Capítulo Uno: Antigua pecadora


Capítulo uno: Antigua pecadora.



31 de diciembre, 2015.

«—No es cierto, no es cierto—mi hermano frunce el ceño.

—Sí que lo es, tienes nombre que también es de niña, Michelle—repito, a ver si de ese modo deja de mofarse del hecho de que Celine está pasando por la horrible etapa del acné—. Michelle la niña...

—Valerie Evans.

De inmediato mi espalda se yergue mientras me giro muy lentamente encontrando el ceño fruncido de papá. No está feliz, y cuando papá se enfada no hay amabilidad en él.

—Papá...

—Padre—me corrige.

—Padre, solo bromeaba...

— ¿Te parece que a nuestro señor Jesucristo le gustan tus blasfemias y que te aproveches de los débiles?

—No, no era lo que intenta...

—Ahora mientes.

—Padre, yo...

—Solo ve y reza para que el Dios que todo lo ve, te perdone. Siempre llena de pecados, Valerie. ¿Es tan difícil que desees entrar en el reino de Dios? »



Recuerdos, recuerdos. Tenía catorce años y puedo recordar como mis rodillas estuvieron rojizas y adoloridas luego de dos horas de rezo en nuestra sala de confesiones y oraciones, en donde papá me ordenó pedir perdón por mis blasfemias y tonterías luego de recibir el año nuevo. Así empezó mi enero de aquel año.

Al menos no estaba sola, justo como lo estoy ahora.

Doy un pequeño sorbo a mi copa de vino mientras hago a un lado el libro que estoy leyendo. Romance, porque secretamente me dedico en mis días malos a leer lo que no hay en mi vida. Porque me torturo con lo que falta en mi vida y porque hace casi un año la mejor amiga de la actual novia de mi exesposo, me regaló un libro junto a una sonrisa que no pude rechazar. De hecho, hasta el día de hoy me sorprende que Alexa Blake haya tenido ese gesto conmigo, uno tan sincero y espontaneo.

Ladeo mi cabeza un poco para observar el gran ventanal que tiene mi apartamento, vivo en el último piso, por lo tanto, tengo la mejor vista y el más amplio apartamento, lo que seguro agranda más mi soledad.

—Estoy realmente sola—susurro sintiendo mis ojos humedecerse.

Es el fin de año y estoy sola en casa, leyendo un libro de romance, con una copa de vino y pijama. Y no es la primera vez, comienza a convertirse en una tradición.

Tomo mi celular y me pienso muy bien lo qué voy a hacer. Faltan cuarenta minutos para que acabe el año nuevo y solo me gustaría hablar con ellos...Yo los extraño. Antes de que pueda arrepentirme, marco un número que me sé de memoria. Mi mano está un poco temblorosa mientras espero a que respondan.

—Buenas noches, familia Town—Cierro mis ojos ante la suave voz de mamá.

—Madre—susurro.

—Valerie...—No puedo determinar si lo dice con resignación o decepción, pero no hay rastro de felicidad en ello y mi corazón se encoge.

—Yo, solo—Hay ruido y luego un respiro hondo—quería decir...

—No eres bienvenida en esta casa y lo sabes, no vuelvas a llamar. Nos haces pasar un mal rato en un momento tan sagrado. En esta familia no hay espacio para los pecadores—sentencia papá antes de colgar la llamada.

Sostengo el celular por un largo momento de silencio antes de dejarlo en el sofá a mi lado. Mi nariz pica mientras cosquillea ante las inmensas ganas de llorar. Me estruja el corazón, me duele. Dejo caer la copa de vino escuchando el cristal romperse antes de cubrir con mis manos mi rostro y comenzar a llorar.

Es horrible saber que tu familia te deja afuera, que te desprecia y cerró sus puertas.

Es horrible que el fanatismo religioso al que se han adherido, los ha hecho dejarme en el olvido, condenarme y culparme de algo que simplemente no funcionó.

