Capítulo Veintiséis: Caótico, inesperado y austriaco
Capítulo veintiséis: Caótico, inesperado y austriaco.
Valerie.
— ¿No tienes de verdad cosquillas? —pregunto y frunzo el ceño.
Edmun me da una de sus miradas divertidas mientras pasa su dedo por mi entrecejo estirando las arrugas que se forman ante mi expresión. Luego toma mi mano y la baja por su abdomen, haciéndome sentir lo bien trabajado que está, llega hasta su caderas y después...Mi mano se encuentra sobre una semidureza que comienza a levantarse. Llevo mi mirada a la suya, me da una pequeña sonrisa de costado.
—Ahí sí que tengo muchas cosquillas.
—No me sorprende tu suciedad —Hago una pausa y me acerco más a él. El roce de su piel desnuda con la mía me hace estremecer—. ¿Cómo puedes querer de nuevo...?
— ¿Hacértelo? Porque me pones mucho, no miento cuando lo digo. Parece que no me canso.
Se acomoda de costado y sus dedos acarician mi cadera, lo observo con fijeza y acabo por sonreír, me es inevitable.
Luego de la sorpresa inicial del compromiso de Jocker y las felicitaciones que le siguieron – con honestidad me tomó por sorpresa que la noticia me hiciera tan feliz por ellos – antes de venir a nuestra fiesta de "pijama", Edmun y yo pasamos por una farmacia. Si bien su orgasmo no terminó dentro de mí, sabíamos nuestras posibilidades. Así que por primera vez en mi vida tomé una pastilla de emergencia.
Se sintió bien que leyera las instrucciones conmigo, que estuviera ahí con su acostumbrada personalidad, pero sin ninguna mala actitud. Fuimos un equipo y ambos nos hicimos responsables de ese desliz en un momento de plena lujuria. Confirmo mis sospechas de que estoy en una relación con un hombre increíble del que tengo la dicha de conocer aspectos que otros desconocen.
— ¿Por qué sonríes como tonta?
— ¿No puedo sonreír por el simple placer de esta feliz con este momento? —pregunto.
Deslizo mi mano por su abdomen trazando el relieve de sus músculos, llego a su pecho y siento los latidos constantes de su corazón. Muchas personas aseguran, cuando ven a dos personas diferentes salir, que no entienden cómo están juntas; pero es algo increíble ver cómo dos personalidades pueden complementarse y hacer de sus diferencias, puntos fuertes.
Donde yo soy educada y amable, él es hostil y cortante. Donde radica mi timidez, está su descaro. Y donde he sido valiente para ofrecerle mis piezas, él todavía oculta muchas de las suyas.
No me imaginaba en una relación con alguien así, siempre me imaginé con alguien tranquilo, elegante, amable y estable. Pero eso es porque nunca imaginé que conocería a alguien que me hiciera sentir estas emociones tan arrolladoras.
— ¿Te ocultarás por mucho tiempo de mí, Edmun? —susurro.
Siento cómo se tensa y luego deja ir una lenta respiración. Se aleja de mí lo suficiente para incorporarse y recargar su espalda del cabecero de su cama. Mi modestia y yo tomamos parte de la sabana y me incorporo ubicándome a su lado. Pasa una mano por su cabello y mantiene la vista al frente.
—Antes, cuando llegamos a la fiesta de tu amigo y me preguntaste qué me entristecía, me guardé la respuesta verdadera.
—Lo sé, aunque me dio satisfacción tu respuesta —Intento bromear, voltea a verme.
—Bueno, eso también era cierto. Quería traerte aquí, olvidar la fiesta y follarte.
—Eres el rey de las palabras dulces, sí que sí.
—La cosa es que...Pensaba en mis hermanos y no solo en el molesto que se encuentra durmiendo en el otro extremo del pasillo —Hace referencia a Dietmar—. Pensé en todos ellos, en los cincos.
»No tuvimos una vida fácil, pero siempre estuvimos cerca, ellos no eran tan desagradables, incluso me caían bien.
Eso en palabras de Edmun equivale a que los amaba o eso creo. De nuevo pasa las manos por su rostro.
—Pero luego todos nos separamos, hubo una fisura que nadie intentó unir, ni siquiera nuestro padre, para ese punto él y el abuelo solo nos separaron más —Me mantengo en silencio con miedo de que se detenga—. Cuando Dietmar dice que lo abandonamos, a pesar de lo que niego, siento que tiene razón.
»Todos nos abandonamos, a tal punto que mis hermanos me son unos desconocidos. No sé quiénes son o de lo que son capaces. Me resultan tan familiares como lo son unos extraños.
—No del todo, porque aun así los quieres.
