Capítulo veintidós: Entre familia
Capítulo veintidós: Entre familia.
—Iba a decir un chiste muy cruel —admite.
Dejo de ver hacia la cámara, en donde desplaza las fotos que me tomó antes de que termináramos acostándonos, para observarlo, lame sus labios y luego me da toda la atención de esos ojos grises.
—A ver, dime tu crueldad —Sonrío.
Estoy relajada y debo admitir que eso se debe a lo que hicimos hace un rato. Hay un nuevo aire de confianza entre nosotros y eso no se debe únicamente al sexo, la charla sincera que hubo antes ayudó mucho. Estiro mi mano y tomo uno de los brownies.
Tras nuestro encuentro... ¿Corporal? De acuerdo, tras tener sexo, Edmun se encargó de deshacerse del preservativo mientras yo me encargué de ponerme mis bragas y el vestido, no uní los botones, está abierto, pero al menos no estoy desnuda, no por pudor, porque me siento cómoda con él, pero tampoco sé si su hermano aparecerá en alguna oportunidad. Edmun volvió a la habitación, llevando pantalón holgado y sin camisa, a su estudio con el resto de los brownies y galletas.
—Iba a preguntar si ahora debo casarme contigo...Por el sexo que tuvimos.
Dejo de masticar y enarco mis cejas hacia él, la diversión brilla en sus ojos.
—Sí, eso fue un chiste muy cruel y un tanto desagradable —Estiro mis dedos llenos de chocolate con la intención de ensuciar su rostro, pero suelta la cámara y toma mi mano—, pero no, no tienes que casarte conmigo por haber tenido sexo, ya pasé esa fase.
—Ah, así que ahora mis chistes no te ofenden, eso es un buen avance —Lame mis dedos limpiando el chocolate, dejo escapar una lenta respiración.
Cuando libera mis dedos, tomo su rostro entre mis manos y bajo su rostro al mío. Una vez más nos besamos y de nuevo crea tantas sensaciones en mí. Sus manos toman mi cintura atrayéndome sobre su regazo, mis manos van a su cabello y nuestras bocas no pierden el contacto.
Tengo la ligera impresión de que el día de hoy hemos abierto algo nuevo entre nosotros, una comodidad que antes no estaba y un deseo que en lugar de aplacarse, parece solo incrementar.
Sus labios se deslizan por mi barbilla y cuando pasan por el lateral de mi cuello me hace reír, su barba me genera algo de cosquillas
— ¿Dejaré de desearte en algún momento? —susurra contra mi piel.
Con honestidad, espero la respuesta sea negativa, porque me gusta ver esto como un comienzo y no como un final.
Su mano sostiene la parte baja de mi nuca y sube su rostro para que nuestras miradas se encuentren. Con mi pulgar acaricio la suavidad de su labio inferior, está algo inflamado como resultado de todos nuestros besos.
—Todavía quiero pintarte —anuncia.
—Todavía estoy aceptando que lo hagas —Deslizo mi mano por su cabello—. ¿Por qué cortaste tu cabello?
—Solo un día pensé en hacerlo —Se encoge de hombros—. Me gustaba largo porque en mi antiguo hogar, el abuelo no lo hubiese permitido. Pero decidí cortarlo porque el pasado no va a definir mi identidad.
»Los dejé quitarme mis raíces, mi nombre, mi apellido y si bien fueron cosas que perdí por voluntad propia, mucho de ello se debe a las circunstancias. Así que algo tan vago como mi cabello, fue algo a lo cual aferrarme.
—Contigo nada es vago, todo parece ir muy profundo.
Una sonrisa ladeada se dibuja en su rostro. Recarga su frente de la mía.
—Sobre todo si se trata de meterla muy, muy profundamente en ti.
—Bruto y vulgar —Golpeo su hombro desnudo, estoy sonrojada, pero también estoy riendo—. Sabes de lo que hablaba.
—Sí, y tú también sabes de lo que hablo.
Me besa de nuevo, esta vez de una manera más profunda en donde su lengua no tarda en encontrarse con la mía y sus manos se agarran mi cintura para moverme sobre la dureza que comienza a presionar en mi entrepierna. No me queda dudas hacia dónde se dirige esto.
Su agarre me presiona todavía más contra su erección y gimo contra sus labios. No sé cuál es la magia, pero siento que soy toda explosión mientras me toca.