Lloro por tanto tiempo que cuando el reloj anuncia que es año nuevo, lloro otro poco más porque me siento aterrada de que así sea cada año. Me siento abandonada, incluso por mí misma.

—Otro año más para ti así, Valerie. Feliz año nuevo—Me susurro antes de cerrar mis ojos con fuerza.

Esta no es la vida que quiero.

***

20 de enero, 2016.

Toco la puerta del camerino que Elise comparte con Breana y en un grito, la primera, me hace saber que puedo entrar. Encuentro a Elise en sujetador y terminando de subir una falda. Antes del programa cualquier tipo de desnudez publica podría dejarme nerviosa e incómoda, pero ahora se ha vuelto tan normal verla en otros, eso sí, todavía tengo mis reservas para dejarme ver otra persona mientras me desvisto, incluso no lo hago todo el tiempo frente a Krista.

Hay ciertas costumbres que me inculcaron con tantas fuerzas que es difícil dejarlas ir y quizá, también, me aferre a algunas de ellas para sentir a mi familia conmigo.

— ¿En dónde está tu mitad rubia?

—Afuera, hablando con su nuevo novio—rueda sus ojos—. En serio que Gabriel es súper agradable, pero me tienen harta ella y el señor amargado del camerino de al lado.

Rio cerrando la puerta detrás de mí. Creo que difícilmente Gabriel pudiera caerle mal a alguien, parece un príncipe con Breana, pero al igual que muchos, yo esperaba que alguna vez las cosas entre ella y Rayan explotaran, debido a que los últimos meses había un acercamiento y tensión extraña entre ellos. Es una lástima que no lo intentaran al final.

—Alguien debería darle azúcar a Rayan para endulzarlo de nuevo.

—O sexo, seguro que el sexo lo calma.

—Ya...Hablando de sexo—digo aclarando mi garganta, ella deja de la camisa suspendida en el aire mientras me observa incrédula—. ¿Por qué me miras así?

—Porque tú estás o quieres hablar de sexo y eso es tan alucinante.

—No es para tanto.

—Oh, sí que lo es—Ríe terminando de ponerse la camisa—. ¿Qué quieres hablar de sexo? Porque hay muchos puntos que tocar sobre ello.

Frunzo el ceño y me siento en el brazo de uno de los pequeños sofás que tienen en su camerino. Me cruzo de brazos y trato de no rodar mis ojos ante su notable entusiasmo por la idea de hablar de sexo conmigo. Elise es menor que yo, lo cual no impide que tenga un entusiasmo sobre temas que para mí se sienten tabú.

—Estoy conociendo a alguien...

O eso creo, hemos salido dos veces y ha sido bien, no hay silencios incómodos y besa bien. No tiene nada que ver con el medio, es un investigador que sale del estereotipo de que son desgarbados, vírgenes y con anteojos. Lo conocí por casualidad en una conferencia y me agradó, además de que tuvimos buena conversación.

»Quiere que en nuestra tercera cita vaya a cenar a su casa, solo me estaba preguntando si eso no es una clave secreta para tener sexo.

—Eso parece una invitación a sexo, pero no tenemos que creer que es así. Quizá, solo quiere un lugar cómodo...—Puedo ver que no se cree sus propias palabras.

—Está bien. Él espera sexo, no es difícil llegar a esa conclusión. Gracias, Elise.

—No tiene que ser solo eso...

—Pero yo creo que sí lo es. Por los mensajes que me ha estado enviando, no son nada inocentes y no soy tonta, puedo captar la indirecta a través de sus palabras.

—Bueno, no sé entonces qué decirte.

—No te preocupes, solo quería que alguien me confirmara lo que ya sé.

Me pongo de pie y salgo de su camerino, justo del camerino frente del que estaba, viene saliendo Jocker y Adelaide, les devuelvo la sonrisa que me dan y me apresuro a mi camerino, el cual comparto con Krista. Me dejo caer sobre una silla y respiro hondo.

