🏖 ፧ 𝗱𝗼𝘀 • ✦⁾
—No quieroooo ir —las quejas del menor desde el asiento trasero impedían escuchar la animada música de la radio.
—Oh, vamos, Jongseong, hace años que no ves a tu abuela.
—¡Pero había quedado en jugar con Heeseung!
—Solo va a ser una semanita, al volver puedes jugar con él todo el tiempo que quieras.
Jongseong refunfuñó con un puchero de enojo en sus labios. Sabía que su madre no cambiaría de opinión por muchos berrinches que haga, y menos ahora que ya estaban en Jeju. Pero el vuelo en avión fue una experiencia tan horrible que estaba extremadamente irritado.
—Vamos, campeón, verás que no va a ser tan malo como piensas —intentó animar su padre, quien iba de copiloto.
—Va a ser malísimo, seguro que abuela ni siquiera tiene televisión —murmuró para sí mismo, aunque su madre lo escuchó y suspiró cansada pensando que tal vez lo malcriaron un poco.
Por suerte para ella, Jongseong no dijo ni una palabra más, simplemente se quedó viendo por la ventana con el ceño fruncido durante el largo trayecto hacia el puerto Seongsan.
El menor no sabía exactamente a donde iban. Todas las veces que vió a su abuela fue gracias a que esta viajaba a Seúl, pero por una caída tonta se lastimó mucho la rodilla, impidiéndole caminar correctamente.
Por recomendación médica, no podía permitirse el lujo de viajar, por lo que serían ellos los que irían a verla, y Jongseong no tenía ni la menor idea de donde vivía.
Le habían dicho que reside en una isla llamada Udo, pero al buscarlo en Internet no había absolutamente nada sobre el lugar. Lo único que se decía de la isla es que pertenece a Jeju y ya, ni siquiera una mísera imagen de cómo se ve o donde se ubica en el mapa.
Por eso, a pesar de la molestia, también tenía algo de curiosidad al respecto. Y no lo admitiría en alto, pero se emocionó un poco cuando finalmente llegaron al puerto.
La pequeña familia bajó del coche y caminaron hasta la recepción. O más bien eran los padres de Jongseong caminando felizmente mientras el menor iba arrastrando los pies detrás de ellos. Seguía enfadado porque le obligaron a ir, aunque no haría más berrinches al respecto, pero tampoco les daría el lujo de verse animado a pesar de que realmente sí lo estaba. Cosas de pre adolescentes.
Ya en recepción, la persona encargada preguntó cuál era el destino al que se dirigían.
—A Udo —respondió la madre de Jongseong.
La recepcionista analizó a los 3 de arriba a abajo y frunció el ceño—. ¿Puedo preguntar quiénes son ustedes?
—Por dios, Suji, ¿no nos reconoces? Tampoco ha pasado tanto tiempo —se quejó el padre del menor fingiendo estar dolido.
La chica los seguía mirando con detenimiento—. ¿Jihyo? ¿Chanyeol? —ambos afirmaron con la cabeza, haciendo que Suji se emocionara por el gran reencuentro—. ¡¡Woah, los de Udo se van a alegrar mucho de verles!! —estaba tan feliz que tardó un poco en notar al menor—. ¿Es vuestro hijo? —Chanyeol volvió a asentir, esta vez con más energía—. ¡Se parece mucho a ti! —finalizó señalando al hombre.
Jongseong se sintió algo tímido por la repentina atención sobre él y se escondió levemente detrás de su madre. Aunque tenía 15 años y era bastante alto, aún le costaba socializar con desconocidos, y en este tipo de situaciones se sentía como un niño pequeño.
—Sé un chico bueno y preséntate —pidió Jihyo con cariño, dándole una palmadita en la espalda al menor para animarlo.
—Uhm... Yo... soy Park Jongseong —murmuró con vergüenza.
—Bae Suji. Encantada de conocerte, Jongseong —sonrió, pero recordó que debía hacer su trabajo y devolvió su atención a los dos adultos—. Aunque el pueblo los conoce y son de confianza, dejaron de ser residentes hace mucho —sacó varias hojas de una carpeta y las puso delante de ambos junto a un bolígrafo—. Deben firmar el acuerdo de confidencialidad.
Jongseong estaba confundido. ¿Acaso su abuela vivía en la mafia o algo por el estilo? Solo iban a visitarla por una semana, ¿por qué debían firmar algo así?
Pero al parecer a sus padres no les resultaba raro, firmaron sin darle mucha importancia y la tal Suji guardó los papeles muy satisfecha.
—¿Él lo sabe? —preguntó refiriéndose al menor, cosa que solo confundía más y más a Jongseong. De tantas series y películas que ha visto, realmente empieza a creer que su abuela vive con la mafia coreana.
—No —respondió Chanyeol—. Por ahora no.