—Supongo que es que la cosa de la sangre.
—Creo que es más que eso. Puede que de adultos no hablen, pero creciste con ellos, compartieron una infancia y eso no se olvida.
—La última vez que vi a Fabianne, tenía cinco o seis años. ¿Cómo siquiera va a recordarme? Y ni siquiera fui un hermano memorable en mis visitas. Para ella soy un desconocido.
» ¿Y mi madre? La vi hace nueves meses porque vino a visitarme y a pedirme una vez más que vuelva a Austria —Hace una mueca con sus labios y noto la tristeza en su mirada—. Mi mamá no fue una mala, ella era dulce y maravillosa, no entiendo cómo terminó en una familia como la nuestra, pero ella no comprende mi necesidad de alejarme. Tuve que dejar a toda mi familia porque al parecer era el único extraño que quería alejarse de ello.
»Soy una persona egoísta que prefirió escoger la vida que necesitaba a permanecer con su familia. No le di la espalda a un país, se la di a mi familia.
Trago procesando la crudeza de sus palabras y el tono ronco con el que habla, le duele, es evidente incluso si trata de ocultarlo.
—A mí me hubiese gustado, entonces, tener una pizca de tu egoísmo cuando al crecer aguanté que me lastimaran tanto en casa. No está mal que quisieras ser feliz.
—No vine aquí para ser feliz, Valerie. Yo vine a para olvidar.
Voltea a verme y lleva una mano a su costado, donde descansan los tres asteriscos. Acaricia el simple tatuaje.
—Cuando te dije que morí tres veces y tuve tres oportunidades de vivir, era literal. No quería una cuarta —susurra.
Llevo una mano a mi boca para suprimir el repentino temblor que embarga a mis labios. Lo que él dice es que...
»Luhanne, mi abuelo, me llamó cobarde y maricón cuando le rogué a mi madre a los trece años que me enviara con mis abuelos ingleses. La única razón por la que Anton lo aceptó, fue porque todos pensaron que sería temporal, pero yo sabía que no quería volver.
—Eso es...
—Entiendo por qué mis hermanos tienen la idea de que los abandoné, porque no me preocupé por ellos, solo pensé en mí y no me arrepiento. Lo haría de nuevo. Lo haría mil veces más.
»Somos seis hermanos, difícilmente alguien más podía pensar en nosotros individualmente, por lo que aprendí a que solo yo podía velar por mis intereses. No me interesa el dinero, herencias, tierras o apellido. Me interesa mi intento de paz.
Me está dando tanto de si, voluntariamente me está entregando parte de sus piezas ocultas y lo aprecio. Deslizo mi mano sobre la suya y la llevo a mis labios, dejo un beso en sus nudillos. Me da un atisbo de sonrisa, yo le devuelvo una amplia.
—Beso la mano del mejor pintor de la vida y del novio más inesperado que puedo tener
—Eres una persona excepcional, Valerie y es raro toparse con personas como tú en mundo tan depravado.
»Durante años he guardado con recelo mucha información sobre mí y no puedo cambiar ello de un momento a otro, pero haré mi esfuerzo para compartirlo, solo no quiero asustarte.
—No voy a correr, no por el pasado. Y antes de correr, seguramente primero te daría una exposición muy detallada de las razones por las que lo haría.
—Seguramente, no lo pongo en duda —Respira hondo—. Te digo todo esto, porque tras desistir demasiado, creo que Dietmar tiene razón y debo ir a Austria. Quisiera ver a mis hermanos e intentar ser civilizado con ellos, también a mi madre y necesito saber qué tan mal Dietmar tiene la situación.
»Dietmar puede ser arrogante y hablador, pero sé que está asustado y pese a que me quejo con demasía de él, él no me desagrada tanto y no quiero que la pase mal, pero no le digas que yo admití eso.
—Guardaré tu secreto.
—Y no quiero que lo malinterpretes, pero no estoy invitándote porque las cosas son complicadas allá y preferiría mantenerte fuera de todo ese asunto familiar. Pero...
— ¿Pero?
—Cuando regrese, si estás dispuesta, te contaré una pieza más y entonces tú decidirás si quieres correr o seguir intentándolo.
Sin importarme la sabana deslizándose, subo sobre su regazo a horcajadas y tomo su rostro entre mis manos.
—Confía en mí cuando te digo que tu pasado no me hará correr, tonto. Aquí estaré esperando por tu pieza, sin correr, sin juzgar y sin malas intenciones.
Me inclino para besarlo, pero un inoportuno bostezo me invade. Un bostezo que termina en su rostro, él enarca una ceja y yo me sonrojo tapando mi boca con una mano.
