Epílogo




Epílogo.

«Sin arrepentimientos»

Valerie.


11 de octubre, 2017.

—Parece que tienes prisa —Me dice Denise—. ¿Tienes otra cita?

Termino de aplicarme el labial y veo a mi hermana que tiene el cabello recogido mostrándome su rostro sin tantas aprensiones cómo hace un año, es algo que solo hace en casa, pero para mí eso significa mucho.

—No tengo una cita.

—Entonces ¿Por qué te arreglaste tanto? Pensé que tendrías una segunda cita o algo así.

—Voy a un lugar importante y hoy quise arreglarme un poco más —respondo colocándome el abrigo—. ¿Tú a dónde irás?

—Mich pasará por mí, cocinará en el apartamento de Celine, le dije que tú ya tenías planes —Hace una pausa—. Él llevará a ese chico con el que ha estado teniendo citas, te lo perderás.

—Ya lo conocí.

Ella emite un exagerado "¿Qué?" que me tiene riendo antes de señalarle que conocí hace una semana el chico, aspirante a actor, con el que Michelle ha comenzado a salir y con el que se encuentra muy entusiasmado. No tiene que esconderse, no tiene miedo o se avergüenza, si bien todavía hay muchísima intolerancia allá afuera, no se siente juzgado por quienes lo amamos. Kevin es un atractivo moreno, carismático y divertido hombre abriéndose paso en una industria muy ruda cómo lo es el mundo del baile. Luego de que estuviéramos conversando y habláramos sobre situaciones complicadas, él me dijo: "imagínate tener este color de piel, tener apellido latino y ser gay" y lo vi porque lo decía con diversión en la misma medida en la que fue una realidad, no es que buscará darme lástima o conseguir contactos, solo es un chico muy político que parece decir todo lo que pasa por su mente y eso a mi hermano le encanta, lo vi feliz y a gusto.

—Ahora, debo irme. Dale muchos besos de mi parte a Lucas —camino hacia el ascensor.

— ¿Segura que no es otra cita?

—Segura —respondo sonriendo.

Entiendo la pregunta de Denise sobre la cita. Hace un mes, cuando me embriagué con Elise y Krista, llorando aseguré que volvería al mundo de las citas, me lo prometí porque me sentí cansada, agotada, herida y molesta.

Después de aquella carta con las terribles palabras y la desaparición del equipo que antes me cuidó, no tuve más señales de Edmun, nada. No dibujos, no una carta, no una llamada, no hombres apareciendo para decirme algo, una señal. Todo fue y ha sido silencioso. Dolorosamente silencioso.

Aunque en un principio fui fuerte sobre todo, eventualmente comencé a enfadarme, llorar, desanimarme y pensar tanto, que mis migrañas parecían hacerse algo muy constante. Estaba sucediendo lo que él y yo no queríamos: estaba siendo infeliz.

El cielo sabe que lo amé y lo amo de una manera que a veces quiero arrancarme porque siento que en momentos como estos me destroza. Ante tenía sus dibujos, una llamada inesperada, seguridad garantizándome que de alguna manera él estaba bien y volvería, ahora no hay nada, solo una última nota sin remitente asegurándome que no lo esperara, que él no volvería... Y tenía razón, no volverá.

Hace una semana fue la primera cita que he tenido en muchísimo tiempo porque la verdad es que con Edmun ni siquiera tuvimos citas, solo nos dejamos llevar. No creo que el hombre con el que salí, el presentador de un programa del canal que llevaba un par de veces invitándome, sea una mala persona, el problema fue que sin darme cuenta comencé a compararlo con Edmun. Era muy hablador, elegante, muy sonriente y soñador; quise detenerme, pero se me hizo difícil y lo que terminó volviéndolo una cita incomoda en dónde con una sonrisa se despidió. No volvimos a hablar y eso está bien porque no quería una segunda cita, pero me sentí culpable por haber construido una situación tan incómoda para él.