Me divorcié hace unos años de lo que fue un gran matrimonio fallido con Jocker. Lo amaba, realmente lo hacía, pero sé que no era correspondido a la gran medida. Fue duro verlo enamorarse de Adelaide, pero me hacía feliz verlo a él serlo. Sin embargo, a veces, muchas veces, se siente y es raro verlos juntos. Ver el tipo de felicidad que nunca experimentamos, el tipo de mirada que nunca me dio. Adelaide es una mujer asombrosa, me agrada y hace feliz a Jocker, pero a veces es solo inevitable no observarla y preguntarme en qué fallé. Porque a veces siento que fui la que falló. Porque, quizá, Jocker era demasiado apasionado para alguien tan fría, o eso dijo hace un año y medio quien fue mi última cita.

Es lo que todos dicen: soy muy seria, muy mojigata, muy elegante, muy reservada, muy fría...Y la lista seguro es larga. Lo que esas personas no saben es que mientras más señalan ese hecho, más me obligan encerrarme, porque me creo sus palabras y nunca aprendí a descubrir quién soy.

Reviso el último mensaje de Martin en mi celular, todo en sus palabras grita que planea que tengamos sexo, incluso cuando lo hace lucir como que bromea. No me siento preparada para ello, no me veo debajo o encima de su cuerpo. No me visualizo desnudándome y rozándome con él, la idea me incomoda y la rechazo. Me gusta, pero no al grado de desear dormir con él.

Si dicen que soy fría, con él me siento congelada.

Así que cancelo nuestra cena y su respuesta me hace ponerme rígida leyendo lo que seguramente sale de su corazón: vete a la mierda, perra frígida.

Estoy tentada por unos pocos segundos a responderle, pero luego lo dejo ir, porque así soy yo. Confundo madurez con recibir golpes sin devolverlos, es algo que enloquece a Krista porque dice que de esa manera todos viven creyendo que pueden pasar sobre mí, mi antiguo productor solía hacerlo. Pero lo que Krista y otros no entienden es que crecí en una familia en donde si me golpeaban una mejilla debía dar la otra o de lo contrario era una pecadora.

Aún después de años fuera de casa y sin tener contacto con ellos, siento que cuando respondo, hago algo mal o incluso me quejo, padre aparecerá con una biblia y me encerrará para que rece de rodillas en el pequeño cuarto de oraciones durante horas en las que mis rodillas se entumecerán y en dónde tendré hambre mientras espero a que él considere que he limpiado mis pecados. No es fácil, puedo estar fuera de casa y ser independiente, pero aún me siento como esa niña que si se equivoca es una pecadora que será severamente castigada, aún me siento atada.

A veces siento que un día solo me sentiré tan ahogada, que moriré asfixiada. Tengo veinticinco años y no he vivido ni un poco mi vida y tampoco estoy haciendo nada para cambiar esa declaración.

La puerta del camerino se abre y Krista entra. La observo intentando descifrar de qué humor se encuentra hoy. El pasado diciembre, Garrett, su relación muy seria, cortó con ella sin darle ninguna explicación, Krista incluso llegó a pensar que él le pediría matrimonio, pero todo lo que consiguió fue ser dejada sin ninguna explicación. O al menos eso fue así antes de que, un par de días después en las redes sociales, una noticia explotara:

Un vídeo sexual donde no solo participaba una mujer, en el vídeo había cinco personas, incluyendo a Garrett. Todos del medio artístico, habían bebidas, mucho consumo de marihuana y cocaína. No lo vi completo, solo vi el desastre del comienzo en donde Garrett está irreconocible en cuanto a su actitud. Krista se torturó viendo quince minutos de su novio siendo grabado ebrio y drogado mientras participaba en lo que puede llevarse el título de orgía del año.

Lo gracioso de este mundo del que somos parte, es que él cometió el error, él fue quien fue grabado teniendo sexo con múltiples personas, fue quien se drogó y aun así los tabloides también lo giran hacia Krista. La atosigan por declaraciones, hacen hipótesis que la vinculan e incluso son tan irrespetuosos como para decir que ella estaba ahí grabando o esperando turno para unirse. Es un vídeo con una calidad mediocre, pero igual el desastre es notable durante los quince minutos de su duración.

