Capítulo 46

Operación: «cómo recuperar al chico de plata»

El tiempo para Robin se convirtió en un eterno solsticio de verano, o lo que es lo mismo, cada día para ella era un 21 de junio, el día más largo del año, no importaba que casi estaban a punto de celebrar la navidad.

Su cumpleaños, señalado en esas fechas de finales de noviembre, pasó de largo para ella, así como el entusiasmo por los preparativos para las festividades de la época que se acercaba.

No tenía ánimos de nada y para nada. Lo sucedido con Silver la había destrozado por dentro y también por fuera, pues había vuelto a su escondrijo de ropas, y su perfecta cabellera, estaba de regreso en prisión.

Dejó el trabajo en el club a petición de Ivanna, a quien tuvo que convencer con muchos argumentos de que fue un trabajo que aceptó por necesidad. La necesidad de no ser una carga para ella, la necesidad de sentirse independiente, adulta, madura.

Por supuesto, la señora Larry no le permitió mudarse al apartamentucho donde una vez vivió con Tadeo, así que seguían los tres viviendo juntos y ella estaba libre de buscar un trabajo menos problemático.

Sus rutinas, tras la debacle ocurrida en su habitación y que concluyó con la partida de Silver de su vida, volvieron a ser las mismas de siempre: casa, escuela, trabajo y Tadeo. Otra vez volvía a no permitirse diversiones de ningún tipo, y tampoco le apetecían.

Lo único que la sacaba de su aburrido estado era correr en las mañanas, pero ya no lo hacía para mantenerse en forma, ni para pensar en soledad. Lo hacía para llorar, incluso tenía un árbol que le funcionaba de escondite para hacerlo en paz.

Tener que ver a Silver en la escuela era para ella una tortura insoportable. Sobre todo después que se enteró de la verdadera razón por la que no asistió al festival de baile.

Se sintió soberanamente estúpida.

Si lo hubiera escuchado cuando fue a buscarla, las cosas habrían sido distintas y la sola idea la martirizaba noche y día.

Él por su parte hacía como si ella no existiera. Si estaba y ella llegaba, pedía perdón y se iba. Si el que llegaba era él, saludaba a todos, incluso le daba par de besos a Naty y seguía su camino.

En clases le saboteaba los discursos y más de una vez lo escuchó referirse a ella despectivamente. Pero lo peor era verlo cada vez más pegado a Lara, parecía que no podían separarse. Llegaban juntos, conversaban y se tocaban con familiaridad por los pasillos, almorzaban juntos y se iban juntos.

Robin soportaba todo con valentía, aunque en el fondo estaba destrozada. Sin embargo, con el tiempo comenzó a alejarse del grupo. Donde Silver estaba, ella no cabía y eso lo sabía de sobra.
Por fortuna, Natasha y Logan no la abandonaban jamás y aunque el flaco en su momento la reprendió muchísimo por lo que hizo, al final terminó entendiendo sus razones.

Naty por su parte se mantenía empeñada en sacarla de su bucle de tristeza. La visitaba casi a diario, le hacía invitaciones de todo tipo y la obligaba a acompañarla a hacer compras al menos dos veces por semana.

Incluso la convenció de que fuera su primer paciente.

Sí, como lo oyen. Natasha Peter quería ser terapeuta filosófica, y logró que su amiga se dejara tratar su estado emocional con los conocimientos que sobre el tema ella había aprendido, tanto en clases como fuera de estas.

Tal y como defendían epicúreos, escépticos y estoicos, la filosofía está concebida como un medio para afrontar las dificultades de la vida tal y como la conocemos, lo que convierte al filósofo en un médico del alma, cuyas artes y habilidades están diseñadas para curar o aliviar parte de los sufrimientos de la humanidad y así se veía la rubia, como una doctora de los sentimientos ajenos.

Viéndola así, tan entusiasmada en tratarla, era que Robin entendía por qué su amiga estaba tan interesada en el período helenístico y romano que habían estudiado en clases. Y de ahí venía también su fascinación con Epicuro.

En términos generales, la filosofía está considerada una antecesora de la sicología moderna, de ahí que no sea raro que la práctica de la misma con fines terapéuticos exista y funcione como una relación de ayuda en la que un filósofo y su paciente, entablan un diálogo confidencial orientado a que éste último, clarifique sus propias confusiones, conflictos, dudas existenciales o retos personales.

Según especialistas, no es más que una conversación en el que se facilita a quien se trata un espacio de escucha propia para que pueda tomar conciencia de sus vivencias, para que pueda hacerse cargo de sus concepciones básicas sobre su realidad y las implicaciones que conllevan.

A Robin por supuesto, esto le venía que ni pintado. Por eso aceptó gustosa a usar a su hermana rubia para liberarse y de paso, contribuir a que Nat entrenara sus habilidades.

Repetir en voz alta los errores cometidos la hacía entrar en contacto con estos, aceptarlos y ver con claridad la manera de solucionar sus conflictos internos y de paso aprender de la experiencia, para no volver a pecar de ilusa en el futuro.

Obviamente, sus encuentros con Naty no le ofrecían la solución ni las respuestas a su conflicto; no aplacaban su malestar, no habían recetas o remedios para calmar su dolor y mucho menos le indicaban qué camino tomar.

Pero con el tiempo y unas cuantas sesiones de puro e intenso diálogo, la morena acabó descubriéndose a sí misma su propia verdad: la había cagado con Silver sí, pero eso no tenía que significar que estaba condenada a perderlo y era justo lo que estaba haciendo rindiéndose cómo lo hacía, tirándose a morir como si todo estuviera perdido, y no.

Ese hombre le había demostrado muchas veces que la amaba, y nada ni nadie, ni siquiera una mentira que, aunque pudo haberse evitado, fructificó, podía lograr que alguien dejara de amar de la noche a la mañana.

La chica de ojos celestes la hizo reflexionar y hacerle entender algo: si algo te pertenece, solo deja de ser tuyo si lo dejas ir, cuando te cansas de luchar porque permanezca a tu lado.

Ella no estaba preparada para renunciar a él y empezó entonces a meditar sobre una estrategia para que volviera a creer en ella, para reconquistarle. Si pudo una vez, lo haría de nuevo. Estaba decidida.

Cuando regresaran de las vacaciones navideñas iría a por él con todo.

-Silver no sabrá qué lo golpeó-se decía y sonreía con malicia.

La operación: «cómo recuperar a su chico de plata», estaba en marcha.

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