Pero entonces comienza un toque constante contra la puerta que me hace tensarme y separar mi boca de la suya, él gruñe. Yo volteo esperando que la puerta se abra y aunque técnicamente no estoy desnuda, no me gustaría protagonizar la película para adultos de alguien más.
—No pretendo interrumpir ese horno caliente que arde ahí adentro —grita Dietmar desde detrás de la puerta.
—Paciencia, hay que tener paciencia —Se recuerda Edmun a sí mismo.
—Pero el teléfono de Valeria no deja de sonar. Lo estaba ignorando, pero ya es bastante molesto —Y luego dice algo en otro idioma que no se escucha alemán, que no es que yo hable dicho idioma.
— ¿Qué dice? —pregunto a Edmun.
—Nada.
— ¿Qué dice? —Le repito bajando de su regazo y poniéndome de pie. Comienzo a encargarme de los botones de mi vestido para cerrarlo.
—Él dice que te dé un respiro, que necesitas hidratarte después del sexo y atender tu celular —traduce y no dudo que eso sea cierto porque Edmun no se anda por las ramas.
—Oh, cielos.
—Lo sé, no puedo asesinarlo, es mi hermano —Hace una pausa mientras se pone de pie—. Ahora, si se tratara de Niklas, sería una historia distinta.
Lo miro intentando entender si habla en serio, él acorta la distancia y abrocha los últimos botones de mi vestido. Hay un brillo de burla en sus ojos.
— ¿Qué? —cuestiono, porque siento que me pierdo algo.
—Nada, es solo que luces como si hubieses estado teniendo sexo caliente, sudoroso y salvaje.
— ¡¿Qué?! —grito.
—Te sienta bien, niña buena.
—Él va a saber lo que hicimos si me ve.
—Dietmar debió saber lo que hicimos antes de que realmente lo hiciéramos.
—No mejoras la situación.
—Calma, niña buena, al menos mi hermano está obteniendo la idea del sexo seguro.
Golpeo su brazo y ríe, es molesto que escucharlo reír – al suceder tan poco – mi molestia sea pasajera.
Me ayuda a ponerme los zapatos y luego salimos de su salón de pintura. Dietmar se encuentra sentada en una de las sillas de la mesa que él mismo arregló, un loro descansa sobre su hombro mientras picotea de su mano una galleta. Dietmar nos da una amplia sonrisa con una mano sosteniendo su barbilla, finge un profundo suspiro.
—Es como si ahora tuviese una nueva mamá —Edmun le gruñe— y si hermano, ahora eres como mi papá. ¿Les gustó mi sorpresa romántica? Lo busqué en mi teléfono: meriendas románticas para derretir a tu pareja.
»Por como luce Valeria y la falta de camisa en ti, diría que funcionó demasiado.
Lo ignoro porque de nada sirve mostrar mi consternación, más que para divertirlo. Camino hacia el sofá en donde dejé mi bolso y tomo mi celular, tengo múltiples mensajes, pero lo que llama mi atención es la incesante cantidad de mensajes que Michelle ha dejado.
Me asusto y de inmediato marco su número. No tarda en responder.
— ¿Val? —susurra asustado.
—Mich, ¿Qué sucede?
—Hay alguien en casa, Val. No sé qué sucede, pero alguien ha entrado. Sigue afuera.
De inmediato me alarmo. ¿Cómo es que eso está sucediendo?
— ¿En dónde estás?
—Escondido. Soy un cobarde, lo sé, pero estoy tan asustado.
—Tranquilo, Mich. Hiciste bien en llamar —finjo mantener la calma—. Mantente seguro, llegaré con ayuda.
—De acuerdo.
Reviso mi sistema de alarma del apartamento y no hay ninguna alerta sobre alguna irrupción. Abro para ver las cámaras y me paralizo viendo a un sujeto sentado en mi sofá, amplío la imagen y de inmediato lo reconozco.
Por supuesto, cómo no se me ocurrió. Al ir a mis mensajes de whastapp, me doy cuenta que me había escrito. Lo llamo y no tarda en responder.
— ¡Oye! Pensé que me estabas ignorando, tengo mucho rato esperándote en tu apartamento.
—Puedo darme cuenta —suspiro—. Le estás dando un susto de muerte a mi hermano.