—Lo siento.
— ¿Por tener sueño? Parece que me sobrepasé con tu hora de dormir —Se burla—. Son casi las cinco de la mañana. Es hora de que duermas, niña buena, así podremos jugar cuando despertemos.
Me baja de su cuerpo y me deslizo por la cama hasta posar mi cabeza sobre la almohada, él también lo hace y apaga la lámpara. Me remuevo mucho y lo escucho bufar seguramente irritado de mi inquietud.
—Lo siento, pero no estoy acostumbrada a dormir con alguien más, mucho menos desnuda.
— ¿Ayuda si te abrazo? —prácticamente gruñe y lucho contra la risa.
Seguramente me dará calor y pasados los minutos me alejaré de su abrazo, pero puedo disfrutar de ello mientras me quedo dormida.
—Eso ayudaría muchísimo —Me aprovecho.
Me atrae a su cuerpo, mi espalda pegada a su pecho, suspiro satisfecha y cierro mis ojos. Estoy a instantes de dormirme cuando bufa y sutilmente me empuja.
— ¡Oye!
—Me da calor y se me pone dura si te tengo así. Mejor mantente en tu lado. Lo de abrazarse funciona cuando estamos despiertos, pero para dormir no. Buenas noches, niña buena.
—Bruto —susurro.
Lo escucho reír y no puedo evitar sonreír. ¿Qué esperaba? Se trata de Edmun, por supuesto que encontraría algo molesto sobre abrazarse para dormir; es una característica tan de él que ni siquiera me enfada, me divierte.
***
Llevo un trozo de fruta a mi boca y lo saboreo a gusto mientras mastico con lentitud, trago y no puedo evitar el bostezo que escapa de mí. Por primera vez he dormido hasta muy tarde y eso no se debe a Edmun, se debe a que me dormí casi al amanecer y que luego fui atacada con su "pasión" al despertar, no presentaré quejas por ello.
Debo decir que él es un muy buen compañero de cama tanto para dormir, como para otras cosas. Suspiro. Edmun se encuentra en el jardín hablando por teléfono como para darse cuenta que me tiene suspirando.
Mi celular vibra sobre la mesa y lo tomo, se trata de un mensaje de Mich diciéndome que está bien y que ha decidido salir a caminar por la zona, poco a poco se va a adaptando a la ciudad, al menos si llega a perderse, sabe qué herramientas usar para volver a casa. Hemos estado evaluando la posibilidad de estudio, cursos o trabajo, él aun piensa en qué le gustaría hacer y le estoy dando el apoyo para eso.
Le respondo y aprovecho para responder los obscenos mensajes de Krista, una vez hecho, vuelvo mi atención a mi desayuno.
— ¡Buenos días!
Alzo la vista y me encuentro con Dietmar llevando ropa deportiva, su sudor me da a entender que estaba ejercitándose.
—Buenos días —Camina hacia la mesa, saca una silla y se deja caer, no pierde su sonrisa—. Te ves entusiasta.
—Y tú agotada, pero es porque tú y yo tuvimos un diferente despertar.
Entrecierro mis ojos hacia él ante la implicación no dicha que hace y ríe. Toma un tenedor y come de mi ensalada de frutas sin siquiera preguntar.
—Te queda bien mi ropa, Valeria.
Bajo la vista al pantalón holgado que me queda grande y la camisa que me hace parecer una niña intentando vestir la ropa de su hermano mayor, vuelvo mi atención a él.
—Si esta me queda grande, la de tu hermano me hubiese hecho caer de lo enorme que me quedaría.
—Consecuencias de que te guste un hombre grande...
— ¿No crees que eres un poco joven para estar haciendo insinuaciones de adultos? —pregunto viendo como toma más de mi fruta.
— ¿Insinuaciones de adultos? Solo dije que te gusta un hombre grande, tú lo desviaste, Valeria. Tienes una mente muy sucia.
—Tu hermano está molesto contigo —Cambio el tema. Él se encoge de hombros—. ¿No preguntarás por qué?
—No. Él siempre está molesto conmigo.
—Dice que tu habitación huele a hierba —anuncio, se encoje de hombros.
—Debe ser el ambientador de hierba que está muy de moda.
—Específicamente uno de marihuana.
Eso lo hace reír y se ahoga con la fruta, toma mi vaso de agua y lo bebe del todo, luego me observa con diversión.
—No sabía que vendían ese tipo de ambientadores y que conocieras de ello, Valeria, me sorprendes cada día más.
—Sabes de lo que hablo.