Así que mi mejor amiga ha estado en una montaña rusa que puede conllevar mucho llanto, despecho, ira y desprecio. No la culpó, ella nunca se esperó semejante traición. Garrett ni siquiera ha tenido la delicadeza de sentarse y hablar con ella, no le ha dado la cara. Quiero abogar a su favor solo para decir que al menos tenía la suficiente conciencia y decencia de dejarla luego de lo que hizo, pero de igual manera el daño ya estaba hecho.

—Están diciendo que Garrett y yo solíamos tener sexo en grupo —gruñe—. Qué me van las orgías y que yo apruebo totalmente que él se folle a otros, incluyendo a los hombres —Se ve cansada y dolida—. ¿Cómo me han reducido a eso? Nadie recuerda ya lo que hago, mi esfuerzo, solo me rebajan a ser la mujer que ellos quieren moldear para sus titulares.

—No lo tomes a mal, Kris. Ellos solo quieren exprimir el encádalo hasta que aparezca uno nuevo.

—Lo odio—declara mientras sus ojos se humedecen—. Lo arruinó, me arruinó y eso hace que lo odie.

Tiene que ser duro decirte que odias a alguien a quien amas, así que me limito a acercarme y abrazarla mientras llora.

—Estarás bien, Krista. Eres preciosa y una persona magnifica, vas a encontrar alguien que sea digno de compartir tu felicidad, ya verás que sí.

—Es horrible ser está llorona histérica, yo no soy así.

—Pero tienes un corazón roto.

Se separa de mi abrazo y camina hasta nuestro tocador para tomar unas toallas de papel y limpiar su rostro, intenta recomponerse con rapidez.

—Mejor hablemos de ti y de tu cita.

—La cancelé y me respondió asegurando que me puedo ir a la mierda—Finjo pensar llevando una mano bajo mi barbilla—. Ah, y que era una perra frígida.

—Maldito idiota. Te prometo que estoy a instantes de iniciar una campaña en donde vayamos castrando a los malditos idiotas.

—Al menos me dijo perra frígida antes y no después de que hubiese pasado algo como acostarnos. Hubiese sido terrible escuchar semejante crítica y grosería luego de darle lo que quería.

—No eres una perra frígida.

— ¿Cómo lo sabes? No recuerdo haber tenido sexo contigo—Bromeo, aunque es triste porque de hecho solo he intimado con un hombre en mi vida.

Y eso en cierta manera me llevó a la situación actual en la que mi familia no me habla.

—Porque eres dulce y muy cálida. Las personas que dicen eso no te conocen. Eres valiosa y una de las mejores personas que conozco, Val. Nunca dejes que alguien como ese patán o idiotas te hagan creer que eres menos. Nunca permitas que alguien te insulte de esa manera, patéales el culo y si necesitas ayuda, llámame que yo te ayudo a hacerlo.

—Gracias —La observo comenzar a desvestirse para ponerse la ropa con la que saldrá en el programa.

— ¿Y qué le respondiste?

—Nada, a veces el silencio es la mejor respuesta.

—Pues no en este caso.

Me quita el teléfono y como se sabe mi clave, lo desbloquea mientras parece estar respondiendo algo muy largo porque tarda escribiendo. Me sonríe entregándome el teléfono. Bajo mi vista y leo su respuesta:



«Si soy tan frígida, entonces no entiendo por qué se te paraba tanto con tan solo verme, ni por qué morías entonces por mojarla conmigo.

Vale, amigo, que tú dices que soy una perra frígida, pero al menos yo no soy una insegura de polla flácida.

Frígida o no, no vas a follarme. Besos »



—Esto definitivamente no soy yo —No puedo evitar reír.

—Ya, pero te aseguro que lo dejará con una mirada triste sobre lo patético que es y la mujer que ha dejado ir.

—Gracias, Kris.