— ¿Eh? ¿Qué hermano? Aquí no hay nadie.
—Es porque está escondido protegiéndose de un intruso. Es decir, de ti, Derek.
—Oh, lo siento no planeaba eso. ¡Mierda! ¿Quieres que comience a gritar que soy tu amigo?
—No. Quiero que te quedes tranquilo, voy para allá.
—De acuerdo. Aunque no puedes molestarte, me diste una llave de tu apartamento.
—Por si había posibles emergencias.
Todo lo que hace es reírse y decir que se portará bien. Finalizo la llamada e intento llamar a Michelle, pero no responde. Tomo mi bolso y mi abrigo.
— ¿Sucede algo? —Volteo a ver a Edmun.
No puedo evitar distraerme con su torso desnudo y abro mis ojos con sorpresa notando una mancha rosa en su cuello. ¡Oh, Dios mío! ¿Soy acaso una de esas mujeres que sin darse cuenta va dejando marcas?
—No, solo un malentendido —Sacudo mi cabeza—. Debo volver a casa.
Camino hasta la mesa y despeino el cabello de Dietmar como si se tratase de mi hermano, me paralizo porque pienso que se podría molestar, pero todo lo que hace es ponerse de pie y dejar un beso en mi mejilla. Es adorable a su manera, creo que es muy difícil no caer en sus encantos, incluso Edmun quien finge no aguantarlo. Él mira hacia un lado en el suelo y sigo su mirada viendo a un loro caminando hacia el jardín. Supongo que ese es Gring. Devuelvo mi atención a Edmun.
— ¿Me muestras el camino? —Le pregunto.
Camina por delante de mí y tomo la oportunidad de observar los músculos de su espalda, los dos hoyuelos en el final de la misma, el pantalón holgado colgando de su trasero y solo puedo pensar: yo estuve con semejante hombre y ¡Cielos! Cuanta pasión hay en ese cuerpo.
Cuando llegamos hasta la puerta, me mira.
—Salgamos.
— ¿Sabes, Edmun? No es difícil decir más de una palabra.
—Qué lista eres —finge reírse antes de volver a adquirir su expresión seria—. Una cita.
— ¿Así que quieres que seamos qué?
—Quiero salir contigo, besarte, pintarte y hacértelo. No quiero que nos involucremos con otros y parece que soy masoquista y me gusta hablar contigo.
—Suena como una relación para mí, Edmun.
—Vale, eso. Digamos que quiero eso.
—Eres difícil —Ruedo mis ojos—. Está bien, saldré contigo. Nos ponemos de acuerdo luego, ahora debo irme.
Baja su rostro y me da un breve beso, luego sus dedos acarician mi mejilla antes de que retroceda.
—Avísame cuando llegues, niña nueva.
—Da la impresión de que te preocupas.
— ¿Por ti? —Asiento—. Sí, lo hago.
***
Cuando salgo del ascensor, encuentro a Derek comiendo una ensalada y ocupado en su celular, sentado en mi sofá. El pitido del ascensor al cerrar las puertas le anuncia de mi presencia. Me da una sonrisa que va entre niño travieso y arrepentido.
—Lo siento, cariño, no sabía que iba a asustar a tu hermano. Es solo que creo que una chica me está siguiendo.
— ¿Qué chica?
—Una que conocí en una fiesta y no, no follé con ella. Pero desde entonces la veo en algunas partes y no creo que sea casualidad.
Frunzo el ceño, las posibilidades de tener una seguidora obsesionada o una chica loca detrás de él son reales, por lo que no lo descarto. Dejo mi bolso y abrigo caer sobre su regazo.
—Ahora vuelvo, le hará saber a Mich que solo eres tú.
—No cualquier persona, soy especial y además soy tu prometido.
Sí, veamos más adelante cómo se toma Derek el hecho de que estoy saliendo con alguien.
Estoy saliendo con Edmun, no puedo evitar sonreír, pero sacudo mi cabeza porque en este momento el enfoque es tranquilizar a Michelle.
— ¿Michelle? —Lo llamo.
— ¿Val?
—Sí, soy yo.
Unos segundos después una puerta se abre y mi corazón se encoge dándome cuenta que Michelle estaba escondido en el minúsculo almacén de los artículos de limpieza. Luce un poco pálido y camina hacia mí.
