomar tu cuerpo, apreciarlo, acariciarlo y dejarle un sinfín de sensaciones de las que solo podrá reconocer cuando estemos juntos. —Murmuro suave en mi oído.
—Suena espectacular, pero me gusta cuando eres más veloz en esto y no lento como una tortuga. —Declaré a lo que le da risa.
—Estás acostumbrada a ello, y no lo niego luego que nuestras últimas veces que hemos tenido intimidad no te he dedicado el tiempo necesario que tu cuerpo merece para adaptarse a mí. —Deja un beso en mis labios.
—Lo sé, pero ahora te necesito más, por favor —sonríe.
—Que haré sin ti, bestia. —Ríe. —Trato de ser romántico contigo, pero no me lo permites. —Suelto una risa.
—No debes de ser romántico todo el tiempo, recuerda cómo fue que me enamore de ti, y no exactamente tu particular romanticismo fue lo que contribuyo en ello. —Jadeo con una penetración más veloz.
—Sí, tienes razón —sonreí al ver que comenzaba a cumplir mi necesidad —, quizás lo de nosotros no es ser lento y paciente. —Reímos.
—No creo.
Sus movimientos incrementaron cada vez más hasta que mis gemidos fueron callados por su boca al besarme, deje que mis brazos se cruzaran por su espalda para abrazarlo, sin embargo, no dure mucho tiempo en caer rendida en la cama cuando unas cometidas veloces y cortas lograron que llegáramos al orgasmo al mismo tiempo, logrando que nuestros cuerpos se liberaran y también, que nuestros corazones se acompasaran a un mismo ritmo.
(...)
— ¿Era necesario de noche? —Dije mientras entrábamos entre los grandes pinos llenos de nieve de la ciudad de Breckenridge.
Escucho un gruñido por parte de Cian que provoca que ruede los ojos al saber que él no le ha gustado mi pregunta, realmente, a él nunca le ha gustado mis palabras pero que puedo llegar a decir cuando su humor no es del todo esplendido y más, cuando tuvimos que salir antes de medianoche para aventurarnos a las montañas de Breckenridge para poder realizar el ejercicio que él mencionó para obtener respuestas de mi mordida.
Desde que tuvimos que marcharnos a muy tempranas horas de la mañana, ni Samay, ni él ni mucho menos yo hemos podido descansar, primeramente porque el trayecto había sido un poco largo y más, al tener que cubrir mi identidad luego de dar a conocer que he estado desaparecida desde el evento de la mordida, ya que como lo había dicho Caden, fue por el motivo de que si me convertía en mujer lobo, al menos durante un buen tiempo no iba a poder volver al mundo de los humanos hasta no controlar mis poderes sobrenaturales, como también, dominar las poderosas reacciones de la luna llena.
Así que, casi adormilada, dejamos la Selva de los Apalaches a las cinco de la mañana para llegar a las ocho de la noche a Breckenridge, Colorado. Lo increíble de ello fue habernos ahorrado como seis horas aproximadamente luego de que el viaje tendría que haber durado un día si no fuese porque con la rapidez de Samay y los poderes de Cian hayan hecho que el trayecto fuera más corto, por supuesto, también se tuvieron que tomar ciertos descansos y rutas alternas para que no notaran a Samay, ya que se había convertido en mujer lobo. Por ello, es que llegamos tarde al tener que tomarnos un tiempo para observar caminos poco transitados por personas, como a su vez, para que todos descansáramos y comiéramos.
— ¿Vendrá Kilian? —Le pregunte a Samay.
—Se supone que sí, dijo que estaría aquí antes o exactamente a medianoche. —Comentó.
Me entusiasma saber que pronto volveré a ver a Kilian, no sé qué tipo de reacción tendrá cuando me vea o más bien, si él se sentirá cómodo en tener que verme luego de que se enterará que me comprometí con su enemigo, sin embargo, Samay me había mencionado que él se mostró indiferente a ello, de todas formas, conocía mi pasado y añadiendo que, sabía que estoy enamorada de Caden.
Cian deja de moverse para mirar a su alrededor, todo está cubierto de nieve y no hay más que eso y unas cuantas rocas en el lugar; el clima se ha vuelto frío, pero extrañamente mi piel lo toma con una calidez como si estuviera adaptada a ello; es raro porque a pesar que mi familia proviene de una manada de lobos del invierno, en sí, no me críe en ese ambiente, pero parecer ser que a pesar de no haber vivido bajo esa costumbre, mi cuerpo aun bien recibe este clima.
—Gemma.