No estoy desesperada por ir a citas, he llegado a la conclusión de que iré cuando realmente lo desee y sienta que quiera conocer a esa persona, por el momento me dedico a mi trabajo, divertirme con mis amigos, pasar tiempo con mis hermanos y con Lucas. Estoy saliendo de mis pensamientos justo a tiempo para darme cuenta de que el ascensor llega al sótano por lo que no pierdo tiempo saliendo y caminando al estacionamiento hacia mi auto. Sin hacer muchas ceremonias salgo del lugar y tampoco pierdo tiempo dejando sonar por los altavoces otra lista de reproducción que Michelle ha hecho para mí, se ha vuelto una de mis cosas favoritas a la hora de conducir.

De mis hermanos, en la actualidad, Denise es la única viviendo conmigo y eso es porque aún es menor de edad. Celine vive en un distrito a treinta minutos y Michelle a unos quince, sí, desde hace dos meses y medios mi hermano se mudó a un apartamento tipo estudio y no podría sentirme más orgullosa con sus logros; le va increíble en su trabajo y ama lo que estudia.

Al detenerme en un semáforo me tomo el tiempo de ver a mi alrededor, dándome cuenta que últimamente muy pocas veces me doy el tiempo de apreciar los paisajes, las cosas más simples, he estado tal vez demasiado ensimismada en el trabajo y eso lo confirmo cuando la luz cambia y Dana me llama para recordarme que tengo una participación en un programa de cocina en la tarde a la cual aseguro que asistiré puntualmente luego de ir a un lugar especial al que me dirijo.

Hay poco tráfico, lo cual agradezco, así que no tardo demasiado en llegar a mi destino. Estaciono en el lugar reservado del estacionamiento de la galería y bajo del auto tomando mi bolso, el teléfono y la invitación que muy pocos recibieron para la exhibición.

Saludo a la conocida anfitriona en la entrada y ella también me reconoce porque sonríe cuando me ve mientras toma mi invitación.

—Bienvenida, Valerie, espero disfrutes de la exhibición exclusiva y privada.

—Gracias, Hilary, estoy segura de que lo haré.

Paso adelante y escucho los murmullo de las pocas personas apreciando lo que en un rápido conteo me doy cuenta son cinco pinturas espectaculares, pero antes de centrarme en cualquiera de ellas, localizo a Matthew con la mirada conversando con una mujer, pero él se disculpa cuando me ve y acorta la distancia entre nosotros.

—Valerie —Me saluda con una sonrisa y un beso suave en la mejilla—. Me alegra que ya estés aquí.

—Gracias por la invitación.

—Sé que te encanta este arte y cuando quedé a cargo de manejar esta exhibición, no había manera en la que no te diera los privilegiados.

Hay muchas obras de Edmun que aún no se exhiben y otras tantas que desea que vean la luz de manera pública. No me di cuenta de que Edmun era tan organizado sobre exponer su arte hasta que me reuní con Matthew y me entrego la invitación haciéndome saber que cuando Edmun vino a la boda, le dejó indicaciones muy precisas sobre qué hacer pasado cierto tiempo porque tenía un contrato en el que no pensaba fallar, solo que Matthew nunca pensó que él fuera a desaparecer de esta manera haciéndolo cumplir con lo que le prometió.

—Cómo siempre todos están muy ansiosos de saber quién es el artista austriaco misterioso, pero apuesto que si Ed estuviese aquí todos lo estarían juzgando con la mirada sin saber que es el dueño de todo este talento —asegura Matthew—. La sociedad y sus cosas.

» ¿Lista para verlas y apreciarlas cómo la fanática que sé que eres? —Me sonríe.

—Tan lista cómo puedo estar para quedarme sin respiración cómo lo hago cada vez que aprecio tan de cerca tanto talento.

Nos movemos para la primera pintura y hay algo excepcional sobre Edmun y su arte, de alguna manera siempre consigue cortarte la respiración y representar diferentes emociones, es cómo si le hablara a una parte de ti. Cuando veo sus pinturas, desde aquella primera vez, no me siento sola. Cuando admiro y vivo su arte, siento que alguien le habla mi alma, que entiende muchas cosas, que soy comprendida y eso me pasa en este momento mientras veo un paisaje oscuro en ruinas con vividos pétalos de rosas rojas y blancas esparcidas por la tierra llana y seca, me habla de esperanza, perseverancia, no rendirse, me habla de esas emociones que dejé que se me deslizaran de los dedos sobre nosotros.