—De nada, Val, y por favor no dejes que ningún inútil inseguro te diga esas cosas, porque afuera hay un montón de hombres muriendo por tener una oportunidad contigo —Alza sus manos para dejarlas en mi hombro y aún sigue en ropa interior—. Se vale ser madura, pero no el saco de boxeo para recibir insultos. Nada de poner la otra mejilla.

—Eso es lo...

— ¿Lo? —Me insta a seguir porque Krista conoce mucho de mí, incluso mucho más de lo que Jocker llegó a saber de mi infancia y mi familia.

—Eso es lo que me enseñaron en casa.

—Lo sé, nena, pero ya lo hemos hablado. Si dejas que te golpeen mil veces sin poner la mano para no recibir el golpe, entonces no estás siendo madura ni respetuosa, estás dejando que te pateen el culo sin intentar levantarte.

—A veces asusta que Elise y tú digan cosas tan parecidas.

—Es que Elise es tan inteligente y sabia como yo —Me guiña un ojo y se da la vuelta escogiendo su ropa. Al menos ha olvidado momentáneamente el escándalo de Garrett.

¿Qué daño me hicieron mis padres con su extraña crianza? Me escondieron de un mundo en el que, desde hace años, estoy asustada de vivir.

***

12 de febrero, 2016.

No sé por qué imaginé que el cumpleaños de Matthew Williams sería sencillo e íntimo. Quizá, lo hice porque el hombre es reservado y sencillo, pero desde luego esta fiesta no estuvo en sus manos, estuvo en las de sus amigos.

Casi pareciera que es una fiesta organizada por Holden, pero le falta locura para tener el sello de mi amigo. La mano de Rayan en mi espalda me insta a caminar hacia el cumpleañero que se encuentra envuelto en los brazos de Elise y parece estar recibiendo respiración boca a boca. Me freno.

— ¿Qué pasa, Val?

—Que creo que vamos a interrumpirlos —grito por sobre la música, Rayan ríe.

—Tienen toda una vida para comerse la boca, nosotros solo unas horas para felicitarlo, vamos.

Acepto su réplica y continuamos caminando en el salón de fiesta que fue alquilado para celebrar el cumpleaños. La fiesta empezó hace unas horas, y nosotros venimos llegando a casi la una de la madrugada; el traidor de mi auto se dañó y mientras quería excusarme y faltar, Rayan me convenció de que dormiría a Summer, la dejaría con la niñera y pasaría por mí. No me quedó ninguna excusa para negarme y ahora estoy aquí en una fiesta llena de unos cantantes que reconozco, mis amigos, familia de Matthew, sus amigos y absolutos desconocidos.

Conseguimos llegar hasta ellos y Rayan palmea la espalda de Matthew, interrumpiendo su sesión de besuqueo. Él nos observa desconcertado puesto que aún parece atontado por su reciente intercambio de saliva y luego nos sonríe.

—Feliz cumpleaños de nuevo —Felicita Rayan y luego yo repito porque hace unas horas él estuvo en el programa siendo entrevistado finalmente por Elise, fue un poco tierno que la cosa que los unió sea lo que finalmente él hizo por ella: dejarse entrevistar.

—Me alegra que llegaran.

—Ya pensaba que iban a embárcanos—Elise hace una mueca—, pero según Edmun, esta fiesta es para rato, así que llegaron temprano para ella.

—Insisto en que no conozco a la mayoría de las personas en esta fiesta—recalca Matthew con una pequeña mueca.

—Y por eso yo estoy cuidando de ti, escritor versátil —Asegura ella en respuesta.

—No seas ridícula.

Me aturde un poco el bajo de la música, casi temo que mi cuerpo tiemble por su retumbar. Intercambiamos unas cuantas palabras y luego cuando Rayan dice que irá por bebidas, aseguro que yo iré con él. En el camino, veo a los que reconozco como Harry Jefferson y su esposa, sé que varios de ellos están aquí, tiene sentido teniendo en cuenta la editorial de la que es parte Matthew.

