De los secretos...



De los secretos...

Edmun Matters.


31 de diciembre, 2015.

Cierro mis ojos y cabeceo al ritmo de los Rolling Stones. Casi me permito sonreír, pero entonces hacerlo no sucede muy a menudo, porque no me interesa demostrar emoción.

Abro mis ojos y observo el lienzo.

Es una mierda.

Una mierda colorida.

Ladeo mi cabeza a la izquierda para evaluarlo. Es una mierda que me gusta. Sonrío apenas un poco y paso una mano por mi frente, siento la frialdad de la pintura. No me sorprende, es más difícil encontrarme sin pintura que con ella cuando estoy pintando.

El teléfono de la casa suena una vez más, volteo y lo observo. Quisiera que mi simple mirada destruyera a mi objetivo, pero no sucede y no pasará.

Suspiro cuando se silencia, pero sé que es cuestión de minutos para que vuelva a sonar. Dejo mi pincel junto al resto y me acerco a mi pintura. Naranja, amarillo y verde. No buscaba una obra de arte, solo me apetecía jugar con los colores e invertir mi tiempo para no dejarme ir.

Ahí está de nuevo, el teléfono suena.

Camino hasta tan molesto artefacto y contesto.

—No es difícil olvidar que existo.

Es bueno saber de ti.

¿Qué quieres? —cuestiono en húngaro, hablando el mismo idioma que él.

No tengo por qué fingir formalidad, que quiero hablar o que los convencionalismos sociales me importan. Es tan sencillo como que no quería contestar esta llamada y no quiero hablar hoy, para el caso: nunca.

Moritz, así no es la manera en la que espero que recibas mi llamada —Ruedo mis ojos porque está jugando conmigo. Me está respondiendo en alemán.

No me interesa, para el caso esperaba saber de ti cuando murieras —respondo—. ¿Qué quieres?

Quería saber si te llegó la invitación a la boda —Estoy a instantes de colgar, por la mención de tan fúnebre acontecimiento y porque ahora usa Austro-Bávaro.

Lo hace adrede, sabe que prefiero mantenerlo todo en inglés, pero nunca me lo haría sencillo.

—Depende. ¿Era ese sucio y pútrido excremento envuelto en lazos? —respondo con aparente calma, mi mano apretando con fuerzas el teléfono.

Queremos que vengas, Moritz —Alemán una vez más. Acabará mareándome.

—No celebro funerales, no hasta que sea el tuyo.

Eso fue duro.

Eso fue real —respondo cayendo en su juego de los idiomas—. No tengo nada que ver con ustedes.

De hecho, tienes mucho que ver con nosotros, Moritz. ¿No celebrarás por nosotros?

¿Hay algo que realmente quiera saber de esta asquerosa llamada? —Mi paciencia se agota.

Ella es mía —Sisea.

Cierro mis ojos y respiro hondo.

Sí, ella y toda esa maldita basura es tuyo. Toma lo que quieras. Ahógate con ello, contamínate y púdrete en el hoyo más hondo del culo del infierno, Niklas.

¿Significa eso que vendrás a la boda?

—Eso significa que debí asfixiarte cuando pude —Finalizo la llamada.

Respiro hondo un par de veces antes de caminar hacia mi lienzo, tomarlo y romperlo. No grito, no gruño. Solo lo rompo y me contengo. No me hace sentir mejor.

Para el caso, no me hace sentir nada.

Vacío.

Incierto.

Imperturbable.

Esta basura no merece la pena, no tengo nada que ver, no me involucro. El aire que respiro está muy lejos de donde respiran ellos. Sin embargo, lo sé bien.

Yo podría estar en la punta del mundo y aún los tendría conmigo. Es lo que sucede con la familia, es lo que sucede conmigo. Son cosas que no cambian.



Holisss, después de largos meses aquí estoy. 

La historia por el momento es narrada solo por Valerie (como sucedió en las otras historias de la saga en donde quizá más adelante narré Edmun), pero era necesario este pequeño apartado antes de poder ir a un prólogo.

Pues nada, les invito a esta aventura. Creo que muchas cosas le tomarán por sorpresa, del mismo modo que me quedo yo :O cuando lo escribo.

Y sí, el de la foto es mi querido Edmun lakbhdhvd bello, bello.

Dedicado a todos los Newers.

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