Capítulo 3

Él tenía mucho trabajo y no se podía dar el lujo de perder el tiempo con llamadas de su suegra  —señor, la señora Adela vino y lo esta esperando afuera, dice que es urgente— entró algo estresada Miranda, la secretaria. Felipe, según decían se había acostado con ella pero ahora él ya no era el mismo de antes y eso es mejor, él y Zafira llevaban un eterno compromiso y nunca se han decidió por una fecha «Dios sabe porque».

Felipe salió de su oficina y caminó hasta la sala de espera, su propia sala de espera «claro que si, soy el presidente de la empresa, no debo olvidar mi lugar» Adela a pesar de su edad se la veía hermosa, la mayoría de las arrugas habían desaparecido gracias a la magia del Botox y sus dientes blancos sonreían coquetamente —Felipe, cariño— lo saludaba mientras le besaba las mejillas en forma de saludo.

Adela, suegra querida— sonrió Felipe —cariño no me digas así, sabes que no me gusta— le recrimino Adela mientras se volvía a sentar en el asiento negro

—¿Qué haces vestido así? Zafira se va a dar cuenta— le cambió la cara, se la notaba realmente enojada —si pero así me siento más cómodo— Felipe llevaba una camiseta de Hulk, un jean, y unos converse negros. —Pues te informo que la niña ha salido del coma y si te ve... pues bueno, ya sabes— Adela se despidió con un beso en la mejilla y se fue meneando sus caderas provocativamente,  Adela se le ha estado insinuando desde que ocupo el puesto, «mejor me pongo un terno y voy a ver a Zafira al hospital» se subió en su auto verde compacto y condujo durante un rato, estaba nervioso, que diría Zafira cuando lo vea.

Cuando llegó, Adela ya estaba sentada en la sala de espera mandando mensajes de texto en su celular. Felipe se sentó en un asiento de plástico de la sala de espera, al igual que Adela junto con los dos que estaban ahí sentados, una mujer afrodescendiente que se había pintado el cabello rubio claro con mechas rosadas y moradas, aparte de que lo llevaba en una trenza francesa; ella tenía un sostén de blusa, un short gris que tapaba su ombligo y unos zapatos deportivos a la moda.

También estaba un hombre musculoso lleno de tatuajes, con ojos marrón oscuro achinados, su cabello y su barba eran de color negro, su camiseta del mismo color tenía un estampado artístico, sin mencionar que fue en pantalón corto y en zapatillas al hospital.

Después de varias tazas de café, de la máquina, y dos visitas al baño, el doctor pelirrojo quien al parecer gastaba un litro de gel diario; con ojos marrón claro y tenía una gafas enormes, se les acercó cuando iba a hablar miró detenidamente a Felipe —te me haces conocido— Felipe aclaró su garganta—pues claro, soy el prometido de Zafira— Felipe se puso un tanto nervioso —y aparte fuimos al colegio juntos, como olvidar eso— respondió Antonio fastidiado.

Después de unos segundos se comenzó a tensar el ambiente hasta la mujer afro descendiente rompió el hielo —bueno y a que hora podremos ver a nuestra amiga Zafira— se puso la mano en la cintura —bueno señorita, justo para eso los venía a ver— Antonio se acomodó los lentes y comenzó a leer el informe que había preparado —no nos interesa tu papel con palabras que no entiendo, mejor ve al grano, por cierto, me llamo Denise— se acercó a Antonio.

Basta de venderte, prostituta de mala muerte— se levantó Adela con prepotencia y autoridad —perdone usted doctor pero la gente pobre de hoy no hace más que subirse a los talones de uno— le tocó el hombro, igual que como hizo con Felipe después que llegó de viaje, «después de eso se te insinúa hasta que tengas sexo con ella» o al menos eso dicen las malas lenguas.

A Denise por su puesto le salía humo por las orejas pero no le quedaba otra que aguantarse las ganas de partirle la boca a la puta ricachona que tenía enfrente pero después de todo ella era quien pagaba el hospital, la renta, y mantenía al pequeño Issac. Zafira le había contado que su madre era lo único bueno que le quedaba porque su amiga Clara se había ido para siempre.

Denise le debía mucho a la señora que estaba enfrenté, sin ella Issac estuviera en una casa de adopción, como la trabajadora social debió haber hecho. Mientras se acomodaban en la habitación, nadie podía quitar la vista del ser estático que estaba en frente, Zafira estaba llena de yesos, contusiones, sueros y demás cosas que hacían de esta una persona irreconocible pero no era para menos, el carro en el que iba, había explotado y parece un milagro que Zafira haya sobrevivido a esta explosión.