Suji asintió—. Entiendo, solo vigilen que no cometa alguna estupidez hasta entonces. Dicho eso, ya pueden subir al ferry —avisó y abrió una puerta que daba al muelle—. Disfruten de la estancia —los despidió con una gran sonrisa.
Los adultos agradecieron, y Jongseong solo hizo una reverencia.
Lo primero que notó el menor al subir al ferry —además de que este era un barco mucho más pequeño que los otros— es que fueron los primeros en llegar, o eso pensaba hasta que el barco zarpó.
¿Solo vamos nosotros? Supuso que tal vez en ese horario no solía ir gente.
Aunque se mostraba reacio a ir, al asomarse por la borda podía ver cómo, a medida que avanzaba el barco, el mar se volvía más y más cristalino, dejando ver todo el fondo marino con peces y algunos tipos de corales y algas.
Jongseong pensó que solo por esas inusuales vistas, valía la pena dejar de lado sus planes con Heeseung.
Chanyeol se colocó a su lado para también poder apreciar el colorido fondo marino—. Esto me trae muchos recuerdos.
—Papá, ¿desde tu hogar se veía el mar? —preguntó Jongseong.
Sabía que sus padres nacieron en la misteriosa isla, pero estos nunca le contaron nada sobre sus infancias allí o cómo se conocieron. Tampoco es que quisiera preguntar sobre ello, aunque ahora está empezando a sentir más curiosidad al respecto.
—Se podría decir que sí.
A Jongseong se le iluminaron los ojitos—. ¡Debió ser muy agradable poder ver el mar todos los días! ¿Me enseñarás cual era tu casa cuándo lleguemos?
Chanyeol le dedicó a su hijo una cálida sonrisa—. Me temo que eso no va a ser posible, ya debe estar en ruinas. Pero te podré enseñar los lugares donde tu querido padre hizo todo tipo de maldades.
Jongseong rió, pero al ver que su madre estaba detrás de ello fingió no haber escuchado nada.
—Ni se te ocurra enseñarle eso al pequeño —dijo Jihyo.
—¡Mamá, ya no soy un bebé!
—Para mi siempre serás mi lindo bebé —abrazó con fuerza al menor, haciendo que este se sintiera avergonzado. Aunque al no haber nadie más que ellos y el capitán del barco, Jongseong no se quejó.
Chanyeol vió la escena con cariño. Pensó que, después de todo, no fue tan malo haberse ido de Udo. Gracias a eso pudo crear su familia, y aunque no era como sus padres alguna vez quisieron, igualmente no estaba arrepentido de nada.
Aún recuerda todas las veces que se sintió culpable por tomar esa decisión. Más adelante había aceptado que era él mismo quien debía decidir sobre su propia vida. Se disculpó mentalmente con sus fallecidos padres y siguió creando su camino hacia la felicidad. No tenía porqué quedarse atado al pasado, o al menos eso intentaba.
—¡Miren! —exclamó Jihyo señalando a la isla.
Jongseong volteó y con solo un vistazo se enamoró perdidamente del lugar. Aún no llegaban al puerto de Udo, pero podía divisar las pequeñas casas estilo oriental, casi todas reunidas en un punto de la isla, mientras por un lado eran rodeadas por grandes campos con todo tipo de plantaciones y por el otro el hermoso y cristalino mar acompañado de una pequeña playa y varios muelles de madera.
Daba la sensación de que la isla estaba realmente muy cuidada en todos los sentidos: agua limpia, casas bien pintadas, muelles sin imperfecciones, ni rastro de plantas en mal estado, carreteras pequeñas que no dañaban la estética del lugar...
Debí traer la cámara de fotos, pensó el menor.
Después de embarcar y tomar las pequeñas maletas que traían, caminaron un poco hasta llegar a una casita en la colina.
Como estaba anocheciendo, no había mucha gente fuera, y aún así los pocos que encontraron parecían conocer a los padres del menor. Por eso hicieron muchas pausas para saludar, haciendo que la familia llegara muy tarde a casa de la abuelita Park como consecuencia.
—¡Jay, has crecido muchísimo! Ahora debo mirar arriba para verte bien —la anciana tomó con cuidado las mejillas del pelinegro para estrujarlas con delicadeza—. ¡No crezcas más o me voy a quedar muy bajita a tu lado!
—Abuela, por favor, me duele la cara —se quejó Jongseong. Quiere mucho a su abuela y le gusta cuando lo mima de esa forma, pero llevaba varios minutos así y apenas sentía sus mejillas.
—Jeje, lo siento, es que hace mucho que no te veo —sonrió—. Esta es la primera vez que estás por aquí, ¿no? A ver si te enamoras de una jovencita de la isla y te quedas a vivir. Me encantaría ver a mi lindo nieto todos los días~
Las orejas de Jongseong se pusieron rojas de la vergüenza, y fue a peor cuando su madre entró al salón después de dejar las maletas en la habitación.