—A ver —suspira—. Fumar un poco de hierba no me hace un adicto, es como fumarse un cigarrillo. No lo hago siempre, lo hago cuando no puedo dormir y él más que nadie debe entenderlo porque sabe lo que es tener pesadillas de recuerdos reales —Adquiere una actitud seria—. No soy un adicto y sé que eso es lo que diría un adicto, pero soy honesto.
»He fumado muy poco desde que llegué y solo porque, de verdad, a veces no consigo dormir ni un poco.
— ¿Muchas preocupaciones?
—Ni te imaginas, no sabes lo que es vivir atormentado por tu propia mente.
Lo dice con una seriedad que va más allá de sus dieciocho años. Un "mujer bonita" se escucha, bajamos la vista y se trata de Gring; de inmediato Dietmar se agacha y lo toma en sus manos, besa su cabeza.
—Hola, amigo. ¿Cómo va tu día?
— ¡Fiesta! —responde el loro y yo rio—. Mujer bonita.
—Es un loro observador —Me dice Dietmar y lo deja sobre la mesa.
Quiero protestar sobre ese hecho tan poco higiénico, pero me distraigo viendo como el loro se acerca hacia mí y comienza a picotear el que era mi desayuno, devorando placenteramente los trozos de frutas.
— ¿Por qué no me dijiste que tu hermano es gay?
De inmediato alzo mi vista a Dietmar, su mano descansa debajo de su barbilla y el codo lo apoya sobre la mesa. Abro y cierro mi boca, él rueda sus ojos.
—No es como si tuviese una enfermedad contagiosa por ser gay.
—Yo...No es algo que vaya gritando y creo que él debe decidir a quién decírselo, está en proceso de sentirse cómodo para decirlo.
—Bah, qué triste. Pasa por toda esa etapa fea de creer que está mal —niega con su cabeza—. Luego cuando lo acepte, seguro será un puto de primera genial. Apuesto que los volverá locos. ¿Sabes lo que me ofende?
—Eh...No.
—Qué ni siquiera sintió atracción por mí —Lo miro con confusión—. Soy heterosexual, pero mírame, soy un encanto a la vista y él ni siquiera imaginó besarme, eso ofende un poco. Ofende muchísimo.
—Lamento que el hecho de que mi hermano no sienta atracción por ti te ofenda tanto. ¿Cómo es que lo supiste?
—Ayer insistí lo suficiente para que saliera conmigo y luego quise insistir mucho para que saliéramos con unas chicas que me dejaron su número. Ya sabes, era como un plan de amigos follando.
—Bastante casual —comento y él asiente perdiéndose el tono de mi declaración o ignorándolo.
—Se cansó de que le insistiera y me dijo que le gustaban los hombres. Hizo una pausa dramática como si esperase que yo le gritara o algo. ¿Qué esperaba de mí? —Rueda sus ojos—. Total que así fue como lo supe y asumió que no seríamos amigos por eso.
» ¿No crees que eso sería muy idiota? Es como si él decidiera dejar de hablar conmigo porque me gustan las mujeres. Además, la adolescencia es la edad para experimentar. Sé que soy heterosexual porque experimenté —dice con orgullo, todo lo que hago es verlo—. Que me gusten las niñas y a él los niños, no nos hace diferentes.
—Niñas y niños, casi suenas inocente.
—Le dije que podía ir a un bar con él y ayudarlo a cazar hombres que lleguen a sus estándares. También le recordé que igual si folla con tipos necesita el condón.
—Oh, Santo cielo... —susurro, él no se detiene.
—Creo que venden lubricantes en pequeñas bolsas también para que las meta en las billeteras, ya sabes, se necesita para la acción verdadera. Más si es sexo duro y creo que...
—Lo entiendo, entiendo que ustedes son muy amigos —Lo corto.
— ¿Por qué te sonrojas? —Parece genuinamente desconcertado—. No es como si no hubieses estado teniendo sexo con mi hermano y él no tiene esta imagen de ser un amante romántico de esos que se besan debajo de las sabanas.
—No hablaré de la vida sexual de tu hermano.
—Pero hay una que es lo que importa.
— ¡Rica mujer!
Bajo la vista de inmediato al loro que me observa, estiro mi mano y de manera tentativa con mi dedo acaricio su cabeza. La peculiar mascota de Edmun se deja de mis mimos.
—Hola, Gring.
—Rica mujer. ¡Fiesta!
—Esas son unas de sus palabras favoritas —Anuncia Edmun acercándose hacia mí.
Sus dedos acarician mi cuello y le sonrío, la comisura de sus labios se alza un poco antes de volver la atención a su hermano y agarrar un puñado de su cabello, tirando.
— ¡Ay! ¿Eso por qué es? ¡Me maltratas siempre! Es maltrato infantil. ¿Qué imagen le das a Valeria? Pensará que maltratarás a sus hijos cuando los tengan.