— ¿Estás bien, Val? Podía escuchar que sigue afuera.
—Estaba llamándote al celular para decirte —Le sonrío y tomo su mano—. Es mi amigo Derek.
— ¿Tu amigo? ¿Por qué él tiene llaves de tu hogar?
—En casos de emergencia, él no pensó que te asustaría. Ven, voy a presentarlos.
Se tensa y está reacio a que lo lleve hasta la sala, lo observo confundida. Parece asustado.
—No estoy preparado para conocer a tu amigo, yo podría no agradarle. No sé qué decirle ni qué espera qué diga.
—Mich, cariño, no necesitas un manual para interactuar con mis amigos, solo ser tú mismo. Ellos no te lastimarán por ser tú mismo.
—No lo sé, Val, las personas siempre esperan algo. Siempre esperan que encajes en un molde y yo no sé cuál es el mío.
—Confía en mí, no te expondría adrede al dolor.
Parece indeciso, pero no hay mucho qué hacer porque, entonces, él ve detrás de mí y se sobresalta, solo puedo imaginar que Derek ya se encuentra ahí. Me giro y mi amigo nos observa, él sonríe y se acerca hasta nosotros ignorando lo tenso que está mi hermano o fingiendo no notar que está demasiado nervioso sobre conocerlo.
—Amigo, tú debes de ser el hermano de Val. Un placer conocerte, soy Derek Cooper —Estira su mano, Michelle tarda en estrecharla.
—Soy Mich, un gusto conocerte.
—Genial, me han dicho que es la primera vez que estás en Londres. ¿Ya has salido a conocer?
—No, por ahora no.
—Oh, bueno, tienes mucho con lo que ponerte al día —Me mira y luego a mi hermano—. Lamento haberte asustado, no lo planeaba.
—Está bien, tal vez exageré.
—No, fue mi falta. Prometo a la próxima gritar algo como: amigo en casa, delincuente afuera. Eso seguro te aclara.
Contra todo pronóstico, Michelle ríe por lo bajo y Derek parece muy complacido de haber bajado la tensión del lugar. Él pasa un brazo por encima de mi hombro.
— ¿Ya te dijo tu hermana que vamos a casarnos?
— ¿Qué? —Michelle parece confundido.
—Sí, ella, Krista y yo.
—Él está bromeando, Mich. Es una broma —aclaro.
—De acuerdo.
— ¿Por qué no vamos por un paseo afuera? —Sugiere Derek—. Podemos enseñarle algo a tu hermano.
Miro a Michelle por alguna respuesta, prácticamente ha temido de poner un pie fuera de aquí.
—Eso estaría bien —Termina por decir y yo sonrío—. Solo debo ir a ponerme los zapatos. Ahora vuelvo.
Cuando se retira, abrazo a Derek y beso de manera sonora su mejilla.
— ¿Y eso por qué ha sido?
—Por conseguir que mi hermano se sienta cómodo y salga con nosotros.
—Parece un buen chico.
—Lo es y sé que el que viniera conmigo ha sido lo mejor.
***
4 de abril, 2016.
—No estés nervioso. ¿No te has fijado que le agradas a todas las personas que te conocen?
—Solo he conocido a tu amigo Derek.
—Sí, pero también le agradaste a Edmun y su hermano.
—Solo estuvimos respirando el mismo aire como por cinco minutos, Val.
Me rindo en consolarlo y eso lo hace sonreír, ruedo mis ojos. El taxista se detiene frente al restaurante y me encargo de pagar antes de que bajemos. Me doy cuenta que ya es momento de buscar un nuevo auto.
— ¿Sabes conducir? —Le pregunto a Michelle. No caminamos, nos encontramos de pie frente al restaurante.
—Sí, no tenía auto, pero padre... —Hace una pausa y esboza una mueca de dolor— Él me dejaba conducir su auto a veces, tengo licencia.
—Eso es bueno. Yo tuve un percance con mi auto, debo conseguir otro. Puedes ayudarme a escoger.
—Eso me gustaría.
— ¿Pasamos?
Asiente y nos adentramos, cuando preguntan si tenemos una reservación, doy el nombre y apellido de Edmun. Nos dirigen hasta la mesa en donde ya se encuentran sentados él y Dietmar, él último parece estar jugando a hacer formas con las servilletas.