Paso cada una de sus obras obteniendo de ellas un significado distinto. Con un nudo en la garganta escucho las interpretaciones de Matthew, algunas cercanas a las mías y otras muy diferentes. El tiempo está pasando, pero los sentimientos no. Me dije que me cansé, pero ahí, en el fondo, viendo todas estas pinturas, lo siento tan cerca de mí, cómo si me hablara.

Contengo un nudo en mi garganta porque la última pintura es sencilla, para muchos podría parecer normal o aburrida, pero se trata de su lugar de trabajo. La pintura retrata el dibujo de un lienzo lleno de colores en donde el espacio es amplio, hay pinturas abiertas, una gama amplia de pinceles y ventanas abiertas con cortinas oscuras corridas. Es ese lugar de la casa de Edmun en dónde se pierde y creó algunas de sus obras más reconocidas. Todos prefieren ver las otras pinturas sin siquiera imaginar que él está compartiendo el lugar en dónde creó todo el arte que hoy admiramos.

—Es impresionante, cómo ver una fotografía de esa habitación ¿Cierto? Las personas no están valorando este cuadro que es tan especial, un pedacito de él —Matthew suspira—. Lo extraño y mucho.

No respondo en voz alta, pero estoy familiarizada con el sentimiento. Estiro los dedos deseando tocar la pintura, los bordes, los colores, los trazos, pero me contengo y dejo caer la mano. Por mucho que sus pinturas me hablen y conecten conmigo, ellas no pueden darme abrazos, besos, conversaciones, complicidad, disgustos y miradas arrebatadoras. Sus pinturas son parte de él, pero no lo traen de vuelta, no hacen que esté aquí, junto a mí, a mi lado.

— ¿Alguna vez te lo dijo? Porque a mí no —Murmura Matthew.

— ¿Qué cosa? —No dejo de ver la pintura.

—El secreto.

— ¿Cuál? —Volteo a verlo.

—El secreto de todo este arte, de lo que crea, nunca ha dicho de dónde viene todo esto, que hay detrás de la creación o una respuesta completa sobre por qué pinta, qué hay detrás de cada obra.

Pienso en ello y supongo que eso es algo de lo que no tuve una respuesta y que apenas pregunté una vez en la que quizá no pensó que era una pregunta seria de mi parte. Una pregunta que no tendrá respuesta.

—No lo sé —respondo y me duele pensar que tal vez nunca lo sabré.

Matthew debe sentir mis emociones desbordándose porque le da un suave apretón a mi hombro mientras nos mantenemos de pie contemplando ese rincón de la casa de Edmun que ha quedado atrás. Una casa a la que no volví desde la última vez que estuvimos ahí, una casa dónde creó mucho arte, en dónde conocí a sus hermanos, en dónde reímos, en donde nuestros cuerpos se unieron. Ese lugar sagrado al que llama hogar y que en su momento me dejó entrar.

Alzo la vista hacia el techo en un vago intento de deshacerme de las molestas lágrimas. Estar rodeada de su arte me hace extrañarlo más, me hace ser consciente del futuro increíble cómo pintor que le espera y que tal vez no pueda vivir. Ver sus cuadros es conectar con su alma, pero también es un doloroso recordatorio de que conocí al amor de mi vida y lo viví por un periodo tan efímero que me marcó.

—Creo que esto te hace daño —murmura Matthew.

—Mucha cosas me hacen daño —susurro en respuesta—, pero soy increíblemente fuerte. ¿Sabes por qué es mi pintor favorito?

—No.

—Porque llegó cuando me sentía sola, cuando el alma me pasaba demasiado y la sensación de abandono era feroz. Vi sus pinturas y pensé que alguien me entendía, que afuera estaba esta persona maravillosa y talentosa conectando conmigo.

»Lo sigo pensando, solo que ahora duele —Veo la pintura— porque esa persona es el amor de mi vida y esta conexión me duele, porque solo me recuerda lo maravilloso que fue y que pudo haber sido.

»Lo amo y también me amo, nos amo juntos, pero esperar...Yo...Me duele y estoy harta del dolor —confieso—. Y quiero ser la mujer que no renuncia y espera mil años, pero esta es la realidad, Matthew y no quiero ser infeliz, no quiero amargarme ni resentir de los sentimientos tan hermosos que nos conectaron, nos unieron.