Me detengo brevemente cuando en lo que se adapta como la pista de baile, veo que Holden se está restregando con alguna mujer y un poco más alejado en algún rincón, el dulce de Parker parece estar siendo el objetivo de una pelirroja que claramente le coquetea mientras él parece estar diciéndole algo.

Llego con Rayan hasta la barra y cuando me pregunta qué quiero beber, me quedo en blanco.

—Dame un mojito y uno de esos cocteles súper bajos en licor—pide a quien nos atiende. Se voltea a verme mientras preparan nuestras bebidas—. ¿No piensas quitarse el abrigo? Te dije que aquí adentro con tantas personas haría calor.

—No dejaré mi abrigo tirado por ahí, es de marca y me costó unas buenas libras.

—Puedo ir y dejarlo en mi auto.

—No, no, prefiero mantenerlo.

— ¿Por qué? ¿Qué escondes debajo de él? —Bromea fingiendo que va a echar un vistazo debajo y palmeo su mano lejos, él ríe recibiendo nuestras bebidas. Para mi sorpresa me entrega el mojito—. Solo tomaré este coctel que es nulo en licor y ya, recuerda que conduzco. Tú en cambio, puedes obtener un montón de diversión.

—No pretendo embriagarme.

—Podrías hacerlo, yo me aseguraría que estuvieras bien.

—Eso es dulce —Le sonrío y me devuelve la sonrisa, pero luego veo cómo se va borrando antes de mascullar algo que no logro escuchar. Pretendo preguntar qué pasa, pero alguien me abraza desde atrás.

—Mi caramelito de miel—dice Breana y yo rio girándome cuando me libera de su abrazo.

Ella toma la mano de un hombre alto de cabello oscuro y ojos claros. Es sin duda atractivo y encantador mientras nos sonríe. Lo reconozco como Gabriel, debido a una foto que de manera casual Breana compartió en sus redes sociales hace unos días y porque luego de ello, lo conocí.

»Hola, Rayan—dice Breana y él asiente en respuesta, ella vuelve su atención a mí—; es bueno verlos de nuevo, los extrañé.

—Exagerada— digo porque Rayan se mantiene en silencio más interesado en ver a los alrededores.

—Él es el Gabriel, cariño, debes recordar a Valerie, y él es Rayan.

—Un gusto verte de nuevo —Me dice antes de dirigirse a Rayan—, y un gusto conocerte—estira su mano y Rayan la estrecha. Me da alivio que Rayan sea maduro y no lo deje con la mano extendida—, Breana me ha hablado de todos ustedes.

—Espero y a ti te haya dicho el enorme secreto sobre por qué todos son caramelos y yo no —Apura rápido su bebida y nos da una sonrisa—. Iré en busca de los demás, que tengan una buena noche. A ti te mantengo el ojo puesto, Val. Recuerda que cuidaré de ti.

—Está bien —Alcanzo a decir a su espalda porque ya se está alejando. Me giro y Breana tiene el ceño fruncido mientras lo observa irse.

—Pensé que él era más simpático —comenta Gabriel—. Dijiste que Rayan era genial.

—Lo es...Solo quizá se encuentra cansado.

O celoso. Pudiera agregar.

Me quedo con la parejita un buen rato y soy convencida de tomar otro mojito. En algún momento, ellos se van a bailar y me quedo sola. Cosa que odio.

— ¿Qué hace mi nueva novia aquí sola? —susurran en mi oído y me giro con una sonrisa para encontrarme a Derek. De inmediato lo abrazo y él ríe—. ¿A qué debo tanto amor? No es que me queje.

—A que eres mi héroe, me has salvado de estar sola.

—Pues éste héroe te pide que bailes con él.

—No —digo de inmediato—. Hay una razón por la que ustedes nunca me han visto bailando. No sé hacerlo.

Al menos que sea un vals o un paso doble, el único baile que padre nos dejó aprender porque no era obsceno ni vulgar ante sus ojos.

—Vamos, incluso puedes quedarte de pie mientras yo me restregó contra ti—Sube y baja sus cejas mientras toma de mi mano tirando de ella.