Doy un respingo y Edmun tira un poco más, luego con su mano cubre la nariz y el rostro de Dietmar, él golpea su mano y abre mucho los ojos, su piel se sonroja. Dejo de acariciar a Gring.
— ¡Estás ahogándolo! —Le digo, pero la manera en la que ve a su pequeño hermano me hace saber que es consciente de ello.
—Deja de fumar hierba en tu habitación, te advierto que si consigo algo más fuerte que ello te terminaré de asfixiar, ¿Lo entiendes? Eres muy inteligente como para dejarte perder en drogas. ¿Entendido?
—No puede responderte. ¡No lo dejas respirar! —Señalo. Él voltea a verme.
—Cálmate, no voy a matarlo —Y quita su mano.
Dietmar tose y toma aire, soba su cabeza aliviando el dolor de la tirada que Edmun le dio, le regala una mirada de reproche.
—Vas a matarme un día y Valeria será testigo.
—No seré testigo de nada.
—No lo mataré, al menos no lo haré si él sigue mis reglas —Ve a Dietmar—. Que sepas que quemé tu hierba.
—Gracias por cuidarme, papi —Se burla—. Ahora págame el dinero que gasté en ello.
Edmun respira hondo y luego voltea a verme.
— ¿No justifica ese asqueroso comportamiento el que yo quiera matarlo? ¿Creen que mi paciencia es eterna? Ni pensar que cuando nació casi hasta me caía bien.
— ¿Dejarás que trate así a tus hijos, Valeria?
Bueno, la pregunta resulta un tanto incómoda teniendo en cuenta que se habla sobre tener bebés en una relación muy reciente. Por suerte para mí, el timbre de la casa suena y Edmun se aleja para ver quién molesta, sus palabras no las mías.
Veo a Dietmar que aun soba su cabeza.
—Te gusta provocarlo, ¿Verdad?
—Es divertido, además, sé que a él en el fondo, muy en el fondo, ama que me juegue su paciencia.
Voy a responder, pero escucho una voz hablando en alemán. Dietmar da un respingo y palidece justo antes de que ese alguien se escuche más cerca con un Edmun hablando en alemán detrás de él.
Veo al recién llegado. Tan alto como Dietmar, pero aun algo más bajo que Edmun. Cabello castaño algo oscuro, atractivo y el suéter ajustado que lleva, deja a la vista que tiene una musculatura para admirar. Él entrecierra sus ojos hacia Dietmar que se pone de pie y comienza a retroceder, entonces, el hombre camina hasta él, alza la mano y resuena en todo el lugar el golpe seco de la bofetada que le da mientras dice algo en alemán, el rostro de Dietmar está hacia un lado del impacto del golpe.
Jadeo con sorpresa, Dietmar voltea a verme, su mejilla está roja y hay un poco de sangre en la esquina de su boca. Me da una sonrisa temblorosa.
—Él solo está diciendo lo mucho que me extrañó — Me tranquiliza o al menos lo intenta.
Estoy muy segura de que esa no es la traducción correcta del hombre, menos cuando tal como lo hizo Edmun hace un momento, tira del cabello de Dietmar, pero con más fuerza. Hay un instinto en mí que me hace reaccionar y sujetar la muñeca del hombre.
—Ya déjalo —Le grito—. Le haces daño.
—Esa es la idea, cariño —Me dice con un acento tan marcado como el de Dietmar, luego ve a Edmun—. Si pudieras ayudarme con la dama.
—No le harás daño al niño —Le advierte Edmun.
— ¿Ah, no? —responde el hombre como si Edmun lo retara.
—El niño no quiere que le hagan daño, el niño soy yo —dice Dietmar—. Me vas a dejar calvo, Lo.
—Esa debería ser la menor de tus preocupaciones, pequeño demonio escurridizo.
La mano de Edmun con cuidado retira mi agarre sobre la muñeca del hombre y me atrae a su cuerpo, pegando su pecho de mi espalda y rodeando mi cintura con su brazo. El hombre se agacha y mira directo a los ojos a Dietmar, le habla en alemán y él asiente. Luego lo libera, lo ayuda a incorporarse y lo abraza.
¿Por qué en la casa de Edmun siempre pasan cosas extrañas?
Observo como Dietmar se deja abrazar y el hombre besa su frente, luego despeina el cabello del que hace poco tiraba. ¿Es que todos están locos?
Dietmar debe notar mi confusión porque me da una pequeña sonrisa, aunque parece dolerle por su reciente herida.
—Él es Lorenz, nuestro otro hermano.