Mi vida profesional es maravillosa, vivo, me divierto y no me aflijo, pero hay muchos momentos en donde me siento afligida esperando por algo que no pasa y eso ha influido en aspectos personales en mi vida, porque soy fuerte, pero también soy humana y a veces es simplemente agotador y desesperanzador pensar en que tu vida es incierta y de manera irresponsable dejas tu felicidad en manos de alguien más que no eres tú. He sufrido muchísimo en mi vida y deseo ser feliz. Mi felicidad no debe estar en manos de Edmun, mi felicidad es mía, me pertenece y es mi derecho tener poder sobre ella.

Sé que él me ama, no creo que me haya abandonado y eso es lo que lo hace todo más doloroso, porque las opciones de lo que sucedió se reducen a escenarios desgarradores en donde las probabilidades de que regrese son escazas. Me prohíbo pensar un escenario en dónde él no esté respirando y me desgarra aquel en donde él esté llevando la vida de la cual en su momento huyó.

¿Qué salió mal? ¿Qué lo aleja de mí? ¿Lo decidió bajo circunstancias excepcionales o no fue su elección? ¿Por qué no volviste? ¿Por qué todo lo que obtuve fue esa horrible nota que me desgarró y rompió el corazón en pedazos?

"Ve a Austria y averigua lo que sucede o sucedió con su familia" "investiga qué está sucediendo" "mete tus narices en el peligro" esas podrían ser los consejos absurdos que alguien me daría, pero aquí está mi realidad: amo a Edmun, amo a Dietmar, aprendí del resto de los hermanos y sé que en el fondo no son malas personas, se forjaron bajos las circunstancias, pero eso no quiere decir que quiera involucrarme directamente con un mundo oscuro del que temo y no quiero formar parte. Tengo una familia, trabajo, amigos ¡Una vida! E incluso si mi amor es inmenso, ponerme en peligro cuando precisamente Edmun se esforzó tanto en protegerme y alejarme de Austria sería algo irresponsable, estúpido y con resultados catastróficos.

—Si estás esperando que te juzgue, no lo haré —asegura Matthew haciéndome volver al presente—. No puedo entenderte porque nuestras relaciones con Edmun son distintas, pero lo que sí hago es comprenderte. No haces nada malo, Val, está bien.

—Pero no se siente bien, duele.

—Lo siento mucho.

Lamento muchas cosas, su ausencia es una de ellas, pero incluso con todas estas emociones a flor de piel,  no puedo lamentar ni por un segundo haber conocido y haberme enamorado de Edmun Matters, el hombre que resultó ser mi talentoso pintor austriaco y que resultó tener un pasado doloroso que de alguna manera influyó en su presente y más tarde, tambaleó su futuro.

***

1 de enero, 2018.

— ¿No deberías de estar durmiendo, pequeño? —pregunto dando un sorbo a mi vino.

Lucas me sonríe y me extiende su peluche de simio que tanto ama, de manera exigente me pide que le dé un beso y eso hago. No veo planes de que este bebé se quiera dormir pronto, parece que el año nuevo ha llegado a su vida con energía. Veo la hora en mi reloj dándome cuenta que es poco más de la una de la mañana.

Abrazo al peluche de simio que me acaba de dar mi sobrino y veo a Derek bailar una bonita balada con Celine, no es que estén saliendo o haya algo romántico, solo es Derek que ha bailado con las tres hermanas toda la noche, sin importarle el yeso que está llevando en uno de sus brazos, porque decidió hacernos compañía. Denise se encuentra dormida en el sofá de dos plazas y bailando también, pero pareciendo medio ebrios, se encuentran Michelle y Kevin, sonrío cuando hay un dulce beso entre ellos y luego ríen tropezando por los tragos de más.

Un nuevo año. Tomo lo que resta de mi copa de vino y me pongo de pie dejando la copa vacía en la mesa para que Lucas no lo tome. Como aun sostengo al peluche, él viene caminando detrás de mí llamándome para que se lo devuelva y cuando lo sorprendo atrapándolo en mis brazos con rapidez, ríe. Lo cargo y su nariz se arruga mientras acaricia la mía, es un niño hermoso y adorable que me ama tanto cómo yo lo amo.

—Baila conmigo, Lucas.

— ¡Baila! —dice tomándome las mejillas con las pequeñas manos.