—No. De verdad no sé.

—Si no lo intentas tampoco aprenderás. Vamos, atrévete.

Me lo pienso unos segundos mientras él hace un experto puchero que no se le ve nada ridículo. Termino cediendo y tomo el resto de mi bebida antes de, tomando su mano, caminar hasta la pista de baile. Me quedo paralizada en cuanto llegamos y tal como dijo, él se restriega contra mí debido a que yo no me muevo. Él muy tonto mueve su trasero arriba abajo contra mi delantera a la vez que yo solo estoy de pie, viendo a mi alrededor me doy cuenta que eso es lo que muchas mujeres están haciendo con hombres. Estamos invertidos y eso me hace reír antes de golpear su trasero diciéndole que pare.

—Muy bien —grita para hacerse escuchar por sobre la música—. Si no quieres que restregué mi culo contra tu delantera para que se te pare, entonces, baila.

—Ya te dije que no sé hacerlo.

Toma mis manos en las suyas y entrelaza nuestros dedos mientras comienza a moverse lentamente y me insta a hacerlo. Estoy segura de que me veo ridícula, pero me hace reír y él no parece avergonzado intentando guiarme. Me hace girar y mi ritmo es tan horrible que lo piso y tropiezo hacia atrás. Envuelve mi cintura con uno de sus brazos e intenta que mi cuerpo siga el ritmo del suyo, pero parece ser tarea imposible.

Estamos muy pegados y sé que si padre viera esto me acusaría de pecadora y yo tendría que orar para purificarme de los pecados recientemente cometidos, pero sacó eso de mi cabeza porque me estoy divirtiendo y no quiero dejar de reír.

Derek y yo bailamos dos canciones en las que nunca encuentro ritmo, pero me divierto. Estoy segura de que parecía que estaba pisando insectos o era una tabla rígida, pero Derek nunca se quejó. Cuando volvemos a la barra me hace beber un chupito de tequila. Vislumbro a Jocker y Adelaide hablando con Rayan y el chico nuevo: Austin.

Austin es la nueva ancla del programa, con este nuevo InfoNews vinieron muchas reformas, una de ellas es el hecho de que Austin y Adelaide se han incorporado al programa teniendo una participación de al menos dos días en vivo. Ha sido una buena idea, todo un éxito.

La única que no está en esta fiesta es Krista y es una lástima porque ella es casi tan fiestera como Holden, pero dijo que prefería irse a descansar. Parker se acerca y conversa con nosotros, incluso, llego a vislumbrar a Alexander, uno de los mejores amigos de Matthew y me acerco a él para saludarlo, pero luego alguien le está preguntando sobre alguna cosa y él debe alejarse.

Así que consigo quedarme sola de nuevo en la barra mientras tomo otro trago. No sé cómo desenvolverme en las fiestas, creo que me tenso demasiado, pero en esta puedo decir que gracias a mis amigos he conseguido divertirme un poco. Sonrío.

—Bailas fatal, niña buena —susurra una voz que aunque no suelo escucharla, no olvido y reconozco—. ¿Qué pasa con el abrigo? ¿No quieres ensuciar tu ropa de bautizo?

El vello de mi nuca se eriza, me giro aunque no hace falta que lo haga para reconocer al dueño de tan odiosa declaración, pero de tan exquisita voz.

Edmun Matters me está observando con esos ojos grises fijamente, su cadera se recuesta del mesón de la barra, está muy cerca y no entiendo por qué siempre olvido que es muy alto. Me hace sentir pequeña y menuda con toda esa altura y musculatura.

— ¿Ya vienes a arruinarme la noche?

—No —Se inclina hasta tener su rostro a mi altura y muy cerca—. Vine a hacerte un favor.

— ¿Qué podría ser eso?

—Voy a enseñarte a disfrutar verdaderamente de una fiesta. Hoy soy amable y tengo esa bondad.

—Gracias, pero no necesito de tu bondad.

—Por cómo te vi bailar, me temo que la necesitas con urgencia, niña buena.