— ¿Todos ustedes siempre tienen saludos así de...Agresivos? —Es todo lo que puedo decir.
— ¿Quién es la mujer? —pregunta Lorenz asintiendo hacia mí.
—La mujer está aquí y puede hablar por si sola —Le digo—. Soy Valerie.
—Y es mi novia —advierte Edmun.
Lorenz ladea su cabeza hacia la derecha y me evalúa con curiosidad, luce joven y con esa misma energía juguetona que posee Dietmar. Me da una sonrisa ladeada. Supongo que los hermanos de Edmun, todos poseen ese atractivo cautivador.
—Pensé que Gesine te había arruinado lo suficiente para cualquier mujer, Moritz —Le dice y es extraño de nuevo escuchar que lo llaman por ese nombre.
—Me llamo Edmun.
—Te acostumbras luego de un tiempo, Lo —Le asegura Dietmar—. Él se cabrea mucho si lo llamas Moritz. Créeme, si antes él era difícil, ahora es una bestia.
»Y cualquiera superaría a Gesine con Valeria. Ella es increíble, ha sido mi mami aquí en Londres.
—Yo no lo diría de esa manera —aclaro encontrando mi voz en esta extraña situación. Entonces, recuerdo que llevo ropa del más pequeño de los hermanos, que acabo de despertar y que todo esto es una locura.
—Qué incómodo hablar solo inglés, ¿No podemos hablar alemán? —pide Lorenz con un puchero. ¡Un puchero!
—Eso sería descortés con Valeria.
— ¿Te llamas Valerie o Valeria?
—Me llamo Valerie.
—Pero le gusta que yo le diga Valeria —agrega Dietmar.
—Yo no diría eso —digo y salgo del agarre de Edmun, me giro para observarlo—. ¿Cómo es que tus hermanos se presentan de esta manera a saludar?
—Te dije que me caían medio bien, ¿Qué esperabas?
—Entonces, ¿Te llamo Valeria? —pregunta Lorenz—. ¿O te llamo mujer inglesa?
— ¿Qué haces aquí Lorenz? —pregunta Edmun. Hay un tic nervioso en su labio inferior y las venas de su cuello se marcan.
Edmun no es nada feliz en este momento.
—Así que duramos ¿Qué? Seis años o poco más sin vernos y así es cómo me recibes. No has aprendido a socializar en todos estos años, hermano mayor.
»Por cierto, vi tus pinturas. Compré una erótica muy buena, pero ¡Hombre! Te cotizas alto, me salió caro tenerla. Luhanne la odia, así que eso hace que me encanté mucho más.
—No repetiré mi pregunta, Lorenz.
—Verás, Moritz...Espera, Edward o... ¿Cómo es que te llamas ahora?
—Casi le atinas, se llama Edmun —Se ríe Dietmar.
Uno creería que esa mejilla inflamada y labio roto no pasó hace unos minutos a manos de Lorenz. Él parece incluso...Feliz con este reencuentro de hermanos, pese que al principio se vio muy asustado.
—Edmun...Espera, ¿Por qué escogiste ese nombre? No tiene sentido para mí, Edward tenía lógica, Edmun no tanto —Cuestiona Lorenz.
—Soy Edmun y eso es todo lo que te concierne saber.
— ¡Cielos! ¿Por qué estás tan cabreado? La vida te da la oportunidad de tener a dos de tus hermanos contigo y escupes sobre la oportunidad. Sácate el bate del culo, idiota malhumorado. Perdónanos por ser los espermatozoides que consiguieron nacer.
Llevo una mano para cubrir mi boca, no porque me escandalice si no porque tal declaración incita en mí, unas profundas ganas de reír y eso no es propio de mí en una situación como esta.
—Nunca pedí tener hermanitos —Es lo que dice Edmun—. Ustedes nacieron y debí lidiar con ello.
— ¿Y me estás diciendo que a una mujer hermosa y encantadora como tú le gusta esta piedra? —Me pregunta Lorenz.
—Tiene su encanto —Me escucho decir, Lorenz ríe.
—En fin, no vine a hacerle visita social a un tipo que no quiere saber nada de mí como si no llevásemos la misma sangre —Y en su tono se escucha el mismo reproche que percibí en Dietmar en aquel primer encuentro—, no gastaría mis millas y dinero en ti.
—Eh, técnicamente ya lo hiciste —Digo y él me da su atención—. Hace un momento dijiste que compraste una muy costosa pintura de Edmun.
— ¡Carajo! Es verdad —Casi parece que tendrá una rabieta, pero respira hondo y pasa una mano por su cabello—. En fin, no vine a verte a ti, así que bien puedes ir quitando tu expresión del culo.