Sonriendo me balanceo con él al ritmo de la música, girando y haciéndolo reír ante el movimiento, luego recarga su mejilla de mi hombro y suspira, finalmente no puede luchar contra el sueño y poco después se queda dormido dejando una gran mancha de baba, seguramente, en el vestido rojo que estoy usando. Me sigo balanceando con él en mis brazos y luego se lo entrego a Celine que se encarga de acostarlo en la habitación en la que dormirá hoy.

Derek no me deja ir, toma mi mano y de inmediato nos hace balancearnos con lentitud al ritmo de la canción –o eso intento con mi mal baile – le sonrío.

— ¡Ufs! Cada vez que me sonríes el corazón me late de prisa, sobre todo con esos labios pintados de rojo.

—Eres un coqueto sin remedio —Me rio—. Gracias por venir, fue genial que estuvieses con nosotros.

—Gracias a ti por haberme recibido y por bailar con el hombre del brazo enyesado.

—Todo un placer —aseguro.

— ¿Qué pasó con el hombre con el que habías empezado a salir?

Su pregunta me hace esbozar una mueca. Conocí a un hombre genial en uno de los tantos seminarios a los que asistí: atractivo, divertido, amable, caballero e interesado en mí. Debo admitir que me gustó, había algunas chispas ahí y me dije "ya deja de sabotearte, puedes hacerlo, no estás haciendo algo malo". Así que tuvimos una primera cita, no fue incómoda, luego una segunda y una tercera. Me besó, no me quejé sobre ello y se sintió bien, diferente, pero no malo. Dos citas más y cuando los besos no fueron solo castos, comenzó el problema. Cuando sus dedos fueron a mi cabello, pensé en cómo lo hacía Edmun. Cuando sus manos se deslizaron por mis costados, sentí que era demasiado delicado con su agarre. Cuando sus besos fueron a mi cuello me quede con la mirada en el techo preguntándome cómo había pasado de sentirme bien a sentirme extraña y cuando sus manos en mi trasero me pegaron hacia su evidente excitación me dije "no puedo."

Él es grandioso, un hombre increíble, pero él no merecía que no le diera mis pensamientos, me negaba a compartir mi cuerpo cuando no podía dar más de mí. No se enojó, intentó entenderlo aunque se veía decepcionado y desilusionado con la situación.

Esa noche lloré y maldije un montón a Edmun. Lo odié porque no lo veía desde hace un año y aún tenía presencia en mi vida. Lo odié por quedarse clavado tan hondo en mi ser, lo odié porque incluso cuando me dijo que no era mi deber esperar para siempre y que merecía ser feliz, algo me frenaba y todavía era una estúpida viviendo del recuerdo de un amor que no funcionó, que no perduró, que se quedó hondo conmigo de una manera en la que él no pudo hacerlo.

Fui injusta culpándolo en medio de mi llanto por abandonarme, por no volver, por hacerme daño indirectamente con su ausencia y con un amor tan grande con el que no sabía qué hacer. ¡Vamos! Es un hombre cuyas probabilidades de volver ahora parecen una broma, no sé si vive, si está bien, no sé nada y me hace sentir olvidada. Lo odié porque incluso así lo extrañaba y pensaba "tal vez volverá".

Porque incluso así, siento que lo espero, el anillo que aún no me atrevo a quitarme es la prueba de ello.

Pero incluso cuando lo odié por esos instantes, no pude mentirme demasiado tiempo porque la realidad es que lo amo y que el problema no es exactamente él, Edmun es solo uno de los factores, el problema es que mi amor es algo de lo que no puedo ni me quiero desprender. Soy yo quien compara de maneras injusta a todos con Edmun, soy yo la que piensa en los momentos que vivimos – buenos o malos –, la que ve sus pinturas.

No, no me he dado al olvido porque la verdad es que mi carrera profesional está en su mejor momento, mi lazo familiar es fuerte y estamos más unidos que nunca, mis amigos cómo siempre alegrándome la vida. Salgo a fiestas, me reúno con personas influyentes, escribo artículos, me ejército, conozco a buenas personas y siempre estoy aprendiendo algo nuevo. Me siento feliz, pero incluso esa felicidad no me impide no pensar en qué se supone que haga con estos sentimientos que no se desgastan, no se van.