—Eres un... ¡¿Qué haces?! —Su mano se estira y quita el lazo de mi abrigo, incluso es un atrevido que lo empuja por mis hombros para que caiga al suelo—. Pero ¿Qué te pasa?

No dice nada mientras observa mi short corto negro, llevo medias negras debajo, mi camisa es de algodón, de mangas cortas pero con la espalda abierta. Nunca me visto así y hoy quise experimentar con ropa que siempre he mantenido guardada, por eso tenía miedo de quitarme el abrigo, porque no sabía que reacción tendrían los demás. Su mirada vuelve a la mía y ladea su cabeza hacia un lado.

— ¿Qué función tiene ocultar todo eso con el abrigo? Mira nada más toda la artillería pesada que estabas escondiendo. Si bailaras así, ni siquiera me fijaría en lo mal que lo haces —Sé que se burla, porque Edmun no es del tipo machista o comentarios denigrantes. Tengo conocimiento de ello porque Elise me lo comentó alguna vez y yo no lo olvidé.

Me sonrojo y me agacho tomando mi abrigo del suelo para ponérmelo otra vez. Pero toma mi mano y contengo el aliento. Alzo mis ojos encontrándome con los suyos. Edmun es muy atractivo, tiene un aura extremadamente masculina que ninguna mujer podría ignorar y ahora que lleva el cabello corto y no por debajo de sus hombros, es más fácil distinguir cada rasgo en su rostro. No es que greñudo resultara menos atractivo, porque el cielo sabe que de cualquier manera este hombre parece verse bien.

—No te ocultes, te ves hermosa y no tienes que esconderlo.

Estoy sorprendida de conseguir ese tono que no es despectivo de él, pensé que conmigo solo hablaba tres idiomas: despectivo, sarcástico y grosero.

No sé por qué dudo en volver a ponerme el abrigo, pero lo doblo dejándolo sobre mi brazo. Él lo toma y se lo extiende a uno de los de la barra.

—Guarda esto, cuídalo con tu propia vida. ¿Entiendes?

—Entendido.

Vuelve a girarse hacia mí y de nuevo parece pensativo.

— ¿Aceptarás entonces mi favor sí o no?

— ¿Qué favor?

—El de apiadarme de ti y enseñarte a disfrutar de una fiesta. Aprovecha, casi nunca soy amable... —Sonríe de costado antes de agregar el final de su oración—Contigo.

—Nunca eres amable conmigo.

—Lo estoy siendo ahora.

—Porque llevo poca ropa —Me cruzo de brazos.

—No negaré que me estoy dando un festín con la vista, niña buena, pero hay un montón de mujeres en esta fiesta que están enseñando mucho más que tú y no por ello les ofrezco disfrutar de la fiesta.

»Lo hago porque soy observador y veo cuán tensa te pones en el momento que te quedas sola. Veo cómo miras a los demás, como si desearas ser parte del paisaje y no solo una espectadora.

—Entonces me miras mucho —Lo corto.

—De acuerdo, ten buena fiesta —Se encoje de hombros y comienza a alejarse.

—Maldita sea —mascullo antes de alcanzarlo y tomar su brazo. Se gira lentamente—. Está bien.

— ¿Qué está bien?

—Acepto tu amabilidad espontanea.

— ¿Estás segura?

—Eso creo.

Estira su mano para tomar la mía, acaricia mis nudillos sin dejar de observarme. Luego jadeo cuando tira de mi brazo y mi pecho se estampa contra el suyo.

—No sabes en lo que te has metido, niña buena.







Holaaaa, aquí les dejo el primer capítulo de una historia que traerá muchas sorpresas jijiji 7u7

El hada hace su debut en esta historia con mi mitad Narlis, porque ella debe abrir esta historia. Gracias por la paciencia, por el apoyo y el amor. Ti amu de aquí al infinito y siempre agradezco que wattpad haya cruzado nuestras vidas. Narlis siempre juntas.

Espero les guste.

Un beso.

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