»Vine a buscar al mocoso que causó estragos en Austria y huyó —Su actitud se vuelve seria—. Debes venir a casa, Dietmar. Al menos a hablar con papá. Luhanne me sabe a culo, pero al menos papá y mamá deberían tener la oportunidad de escucharte.
—No...
—Mamá no deja de llorar. Dice que ha perdido a tres hijos. Que una se la quedaron los malditos italianos, uno reniega a su familia y ahora tú la abandonas. Y no es justo que mamá sufra así, no lo merece —Ahora mira a Edmun— y eso también va para ti.
»No saben que he venido y tranquilo, Mori...Edmun —Se corrige—, me aseguré de que nadie me siguiera.
— ¿Cómo sabías que Dietmar estaba aquí?
—Livia me lo dijo luego de rogarle y asegurarle que no haría nada.
— ¿Y ella te creyó? No puedo creer que ella sea tan crédula. Todo es culpa de esa basura italiana —asegura Dietmar.
—Los italianos son personas agradables y con comida deliciosa —Defiendo.
Los tres me observan, Edmun por un momento parece que va a sonreír, pero luego sacude su cabeza y pasa las manos por su rostro luciendo muy estresado.
—Vuelve a Austria, Lorenz.
— ¿No me estás escuchando? Vine por Die.
—Ve a Austria —dice Edmun con lentitud—. Dietmar y yo volaremos para la boda de Niklas y entonces, tendremos nuestra charla de familia feliz que quieren. ¿Bien?
— ¿Iremos? —Dietmar parece sorprendido y horrorizado—. No puedes llevarme a Austria.
—Iremos —sentencia Edmun y luego me sorprende por la ternura con la que ve a su pequeño hermano— y volveremos, Dietmar. No te dejaré allá.
Soy sorprendida por el abrazo de Dietmar, tardo en devolvérselo porque él me absorbe.
—Gracias, gracias, Valeria, por derretir un poco el hielo de su corazón. Eres milagrosa.
—El sexo hace milagros —dice Lorenz luego escucho su gruñido de dolor.
Cuando Dietmar deja de abrazarme, observo como Lorenz soba la parte baja de su nuca con Edmun muy cerca de él.
—Yo...Eh, debo ir a casa —digo de manera torpe—. Iré...Por mis cosas.
Asiento y camino con rapidez a la habitación de Edmun, apenas llego, cierro la puerta detrás de mí. Tomo lentas respiraciones y me digo que yo estoy igual de loca que esta familia porque ellos me agradan y no me sorprenden tanto como debería.
Suelto una risa y niego con mi cabeza, ¿Con qué familia te viniste a relacionar, Valerie? Será mejor que vuelva a casa y deje a los hermanitos tener sus conversaciones. Me saco la camisa y doy un brinco cuando la puerta se abre, me giro encontrándome a Edmun cerrando la puerta con seguro detrás de él.
Su mirada pasa de mi rostro a mis pechos desnudos, lame sus labios y vuelve la vista a mis ojos.
—Si estos dos te asustan, solo piensa en que son cinco hermanos, pero consuélate con el hecho de que espero que no los conozcas.
—Ese es un pésimo consuelo. Y aprecio a Dietmar y sobre Lorenz, me ha agradado, solo estoy sorprendida del encuentro.
— ¿Por eso te estás yendo?
—Edmun, necesitas hablar con tus hermanos. Ayer me dijiste que sientes que los abandonaste y ellos también lo sienten así. Habla con ellos, tal vez Lorenz todo lo que quiere es que te intereses por él, lo mismo que quería Dietmar.
Y lo mismo que seguramente quisieron mis hermanos cuando permanecí todos estos años lejos de ellos. Lo mismo que tal vez desee Denise.
Camino hasta él y con mis manos en su rostro lo obligo a mirarme a mí y no a mis pechos, gruñe haciéndome reír.
—De todas maneras debo ir a casa. Tengo que terminar de preparar mi segmento de hoy para que coincida con Parker —Libero su rostro y me giro para alejarme.
Me atrae con sus brazos y su mano tira del pantalón prestado que estoy usando, luego con una mano se saca la camisa.
—Bien, voy a ayudarte a enjabonarte.
—Dudo que esas sean tus intenciones.
Me da una sonrisa seductora y con su índice acaricia mis labios.
—Tengo buenas intenciones sobre ti, niña buena.
Y sí, él me ayuda a limpiarme, pero por supuesto que primero me ensucia sin importarle que sus hermanos estén a poca distancia.
***
8 de abril, 2016.
Lucho contra las ganas de morder mi labio mientras el teléfono al otro lado de la línea suena, estoy nerviosa y ansiosa.