Tal vez es una conducta dañina o toxica, pero supongo que desde afuera se vería muy fácil todo cuando no pueden comprender cómo me siento con respecto a este amor. Edmun no fue solo un hombre con el que tuve sexo y salí, no, fue muchísimo más que eso.

Edmun fue el hombre que me instó a salir de mi zona de confort durante una fiesta en dónde nos besamos con pasión, es el hombre que me enseñó a reírme de mí misma y me ayudó a reunir todas esas piezas valiosas que por miedo me negaba a sacarlas a relucir. A su lado aprendí mucho más de mí y me apoyó en cada paso en el que fui ganando seguridad y confianza. Estuvo cuando sentí que mi familia se caía a pedazos, me hizo reír, rabiar, soñar, amar y ¡Cielos! Me hacía sentir tan, pero tan amada, un amor apasionado, sin medidas e intenso al que se rindió y que me entregó a su manera ¿Cómo olvido eso? ¿Cómo lo dejo atrás?

— ¿Val? —pregunta Derek.

Me doy cuenta de que he dejado de moverme, él me da una dulce sonrisa y suspiro de nuevo mientras recuerdo su pregunta.

—No iba a funcionar y no por él, no hizo nada malo, pero no funcionaría —susurro la respuesta a su pregunta anterior.

—Bueno, no te preocupas, lo intentaste y no funcionó, no cometiste un pecado ¡Animo! Este año será muchísimo mejor, lo prometo.

Algo vibra contra mi pierna y él hace un chiste obsceno antes de sacar su teléfono. Cuando lee el mensaje alza las cejas con desconcierto y sorpresa.

—Lo siento, Val, pero tengo que irme —Hace un puchero—, noticia inesperada.

—Deja que te acompañe.

—Que bella dama, me das tu protección y eso es hermoso —finge estar conmovido.

Lo ayudo a pasar el brazo por el abrigo y cubro su yeso, también le coloco la bufanda y me da un beso cariñoso en la frente en agradecimiento, me pongo mi propio abrigo y tras una despedida de su parte a los demás, nos alejamos. Cuando nos adentramos al ascensor suspiro de nuevo.

—Esos suspiros tienen nombre ¿Verdad?

—Siempre lo han tenido —respondo encogiéndome de hombros—. Es solo que...Lo extraño y no sé cómo no hacerlo.

»Quiero avanzar, conocer a alguien y sentirme mejor en el ámbito del amor, pero es que no sé cómo renunciar a estos sentimientos, es muy frustrante, Derek —Le doy un breve vistazo—. Te recomendaría no enamorarte de alguien con tantos secretos.

»Bueno, no me creas, la verdad es que sí te recomiendo enamorarte y vivir cualquier tipo de amor que desees.

Porque incluso aunque me siento vulnerable en el ámbito del amor, no puedo rechazar o desear no haber vivido esta historia de amor, no hay lamentos en ella, estoy agradecida de haber tenido la oportunidad de siquiera vivirla incluso si no duró tanto cómo quería.

—Siempre hemos sabido que el amor es complicado —Me recuerda mientras salimos del ascensor— y aun así nos lanzamos de clavada en ello ¿No? Arriesgarse no es malo incluso si se pierde.

—Sí, sin arrepentimientos —digo lo que llevamos diciéndonos por meses.

—Sin arrepentimientos —repite.

Ambos saludamos al vigilante mientras caminamos hacia su auto aparcado en el área de visitantes, el clima está bastante frío.

—Sería bonito que nevara ¿No crees? —pregunto.

—Sería un dolor de culo el tráfico en la mañana si eso pasara —Me atrae para un abrazo con su brazo libre—. Sonríe mucho, Val, lo mereces. Dame una sonrisa.

Le doy la sonrisa más amplia y ridícula que he dado alguna vez y eso lo tiene riendo antes de besarme la frente.

—Te dejé un regalo de año nuevo en tu auto, más te vale ir por él.

Hace un asentimiento al guardaespaldas que lo acompaña, sentado en el puesto de conductor de su auto y que se negó rotundamente a subir a celebrar con nosotros; él le desactiva los seguros para que suba al asiento de copiloto. Me despido con la mano y retrocedo viéndolos irse.