Me quedo petrificada al escuchar esa voz que ya extrañaba desde hace tiempo, apenas me di la vuelta cuando a unos diez o quince metros de mí, vi a Kilian con una sonrisa enorme como si estuviera feliz de verme, aún no puedo cantar victoria en ello, pero al menos ese gesto me hace saber que ahora ha dejado a un lado su rivalidad con Caden para demostrar el afecto y hermandad que tiene conmigo.
Dejo de estar en mi lugar para correr hasta él y lanzarme en sus brazos. Escucho su gratificante risa que casi llena de alegría mi alma si no fuese porque pronto Samay se nos unió. Los tres empezamos a abrazarnos donde por fin, puedo conseguir ese afecto de su parte cuando no podía hacerlo al estar en la manada de Caden; escucho como Kilian habla muy bien de nosotras al encontrarnos en perfecto estado haciendo que se separe un poco y nos dé una mirada; lo observo con detenimiento para darme cuenta que casi sigue igual si no fuera porque se ha dejado crecer la barba, pero a pesar de ese nuevo look, para mí, sigue siendo el mismo.
—Te extrañe. —Lo abrazo de nuevo.
—Y yo a ti, no sabes cómo extrañaba tu voz y tu risa. —Menciona con calidez.
— ¿Te fue fácil llegar? —Le pregunte.
—Sí, hace un día que estoy acá en Colorado, así que por el momento solo tome atajos para facilitar mi llegada. —Comenta.
—Me alegro de ello. —Susurro. —Me hace feliz verte —me sincero.
—Yo también, al menos viva luego de los entrenamientos que has estado haciendo —miro a Samay porque me doy cuenta que ella ya le hizo comentario de algo.
—Sí... —encogí los hombros.
—Supe de la mordida, ¿qué ha pasado? —Hago una mueca.
—Eso lo veremos hoy —se acerca Cian —, que placer verte de nuevo Kilian.
Me asombré al escuchar esas palabras de parte de Cian como si ya conociera a Kilian.
—Es un honor para mí, verlo de nuevo —Kilian le hace una pequeña reverencia.
— ¿Se conocen? —Los señaló a ambos.
—Sí —afirma Kilian —, fue mi maestro por cincuenta años, aprendí mucho de él y varias cosas que sé hoy fue porque Cian me las enseño. —Engrandecí mis ojos con esa noticia.
—Así que, ¿él fue tu alumno? —Cian asintió. — ¿Por qué no me lo dijiste?
—Era una sorpresa, además, no quería que te entusiasmaras. —Eleve una ceja con esa respuesta.
— ¿Tú lo sabías? —Le pregunte a Samay.
—Créeme, también es una novedad para mí. —Manifestó.
Ahora veo porque el interés que tomó Cian para decirme que Kilian podía formar parte de ello cuando en sí, ya lo conoce de hace años, añadiendo que fue su alumno, además con solo ver el orgullo con que lo dice ya es de saber que debe de haber sido uno de los mejores para que también le dé placer verlo. También empiezo a comprender la razón por la que Cian lo dejo venir, si Kilian ya tiene ganada su confianza, sin embargo, es extraño ver como ambos se tienen un gran aprecio cuando Cian trabaja en la manada enemiga de mi mejor amigo.
— ¿Qué plan tienes? —Kilian le pregunta a Cian.
—Veremos si podemos quitarle la máscara a Gemma. —Enarqué la ceja.
— ¿A qué te refieres? —Kilian le preguntó a él.
—Sí, además, qué hacemos en un lugar que hay nieve en vez de un bosque tropical o seco —hizo referencia Samay.
— ¿No les ha contado aún? —Cian se refirió a mí.
Mi propósito era hablar primero de ello una vez que todos estuviéramos reunidos, pero ahora, veo que el plan ha cambiado cuando Cian ya está comprometido a hacer el ejercicio que tiene en mente para sacar mi loba interior y esta vez, si ya demostrarlo.
—No, aún no. Además, tú más que nadie sabe que no podía hacerlo. —Cian parece comprender.
— ¿Qué es lo que debemos de saber? —Pregunta Kilian con interés.
Abro la boca sin saber si es el momento indicado para contarle la verdad o al menos, una parte de ello porque con la poca luz que tenemos y el clima que empieza a cubrirse más de nieve por una pequeña tormenta que comienza a azotar fuerte con su frío viento.
— ¿Gemma? —Kilian interrumpe mis pensamientos.
—He descubierto cosas que... Me han dejado sorprendida pero alarmada también porque ahora que tengo esta información no sé qué será de mí si alguien la descubre. —Arquea su ceja.