—Mah, a mi bebé le gustan los chicos, mira que te avisé en llamada para que no dijeras ninguna estupidez —interrumpió Jihyo, enfadada por las palabras de la mayor.
El rostro de Jongseong estaba tan rojo como un tómate. ¿Cómo podía su madre decir algo como eso tan a la ligera? ¡A él le había costado mucho trabajo mental hablarle sobre sus preferencias sexuales, y ahora va ella gritándolo a los 4 vientos como si nada!
—¡P-pero, mamá, n-no lo digas! —Jongseong se tapó la cara con ambas manos. Solo se lograban ver sus orejas completamente rojas.
—No es como si tu abuela te vaya a soltar la típica charla homofóbica. ¿Sabías que cuando mi padre la dejó empezó a salir con una chica?
—¿Q-qué...? —al contrario de lo que Jihyo pretendía, Jongseong se avergonzó mucho más.
La abuela pareció recordar aquellos tiempos, y sonrió con nostalgia—. Aah, era una mujer bastante linda~ ¡Incluso me propuso matrimonio! Su carita cuando le dije que sí me dió 10 años de vida.
El pelinegro no pudo evitar sonreír tontamente al imaginar la escena, incluso olvidó la vergüenza por un momento y logró destapar su rostro.
Pero luego se percató de algo—. ¿Dónde está ella ahora?
Con esa pregunta, el ambiente se puso muy pesado. Hasta su madre, que siempre se veía animada, bajó la cabeza mientras se mordía el labio con una mueca extraña de dolor y nostalgia, como si estuviera reteniendo palabras que amenazaban con salir de su boca.
Ahí fue cuándo Chanyeol decidió interrumpir saliendo de la cocina—. ¡La cena ya está lista! —exclamó para desviar la atención.
Jongseong agradeció a su padre con la mirada. Para la próxima pensaría antes de preguntar, no quería ser el culpable de un mal ambiente.
Por suerte el tema fue completamente ignorado mientras comían Tteokguk.
Jongseong permanecía en silencio, sus padres y su abuela charlaban sobre todo lo que pasaron desde la última vez que se vieron.
El menor ojeó discretamente las manos de su abuela. Un hermoso anillo plateado con un pequeño diamante en el centro se hallaba en el dedo anular de la señora.
¿Entonces sí se casaron? Sus pensamientos fueron interrumpidos por un leve golpe que le dió la anciana en la espalda—. ¡También hay bastantes chicos lindos en Udo! Sal ahí y conquista alguno~ —bromeó.
—¡Abuelaaa...! —bueno, al menos ahora no tenía que volver a pasar el proceso mental para salir del closet con su abuela. Gracias mamá.
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Cómo la casa era pequeña, no había una habitación para él, así que le tocó dormir en el mismo salón donde comieron, pero con un futón, claro. No tuvo ninguna queja al respecto, pues resulta que sí había televisión y estaba justo allí.
Tal vez no podría jugar, pero ver los programas raros que daban a altas horas de la noche también era entretenido. Aunque no pudo terminar de ver alguno, pues se había quedado dormido aún con la tele prendida.
Fue a las 4 de la mañana cuando despertó al escuchar un ruido ajeno al electrodoméstico.
Al principio se asustó un poco, pero luego recordó que sus padres le dijeron que el pueblo es un lugar muy seguro y que todos se conocían entre todos. Igualmente se levantó para revisar de donde venía el ruido, apagando la tele en el proceso.
Y así llegó a la cocina, donde encendió las luces y se encontró su padre agachado en uno de los armarios.
—¿Papá?
Chanyeol dió un pequeño salto del susto y suspiró aliviado al ver que era su hijo.
—¿Estás bien? —preguntó el menor al ver cómo el adulto respiraba de manera entrecortada.
—S-sí, s-solo me sentía mal, vuelve a dormir, me tomaré algo y se me pasará —respondió con dificultad, y del mueble sacó los medicamentos que necesitaba y un bote de condimentos que Jongseong no alcanzó de qué se trataba.
No era la primera vez que Chanyeol tenía esos problemas, por lo que Jongseong estaba acostumbrado a verlo en ese estado. No quería que su padre sufriera, pero parecía ser algo con lo que tendría que lidiar toda su vida.
—Está bien, entonces volveré a dormir. Buenas noches, papá —le dió un rápido beso en la mejilla y volvió al salón. Pero en lugar de acostarse en el futón para volver a dormir, abrió las puertas correderas de cristal y salió a la pequeña terraza.
Desde ahí podía ver todo el pueblo, la playa y el muelle más grande de la isla.
El reflejo de la luna en las tranquilas aguas del mar sumado al silencio, que solo era interrumpido por el sonido del movimiento de las plantas por la leve brisa, le daba una extraña sensación de paz que jamás podría sentir en Seúl.
Esta semana podría ser más gratificante de lo que pensaba.
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Seongsan no es el ship de ateez, así se llama un puerto real de Jeju e igual es la única forma de ir a Udo.
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