Pateo una piedra en mi camino a mi auto en el área de propietarios para tomar el regalo, no es que piense que alguien vaya a robarlo con la seguridad de este lugar, pero mejor hacerlo ahora. Enarco una ceja al llegar y ver un gran regalo envuelto contra mi auto.

Sé que es un cuadro por sus dimensiones, lo que me intriga es qué clase de cuadro me está regalando Derek, después de todo, él es una caja de sorpresas, espero no sea una obra de arte llena de solo genitales porque ya me pasó que me dio un dibujo lleno de penes hace un par de meses.

Mi teléfono vibra en mi mano, ni siquiera recordaba que lo estaba sosteniendo y sonrío viendo el nombre de Derek.

— ¿Y bien? ¿Abriste el regalo?

—No, recién lo descubro, tengo miedo de qué cosa perversa has dejado.

—Para que lo sepas es una especie de regalo de parte de todos, malagradecida —Se queja haciéndome reír—. ¡Vamos! ¡Ábrelo! Quiero presumir que fui el primero en ver tu reacción.

—De acuerdo, vamos darte esa primicia, pero espero por tu bien que no sea nada perverso.

Sostengo el teléfono contra mi oreja a través de un hombro y rasgo el papel revelando la dichosa pintura. Es una pintura inesperada, increíble y tan impactante que me quedo sin palabras.

— ¿Val? ¿Lo abriste? —Murmuro un "sí" — ¿Qué te parece? ¿Te gusta?

— ¿Qué significa esto?

—Sabes lo que significa, lo sabes bien.

¿Lo sé? Porque lo que sé con certeza es que estoy a nada de volverme loca o de que me dé un ataque al corazón. Estiro la mano sintiendo la textura, la pintura huele un tanto fresca. Los vellos detrás del cuello junto a los de los brazos se me erizan. Me volteo para verificar que no saltarán sobre mí o me atacarán, pero el teléfono se me cae mientras doy un grito y retrocedo llevándome una mano al pecho.

Nunca digo malas palabras, pero en este momento tengo ganas de gritar: maldita sea ¡Me has dado un puto susto! ¿En qué estabas pensando?

—Niña buena —Inclina la cabeza hacia un lado y el cabello le cae a la altura de los ojos.

Abro y cierro la boca, luego me doy un ligero pellizco. Es real. Me giro hacia el cuadro leyendo la firma: E. Schwarzenberg y vuelvo mi vista a él. El corazón me late deprisa mientras siento que los ojos se me humedecen.

Él es...Diferente.

No llores, por favor no llores. Se fuerte, Valerie Evans.

No estoy preparada. Por meses añoré y deseé este reencuentro, pero ahora que sucede soy un lío de emociones. No nos estamos tocando y aun así puedo sentirlo. Meses, un año, silencio, miles de recuerdos y un montón de incertidumbre, todo reducido a este encuentro fortuito en un estacionamiento en el primer día del año 2018.

No nieva, pero el clima es frío. No me toca, pero yo lo siento. No me habla, pero su mirada grita. No lo sabía, pero ahora lo sé. Ambos sabemos de qué va esto y ambos estamos aterrados del próximo paso.

Me doy cuenta de que tal vez esta podría ser la única oportunidad para obtener muchas respuestas y parece absurdo que la pegunta que más ronde en la cabeza sea "¿Cuál es el secreto de tu arte?". No me ilusiono, pero mi corazón no capta el mensaje mientras lo veo, el frío me acaricia la piel, pero mi interior es cálido ante este escenario.

—Habla, por favor habla, Edmun —Mis palabras bailan en el viento mientras espero por algo...

Pero repentinamente mi mente me grita fuerte y claro: ¿Hasta cuándo vas a darle el poder de hacerte esperar? ¡Ya basta! Es ahora o nunca, continúan o cierras esta historia, pero no más esperar.

Su mirada se torna intensa, apreciativa, determinada y viejos sentimientos que vi otras tantas veces mientras estábamos juntos le embargan la mirada. Me ve de arriba a abajo con lentitud antes de dejar de nuevo sus ojos contra los míos. Hay un estiramiento apenas perceptible en una de las comisuras de sus labios y entonces habla diciendo la cosa más inesperada...

— ¿Qué pasa con el abrigo, niña buena? ¿No quieres ensuciar tu ropa de bautizo?

Fin.

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