—Buenas noches, caballeros —anuncio nuestra llegada.
Edmun deja de fruncirle el ceño a Dietmar para observarnos y Dietmar deja de jugar mientras se pone de pie y besa mi mejilla.
—Hola, Valeria. Pero qué hermosa te ves hoy —Me halaga—. ¡Hola, Mich! ¿Qué tal estás? Escuché que ahora sí tienes un celular. ¿Ya probaste los filtros?
—Todavía no —murmura Michelle estrechando la mano que Dietmar sacude con demasiado entusiasmo.
—Bueno, ya luego intercambiamos número y te explico cómo funciona.
Rodeo la mesa para sentarme al lado de Edmun, él se pone de pie y no puedo evitar lamer mis labios. Acostarnos no aplacó el deseo, en todo caso, lo intensificó. Se inclina y deja un beso en la comisura izquierda de mi boca.
—Hola, niña buena —Saca la silla para mí, se gira y estira la mano a Michelle—. Hola de nuevo, Mich.
—Hola, Edmun.
Tomamos asiento y se hace un silencio que no es incómodo, pero en donde parece que los cuatros nos observamos. Ahora que lo analizo, esto parece algo muy serio. El que Edmun y yo estemos en una cena con nuestros hermanos, los representantes inmediatos de nuestra familia, hace que parezca todo muy formal. En un primer momento se supone sería una cita, pero luego pregunté si le molestaba si llevaba a su hermano y yo al mío, porque de verdad creo que ellos podrían ser buenos amigos al ser algo contemporáneo en edad.
—Entonces, estoy tratando de convencer a don gruñón que me deje quedarme de forma permanente con él —Rompe Dietmar el silencio—. Estoy pensando que podría incluso interesarme por la universidad.
»Soy muy inteligente. Estuve en un internado en Alemania que parecía que nos entrenaba para ir a la NASA, soy buenísimo con los números —Sonríe—. Es por ello por lo que sé contar las cartas en los casinos.
—Dietmar —Le advierte Edmun.
—Sí, sí. Eso me metió un poco en problemas.
— ¿Un poco? Estás como un... —Edmun se detiene viendo a mi hermano y luego a mí—. Como sea, irás con Livia en pocas semanas.
—Eso es una mierda —Y luego masculla algo en ese otro idioma suyo que suena barítono y profundo.
— ¿Cuántos idiomas hablas? —Le pregunta Michelle con curiosidad. Dietmar se entusiasma ante la pregunta.
—Lo mismo que mi hermano. Nuestra lengua materna es el alemán, pero es un dialecto diferente al de Alemania, nos entendemos, pero es un poco como ustedes con los americanos, hablan el mismo idioma, pero diferentes dialectos —Le doy toda mi atención ante su entusiasmo en la explicación—. Ahora, en casa también aprendimos a hablar Austro bávaro, es una lengua más antigua, pero aún se usa en muchas familias y pueblos, sobre todo en las familias más influyentes.
Edmun se tensa a mi lado, deslizo mi mano y tomo la suya. Entrelazo nuestros dedos y lo observo brevemente, le sonrío.
—Relájate, no repetiremos nada de lo que Dietmar nos diga —Aseguro, eso parece relajarlo al menos un poco.
— ¿Y tu familia es influyente? —pregunta Michelle.
Dietmar ver hacia la mesa y frunce el ceño.
—Uhm, sí. Ellos lo son —Sacude su cabeza—, pero en fin. También aprendimos húngaro y como se hace evidente, el inglés, aunque bueno, se nota bastante mi acento extranjero.
—A ti no tanto —Señala Michelle a Edmun—, pero si tienes un ligero acento diferente. Hablan muchos idiomas, estoy impresionado.
—Yo también —digo. Dietmar sonríe complacido con la atención y los halagos.
—Aprenderlos era algo básico, como respirar. Siento que toda mi vida los hablé, más difícil se me hizo perfeccionar mi inglés, pero en Alemania con tantos alumnos de intercambio, fue de mucha ayuda. Así que no fue tan malo ser abandonado ahí.
—No fuiste abandonado —Le gruñe Edmun.
—Sí que lo fui. Salía muy pocas veces y las visitas eran nulas. Sin contar que los últimos cuatro años, tú nunca me visitaste. Es mi concepto de abandono. Fui abandonado en Alemania.