De alguna manera, Michelle ha conseguido dar con el número celular de una de las amigas de la escuela de Denise y esta podía ser mi primera oportunidad para hablar con ella.
— ¿Hola?
—Alicia —Doy un respingo—. Soy la hermana de Michelle, él te dijo que yo estaría llamando para hablar con Denise.
—Oh, sí —dice ella, luego hace un breve silencio—. Lo siento, pero su padre vino a buscarla y no pudo quedarse para llamada. Creo que la ha castigado.
Cierro mis ojos, porque conozco el tipo de castigos que Valter puede otorgar. Lucho contra mis emociones antes de poder hablar.
—Bien, ¿Crees que...?
—Puedo concertar que hablen, pero tendríamos que esperar que su castigo sea levantado. Ella parece ilusionada por hablar con ustedes. ¿Te parece bien?
—Eso sería de mucha ayuda, Alicia. Muchas gracias.
—Está bien, estamos en contacto. ¡Saludos a Michelle!
Y la llamada es finalizada con un entusiasmo que me hace saber que esa niña está loca por mi hermano, menudo drama.
Paso las manos por mi rostro tras dejar el celular a un lado en el sofá. Ver a los hermanos de Edmun me ha servido para despertar y darme cuenta que Michelle no es el único que debía alejarse de ese hogar, que puedo luchar por mi hermana antes de que ella salga lastimada...Más.
Ya no tengo miedo de enfrentarme al hombre que un día llamé padre.
Mi teléfono suena con un mensaje, lo tomo.
Mi pintor: Dietmar y yo ya tenemos boletos para Austria. ¡Yupi!
Valerie: falsa alegría.
Mi pintor: abre la puerta.
Valerie: ¿Por qué?
Mi pintor: porque vine a hacértelo.
Valerie: sutil y elegante.
Mi pintor: abre por favor tu puerta, he venido a saciar mi deseo introduciendo mi erecto miembro en tu dulce feminidad hasta hacerte llegar a una alegría que te haga tocar el cielo.
Mi pintor: ¿Mejor?
Rio y me pongo de pie caminando hacia el panel de seguridad y desbloqueando para que el ascensor abra en mi piso.
Valerie: creo que prefiero tu brusquedad.
Mi pintor: ¿Te va más que diga: vengo a follar?
No respondo porque las puertas del ascensor se abren y él aparece. En una mano trae un block y en otra una bolsa de comida.
— ¿No pensarías que sería toda una bestia que primero no intentaría que comiéramos?
—Uhmm...
—Además, planeo dibujarte un poco antes de que la ropa se vaya.
Se acerca a mí y me da un beso en la boca, ve alrededor como si verificara que mi hermano de verdad salió con el suyo y que Dietmar no le miente. Asiente y alza la bolsa de comida rápida, frunzo el ceño.
—No es mi estilo.
—Tampoco lo soy yo y aun así te gusta comerme —garantiza.
— ¡Edmun!
Ríe de esa manera ronca encantadora y seguimos sus planes para el día: comemos y conversamos, me dibuja y gruñe. Nos quita la ropa y me enloquece.
Y luego me observa mientras me arreglo para ir al programa, se ofrece a llevarme. Me detengo un momento con la extraña sensación de que algo se me escapa, algo queda en el olvido...
— ¿Sucede algo, niña buena?
Sacudo mi cabeza y le sonrío.
—Nada. Ya estoy lista para que nos vayamos.
Arranca la hoja de su block y camina hacia mi tocador, deja sujeto sobre el borde inferior del espejo el dibujo que hizo de mí hoy. Sonrío, ¿Quién me iba a decir que terminaría saliendo con mi pintor favorito?
Livia: Emily Didonato. /Niklas:Jake Forino./ Lorenz:Alexander Breck. /Dietmar: Luke Volker.
Plan con maña.
1. Conversación Vedmun sobre la vida de Edmun. Otra pieza ahí.
2. Conversación Valerie con Dietmar.
3. ¿Se asustaron cuando llegó el nuevo invitado?
4. Opiniones sobre Lorenz.
5. Austria, Austria. ¿Será que sabremos más?
Recuerden que si tienen fanarts o quieren saber cuando se actualiza (a veces Wattpad no avisa) la historia tiene página de facebook: Saga InfoNews de Darlis Stefany. Los adelantos en mis redes: instagram storie (DarlisStefany) y stories de facebook en la página Darlis Stefany. Mayormente para contestar, en el tiempo que trato de dedicar para ello, me encuentro más en mis mensajes privados de Instagram y en Twitter Darlis_Steff, porque se me hace más cómodo por esos medios.
Espero les guste.
Un beso.
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