El doctor revisaba que todo este en orden con el suero cuando Zafira abrió los ojos —¡Zafira!— gritó su madre —gracias a Dios que estás viva ¿hija como estas?— Zafira sonrió por cortesía —si, este, bueno estoy bien— Zafira veía a toda esa gente ahí a su alrededor y no entendía que querían con ella «¿quiénes son?» todos le hablaban, todos la miraban, todos estaban felices por ella pero Zafira no recordaba nada.

«al parecer me llamo Zafira y según el chico con terno soy su prometida» Zafira reía, y fingía acordarse de esas cosas que su madre le decía «no es mi madre, es Adela, no olvides eso» Adela se había molestado en decirle que mejor le diga Adela, hace mucho tiempo que habían hablado de eso —pensé que ya te habías acostumbrado— fue lo que le dijo Adela, la madre se quedó con ella toda la noche hablando de lo que se había perdido.

Flashback

Ya te dije cientos de veces que Clara ama que le regalen rosas— le repetía Zafira a Felipe —ni siquiera se te ocurrió preguntarle que le gusta— Zafira prácticamente corría detrás de él para que no la deje atrás —no le pregunté, porque Clara me pone extremadamente nervioso— Felipe se detuvo inmediatamente, cómo si algo lo obligará ha hacerlo —¿te pone nervioso? Felipe por favor la conoces de toda la vida, es imposible que te ponga nervioso— Felipe la empujo hacia atrás en tono de broma.

Pues en realidad Felipe si la conocía de toda la vida, pero desde que supo o más bien comenzó a sentir cosas por Clara se ponía como un tonto, se le trababa la lengua y no tenía de que hablar, generalmente Felipe era bueno con las chicas, su repertorio era extenso, había incluso experimentado con hombres y había perdido la virginidad, no con cualquiera, la había perdido con su mejor amiga, Zafira, ambos la perdieron juntos pero eso quedo entre los dos.

Felipe entró a una tienda de ropa y a una de joyas, pero no quería regalarle nada ordinario en su cumpleaños número 18 —tiene que ser especial Zafira, te lo he dicho cientos de veces— Felipe le recrimino —entonces robarle la virginidad— le susurro en el odio —Zafira, no digas pendejadas y sigue caminando— Felipe siguió sin un rumbo fijo por el centro comercial esperando que algo divino lo ayude a encontrar el regalo perfecto para Clara.

¿Qué tiene de malo? Tú tienes sexo con algunas, ¿por qué no con ella?— Zafira lo detuvo agarrando sus hombros con ambas manos —porque no me da la gana de acostarme con Clara— lo cierto es que Felipe no quería que Clara se ensuciara teniendo sexo con él, cada vez que miraba a Clara veía cierta pureza que ninguna tenía, ni siquiera las mujeres que habían perdido la virginidad en sus brazos, todos los hombres del colegio querían ser los primeros con Clara, pero él solo quería ser el primero en tomar su mano, en decirle lo hermosa que era.

Todos intentaban llevarla a sus lujosos departamentos, le compraban joyas, le llenaban su casillero de corazones de papel o incluso hasta de chocolates, pero Clara siempre parecía desinteresada y esto hacía que Felipe tenga esperanzas, todos los días él la veía hablar con su compañera de curso Geneviève acerca de un chico al cual le habían puesto "epilef", y según le había dicho la mejor amiga de Clara, Zafira, ella también estaba enamorada de él pero no quería ilusionarse, Clara era muy linda y cualquier hombre querría estar con ella, y él no era exactamente el chico que llevas a conocer a tus padres.

Mira una tienda donde hacen regalos cursis ¿quieres entrar? A ver que tal te va con estas cursilerías— Zafira le dijo en broma pero a Felipe le pareció una buena idea, Zafira sólo viró los ojos y entraron en la tienda, había toda clase de estúpidos regalos cursis, desde cartas de amor hasta felpudos y enormes peluches de toda clase de animales habidos y por haber.

Buenas tardes señores, en que los puedo ayudar— preguntó la cajera —no sólo entramos a mirar— respondió Zafira, la cajera respondió con una sonrisa y mientras la chica se alejaba a la parte de atrás donde se encontraba su compañero se agachó a comer sus barras de chocolate —otros que sólo entran a mirar— le comentó la cajera a su compañero.

Felipe avanzaba hasta donde estaba un stand, pero esta estaba vacío, tenía un pequeño letrero escrito en un papel reciclado con marcador rojo permanente que decía "cupido", Felipe no podía creer que de hecho iba ha hablar con esa persona que supuestamente le de consejos para comprar un oso de felpa y una carta romántica, pero Clara valía la pena.