—No te abandoné.
—Sí lo hiciste y todo por esa mujer insípida y superficial que ahora trae de los testículos a Niklas. No sé qué es lo que se guarda que enloquece tanto a sus novios.
—Oh —Lucho contra la risa y la sorpresa de su declaración.
— ¿Te ha hablado de su ex? —Me pregunta interesado.
—Lo hice —responde Edmun.
—Sí...No sé si estés al tanto de cuán insufrible es esa mujer en la actualidad. Todavía me pregunto cómo Niklas puede aguantarla, ni el mejor polvo lo merece —Me sonríe—. Tú eres una persona mucho más bonita en tu interior, Valeria. La diferencia entre ustedes es abismal.
—No hay necesidad de que las compares —Edmun se gira hacia mí y toma mi barbilla entre sus dedos—. Yo no lo hago, no te comparo con ella.
—Lo sé —Pero me hace sentir todavía mejor que lo exprese en voz alta.
—Buenas noches, ¿Ya decidieron qué van a ordenar? —pregunta una voz masculina atrayente que me suena familiar.
Alzo la vista y me sorprendo viendo el perfil del hombre, su mirada se encuentra con la mía y ladea la cabeza a un lado antes de sonreír.
—Te conozco —digo—. Tienes el nombre de alguien sumamente hermoso... ¡Adonis!
—Ese soy yo, Valerie. Lo recuerdo.
Observo la manera en la que le queda el uniforme, no oculta su belleza y atractivo. Y esa sonrisa está llena de sensualidad, tiene que ser un hombre muy consciente de su atractivo.
— ¿No estás en...tu otro trabajo? —pregunto con torpeza.
Imposible recordar que Krista me llevó a ver a hombres desnudarse y mucho menos como terminó esa noche con Derek siendo mi llamada de auxilio.
—Sí, pero eso es por las noches —Se ríe Adonis—. Esperaba que volvieras a, pero no sé si lo harás de nuevo —Mira hacia Edmun, yo también. Su ceño está fruncido—. Entonces, seré su mesero esta noche. ¿Ya saben qué ordenar?
—Todavía no he visto, ¿Puedes darnos otros minutos? —pido.
—A ti con gusto te doy lo que quieras —Me guiña un ojo—. Vuelvo en unos minutos.
De acuerdo, aquella noche Adonis no fue tan abiertamente coqueto, pero tal vez sea porque en uno de esos momentos fue para quitarme a su ofensivo compañero de trabajo. No es que ahora haya dado un coqueteo agresivo, parecía más del tipo que corresponde a una personalidad y que más que esperar un resultado, lo hace por diversión.
—Vaya, Valeria, parece que tienes buenas amistades.
—No es mi amigo —aclaro—. Es un conocido, lo conocí en una noche peculiar, digamos que me ayudó.
Tomo el menú y comienzo a ver qué podría ordenar, siento la mirada de los tres en mí, pero con el transcurso de los segundos, parecen que se dedican a ver sus propios menús. Cuando Adonis vuelve a acercarse, ordenamos y con una sonrisa él se retira.
—Deberías ser la pareja de Edmun para la boda de Niklas. Es dentro de muy poco, Valeria.
De reojo veo a Edmun y es evidente que está incómodo ante la propuesta y que quiere lanzarse sobre la mesa y ahorcar a su pequeño hermano.
—No iré a Austria. No iré a esa boda —sentencia con mucha seriedad.
—Sigo pensando que deberías, ese sería el mejor jódete para esa oportunista, quizá podrías hablar con Niklas y convencerlo de no casarse con ese ser viviente tan odioso.
—Ya basta, Dietmar. No hablaremos de ello. No invitaré a Valerie porque no voy a ninguna boda y punto. Tema cerrado.
Habla con tal autoridad que incluso Dietmar decide darle un descanso y se gira para hacerle preguntas a mi hermano. Yo me giro para hacerle mis propias preguntas a Edmun.
— ¿Ahora qué, niña buena?
—No lo digas así —frunzo el ceño—, como si esperaras que yo te fastidiara con mis preguntas.
—Pero lo haces y no te ofendas por tal honestidad.
—Ya estoy acostumbrada a que a veces seas una bestia de las palabras —murmuro—. La cosa es, ¿No vas a la boda porque todavía sientes...?