— ¿Qué has descubierto? —Sigue cuestionándome.
Samay quien tampoco sabe nada me da una mirada llena de preocupación, pero también de interés; de todas formas, cómo no sería así, si le prometí a ella como a su primo contarles todo lo que sé ahora para ver si encontramos una solución.
—Es momento. —Menciona Cian.
Todos nos giramos para ver como él le da una mirada a la luna menguante, la cual ha aparecido entre unas nubes grises que parecían esconderla.
Escucho como Kilian suelta un suspiro al comprender que tendrá que esperar para que le cuente la verdad como también a Samay, ya que la única persona que conoce hasta el momento mi historia es Cian, debido a que con el último ritual descubrió una parte de mí.
—Luego les diré toda la verdad, ¿sí? —Samay y Kilian asienten.
Me acerco a Cian quien ya se ha alejado un poco de nosotros para ponerme a su lado; me doy cuenta como ha cerrado sus ojos para empezar a realizar un conjuro donde además de agarrar un poco de nieve en sus manos y apretarla mientras cae o se vuelve agua con el calor de sus manos, empieza a decir unas palabras que para mi idioma, no puedo reconocer que es lo que dice hasta que eleva su cabeza al cielo y mira la luna.
—Quítate la ropa. —Agito mi cabeza por si no entendí.
— ¿Quieres que me quite la ropa? —Repetí.
— ¡Sí! ¡Ahora! —Gruñe al ver mi inconformidad.
Trago hondo y empiezo a desvestirme mientras hay varias dudas que se crean en mi mente al solo imaginar que la nieve quemará mi piel o que pueda morir congelada por el frío que hace en el lugar; así que, quitándome rápido la camisa, mis pantalones y los zapatos con sus respectivos calcetines, quedo semidesnuda porque no creo que sea necesario que también deba incluir mi ropa interior.
Le doy una mirada a Cian para esperar otra indicación de su parte, me doy cuenta como a pesar de refugiarme entre mis brazos para permanecer en calor, mi cuerpo sigue manteniéndose en su temperatura hasta es extraño que mis pies no se congelen o me duelan al estar pisando una enorme almohada de nieve que podría estarme quemando.
—Corre —musita.
— ¿Qué? —Dije extrañada.
— ¡Que corras! —Grita.
Molesta porque no tengo idea que demonios está probando conmigo, pronto empiezo a correr entre la montaña que se encuentra cubierta de nieve, cada vez que me alejo de todos ellos, el clima se pone cada vez más denso al punto de que obtengo grandes ventiscas de aire que me hacen retroceder, como también, la nieve empieza a golpear cada parte de mi cuerpo. Maldigo porque varias veces me impide seguir llegando al grado que se me dificulte levantarme del suelo cuando caído al ser golpeada por la tormenta de nieve.
Intento ver hacia atrás, pero la niebla ya no me deja ver nada, no puedo localizar a Cian ni mucho menos a Kilian o Samay, todo se vuelve una profunda capa de nieve y neblina que empiezo a preocuparme; intento concentrarme en todo lo que hay en mi alrededor, desde el sonido del viento hasta la suave y esponjada nieve. Abro mis ojos y a lo lejos puedo ver dos sombras que de pequeñas se vuelven a hacer grandes, no sé si es solo un reflejo o es que se tratan de dos animales, pero a pesar de ello, entre más se acercan, escucho su gruñido molesto haciendo que agite mi cabeza y me rasque los ojos quitándome la nieve que se ha quedado en mis pestañas para descubrir aquellas verdaderas figuras.
— ¿Kilian? ¿Samay?
Identifico a aquellas dos personas que ya se han convertido en lobos, ambos se acercan sigilosamente logrando que me extrañe de su comportamiento, más al ver como parece ser que intentan atacarme.
— ¿Qué les pasa? ¡Soy yo! —Retrocedo al ver que no me escuchan.
Empiezo a asustarme mucho que no me queda de otra que levantarme y poner mis manos en medio; a ambos ya los tengo a cinco metros que puedo ver cómo me muestran sus enormes y afilados dientes y por supuesto, como repasan su lengua entre su hocico.
—Kilian... Samay... Por favor... Escúchenme... ¿Por qué quieren hacerme daño?
Les digo todo tipo de palabras para recapaciten, pero siguen sin ponerme atención, en vez de eso, cada vez que se ponen en posición de ataque, me atemoriza a que en serio deseen hacerme daño. Retrocedo un poco más, pero me tropiezo con una piedra haciendo que caiga hacia atrás y vea como Samay corre hasta mí y se lanza encima.
— ¡Ay!