Hola ¿hay alguien aquí?— Felipe alzó un poco la voz —buenas tardes, soy Gustavo— Zafira se acercó al stand; al ver que su mejor amigo pedía consejos decidió tomar una fotografía con su teléfono inteligente de pantalla táctil, al ver que Felipe y Gustavo tenían un parecido extraordinario, tomó por el brazo a Felipe arrastrando al joven hasta el principio de la tienda dejando a Gustavo hablando sólo.

Felipe!— grita en voz baja Zafira —¿viste eso?— Felipe extrañado y sin entender porque su amiga lo había arrastrado —¿qué cosa?— Zafira le vira los ojos ante la poca visión de su amigo —ese cajero es igual a ti— Felipe fastidiado por el insulto de haberlo comparado con un cajero de una tienda de mala muerte — que dices estúpida— Zafira viendo que había herido el enorme ego de su amigo lo lleva de nuevo hasta el puesto de Gustavo.

Hola, mi nombre es Zafira— le extiende la mano izquierda, al ver esto Gustavo algo extrañado le extiende su mano derecha para así poder saludarla —hola soy el encargado de aconsejar a los enamorados para que elijan el regalo adecuado— Gustavo se presenta, Felipe ve que tiene el mismo lunar en su mano derecha que él. Lo cual es muy peculiar, Felipe le sonríe. Felipe empieza a analizar cada detalle de la cara de Gustavo y empieza a notar similitudes con este chico. Es verdad que tenían un parecido tremendo a simple vista, pero si quisiera usarlo para algo tendría que ajustar un par de detalles. Como su horrible atuendo, y su olor particular.

—¿Cuánto ganas en esta tienda?— le pregunta Felipe —el salario básico— responde Gustavo, Zafira sabía lo que Felipe tenía en mente, pero no dijo nada simplemente sonrío.

Felipe se acercó al cajero y Zafira sacó un espejo de su cartera y se lo muestra a Gustavo —nos parecemos— Felipe le dice —si me di cuenta— alega Gustavo secamente —necesito que me hagas un favor, te voy a pagar— le dice Felipe mientras saca de su billetera cinco billetes de $50 —yo para que quiero $250—Gustavo desvía hacía Zafira incrédulo —Por eso es que la gente es pobre— comentó Zafira. 

Me vas a reemplazar en el colegio, vas a ser yo, nadie se va a dar cuenta— Felipe sonríe de lado —por si no te diste cuenta yo tengo ojos cafés— Gustavo se va de la caja, saliendo por una puerta de madera que nadie había notado, estaba a la izquierda. Salgamos de aquí, Sara es muy chismosa— dice en voz baja Gustavo. Zafira y Felipe se miran en complicidad, sabían que el dinero lo compraba todo. Caminan hasta el patio de comidas sin emitir ninguna palabra. Felipe ni tampoco Zafira sabían que esperar de Gustavo, se sentaron al ultimo puesto del patio de comidas, ellos estaban esperando que Gustavo emita una palabra.

¿Cómo harán que yo cambie? Tendrán que oscurecerme el pelo y cambiarme los ojos de color y encima tendré que dejarme la barba— Gustavo les reclamó pero Zafira respondió con una simple respuesta —lentes de contacto— Felipe sacó los billetes y guardó su billetera en el bolsillo.

Gustavo necesitaba el dinero, tenía que ahorrar lo que más podía, tenía una beca pero él sabía que no le bastaría con que el gobierno le pague los estudios. Él sabía que gastaría más de la cuenta estimada y necesitaría dinero extra porque había gastos  y cosas que pagar. Su madre no estaba de acuerdo con el trabajo pero mientras tuviera buenas notas todo estaría bien; pero esto era diferente, tendría que ir a un colegio a pretender ser otra persona, eso era grave, si lo descubrían se metería en problemas colosales y tal vez le quiten la beca.

Si no arriesgamos no vivimos ¿verdad?— sonrió Gustavo, Felipe y Zafira se miraron en complicidad —tienes que ir al colegio y hacerte pasar por mi este mes que viene, el próximo mes tendremos exámenes de grado y tienes que estudiar por mi —¿tengo que ir al colegio?— preguntó Gustavo sorprendido, para Gustavo no era un problema porque Gustavo estudiaba en la tarde pero los exámenes de grado eran lo peor que se puede estudiar, te tomaban los tres últimos años de colegio aunque sólo eran los exámenes de tu especialización.

Acepto— dijo Gustavo finalmente.

Fin de Flashback

*exámenes de grado: exámenes que siguen después de los exámenes finales necesarios para graduarse de sexto curso (último año)

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