—No —Ni siquiera me deja terminar—. No voy porque no me siento cómodo en mi antiguo hogar ni con la situación. No tengo ningún sentimiento amoroso o celos sobre la boda, solo no quiero ir y punto.
—De acuerdo. ¿Qué hay de Dietmar? —Bajo la voz para que nuestros hermanos conversando no nos escuchen—. ¿Está en peligro? Dio esa impresión al principio de su monologo.
—Él se metió en algunos problemas en Austria —admite.
— ¿Contando cartas en algún casino? —Deduzco tras su vomito verbal sobre dicha habilidad. Edmun me observa con fijeza a los ojos.
—Algo de eso hubo.
— ¿Hay más?
—Es preferible si no lo sabes. No te lo tomes a mal, pero es algo en lo que preferiría no te involucraras.
De acuerdo, puedo aceptar eso por ahora. Sus dedos toman un mechón de mi cabello y lo acaricia. Se acerca mucho más a mi rostro.
—Creo que deberíamos probar el pintarte más que con la foto, tal vez pueda conseguir que permanezcas inmóvil. ¿Vendrías? —cambia hábilmente de tema y lo dejo hacerlo para que deje de estar tan tenso.
—Sí, pero no hoy y no mañana.
— ¿Por qué?
—Hoy quiero llevar a Mich al programa a que conozca a mis amigos y mañana es el cumpleaños de Holden, de hecho...
— ¿Qué?
—Me gustaría que vinieras conmigo, si no te incómoda o crees que es demasiado.
— ¿Querrás que bailemos? Porque te he visto y lo haces terrible.
—Eres un bruto, no entiendo por qué me gustas.
Eso lo hace reír de manera leve, luego me sonríe.
—Yo podría enseñarte o hacer que al menos no lucieras tan desastrosa en una pista de baile.
— ¿Quiere decir eso que vendrás conmigo?
—Lo haré, niña buena. Y que quede claro que no pienso que sea demasiado. Es un poco ¿Tierno? Que me invitaras y ni siquiera dudaras como lo hubieses hecho antes. Me pone mucho cuando eres toda esta mujer confiada de lo que pide.
—Eso es poco, descubrí algo.
— ¿Qué es eso? —susurra.
Me acerco para hablar directo en su oreja, siento el calor de su mano ubicarse en mi cadera. Es como si no pudiese evitar tocarme de alguna manera.
—Descubrí que eres propenso a derretirte y ceder cuando te digo lo que quiero —susurro contra su oído—. Además, descubrí que me gusta hacer saber lo que quiero.
—Eso a mí no me derrite, Valerie —Frunzo el ceño, pero vuelve a hablar—. Eso a mí me endurece y me hace querer mandar al carajo la ropa y hacer uso de esa pasión que hay en ti.
Me alejo solo un poco para observarlo, esa mirada es de deseo y parece que su rostro se está inclinando al mío.
—Aquí vienen llegando sus órdenes —anuncia Adonis y volteo a verlo. Edmun chasquea su lengua en señal de molestia.
Nuestros platos de comida comienzan a ser dejados y cuando la orden está completa, Adonis me regala otra sonrisa alejada de cualquier coqueteo, parece una más honesta.
—Espero y tengan un buen almuerzo —Mira hacia Edmun—. Creo que deberías sentirte afortunado.
Y dicho eso se marcha a atender otra mesa, lo sigo con la mirada y luego observo a Edmun.
—Creo que Adonis es encantador y agradable.
—Seguro —murmura concentrándose en su comida.
—Que feo comer con el olor de los celos en el aire —Se estremece Dietmar y lucho con la risa.
—Cállate y come —ordena Edmun.
Rio por lo bajo y mi mirada se encuentra con la de Michelle, él está sonriendo y sé que la está pasando tan bien como yo en este almuerzo. Me siento cálida, me gusta todo sobre este momento.
Holaaaaa, espero y se encuentren súper bien.
También espero y no se hayan olvidado de quién Adonis...Bahh ¿De qué hablo? apuesto que apenas se menciona hay al menos 20 comentario preguntando quién es y otros 10 respondiendo fingiendo que se acordaban, pero haciéndolo luego de haber leído quién era párrafos abajo xD
Espero les guste.
Un beso.
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