En el momento en que está a punto de morderme, mis manos se posicionan en su estómago sintiendo su áspero pelaje a punto de lanzarla a un lado con mucha fuerza; ella se levanta y se sacude para recomponerse de nuevo a fin de atacarme; sin embargo, desprevenidamente Kilian es el siguiente en lanzarse sobre mí, pero además de evadirlo, le doy un golpe en su espalda haciendo que gruña. Con solo eso, tomo la oportunidad de salir corriendo de la forma más rápida que mis pies puedan proporcionarme, doy pequeñas miradas hacia atrás para darme cuenta que ya han empezado a perseguirte, eso sin decir que están a punto de lograr alcanzarme cuando siento una próxima mordida cerca de mi brazo, eso sin decir, que también un rasguño en mi pierna.
Me quejo del dolor logrando que casi me caiga de lado, pero no pierda el equilibrio, el miedo cada vez se aproxima más a punto de sentir como mi pecho se va relajando un poco más pero también, de cómo mi cuerpo parece llenarse de adrenalina sintiendo como este empieza a tomar una energía extraordinaria que me hace sentir más fuerte. Una idea pronto viene a mi mente y me digo que es momento de defenderme; así que, corriendo más rápido de lo común, termino por ver una piedra, logrando que me acerque a ella hasta saltar y dar un giro en círculo logrando que Kilian y Samay queden delante de mí para pronto pisar la nieve al caer de nuevo en el suelo.
Abro los ojos y siento como algo en mí cambia a punto de que solo soy consciente que en un segundo ya estoy a su lado y continuamente peleando con toda mi fuerza; no sé qué es lo que me sucede, simplemente comienzo a comprender que no puedo controlar mis acciones y mi cuerpo, escucho un par de chillidos, como a su vez, mis uñas parecen tomar pelaje y carne. Intento detenerme, pero me es imposible, hasta que, en un solo instante, algo me golpea fuerte en la cabeza, logrando que me noqueé y terminé por caer en el suelo.
(...)
Respiro una enorme bocanada de aire y me levanto en el instante en que recobro la conciencia; me doy cuenta como ya no estoy en las montañas y por supuesto, ahora estoy en una cama y en una habitación pequeña pero acogedora.
Me toco la cabeza, pero esta no me duele, en vez de eso, me siento con más energía y fuerza como si me hubieran dado un energizante. Escucho como abren la puerta y veo como entra Samay y Kilian, sin embargo, con solo verlos me arrastro hacia atrás e intento alejarme de ellos.
—Calma Gemma, no te haremos daño —menciona Kilian.
— ¡Déjenme! —Agarre la lámpara de al lado.
—Solo escúchanos —dice Samay.
— ¿Escucharlos? ¿Así como hicieron conmigo? —Los ataque.
—Todo tiene una explicación. —Samay intenta que racionalice.
—¡No! Me hirieron, me asustaron y casi me matan. —Grite. —¡Váyanse!
Cian fue el siguiente en aparecer con un plato en sus manos, apenas sentí el fuerte olor a carne cuando reaccione de forma brusca levantándome de la cama y casi saltando encima de Cian si no hubiera sido porque Samay y Kilian me hubieran detenido postrándome en la cama y haciendo el intento de dejarme inmóvil.
— ¿Qué me pasa?
A lo lejos siento un ruido que casi me sangran los oídos, esto hace que me suelte de Kilian y Samay para cubrir mis orejas para después inclinarme en la cama a fin de calmar el dolor que estoy sintiendo. Eso no es lo único, sino que también, saco un fuerte gruñido del que formó un gran eco en la habitación y sin dudarlo, ocasionó una ruptura en el espejo y la ventana.
— ¿Qué me sucede? —Pido una explicación.
Cian se acerca a mí y pronto me alza su mano, con la otra la mueve por toda la habitación haciendo que el ruido se vaya y ahora solo se encuentre un silencio y por supuesto, Kilian aleje el plato de comida de mí.
—Lo logramos. —Murmura Cian.
— ¿A qué te refieres? —Digo mientras me toco uno de mis oídos, el cual, empezó a sangrar.
Samay se acerca a mí y me entrega un pedazo de papel para que pueda limpiarme; antes de poder proseguir con mi cuestionamiento, Cian me lleva hasta el espejo el cual ya se encuentra un poco roto, fue así que, entre varias partes rotas, termino por focalizar mis ojos en mi imagen y fue entonces que, me di cuenta de una sola cosa.
Mis ojos... ya son marrones... Ahora son rojos.
—Felicidades Gemma, eres una alfa.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top